𝒔𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑆𝐼𝑋𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚍𝚒𝚜𝚌𝚞𝚜𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚜𝚒𝚗 𝚜𝚎𝚗𝚝𝚒𝚍𝚘.

—¿Qué demonios fue eso?

Alaska cayó, jadeando, sobre la hierba y Hermione ya estaba de pie frente a ella, hablando con exasperación.

—¡Sabía que era una mala idea que nos acompañaras! Nos has puesto en peligro, ¿no es así? —decía mientras Harry la ayudaba a levantarse—. Seguramente los mortífagos nos han visto y…

—Basta. —le pidió Harry, quien no parecía estar de buen humor.

—¡Por favor, Harry! Te lo advertí millones de veces, ¡no podemos confiar en ella! Tú mismo lo dijiste el curso anterior, y luego de lo que le hizo a Sirius…

—¡Deja de hablar! —gritó Harry de un arrebato, dejando a Hermione pasada frente a ellos.

—Yo sólo intentaba…

—Está será la última vez que lo repito, para ambos. —apuntó a Ron con un dedo, quien de inmediato se acercó con las manos arriba.

—Yo no he dicho nada. —se excusó él.

—Alaska está con nosotros, sea o no de su agrado. No importa lo que sucedió los años anteriores, eso quedó en el pasado. Ahora mismo todos tenemos el mismo objetivo, y no avanzaremos si no dejamos de atacarnos unos a los otros —Harry le echó un vistazo a Alaska a su lado, y agregó—: Ella no se irá a ningún lado, así que vayan acostumbrándose.

Sin agregar más, Hermione bufó y se alejó, caminando en círculos ondeando su varita.

—Protego Totalum... Salvio Hexia…

Alaska se separó de los chicos para disfrutar del aire fresco y despejar su mente, habían aterrizado en la esquina de un campo al atardecer.

—¡Ese viejo bastardo traidor! —jadeó Ron luego de unos minutos.

—Cave inimicun...

—¿Qué crees que le harán?

—Probablemente lo maten —comentó Alaska, como si no fuera la gran cosa—, o lo lleven con Luna.

—¿Sabes dónde está? —inquirió Harry.

—Encerrada, prisionera en algún lugar —respondió ella sin especificar, pues no había logrado captar tanta información—. Se la quitaron hace unas semanas por mostrar su apoyo a Harry en su revista.

—¿Y cómo sabes todo eso? —preguntó Ron con el ceño fruncido.

—Entre en su mente.

Harry, Ron y Hermione levantaron la tienda y se metieron en ella, mientras Alaska hacía algo de té y preparaba la poca comida que les iba quedando.

—Oh, ¿por qué fuimos allí? —gemía Hermione, fingiendo que la discusión previa no había ocurrido—. Tenías razón Harry, fue como lo del Valle de Godrick otra vez, ¡una absoluta pérdida de tiempo! Las Reliquias de la Muerte... menuda tontería... aunque de hecho…

Un pensamiento súbito pareció haberla golpeado.

—Podría habérselo inventado todo, ¿verdad? Probablemente no creía en las Reliquias de la Muerte en absoluto, ¡solo quería que siguiéramos hablando hasta que llegaran los mortífagos!

—No lo creo —dijo Ron—. Es endemoniadamente más difícil de lo que crees inventar cosas cuando estás bajo presión. El viejo Lovegood estaba bajo toneladas de presión, intentando asegurarse de que nos quedáramos. Creo que nos dijo la verdad, o lo que él cree que es la verdad, para que siguiéramos hablando.

—No son mentiras, las reliquias si existen —dijo Alaska, ganándose la atención de los tres—. Solo piénsenlo, ya sabemos que la capa de Harry es la verdadera capa de invisibilidad, ha estado en manos de magos por décadas y sigue intacta.

—Pero sólo es una... —comenzó Hermione.

