CAPÍTULO 28: VERDAD

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Al principio no pude descubrir lo que sentía, así que sólo disfruté la sensación insólita que se apoderaba de mis pómulos como si se tratara de un cosquilleo. No acababa de creerme que Edwin me estuviera besando cuando él ya se separaba lentamente de mí. Mis ojos se encontraban en mi mejor amigo, pero no era a él a quien veían.

Segundos después, escuché un golpe. Me quedé desorientada, por lo que pestañeé varias veces para regresar a la realidad. Entonces mi mirada se concentró en cómo Peter volvía a pegarle a Edwin, a puño cerrado, en la cara. Él cayó al suelo y no se movió de ahí. Sangraba de la nariz y se tocaba el ojo porque le dolía. El pánico me invadió de pies a cabeza.

—¡¿Qué diablos estás haciendo?! —le exclamé a mi exnovio.

La furia inundaba su rostro, también respiraba entrecortadamente por el ataque de adrenalina.

—¡¿Desde cuándo Edwin puede besarte?! —brumó con la misma fuerza con la que yo le había gritado.

—¡¿Y desde cuándo a ti te importa?! —rugí.

No añadió más. Después su expresión se ablandó y relajó los puños. Su vista se dirigió a Edwin quieto en el suelo, ahí fue cuando se dio cuenta de lo que había hecho.

Yo estaba enojada y sumamente confundida. No obstante, hasta ese punto fui capaz de percatarme de que la música había cesado y habían prendido las luces del lugar.

—¡Edwin! —dijo Jade, empujando a la gente para que la dejaran pasar.

Llegó al centro de la pista y se arrodilló para ver que mi amigo estuviera bien. Luego Dylan y Evelyn aparecieron, examinaron la escena y pude jurar que sonrieron. Dayron y Alison también llegaron, ella abrió mucho los ojos y él observó a Peter brutalmente.

Era tiempo. No me iría de aquí hasta saber cada detalle de lo que me habían estado ocultando.

—Bien, empiecen, quiero saber toda la historia —sentencié.

—Vete, rubia —habló Dayron, mirando a Evelyn—; llévate a todo tu séquito.

—¿Irme para que tú y tus amigos lo golpeen? No, yo no me muevo de aquí —espetó ella firmemente.

Peter bajó la cabeza. Todos comenzaron a parlotear de otra cosa que yo no entendía, ignorando mis preguntas completamente. Deseaba sentirme frustrada por ello, pero no; lo único que me preocupó en ese momento fue el motivo por el que Dayron quería agredir a Peter.

—Evelyn, vete; sé defenderme solo —afirmó mi exnovio con un hilo de voz.

Ella caminó con coraje, hasta estar frente a frente con Dayron.

—Le tocas un pelo más y tendrás serios problemas conmigo —le advirtió.

El bravucón no cambió su expresión altanera. La sola idea de que hubieran lastimado a Peter me enfureció. En ese instante, el pensamiento de protegerlo hizo a un lado todo el dolor que él me había causado.

—Evelyn, vámonos —intervino Dylan, jalándola de la chaqueta.

Ella le hizo caso. El rubio y Jade ayudaron a Edwin a levantarse, después se dirigieron a la salida.

—Emily, tenemos que irnos —enunció Evelyn.

Estuve a punto de hablar, pero ella me hizo una mirada para que me quedara callada; así que por temor, la obedecí. Antes de partir, fijé mi vista en Peter. La incertidumbre por no saber lo que estaba sucediendo era extrema en mi interior, una parte de mí insistía en quedarse para protegerlo.

Salimos de la casa; y casi después de que lo hicimos, la música volvió a sonar. Rápidamente nos subimos al vehículo y Dylan lo puso en marcha. Hubo un momento de silencio, pero después el caos se desató.

—Vi ese beso —comentó Jade, girándose hacia Edwin—. ¿Desde cuándo tú y Emily tienen algo especial? —sin duda estaba molesta.

Una abrumadora culpa se apoderó de mi pecho. ¿Por qué deseaste besar a tu mejor amigo?, me repetí en la cabeza, Tú sabes bien que Jade está enamorada de él, y Edwin de ella, no de ti. Aunque, de hecho, él te besó a ti, concluía la voz, Edwin jamás podría haber adivinado que internamente deseabas que eso pasara, él sólo lo hizo porque...

—No seas dramática —intervino Evelyn fríamente—, la única razón por la que Edwin besó a Emily fue para llevar a cabo el plan.

