𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑆𝐸𝑉𝐸𝑁𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚊𝚝𝚛𝚊𝚙𝚊𝚍𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚋𝚘𝚜𝚚𝚞𝚎.

El silencio fue interrumpido por el término del minuto de silencio, desde la radio volvieron a escucharse las voces:

—Gracias —dijo la voz de Lee—. Y ahora podemos regresar con nuestro colaborador habitual Royal, para una actualización de cómo está afectando al mundo Muggle el nuevo orden.

—Gracias, River —dijo la inconfundible voz de Kingsley—. Los Muggles siguen ignorando el origen de su sufrimiento mientras continúan teniendo gran número de víctimas. Sin embargo, seguimos escuchando historias realmente inspiradoras de magos y brujas que arriesgan su propia integridad para proteger a Muggles amigos y vecinos, a menudo sin el conocimiento de los Muggles. Me gustaría apelar a todos nuestros oyentes a imitar su ejemplo, quizás creando un encanto protector sobre cualquier casa de Muggles que haya en tu calle. Podrían salvarse muchas vidas simplemente con esta medida.

—¿Y qué dirías, Royal, a los oyentes que responden que en esta época peligrosa, debe seguirse el "los Magos primero"? —preguntó Lee.

—Diría que hay un paso breve de "los Magos Primero" a "los Sangre Pura primero", y luego a "Mortífago" —respondió Kingsley—. Todos somos humanos, ¿no? Cada vida humana es digna de lo mismo, y digna de salvarse.

—Excelentemente expuesto, Royal, y tienes mi voto para Ministro de Magia si alguna vez nos deshacemos de este desorden —dijo Lee—. Y ahora, oigamos a Romulus en nuestra popular sección "Amigos de Potter".

—Gracias, River. —dijo otra voz muy familiar, era Remus Lupin.

—Romulus, ¿sostienes que, como haces cada vez que apareces en nuestro programa, ese Harry Potter todavía está vivo?

—Lo hago —dijo Lupin firmemente—. En mi opinión, no hay absolutamente ninguna duda de que los mortífagos habrían anunciado su muerte tan extensamente como hubieran podido, si ésta hubiera ocurrido, porque daría un golpe mortal en la moral de aquellos que resisten el nuevo régimen. El niño que vivió sigue siendo un símbolo de todo aquello por lo que estamos peleando: el triunfo del bien, el poder de la inocencia, la necesidad de resistir.

—¿Y qué le dirías a Harry si supieras que nos está escuchando, Romulus?

—Le diría que estamos todos con él en espíritu —dijo Lupin, luego vaciló ligeramente—. Y le diría que siga sus instintos, que casi siempre son correctos.

—Casi siempre correctos. —repitió Hermione, quién estaba a punto de llorar.

—Y ahora cambiemos a las noticias sobre el mago que ha probado ser tan escurridizo como Harry Potter. Nos gusta referirnos a él como el Jefe de los Mortífagos, y aquí estamos para que den sus opiniones sobre algunos de los rumores mal sanos que circulan sobre él. Me gustaría presentar a un nuevo corresponsal, ¿Roedor?

—¿Roedor? —dijo otra voz familiar, y Harry, Ron, y Hermione gritaron juntos.

—¡Fred!

—No... ¿es George?

—Es Fred.

—No voy a ser "Roedor", de ninguna manera, ¡Te dije que quería ser "Estoque"!

—Oh, vale entonces, Estoque, ¿podrías ponernos al corriente sobre las variadas historias que hemos estado oyendo sobre el Jefe de los Mortifagos?

—Si, puedo —dijo Fred—. Como nuestros oyentes sabrán, a menos que se hayan estado refugiando en el fondo de la charca de un jardín o en algún sitio similar, la estrategia de Quien-no-debe-ser-nombrado de permanecer en la sombra ha creado un agradable clima de pánico. Si todos los presuntos avistamientos fueran genuinos, tendríamos al menos diecinueve Quién-ustedes-saben sueltos por ahí.