—La varita de saúco, podría ser más que real —siguió ella—. A principios del verano hubo una reunión con todos los mortífagos, los más relevantes. El Señor Tenebroso comentó algo de su varita, estaba buscando una nueva pues cree que así podrá derrotar a Harry.

El mencionado levantó una ceja, interesado en lo que tenía que decir.

—Cuando movieron a Harry a la casa segura de la Orden, ocupó una varita distinta creyendo que funcionaria. Además, ha estado interrogando a fabricantes de varitas todo este tiempo. Está más que claro que está buscando la Varita de Saúco —Alaska hablaba con firmeza—. Si sabe o no de las reliquias no puedo asegurarlo, pero él está al tanto de que existe una varita mucho más poderosa.

—¡No existe tal cosa! —repitió Hermione.

—Existen registros de varitas más poderosas, la historia lo respalda.

—Está bien. Incluso si quieres engañarte a ti misma pensando que la Varita de Saúco es real, ¿qué hay de la Piedra de Resurreción? —hizo el gesto de comillas con los dedos al pronunciar el nombre y su tono destilaba sarcasmo—. ¡Ninguna magia puede resucitar a los muertos y eso es todo!

—No voy a discutir contigo, Hermione. Puedes cerrar tu mente y creer en lo que te dé la gana. —le dijo la rubia con cansancio.

—Entonces ese tal Peverell, el que está enterrado en el Valle de Godrick —dijo Ron apresuradamente, deseando evitar cualquier discusión emergente—, ¿no saben nada de él?

—No —respondió Hermione—. Lo busqué después de ver la marca sobre su tumba; si hubiera sido alguien famoso o hubiera hecho algo importante, estoy segura de que estaría en nuestros libros. El único sitio donde pude encontrar el apellido Peverell fue en Nobleza Natural, una Genealogía de la Magia —explicaba la castaña—. Tiene una lista de las familias de sangre pura que se extinguieron en la línea masculina. Aparentemente la de los Peverell fue una de las líneas que desapareció más rápido.

—¿Qué se extinguieron en la línea masculina? —repitió Ron.

—Quiere decir que el apellido se perdió —respondió Hermione—. Siglos atrás en el caso de los Peverell. Podrían tener descendientes pero con algún otro apellido.

—¡Marvolo Gaunt! —soltó Harry de pronto.

—¿Perdón? —dijeron Hermione y Ron al mismo tiempo.

—¡Marvolo Gaunt! ¡El abuelo de Quien-tú-ya-sabes! ¡Bisabuelo de Alaska! ¡En el Pensadero! ¡Con Dumbledore! ¡Marvolo Gaunt dijo que era un descendiente de los Peverell! —Ron y Hermione parecían desconcertados—. El anillo, el anillo que se convirtió en el Horrocrux, ¡Marvolo Gaunt dijo que tenía el escudo de los Peverell! Le vi menearlo ante la cara al tipo del Ministerio, ¡casi se lo mete por la nariz!

—¿El escudo de los Peverell? —dijo Hermione secamente.

Alaska sacó el anillo que Dumbledore le había entregado, estaba colgando en una larga cadena sobre su pecho junto a un anillo de Draco. El anillo era de oro y tenía incrustado una gran piedra negra, sin embargo, había algo diferente, aunque no podía recordar bien que era.

—No sé cómo no me di cuenta antes —la chica les acercó el anillo—. Es la marca de las Reliquias de la Muerte, no un escudo.

—Ya, pero Harry, si estás pensando lo que yo creo... —comenzó a decir Hermione, viendo la expresión de su amigo.

—Bueno, ¿por qué no? —dijo Harry abandonando cualquier precaución—. Es una piedra, ¿no? ¿Y si es la Piedra de Resurreción?

—Caray... —soltó Ron, observando el anillo—, ¿pero funcionaría la piedra aún cuando Dumbledore la hubiera roto...?

—¿Funcionar? ¿Funcionar? Ron, ¡nunca funcionó! No existe ninguna Piedra de Resurrección! —Hermione saltó sobre sus pies, exasperada y molesta—. Harry, estás intentando que todo encaje con la historia de las Reliquias...

