IV. Solamente uno

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Honestamente, después de salir corriendo del coliseo como alma que lleva al diablo, Pablo no tenía mucho que hacer ni a donde ir. Se suponía que se iba a quedar toda la tarde y parte de su noche celebrando el triunfo amistoso con su equipo, pero claramente los planes le habían cambiado.

No llegaría a su casa temprano para dar papaya a que lo vieran desocupado, y que su mamá pudiera estar por ahí para reclamarle cualquier cosa. Intentaba evitar el contacto con ella lo más posible.

Seguía caminando en su uniforme las calles de la ciudad caribeña. La humedad era casi palpable en su piel, acompañada de un viento extraño. Aunque el sol de la mañana fue potente, ahora se veía un cielo más oscuro, más ventoso. El clima se regulaba de unas maneras desconocidas, cada vez volviéndose más impredecible.

Pensó que tal vez se veía ridículo con sus ropas relucientes color celeste. Bueno, podría verse o extremadamente ridículo, o extremadamente genial. No había intermedios.

Usualmente, a él le enorgullecía su uniforme. Cuando salían juntos los cinco de algún torneo o partido victorioso, era una costumbre ir a comer hamburguesas en frente de la playa, vestidos de cabeza a pies con el uniforme, para que todo el mundo reconociera a su equipo.

Ellos eran uno solo.

Por eso mismo le irritaba tanto a González que ahora mismo, probablemente, el que estaba disfrutando una Corral Queso o una salchipapa XL compartida con sus amigos era el zopenco del Isaac.

Llegó hasta la parada de buses. Las personas pasaban por su lado, sin la mínima importancia lo empujaban y lo hacían de lado.

Pablo buscó por su celular algún contacto, alguien al que pudiera llegar a invadirle la tarde. Tenía un montón de mensajes que no había abierto de Valentina desde que la dejó en visto. Lo pensó un tanto antes de escribirle, pero, vamos, era la única opción.

Chat

Valen💖(9 mensajes sin leer)

Pabloo : Ey, vayamos a ver esa película

Valen💖: Pabli! Qué te convenció?

Valen💖: Dale, en cinco compro las boletas.

Pabloo : Ahí fue

Valen💖: Cuando nos veamos, me das un besito, va?

Pablo arrugó la cara al pensar en ello, Valentina era linda y todo, pero no le gustaba tanto para andar besándola en público ni nada por el estilo. Ella simplemente era su compañera de fiesta, pero lo pensó y pasar una tarde con ella era mejor que pasar una tarde solo. Pablo no tenía otro plan que pensar en las mil maneras en las que le regaló ese puesto a Isaac.

Su hilo de pensamientos se interrumpió por una notificación de la aplicación verde.

Valen💖: Mira Pabli,  las boletas. Nos vemos a las 6:30!

(Imagen)

Pabloo: Dale Valen. Nos vemos

---

Valentina en su casa caminaba de un lado para otro, intentaba reprimir la emoción que sentía porque Pablo le había escrito, diciendo que quería ir con ella al cine.

Se encontrarían en media hora y todavía ella no se había terminado de arreglar, un tacón por allá, otro puesto, mientras mitad de su maquillaje estaba hecho. Se pasó la brocha con bronceador y se aplicó labial, el más rojo que tenía, así a Pablo le gustaría y querría besarla.

Ah, él era tan guapo, tan deportivo y alto. Quería conocerlo y ganárselo. En ese momento sintió que se lo estaba ganando. Llamó a su mejor amiga Emilia, le tenía que contar de su cita. Ya le había contado de las noches donde Pablo, fuera de su conciencia plena, le confiaba cosas sobre él y sus problemas. No importaba si estaba borracho, era Pablo y siempre hablaba de más, era el payaso de la clase. Esto era una actualización enorme, que tenía que compartir.

Los dos tonos de llamada sonaron, y escuchó la voz de Emilia, con algunos sonidos de batidora en el fondo.

—¿Valen? ¿Aló?

—¡Emi! Te tengo que contar algo— Valentina se pasó una cepillada por su cabello—. ¡Voy a ir a una cita con Pablo!