¿Plan? ¿Edwin me había besado sólo por un plan? No quise que sucediera de este modo y, aun así, sentí desilusión. Observé a mi amigo. Había actuado demasiado bien, fue convincente... Sin embargo, parecía muy enojado porque no me regresó la mirada. Quise recriminarle al instante; él no tenía derecho a estar enfadado, yo sí..., no obstante, me tragué mis palabras.

—No se queden callados ahora, digan de qué se trataba el plan —espeté.

Evelyn suspiró.

—El día en que Dayron persiguió a Peter por la cafetería, como vieron, fuimos a espiarlos para saber qué ocurría. Nosotros les dijimos que Dayron había ido a defenderte, pero no, eso no fue lo que en realidad pasó; les mentimos...

—¿Para qué mentirnos? —pregunté molesta.

—Para realizar el plan —contestó Dylan con los ojos al frente.

—¿Y de qué era su supuesto plan? —volví a cuestionar con la voz irritada.

Estaba enojada. ¿Cómo se atrevieron a mentirme? Eran mis amigos, se suponía que ellos no hacían esa clase de cosas.

—Emily, para que entiendas el plan, tendré que contarte qué fue lo que vimos cuando Dayron persiguió a Peter —añadió la rubia.

—Pues dilo ya —respondí agresivamente.

—Lo amenazó: Dijo que, si no cumplía con su parte, él tampoco cumpliría con la suya. Dylan, Edwin y yo no entendimos nada, así que esperamos a que Dayron se fuera para preguntarle a Peter lo que sucedía. Él no quería contarnos para no meterse en más problemas, estaba aterrado. Tuvimos que convencerlo, prometiendo brindarle nuestra ayuda. Al final, él accedió a confesarnos todo —no sabía cómo sentirme al respecto. Evelyn se aclaró la garganta para seguir con la historia—. ¿Recuerdas el día en que no nos contestó las llamadas y creímos que le había pasado algo?

—Sí —contesté, rememorando la angustia que me había provocado aquella situación.

—Pues ahí fue cuando todo comenzó. Había partido de su casa para ir por ti cuando Dayron y un grupo de chicos más lo interceptaron, le dieron varios golpes en el diafragma para después amenazarlo. El tipo le dijo que tenía que romperte el corazón, empezar a salir con Alison, actuar como un patán y alejarse de nosotros, sino... —a Evelyn se le rompió la voz.

—¿Sino qué? —pregunté con recelo.

—Dayron iba a hacerte daño... —Evelyn no tenía que terminar con la oración para que supiéramos lo que significaba. Mis piernas empezaron a temblar, sentí un nudo en el estómago y en la garganta, y un escalofrío apareció en mi nuca y se extendió hasta la punta de mis dedos. Ni siquiera pude repetirme la palabra en la mente porque me mareé— Él aceptó para protegerte —concluyó.

Había perdido las ganas de hablar, sólo pude hundirme en mi mente que ya no pensaba. El silencio se extendió hasta que llegamos a la casa de Edwin.

—Iré por un ungüento y volveré. ¿Jade, me acompañas? —preguntó Dylan— Te seguiré contando la historia si así lo deseas. 

¿Aún hay más?

—Claro, quiero seguir escuchando cómo me ocultaron algo tan aterrador como esto —dijo ella molesta.

Evelyn, Edwin y yo nos bajamos del auto. Luego Dylan arrancó y se perdió en la oscuridad. Posteriormente, mi amigo abrió la puerta del umbral y prendió la luz.

—¡Oh, Dios, tu ojo! —exclamé.

La nariz había dejado de sangrarle, pero su párpado derecho estaba hinchado. No pude evitar sentirme culpable.

—¿Me ayudan a llegar hasta mi habitación?, pienso que dormiré un rato —nos pidió.

Estaba destruido, así que le hicimos caso y lo llevamos a su cuarto, él se acostó en la cama boca arriba. Luego Evelyn salió por un instante para ir al baño.

Cuando mi amiga se fue, pasé mis dedos sobre la frente de Edwin, haciendo que él sonriera. El enojo en mi interior se había esfumado momentáneamente.

—Oye, sobre el beso... —comenzó preocupado.

—Hablaremos de eso más tarde, ahora descansa —le aseguré.

Él suspiró, moviendo los ojos hacia abajo, después me clavó la mirada.

—Perdón, Emily, perdón por besarte. No debí hacerlo por más que ellos insistieran que era elemental...

—Entonces lo único que te impulsó a besarme fue ese estúpido plan, ¿eh? —indagué, mordiéndome el labio mientras me sentía como una tonta.