—¿Intentando que encaje? —repitió Harry—. ¡Hermione, todo encaja por su propia cuenta! ¡El símbolo de las Reliquias esta en la piedra! ¡Gaunt dijo que descendía de los Peverell! ¡Sólo tenemos que probar la piedra y sabremos su funciona!

—Y si no funciona, sabremos que lo de las Reliquias es una farsa. —añadió Ron.

—Pues lamento decirles que no va a funcionar —los interrumpió Alaska—, no es la real.

—¿A qué te refieres?

—No siento ningún rastro de magia emanar de ella, si fuera una piedra que trae a la gente de la muerte podría sentir la magia, algo diferente o extraordinario.

—Entonces la piedra está perdida. —Concluyó Harry con desánimo, volviendo a sentarse.

Todos se mantuvieron en silencio por un buen rato, mientras Harry acariciaba su capa y se mantenía sumido en sus pensamientos.

—¡Dumbledore tenía mi Capa el día en que mis padres murieron! —grito de pronto, su voz temblaba y tenía el rostro colorado—. ¡Mi madre le dijo a Sirius que Dumbledore había tomado prestada la Capa! ¡Por esto era! ¡Quería examinarla porque creía que era la tercera Reliquia! Ignotus Peverell está enterrado en el Valle de Godric... —Harry caminaba ciegamente por la tienda—. Él es mi ancestro. ¡Soy descendiente del tercer hermano! ¡Todo tiene sentido!

El chico se dio vuelta para volver a guardar su capa y algo cayó al piso y rodó, brillando debajo de una silla: había tirado una snitch, Harry se agachó a recogerla y luego los miró con el rostro iluminado.

—¡ESTÁ AQUÍ! Me dejó la piedra original. ¡Está en la snitch!

—¿Tu... crees? —preguntó Ron sorprendido.

—Puede ser posible —añadió Alaska—. Dumbledore no confiaba en mí, tiene sentido que se la haya dejado a Harry.

El pelinegro parecía tan emocionado y sin ninguna duda, su mente trabaja bastante rápido. Pero, de la nada, su expresión volvió a cambiar a una más pesimista.

—Sí lo que Alaska dice es verdad... significa que eso es lo que él busca —comento con un gran cambio en su tono de voz, repitiendo lo que había dicho hace unos minutos atrás—. Tu-sabes-quien está buscando la Varita Antigua. 

Harry caminó a la entrada de la tienda y no volvió hasta unos diez minutos después. Nadie se había movido.

—¿No lo ven? —dijo Harry—. Esto lo explica todo. Las reliquias de la muerte son reales y tengo una... quizás dos... —levantó la snitch—... y tu-sabes-quien está buscando la tercera, pero él no se da cuenta... él solo cree que es una varita poderosa…

—Harry —dijo Hermione, acercándose a él—, lo siento, pero creo que lo has entendido todo mal, muy mal.

—¿Pero no lo ves? Todo cuadra...

—No, no cuadra. Harry, te estás dejando llevar. Por favor —dijo mientras comenzaba a hablar—, si las Reliquias de la Muerte existieran realmente, y Dumbledore lo hubiera creído, sabiendo que el poseedor de todas ellas sería el amo de la Muerte... Harry, ¿por qué no te lo habría dicho?

—¡Pero tú misma lo dijiste, Hermione! ¡Tienes que darte cuenta por ti mismo! ¡Es una búsqueda!

—¡Pero solo lo dije para persuadirte de ir a casa de los Lovegood! —gritó Hermione exasperada—. ¡No lo creía realmente! —Harry no se inmutó.

—Dumbledore siempre dejaba que yo me diera cuenta de las cosas por mi cuenta. Me dejaba probar mi fuerza, tomar riesgos. Esto parece ser el tipo de cosas que él haría.