Emilia soltó un gritito al otro lado de la línea, y sonó un estruendo, pues se le había caído el teléfono.

—Casi suelto el celular encima de la masa de brownie—Emilia se rió y acomodó el celular en su oreja para hablar—entonces es Pablo. ¿Pablo González? ¿El de basket? ¿El que no se calla y tiene una cara para morirse?

—Él mismo— ahora la que chilló fue Valen— vamos a ir al cine ya, en diez minutos.

Emilia murmuró afirmativa, pero igual le advirtió.

—Cuídate me haces el favor. Pablo tiene una reputación de... ya sabes. No se queda con una sola.

—Ugh, aguafiestas— le reclamó Valentina— me lo estoy ganando, ya verás que pronto estaremos caminando juntos en el liceo.

—Ajá bueno, lo que tú digas.

—Chao, ya me voy. Suerte con esos brownies. Ofrécelos mañana en clase— Valentina le aconsejó, pues Emilia quería tener una repostería y estaba empezando con un emprendimiento pequeño de brownies y pastelitos.

Era una buena idea por parte de Emilia, pues nadie le rechazaría un brownie chocolatoso y suave, que se deshacía, dulce en los paladares.

- -

Las luces se apagaron al empezar la película, Pablo se sentía algo incómodo, pero admitiría que a los ojos de los demás se veían bien juntos, ella vestida de pies a cabeza, con maquillaje brilloso y él haciendo el papel del novio atleta y atento que mira una película fastidiosa solo por ella.

Sin embargo, eso era una fantasía fabricada. Pablo podía pensar en probabilidades, pero nada le aseguraba que así se veían ante el mundo. Solo tenía por certero lo que él sentía. Se hundió en el asiento y sacó su celular para ver si alguien le había escrito, o si alguno de su equipo había montado una foto comiéndose la salchipapa ballena XL.

Al ver sus chats, vio el nombre de Alan y de Alexis. El mensaje de Alexis solo era un sticker de Diomedes Díaz bailando, el cual estaba bastante sin contexto.

Después abrió el chat de Alan.

Chat

Alansito: Pablo con P de Pendejo.

Alansito: donde estás

Alansito: sé que te da rabia la banca pero cual es el berrinche 😐

Alansito: Estamos en el corral, llégateeee

Alansito: no es lo mismo sin ti

Alansito: te pasó algo?

Pablo sonrió levemente con los mensajes. Le sorprendió la cantidad, pues Alan no era de mandar tantos mensajes.

Pabloo: Estoy en el cine

Pabloo: con Valen.

Pabloo: te estás dando cuenta que Isaac no es mejor compañía q yo??

Pabloo: Isaac está con ustedes? Q pediste?

Alan respondió casi instantáneo.

Alansito: Sí, Isaac está, pero no se siente. Oscar está intentando meterlo en la conversación aunque no habla mucho

Alansito: Ah y pedí una corral queso más rica que tus palomitas sin mantequilla.

Alansito: Nos vemos en el colegio, chao

¿Por qué habría escrito menos ? Pablo pensó en que tal vez se podía desaparecer más veces, así Alan le mandaría más mensajes. Sin embargo, guardó su teléfono en el bolsillo y recordó dónde estaba.

Miró a su lado y Valentina le sonreía a la imagen de la película. Ya había empezado y él no le había prestado ni un segundo de atención. Lo tenía que admitir, era terrible cita. Aunque, la verdad era que no había venido por la película.

Cuando llegaron no la saludó con un beso, no era el momento realmente, pero si le apagaban las luces así tal vez complacería la petición de ella. Sentado en aquella sala, no tenía mucho más que hacer. Era o soltarle un enganche o seguir viendo la película y dormirse.

—Valentina, ¿te está gustando la película?

—Sí, pero sé que no es de tu tipo, yo— lo miró a los ojos—yo quiero saber qué tipo de películas te gustan.

—Acción, deportes, terror. Cualquier cosa— él se enderezó de su asiento y volteó su cuerpo hacia ella—.¿Quieres besarme?

—Pablo— una sonrisa se dibujó en el rostro de la chica, asintió, y su cabello liso se dobló en sus hombros—desde que llegué.