Él sonrió como si mi comentario le hubiera dado risa. Estuve a punto de reprochar, pero su siguiente respuesta me dejó sin aliento.

—¿En serio eso es lo que piensas? —su sonrisa iluminaba todo su rostro, sin embargo, hablaba como si estuviera adormilado— Emily Anderson, te aseguro que besarte es algo que siempre quise hacer desde el día en que nos conocimos, cuando yo apenas tenía quince años, y tú, catorce.

Cayó la bomba y no pude distinguir lo que sentía.

—Descansa —me excusé.

Él ya no dijo nada, sólo se movió de tal manera que quedó recostado, viendo al escritorio. 

¿Recodará lo que me ha dicho cuando despierte?, me pregunté, dándome cuenta de que probablemente no sería así.

Evelyn entró nuevamente a la habitación, se sentó en un banco y yo tomé asiento en la silla del escritorio. Apagó la luz.

—Volviendo a lo anterior: Emily, Peter dijo e hizo todas esas cosas para protegerte —afirmó, no supe qué opinar al respecto—. Y sobre el plan: Tú estabas muy dolida con el tema, así que sabíamos que no nos creerías; entonces, sin decirle nada a Peter, ideamos una estrategia donde tú vieras que él te seguía queriendo y que Dayron era el verdadero culpable.

Su razonamiento me enfadó, pero me aterraba seguir pensando en la situación, así que le di la vuelta por otro lado.

—¿Dylan y tú decidieron que Edwin me besara? —quise saber.

—Él se ofreció —alzó los hombros—, lo que fue perfecto. Tú y Edwin tienen una conexión tan rara, que creo que ni ustedes mismos la entienden por completo —ignoré su comentario—. Por suerte, podemos curarlo —proclamó, viéndolo tiernamente—. Daría lo que fuera por él.

Evelyn y Edwin: Habían sido amigos desde que los conocí, lo único que no sabía era la historia de su amistad. De repente, la curiosidad me invadió.

—¿Cómo se hicieron amigos él y tú? —pregunté.

Ella volvió a sonreír sin despegar los ojos del cuerpo durmiente del chico.

—Entré a nuestra escuela cuando íbamos en segundo de secundaria, un año antes de que tú llegaras. Ya sabes, ser la nueva estudiante nunca es fácil, por lo que me conformé con la primera persona que se acercó a mí: Alison.

Abrí la boca con estupefacción, no lo podía creer.

—Sé que suena imposible, pero sí. Con el tiempo vi a Alison como mi amiga, sin embargo, ella no. Eran las épocas donde salía con Peter, así que al ver que yo me llevaba bien con su novio, decidió comenzar a humillarme. Eran pequeñas cosas, pero sí lograron fastidiarme mucho. Por lo tanto, decidí alejarme de ese grupo —suspiró—. Ahí Edwin llegó a mi vida. Estaba comiendo sola en la cafetería cuando se me acercó. Al principio creí que no nos llevaríamos bien, pero mira, ahora es como mi hermano.

Pude jurar que mi amigo sonrió. No estaba dormido, sólo fingía para escuchar la historia. Su ocurrencia provocó que quisiera echarme a reír, no obstante, me contuve. Tocaron el timbre y Evelyn se levantó a abrir la puerta.

—Bien, señor actor, sé que estás despierto; llegó tu medicina, arriba —le dije a Edwin.

Él abrió los ojos alegremente. Se levantó y fue a la sala, donde Dylan y Jade ya se encontraban con el ungüento.

Yo aún estaba muy confundida. Ahora que lo sabía todo, ¿qué tenía que hacer?, ¿cuál era el siguiente paso? De repente, deseé que todo esto se acabara; ya quería graduarme y ser universitaria. Aunque faltaban pocas semanas para que eso ocurriera, anhelaba que el tiempo fuera más rápido.

Al final decidí irme a la sala. Dylan y Evelyn se hallaban sentados en el sillón, y Jade le untaba pomada al párpado de Edwin.

—Ya está —anunció la pelirroja, sonriéndole de lado—. Iré a lavarme las manos —concluyó y desapareció por el pasillo.

Pensé en llamar a mi amigo para concluir nuestra charla sobre el beso, sin embargo, no lo hice. La sonrisa que emanaban sus labios cuando estaba con Jade, hizo que me diera cuenta de que lo nuestro había sido una locura. Por lo tanto, preferí que el tema quedara inconcluso... y así fue durante mucho tiempo.

No aguantaba más esta farsa. Peter y yo teníamos asuntos inconclusos, y deseaba con todo mi corazón volverlo a ver para resolverlos.

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