—Es lo que le conviene, por supuesto —dijo Kingsley—. El aire de misterio está creando más terror que si se mostrara abiertamente.

—Estoy de acuerdo —dijo Fred—. Así que, gente, intentemos calmarnos un poco. Las cosas son suficientemente malas sin tener que inventar cosas también. Por ejemplo, esta nueva idea de que Tú-Sabes-Quién puede matar a la gente con la sola mirada de sus ojos. Eso es un basilisco, oyentes. Una prueba simple: verifica que la cosa que tienes ante ti tiene piernas. Si las tiene, es seguro mirarle a los ojos, aunque si es de verdad Tú-Sabes-Quién, seguramente será lo último que hagas.

—¿Y los rumores de que se le ha visto en el extranjero? —preguntó Lee.

—¿Bueno, a quién no le gustaría tener unas pequeñas vacaciones después de lo duro que ha estado trabajando? —preguntó Fred—. Recuerden esto, gente, no se dejen llevar por una falsa sensación de seguridad, pensando que está fuera del país. Tal vez lo esté, tal vez no, pero el hecho es que puede moverse más rápido de lo que Severus Snape huye del champú cuando quiere hacerlo, así que no cuentes con que él esté muy lejos si estás planeando correr algún riesgo. ¡No creía que me escucharía nunca decir esto, pero la seguridad primero!

—Muchas gracias por estas sabias palabras, Estoque —Lee dijo—. Oyentes, con esto llegamos al final de otro Potterwatch. No sabemos cuándo será posible transmitir otra vez, pero puedes estar seguro de que volveremos. Sigue girando el dial: la próxima contraseña será "Ojo-Loco". Cuídense, mantengan la fé y buenas noches.

El dial de la radio giró y las luces del panel de sintonización se extinguieron. Sí, escuchar esas voces familiares era agradable pero no lograron distraer a Alaska, no cuando Tim estaba allí afuera únicamente con la protección de Dean Thomas, si es que seguían juntos.

—Bueno, ¿eh? —dijo Ron con felicidad.

—Brillante. —dijo Harry.

—Es tan valiente por su parte —dijo Hermione con admiración—. Si les encuentran...

—Bueno, se mantienen en movimiento, ¿no? —dijo Ron—. De la misma manera que nosotros.

—¿Pero escucharon lo que dijo Fred? —preguntó Harry con excitación—. ¡Está en el extranjero! Todavía está buscando la varita, ¡lo sabía!

—Harry...

—Vamos, Hermione, ¿por qué estás tan decidida a no admitirlo? Vol...

—Harry, ¡no!

—...demort está detrás de la Antigua Varita!

—¿Qué has hecho Harry? —exclamó Alaska.

—¡El nombre es tabú! —bramó Ron saltando sobre sus pies cuando un fuerte chasquido sonó fuera de la tienda—. Te lo dije, Harry, te lo dije, no podemos decirlo más... tenemos que volver a poner la protección alrededor nuestro...rápido... es cómo localizan...

Pero Ron dejó de hablar. El Chivatoscopio se había iluminado y empezado a girar sobre la mesa; podían escuchar voces acercarse más y más: voces excitadas. Ron se sacó el Desiluminador del bolsillo y lo accionó: las lámparas se apagaron.

Al mismo tiempo, Alaska actuó, siguiendo sus instintos. Con un rápido movimiento de varita atrajo la varitas de los tres chicos, guardandolas en su túnica mientras apuntaba al rostro de Harry y le lanzaba un embrujo punzante. La piel del rostro del chico comenzó a estirarse e hincharse, como si hubieran sufrido alguna reacción alérgica violenta. Sus ojos se redujeron a rendijas a través de las cuales apenas podía ver y perdió el equilibrio por unos segundos mientras se quejaba del dolor.

—Deben confiar en mí —les dijo mientras ataba sus manos con una cuerda que había encantado—, intentaré sacarnos de esta.

—¡Sal de ahí con las manos arriba! —se escuchó una voz ronca a través de la oscuridad—. ¡Sabemos que estás ahí! ¡Tienes media docena de varitas apuntándote y no nos importa a quién le echamos una maldición!