Y ella no esperó más y apresuradamente estampó sus labios con los de él. Pablo sintió el líquido de su labial, le recordó a un beso que había dado en un crucero hacía dos años, con una desconocida.

Le buscaba el sabor a sus labios, quería pensar en otra cosa, pero a su cabeza solo llegaba la imagen de las palomitas sin mantequilla. Necesitaban sabor, necesitaban mantequilla.

Pensó que algo podía estar mal con él, ella tan linda y dispuesta, pero, ¿y la brasa ardiente que quería sentir él?

Tal vez tengo Covid pensó Pablo porque ni en su gusto ni en su olfato habían registros y se alejó de ella al considerarlo. Tuvo suerte de que en ese exacto momento pasó una escena muy dramática en la película que causó que Valentina se volteara y no despegara los ojos de la pantalla hasta que terminó. Tal vez era porque le pareció buena, o porque sintió timidez después de besarlo. A Pablo le daba igual, se pudo distraer un rato si eso contaba para algo.

Cuando salieron del cinema ella tenía su brazo derecho entrelazado con su izquierdo. Pablo no dijo nada porque no pensó que fuera necesario conversar. Ya era hora de despedirse.

—Me gustó estar contigo Pabli.— Valentina lo miró y parecía más tímida, diferente de las veces donde se lanzaba hacia él en las fiestas o cuando había tomado tanto aguardiente que lo único que hacía era escuchar las idioteces que decía él—.¿Nos vemos?

Pablo le dio un abrazo algo incómodo y ella se apuró a besarle el cachete, con cariño.—Nos vemos Valen, chao.

Le caía bien, claro, pero no sintió nada cuando sus labios rozaron su mejilla, probablemente dejando un tinte rojo allí. Una marca de beso que lo acompañó hasta su casa, donde su mente le reclamaba por recordar lo del crucero cuando besó a Valentina. Pablo esperaba pronto dar un beso que se deslizara por sus extremidades y no le recordara a ningún otro.

Al llegar, sacó sus llaves y le pidió a los santos que nadie se encontrara en casa, o que por algún milagro sus papás se hubieran dormido ya. Pablo tenía hambre y no pensó en comprar nada en el centro comercial, igual si lo hubiera meditado no lo habría hecho, pues se habría abrumado al estar encerrado más tiempo en aquel lugar.

Abrió la puerta y la gran mansión campestre se iluminaba con una luz tenue que venía desde la cocina. La sala, el patio, y las habitaciones todas estaban oscuras y Pablo pensó que tal vez no había nadie en casa. Hacía demasiado silencio y eso no le daba buena espina. Se pasó hacia la cocina y abrió la nevera. Sus ojos se magnificaron por el plato de salmón , arroz de coco y tajadas de plátano. Sonrió victorioso y lo arrebató de la nevera, llevándose el jugo de mango que también había servido en un vaso.

—Niño Pablo—la señora Rosemary le gritó . Ella era la señora que les preparaba la comida y hacia el aseo. El castaño aceleró su pasó al subir las escaleras.—.¡Esa comida es de su mamá!

Pablo corrió lo que le quedaba de camino a su cuarto y cerró con seguro. Con la espalda apoyada en la madera de la puerta se preguntó si la señora Rosemary no se pudo haber quedado callada y ya.

En su cuarto decidió no prender la luz, pero sí prendió la lámpara y lo primero que distinguió sobre la ropa sucia fue el cigarrillo de marihuana que le habían dado en la fiesta.

Pero éste estaba descubierto, lo cual era señal de que alguien lo había sacado. Aquello no era buena señal, ya que las señoras de limpieza nunca le sacaban las cosas de la ropa. Hacía algún tiempo, por no escarbar sus bolsillos, accidentalmente habían metido doscientos mil pesos en la lavadora, unos que salieron hechos añicos. Ellas eran respetuosas con sus cosas, entonces solo quedaba su mamá.

Escuchó desde su puerta las pisadas fuertes de tacón, que eran probablemente de ella. Y cuando pisaba así era porque estaba molesta. 