—Harry, ¡esto no es un juego, no es una práctica! Esto es verdadero y Dumbledore te dejó órdenes claras: ¡encuentra y destruye las Horrocruxes! ¡ese símbolo no significa nada! Olvídate de las Reliquias de la muerte, no podemos permitirnos el lujo de desviarnos... —Harry no le respondió—. Tu no crees en esto, ¿verdad? —preguntó mirando a Ron.

—No se... quiero decir... hay pedazos de la historia que cuadran entre sí —dijo Ron torpemente—. Pero cuando ves el cuadro completo... —respiró profundamente—. Creo que se supone que tenemos que deshacernos de los horrocruxes, Harry. Eso fue lo que Dumbledore nos dijo que hiciéramos. Quizás... quizás debamos olvidarnos de este asunto de las reliquias.

—Gracias Ron. —dijo Hermione.

—Yo te creo, Harry —Le dije—. Y creo que las Reliquias deberían ser una prioridad tanto como los Horrocruxes. Sí el Señor Tenebroso encuentra la Varita de Saúco primero, no importará cuántos Horrocruxes hayamos destruido, él será más poderoso.

Aquella idea no animó a nadie. Sin querer hablar más del tema, guardaron la tienda al despertar de la mañana siguiente, y se movieron a través de una terrible lluvia. El diluvio los persiguió hasta la costa, donde levantaron la tienda al atardecer.

Continuaron toda la semana a través de duros terrenos con un ambiente de incomodidad a su alrededor. La creencia de Harry y el deseo por las Reliquias lo consumían de tal manera que se había alejado de los otros dos, solo hablaba Alaska. Harry creía que Hermione y Ron estaban obsesionados con los Horrocruxes.

—¿Obsesión? —dijo Hermione con un feroz tono bajo, cuando, una tarde, Harry fue lo suficientemente descuidado para usar esa palabra cuando Hermione lo despidió por su falta de interés en localizar más horrocruxes—. ¡No somos nosotros los que estamos obsesionados, Harry! ¡Somos los que intentamos hacerlo que Dumbledore quería que hiciéramos!

—El último enemigo que ha de ser vencido es la muerte. —citó Harry calmadamente.

—Pensaba que era con quien-tu-sabes con quien deberíamos pelearnos. —replicó Hermione, y Harry se dio por vencido con ella.

Con una última mirada, Hermione salió de la tienda para comenzar su guardia.

Las semanas pasaban y las cosas parecían ir peor que nunca. No tenían ni la más mínima idea de adónde deberían ir, no tenían pistas ni ideas. Parecían estar perdidos.

—Han desaparecido tres Horrocruxes —decía Ron, quién parecía decidido a encontrarlos—. ¡Necesitamos un plan de acción, vamos! ¿Dónde no hemos mirado? Revisémoslo otra vez. El Callejón Diagon, Hogwarts, la casa de Ryddle, Borgin y Burkes, Albania...

Ron y Hermione repasaron otra vez cada lugar en el que sabían que el Señor Tenebroso había vivido o trabajado, visitado o asesinado alguna vez; a Alaska me parecía inútil participar, la castaña no quería escuchar nada de lo que tenía para decir y Ron insistía en viajar a lugares improbables solamente para mantenerse en movimiento.

—Tú no lo sabes —repetía Ron una y otra vez—. Upper Flagley es un pueblo de magos, podría haber vivido allí. Vayamos y echemos un vistazo.

—No podemos arriesgarnos a ser vistos por carroñeros —espetaba Alaska cada vez—. Debemos mantenernos alejados del territorio mágico, al menos por unos días.

—Es gracioso, algunos de ellos se creen tan malos como mortífagos —dijo Ron—. Aunque creen que algunos de ellos son muy peligrosos. Lo dijeron en Potterwatch...

—¿En dónde? —preguntó Harry.

—En Potterwatch, ¿no te dije que se llamaba así? El programa que intento captar con la radio, el único que dice la verdad sobre lo que está ocurriendo. Casi todos los programas siguen la línea de quién-tu-sabes, todos salvo Potterwatch, quiero que lo escuches, pero es difícil de sintonizar...