—No salgan hasta que se los diga.

Y sin otra advertencia, salió de la tienda. Fenrir Greyback estaba frente a ella junto a otros carroñeros, él no parecía muy feliz de verla, y ella se sentía de la misma manera. Si se hubiera tratado de gente insignificante, se hubiera librado más fácilmente.

—¿Crees que tus amenazas tienen efecto en mí, Greyback?

—¿Qué haces tú aquí? —espetó Fenrir—. ¿No deberías estar en Hogwarts, aprendiendo lo que sea que te enseñen allí?

—Estamos en vacaciones de pascua, creí que podría hacer algo útil —Alaska miró a su alrededor y mostró una sonrisa burlona—. Y tal parece que eres algo lento para tu trabajo.

—¿A qué te refieres?

—Has demorado mucho —la chica volteó a la tienda—: vamos, salgan ya.

Luego de dar la orden, los tres chicos salieron de la tienda con las manos amarradas.

—He rastreado a estos tres hasta aquí, y han sido tan idiotas como para decir el nombre del Señor Tenebroso —les explicó a los carroñeros, indicandoles con un movimiento de varita a los chicos que siguieran moviéndose—. Supongo que por eso ustedes aparecieron.

—Estos son mis territorios, no deberías estar aquí —Fenrir invadió el espacio personal de Alaska mientras decía aquello—. ¿Aprenderás a mantenerte alejada si dejo una pequeña mordida en tu delicioso cuello?

—Acércate un centímetro más y yo romperé tu cuello —Fenrir soltó una risa burlona—. ¿Dudas de mí, Fenrir? ¿Tengo que recordarte de lo que soy capaz?

La sonrisa ladina de Greyback tembló levemente y volteó. Su vista se fijó en Hermione y se acercó a ella.

—¡Apártense... de... ella! —gritó Ron.

El mortífago que lo retenía golpeó su estómago. Ron gruñó de dolor y Hermione gritó:

—¡No! ¡Déjenlo en paz, déjenlo en paz!

—A tu novio le van a hacer cosas peores que estas si está en mi lista —dijo Greyback—. Una chica deliciosa... qué bocado... me encanta la suavidad de su piel...

—Nada de mordidas esta tarde. —Le advirtió Alaska desde su lugar.

—Siempre te gusta arruinar mi día, a tu padre no le molesta que lo haga.

—Y yo he hablado repetidas veces con él para debatir de tu utilidad para los mortífagos, por suerte para ti, no he logrado convencerlo.

—Tal vez yo podría convencerte de los beneficios de una mordida —Scabior se acercó a Alaska por detrás, acercándose demasiado a ella—. Si tan sólo me dejarás…

La sonrisa de Scabior desapareció en cuanto se detuvo frente a ella, Alaska no había perdido el tiempo. Disgustada con su comportamiento había conjurado un maleficio, y ahora el carroñero se encontraba gimiendo en el suelo.

—Por si no ha quedado claro, no quiero que se acerquen a mí —dijo con una mueca de desagrado—. La próxima vez no seré tan compasiva. Mantengan su distancia si atesoran su vida.

En lo profundo, Alaska esperaba que no hicieran caso a sus órdenes. De esa forma tendría la excusa perfecta para deshacerse de ellos.

—¿Ya comprobaste sus identidades? —Fenrir pregunto, ignorando los lamentos de su compañero.

—No, unos inútiles me interrumpieron.

—¡Ustedes, registren la tienda! —ordenó a unos cuantos carroñeros, acercándose a mirar con deleite a los tres chicos atados—. Necesitaré cerveza de mantequilla para lavar a este. ¿Qué te ha pasado, feo? —Harry no contestó de inmediato—. He dicho —repitió y Harry recibió un golpe en el diafragma que lo hizo doblarse de dolor—. ¿Qué te pasó?

—Picado —farfulló Harry—. Me picaron.

—Sí, lo parece —dijo Scabior inspeccionando a Harry—. ¿Cómo te llamas?