—Con que comiéndote mi comida, ¿ah?— empezó con un tono suave, algo cínico para Pablo, pero su plan era solo ignorarla. Él no dijo nada, pero ella siguió.

» Si estabas en la calle hubieras aprovechado para comer. ¿Acaso el cerebro no te da para eso? Ah y espero que hayas visto el porro ese, lo saqué de tu pantalón y sé que es tuyo. Maldito niño.

Eso ni siquiera era asunto de ella según Pablo y por ello le reclamó.

—Y eso a ti que te importa, ya déjame en paz.

Y para que fue. Si había querido detonar una bomba, lo había hecho de maravilla.

—¡¿Que te deje en paz!? !Eso es lo que te he pedido desde que naciste! ¡¿Tú crees que te mandas solo?!—se escucharon los respiros fuertes de ella al otro lado de la puerta—.¡Ábreme!

Pablo cerró sus ojos con fuerza y se alejó de la puerta. Dios mío cállate por favor. Pensó.

»¡Dile a tu entrenador que me deje de llamar! No me interesa qué hiciste mal hoy, ni nada que tenga que ver contigo, mocoso. Siempre llegas con una mala noticia. ¡Ábreme!

Pablo se encogió inconscientemente al escuchar una botella de vidrio rompiéndose del otro lado de la puerta. Vivir en esa casa era un infierno.

Miró alrededor y su único acompañante era el salmón cocido. Por lo menos le había cogido la comida a su mamá.

Ella empezó a golpear la puerta con insistencia y continuaba reclamándole para que le abriera. Pablo intentó convencerse a si mismo de que estas cosas siempre le habían pasado en su casa, con el propósito de ignorarla. Pero Isolda pegaba con más fuerza, mientras gritaba cosas que Pablo no quería entender.

Cada vez que pasaba algo así Pablo no se sentía cómo él, su cuerpo temblaba al convertirse en un niño de ocho años que odiaba los gritos y solo quería que sus padres le dijeran que todo era mentira, que estaban actuando cuando se peleaban y le decían todo tipo de cosas. 

Pensó qué tal vez ella tumbaría la puerta de los golpes. Ya le estaba estresando a él y quería que parara.

—¡Ya vete Isolda!

Buscó algo que pudiera distraerlo alrededor suyo y como si fuera alguna cura, sus ojos titubeantes vieron el porro ahí tendido. González recordó el sentimiento de paz que sintió cuando lo había fumado en la fiesta.

Se mordió la uña del pulgar, pensándolo un poco. En el momento nadie lo estaría viendo. Tomás no le alzaría el pulgar con aprobación porque Tomás no estaba. Pero en sí ese cigarro doblado tenía un místico atrayente. Y por eso mismo decidió sucumbir a la tentación. Solo sería uno, uno nada más.

Agarró el encendedor que siempre tenía en su cuarto, prendió el porro y lo acercó a su boca. Sus pulmones se llenaron de aire vaporoso y calmante, el cual agradeció por su situación. Después de algunos minutos, las paredes ya no se ceñían ante él, su pierna ya no temblaba con frenesí y los gritos de su mamá se iban distorsionando.

Isolda rugía, pero sus palabras se ahogaban entre el humo, ya no le hacían nada.

Después de un tiempo así, Pablo, tendido en su cama, se veía más desorientado que nunca. Solo pudo escuchar un pitido grave que venía de algún lugar. Y la verdad no importaba su origen, ya que por lo menos, en aquel momento, las llamas del infierno ardieron un poco menos.

...



Nota del autor:

Ya estamos conociendo las vidas de los personajes

¿Quién por ahora te cae mejor? Me da curiosidad saber 🙈

Me dio inspiración de fin de semana, q bendición.

Definiciones:

Dar papaya: Dar ocasión, por descuido, credulidad o vulnerabilidad, para que alguien saque ventaja, se aproveche o abuse de uno. (RAE, 2010)

Salchipapa: Uhhh solo mostraré una imagen 🙈Ese es un ejemplo de una Salchipapa XL o ballena. Se comparte entre varias personas😋

¡Si necesitan más definiciones pregunten!

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