Ron empleó tarde tras tarde en usar su varita para tocar varios ritmos encima de la radio mientras el dial giraba. Ocasionalmente captaba retazos de consejos sobre cómo tratar dragonpox, y una vez algunas estrofas de "Un caldero lleno del amor caliente y fuerte". Mientras se escuchaba, Ron seguía intentando golpear la contraseña correcta, farfullando palabras aleatorias bajo su aliento.

—Normalmente son algo relacionado con la Orden. —les decía Ron.

Pero hasta marzo, Ron no tuvo suerte. Estaba tratando de enlazar su último hechizo cuando Ron gritó con excitación.

—Lo he conseguido, ¡lo he conseguido! ¡La palabra clave era "Albus"! Ven aquí, Harry.

Alaska dejó su tarea y se acercó a los chicos, del diminuto altavoz se podía escuchar una voz familiar, aunque Alaska no recordaba a quién pertenecía.

—... se piden disculpas por nuestra ausencia temporal de las ondas aéreas, debido a varias visitas a domicilio en nuestra zona de esos encantadores mortífagos.

—¡Pero ése es Lee Jordan! —dijo Hermione boquiabierta.

—¡Lo sé! —dijo Ron sonriendo radiantemente—. Genial, ¿no?

—... hemos conseguido otra ubicación segura —dwcía Lee—, y estoy encantado de comunicarles que dos de nuestros colaboradores regulares se han reunido conmigo aquí esta noche. ¡Hola, chicos!

—Hola.

—Hola, River.

—River es Lee —explicó Ron, y de forma inconsciente Alaska sintió rechazo—. Todos tienen nombres en clave, pero se puede saber generalmente...

—¡Shh! —lo cayó Hermione.

—Pero antes de que oigamos a Royal y Romulus —siguió Lee—, dedicaremos un momento para informar sobre unas muertes que las noticias de la Wizarding Wireless Network y El Profeta no han considerado lo suficientemente importantes como para mencionarlas. Informamos con gran pesar a nuestros oyentes de los homicidios de Ted Tonks y Dirk Cresswell.

Los ojos de Alaska se ampliaron en un instante de incredulidad con una mezcla de tristeza, mientras su mente luchaba por comprender la magnitud de la pérdida. Sus manos se aferraron al borde de la mesa. Suspiro de forma profunda mientras pensaba en Archer y como debía estar sintiéndose; aquello era lo que menos quería. Que sus amigos y cercanos se vieran afectados por la guerra, aunque era algo inevitable.

Sabía que debía estar allí para su amigo en ese momento difícil, pero era imposible. El silencio pesado llenó la habitación, solo interrumpido por su respiración entrecortada. Finalmente, levantó la mirada, había caído en cuenta de algo mucho peor, y Harry la observaba esperando su reacción:

Tim estaba en peligro, sin protección alguna.

—... si Dean está escuchando, o si alguien tiene cualquier noticia de su paradero, sus padres y hermanas están desesperados por saber algo.

No importaba el deseo que Alaska tenía de ayudar a Tim, o que tuviera la confianza de los mortífagos. No había nada que ella pudiera hacer para encontrarlo o mantenerlo a salvo. En ese momento, Alaska era inútil.

—Finalmente, lamentamos informar a nuestros oyentes que los restos de Bathilda Bagshot han sido descubiertos en el valle de Godric. Las pruebas indican que murió hace varios meses. La Orden del Fénix nos informa que su cuerpo indicaba inconfundibles señales de lesiones infligidas por Magos oscuros. Oyentes, me gustaría invitarlos a que se unan en un minuto de silencio en memoria de Ted Tonks, Dirk Cresswell, Bathilda Bagshot, Gornuk, y los desconocidos, pero no menos lamentados, Muggles asesinados por los Mortífagos.

El silencio cayó, y Alaska, Harry, Ron y Hermione no hablaron. No había nada que pudiera animarlos en ese momento.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro