#11: Una vez más, déjame probar de ti.

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Baja del auto y camina con paso firme y lento, seductor como nunca, pausado como siempre, parece la misma Jill delicada, sin embargo se siente diferente, algo en ella es diferente. Tal vez lo nuevo es que ha decidido dejar sus miedos en la cajita del rincón y arriesgarse. Presiona el timbre y espera que se abra la puerta, cosa que no tarda en pasar. Cristopher aparece frente a ella y Jill siente como una corriente de un sin fin de emociones y sentimientos encontrados la recorre de la cabeza a los pies. Siente ganas de abrazarlo, de besarlo, de preguntarle cómo ha estado, qué ha estado haciendo. Pero en lugar de eso se contiene y espera.

-Pasa -dice Cris apartándose de la puerta y observándola con esa mirada suya tan seductora y sugerente.

La chica entra a la sala. Él cierra la puerta y va camino a su habiatación

-¿Cómo has estado? -pregunta mientras se aleja.

-Batante bien. ¿Y tú? -contesta ella al tiempo en que continúa observando la estancia que antes le resultaba tan acojedora y en la que ahora de alguna forma se siente tan extraña.

-También -le indica la voz del chico que regresa a la sala con la chaqueta.

Extiende el brazo y ella camina hasta él para tomar la prenda, momento que aprovecha para tomar su mano y decir algunas palabras que ella no espera.

-Jill ¿Sabes que yo todavía te quiero?

-No creo Cristopher, de lo contrario no me habrías terminado como lo hiciste -responde sorprendida.

-Pero el cariño y el deseo que siento por ti no han cambiado, siguen siendo los mismos.

-Es que no lo entiendo Cristopher. ¿Cómo puedes quererme y desearme de la misma forma y sin embargo no puedes amarme?

-Tal vez nunca te amé -dice arrastrando las palabras.

Nuevamente Jill siente como si algo dentro de ella se quebrara, pero no de la misma forma porque ella ya sabe eso, solo que escucharlo continúa doliéndole un poco.

-Lo sé, pero a lo que me refiero es que no entiendo cómo puedes quererme y desearme sin amarme.

-Porque no te amo -vuelve a responder como si le pesaran las palabras, como si no quisiera decirlas.

-Eso ya lo entendí desde hace tiempo Cris.

Fija la vista en la de él para por primera vez desde que había llegado sostenerle la mirada.

-¿Entonces por qué esa pregunta?

-Porque lo que no sé no es porque qué terminamos, bueno eso sí lo sé, porque no me amas, lo has dejado muy claro, lo que no entiendo es cómo puedes quererme y desearme sin amarme cuando el amor es precisamente ese intermedio confuso entre querer y desear.

-Lo siento, no puedo explicarlo, tal vez así fue desde el principio.

-¿Entonces cómo puedo estar segura yo de que en algún momento no descubrirás también que nunca me has querido y solo fue deseo?

-Jill, si no te quisiera habría terminado todo el día en que me despertaste muy temprano por unos celos bobos, ni me dejaste dormir -responde él mostrando una media sonrisa y arqueando una ceja.

Intenta deshacer la esfera tensa que se ha formado.

-Eso es cruel, es un golpe bajo -dice la chica también mostrando una media sonrisa ante el recuerdo.

-¿Crees que si solo quisiera sexo contigo te habría dejado pasar que interrumpieras mi maravilloso sueno? -pregunta con una sonrisa un poco más amplia, la tensión comienza a desaparecer.

-Bueno, yo... -intentanta encontrar una respuesta-. Lo siento por eso.

Muestra una sonrisa que informa a Cris que ha logrado el efecto que buscaba. El chico nieva con ligeros movimientos de cabeza y sin dejar de sonreír.

-Te he extrañado Jill -dice atrayéndola hacia él para envolverla en un cálido abrazo.


-Yo también te he extrañado -responde acurrucándose en su pecho.

Segundos después se separan y ella camina hacia la puerta, pero las palabras del muchacho la hacen detenerse.

-Jill, ya que los dos nos hemos extrañado y para que salgamos ganando ambos, te cambio un beso mío por uno tuyo, me parece un trato justo.

Sus labios forman una curva pícara y sugerente y de pronto sus ojos tienen esa mirada seductora.

-Tú y tus negocios -responde.

Regresa al encuentro del chico y lo besa sin siquiera pensar un poco en nada más. No quiere pensar, quiere que vuelvan a ser solo ellos dos, queriéndose y deseándose como siempre. Sus labios se encuentran en un acto que parece sublime en el que ambos exigen poseerse y sus lenguas exploraban cada rincón, sin reservas y sin ninguna reticencia.

-Una vez más, déjame provar de ti, yo todavía te quiero -dice el chico.

La mira a los ojos como si estuviera mirando dentro de ella y expulsando como siempre sus miedos. Jill asiente con un ligero movimiento de cabeza y continúan su juego de besos.