—Dudley —mencionó—. Vernon Dudley.

—Comprueba la lista, Scabior. —dijo Greyback y se movió para inspeccionar a Ron.

El carroñero se puso de pie a duras penas.

—¿Y qué hay de ti, pelirrojo? Tú cara se me hace conocida.

—Stan Shunpike. —dijo Ron y Alaska suspiró.

—¡Y un cuerno! —exclamó Scabior—. Conozco a Stan Shunpike, ha hecho algunas cosas para nosotros.

Greyback alzó aún más su ceja

—Soy Barny —dijo Ron con voz temblorosa—. Barny Weasley

—¿Un Weasley? Así que estás emparentado con esos traidores de sangre. Y finalmente —Greyback se acercó a Hermione—, tu pequeña y guapa amiga...

—Calma, Greyback.

—Oh, todavía no la voy a morder. Veremos si es un poco más rápida que Barny en recordar su nombre. ¿Quién eres, niña?

—Penelope Clearwater. —dijo Hermione. Sonaba aterrorizada, pero convincente.

—¿Cuál es tu estatus de sangre?

—De sangre mestiza. —dijo.

—Bastante fácil de comprobar —dijo Scabior—. Pero todos estos parecen tener edad de estar en Hogwarts...

—No hemos ido. —dijo Ron.

—¿Así que se han ido, eh, pelirrojo? —dijo Scabior—. ¿Y decidieron ir de camping? ¿Y pensaron, que para reírse, podían usar el nombre del Señor Tenebroso?

—Usaron el nombre mientras intentaban escapar de mí. —mencionó Alaska—. No han sido lo suficientemente listos y han acabado con más problemas.

—¿Y por qué los estabas siguiendo?

Alaska se encogió de hombros—. Estaba cerca y los ví, me pareció sospechoso

—Bueno, no le muestran el debido respeto al Señor Tenebroso, así que el nombre se ha hecho Tabú. Unos pocos miembros de la Orden han sido rastreados de esa forma. Ya veremos. ¡Atenlos con los otros tres prisioneros!

—Esperaba llevarlos al Ministerio por mi cuenta —interrumpió Alaska—. Fui yo quien los encontró, y después de todo, tengo cosas que hacer allí. Puedo ahorrarles un viaje.

—¿Y quedarte con los galeones? Ni lo sueñes.

—No me interesa el dinero, sólo tengo que…

Pero las palabras se perdieron en el aire. Scabior ya recuperado, había vuelto con los otros prisioneros. Se sorprendió a pesar de la obviedad de la situación, aunque no lo había pensado antes. En un intento de escapar Ted Tonks había muerto, y Tim y Dean habían quedado atrapados con los carroñeros, como prisioneros para ser llevados al Ministerio.

Fue una mezcla de emociones que no logró reconocer por completo. Por un lado estaba aliviada de comprobar que Tim estaba vivo y, en parte, a salvo. Sin embargo, ahora toda la situación se había complicado. No solo tenía que encontrar la forma de llevarse a Harry, Ron y Hermione a salvo; ahora debía encontrar la manera de salvar a Tim.

—¿Te gusta el resto de nuestro botín?

Alaska intentaba no mirar al chico, pero era imposible. Había cambiado desde la última vez que lo había visto, estaba más alto y sus facciones eran más maduras, y aquel brillo en sus ojos había desaparecido. Ser un fugitivo lo había marcado.

Lo mejor que se le ocurría a Alaska en ese momento era combatir con los carroñeros, pero era demasiado peligroso. Si no dañaba a todos en el momento, un paso en falso y uno de ellos podría atacarla por detrás. Sin su varita había poco que pudiera hacer, en cambio, ellos tenían garras y dientes, y no estaba segura de cuántos de ellos eran Hombres Lobo. No podía arriesgarse tanto.

—¿Ya comprobaste sus nombres en las listas, Scabior? —rugió Greyback.

—Sí, no hay ningún Vernon Dudley aquí. —respondió.

—Interesante. Eso es interesante —se puso de cuclillas junto a Harry—. ¿Así que no te buscan, eh, Vernon? ¿O estás en esa lista con un nombre diferente? ¿En qué casa estabas en Hogwarts?

—Slytherin. —dijo Harry automáticamente.

—Es gracioso como piensan todos que queremos oír eso —dijo Scabior—. Tú estás en esa casa, ¿lo reconoces? —preguntó mirando a la rubia.

—¿Crees que alguien podría reconocerlo con esa cara?

—¿Puedes decirnos dónde está la sala común, Vernon? —preguntó con malicia.

—Está en las mazmorras —dijo Harry con claridad—. Se entra por la pared. Está llena de cráneos y demás, y bajo el lago, por lo que las luces son verdes.

Hubo una breve pausa.

—Bueno, parece que realmente hemos pillado un pequeño Slytherin —dijo Scabior—. Bien por ti, Vernon, porque no hay demasiados sangre sucia en Slytherin. ¿Quién es tu padre?

—Trabaja en el Ministerio —mintió Harry—. Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes.

—Sabes que, Greyback —dijo Scabior—. Creo que hay un Dudley allí.

—Bien, bien —dijo Greyback—. Si estás diciendo la verdad, feo, no tienes nada que temer de un viaje al Ministerio. Espero que tu padre nos recompense por recogerte.

—Pero —dijo Harry, con voz seca—, si nos dejase...

—¡Eh! —se escuchó un grito del interior de la tienda—. ¡Mira esto, Greyback!

Uno de los carroñeros se acercó de prisa hacia ellos con la espada de Gryffindor en mano.

—Muy bonita —dijo Greyback con admiración, agarrándola—. Oh, muy bonita, sí. Parece fabricada por duendes. ¿De dónde sacaste algo como esto?

—Es de mi padre —mintió Harry—. La tomamos prestada para cortar leña...

—¡Espera un minuto, Greyback! ¡Mira esto, en el Profeta! —otro carroñero se acercó con el diario—. Una foto de Hermione Granger.

Alaska cerró los ojos con fuerza; estaban atrapados. Sí descubrían quienes eran no tendría escapatoria, no habría forma de convencer a los carroñeros; ellos los llevarían por su cuenta.

—La sangre sucia de la que se tiene constancia que viaja con Harry Potter. —comentó Scabior.

Greyback le echó un vistazo a la imagen y se acercó a Hermione, colocándose de cuclillas frente a ella.

—¿Sabes qué, niñata? Esta imagen se parece mucho a ti.

—¡No es así! ¡No soy yo!

—Se tiene constancia de que viaja con Harry Potter —repitió Greyback tranquilamente—. Bueno, esto cambia las cosas, ¿no?
Greyback se acercó a Alaska.

—¿Por qué de pronto estás tan callada, pequeña? —le preguntó Greyback con una sonrisa burlona, imitando el comportamiento de Danniel.

—¿Ella no iba en tu año? —se acercó Scabior—. ¿Cómo no la reconociste? —Alaska no respondió, intentando maquinar una solución.

—Oh, ya lo entiendo —Greyback mejoró su postura—. Intentabas llevártelos por tu cuenta, ¿no? Entregársela al Señor Tenebroso y quedarte con la gloria de entregar a esa sangre sucia. De entregar a Harry Potter.

Nadie habló. Los carroñeros que no estaban revisando la tienda se habían quedado paralizados ante la idea de haber encontrado a Harry Potter. Greyback se levantó con una sonrisa y dio un par de pasos hacia donde estaba sentado Harry, agachándose de nuevo para mirar de cerca sus deformadas facciones.

—Los llevaremos a la Mansión Malfoy —decretó entonces Alaska, con su corazón palpitando en su garganta—. Antes de llamar al Señor Tenebroso nos aseguraremos de que sea Potter, y compartiremos la gloria, ambos lo encontramos.

Greyback parecía satisfecho y a metros de ellos, Harry, Hermione y Ron observaban a Alaska como si se hubiera vuelto loca, sin saber si aún podían confiar en su palabra.

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