Son besos apasionados, urgentes, como si quisieran devorarse mientras muy pausadamente se desvisten el uno al otro. Jill desliza sus manos por debajo del polo del chico acariciando su pecho para luego deshacerse de la pieza, al tiempo en que él desabrocha los botones plateados ubicados en la parte trasera del vestido de ella y mete sus manos entre la tela y su cuerpo para deslizarla hasta que se encuentra en el suelo junto al polo. No dejan de besarse ni un solo segundo y dan cortos pasos hacia atrás acercándose al sofá que se encuentra a unos metros de ellos.

Sus cuerpos están ya desnudos y el sofá a unos escasos dos metros cuando Cristopher la sujeta de las nalgas mientras ella continúa empujando suavemente el cuerpo del chico llevándolo hacia el mueble.

Cris desliza una de sus manos que mantiene sobre las nalgas de Jill entre ellas trazando un camino hasta el sexo de la chica arrancándole un gemido de placer, segundos antes de que ella lo empujara con algo de fuerza haciéndolo caer bruscamente sentado en el sofá y mostrando una sonrisa picaresca y de complicidad.

Jill se sienta a horcajadas sobre Cris que le abraza la cintura con una mano mientras con la otra se prepara para entrar en ella y hacerla suya nuevamente. La penetra completamente presionando para entrar todo lo posible arrancándole un número incalculable de sensaciones mientras ella lo sujeta fuertemente por los hombros.

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Sus cuerpos están acalorados, desbordantes de placer y muy agitados cuando juntos llegan al orgasmo haciendo de esa la más intensa y apasionante de todas las veces que sus cuerpos se han encontrado. Cris se levanta y se inclina sobre ella para besar su cuello y luego recostarse a su lado.

-Me gustas mucho Jill -dice con la respiración bastante agitada.

-Y tú a mí -responde ella de la misma forma.

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-Entonces hoy regresarás a Brasilia en la noche -dice el muchacho que se encuentra semi vestido y tumbado en el sofá.

-Sí, Javier aún está mal y Susana necesita ayuda para cuidar de él -responde Jill mientras termina de colocarse el vestido y se acerca a él para que la ayude a cerrarlo.

-¿Cuándo piensas volver?

-Aún no lo sé, cuando Javier mejore supongo, o cuando ya no pueda soportar más a Susana, esa mujer es irritante.

-Espero que Javier mejore rápido, antes de que ustedes dos se maten -agrega al tiempo en que cierra el último botón.

Jill deja escapar una risa y su voz se escucha divertida.

-O una de las dos terminae enloqueciendo.

-En cualquiera de los casos lo mejor es que Javier se recupere cuanto antes, así puedes regresar a Río, extrañarte no es una linda sensación.

-Tampoco es lindo extrañarte a ti, volveré en cuanto me sea posible, visitarte es bastante divertido.

Cristopher le responde con una sonrisa y la ve desaparecer tras la puerta de entrada. La chica camina sonriente hasta su auto, entra y selecciona una nueva canción en el reproductor. Tiene la extraña manía de asociar siempre su estado de ánimo a alguna canción, generalmente de su cantante preferido. Esta vez es la letra de "El amor es un arte" de Melendi la que inunda la estancia.

...Tan solo amemos nuestros cuerpos, mientras lo permita el alma, y no me hagas más preguntas, porque no se contestarlas, hagamos hoy el equipaje con los recuerdos que vivimos por si nos encuentra el destino porque el amor corazón no se mide el amor es un arte...

Se mete en la armonía de los sonidos y las palabras y se deja transportar a otro mundo como cada vez que escucha la música. Es cierto que Cristopher no lo ama y ella tampoco a él. Pero sí hay una agradable conexión entre ellos, se quieren y se desean como dos amantes cómplices de la luna, sus sombras y de ellos mismos. No sabe que son, ni cuánto van a durar, pero está segura de que si no logran tener un final feliz al menos disfrutarán cada minuto y harán valer todas las horas.

Enciende el motor, pone el auto en movimiento y conduce hasta la casa de Mariana. Esta vez entre pensamientos y reflexiones el camino le parece más corto que nunca, antes de darse cuenta ya ha llegado.

Detiene el auto, baja y camina hasta la puerta, golpea al menos dos veces en ella y unos minutos después el rostro de Lía aparece frente al suyo.

-¿Lía? -pregunta algo incrédula.

La aludida la envuelve en un caluroso abrazo y luego contesta sosteniéndola por los hombros y mirándola sonriente.

-Te hemos extrañado muchísimo. ¿Cómo se te ocurrió irte así sin avisar?

Jill le devuelve la sonrisa y vuelve a abrazarla con tanta fuerza que casi la deja sin oxígeno. Nunca habían estado lejos por más de una semana, literalmente han estado toda la vida más unidas que Pólux y Castor, los gemelos que dan nombre a Géminis el tercer símbolo del zodíaco.

-Yo también los he extrañado mucho, pero no sabía que estarías aquí.

-Mariana me dijo que vendrías, Amir no pudo venir pero te manda saludos y también te extraña.

-Dale saludos de mi parte y dile que también lo extraño.

Responde mientras entran a la sala y camina hasta el muchacho de veintiocho años, cabello cobrizo rizado, piel ligeramente bronceada, delgado y con ojos cafés para saludarlo.

-Por fin llegas, pensé que hace una hora habías dicho que venías en camino.

Le da un beso en la mejilla antes de hablar.

-No te quejes Roberth, alégrate porque al menos aparecí para que Julián no muera de un infarto.

-No sabes cómo se puso -responde Roberth haciendo un gesto divertido.

-No, pero lo imagino, de todas formas no tienen que preocuparse, ya estoy cerca de terminar la novela.

-Esa es una buena noticia, has tardado bastante con esta -responde Mariana -más vale que no desaparezcas otra vez con mi salario-agrega.

-Por Dios, sólo fue una vez, intenten entenderme, era a penas una niña con una novela y una editorial muy exigente a la que entregarla, en aquel tiempo Julián era muy intimidante, mi representante un ineficiente y mi editora una novata.

Se echan a reír y Mariana vuelve a hablar.

-Pues ya no soy una novata y tú ya no eres una niña, tú representante sí sigue siendo un ineficiente y Julián intimidante, algunas cosas nunca cambian.

-No soy un ineficiente, soy el mejor representante de la historia de los representantes a nivel universal -responde Roberth haciendo un gesto con sus manos frente a su cuello como si estuviera ajustándose una corbata imaginaria.

Cuando Jill llegó a la ciudad era a penas una adolescente de dieciocho años que recién iniciaba la carrera de periodismo. Una niña con el sueño de volverse escritora y nada más. Mariana estaba estudiando para convertirse en editora y estaba asociada a la editorial de Julián, fue quien abogó por Jill para que un hombre tan exigente como su jefe le diera una oportunidad y Roberth se ofreció a representarla esforzándose siempre para hacer el mejor trabajo. Sin duda está más que agradecida con ellos y le debe gran parte de sus éxitos.

-Es que lo bueno se hace esperar -responde mientras se sienta en el sofá entre Mariana y Roberth y coloca la laptop sobre sus piernas.

Inserta el dispositivo USB y busca el documento para comenzar a leer en voz alta el último capítulo.

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«-¿Qué te parecen? -pregunto mostrándole a Dereck la noche estrellada que acabo de pintar.

No parece en absoluto una noche estrellada, no están cerca de ser siquiera meteoritos. Nunca se me ha dado bien la pintura pero para mí esa es mi obra maestra.

-Se ve bien, con algunos arreglos seguro ganaría un premio -responde él que sí es sin duda un gran pintor.

-¿Verdad? -digo admirando la pintura.

Estoy totalmente consciente de que esto no necesita unos arreglos sino una papelera de reciclaje, pero feliz de que a Dereck le importen mis sentimientos al punto de fingir que le gusta cuando él ha sido siempre de esos que dicen lo que piensan aunque duela.

-Lo voy a enmarcar y lo pondré en la sala de estar -asegurs tomando el lienzo de mis manos y dándose vuelta en dirección a la sala.

-No le hagas eso a tu sala -digo sonriendo y tomando su brazo para detenerlo.

-Eso pensé -responde también sonriente y vuelve a hablar -pero tampoco está tan mal.

-Si tú lo dices -digo divertida.

Vuelvo a colocar el lienzo en el caballete para luego girarme hacia él y depositar un corto beso sobre sus labios.

Caminamos hacia la cocina en busca de algún aperitivo y luego regresamos al patio trasero para que él continúe pintando sus verdaderas obras maestras y esta vez yo me dedique solo a ver cómo lo hace o terminaré arruinando todos los lienzos»

Jill termina de escribir la última palabra y se queda mirando el texto con una gran sonrisa en los labios notablemente satisfecha con su trabajo.

-Es una muy linda historia de amor esta de Sandra y Dereck.

Las palabras de Lía que acaba de terminar de leer y se encuentra apoyada sobre sus antebrazos en la parte superior del sofá tras Jill suenan como susurros. Como si estuviera pensando en algo importante.

-Es cierto, será un gran éxito -responde Mariana mientras asiente con ligeros movimientos de cabeza.

-Estos avances sin duda harán que Julián nos deje en paz al menos por una semana -concluye Roberth uniéndose a la conversación.

-Esperemos que sí, no me apetece tener que reunirme aún con él- revela Jill y vuelve a leer la última parte -creo que así está bien. ¿Te parece Rob? -pregunta sin estar aún convencida del todo, siente que le falta algo.

-Así está bien, a Julián le gustará, le llevaré los avances en cuanto salga de aquí.

Entorna los ojos mirando a la chica que arquea una ceja intentando descubrir en qué está pensando y luego vuelve a hablar

-Entonces Jill. ¿Ya me dirás cómo se llama el chico?

Jill sonríe y Lía pregunta con notable curiosidad.

-¿Qué chico, hay otro?

Mientras Mariana le quita la laptop de las piernas para recostarse sobre el asiento y colocar su cabeza donde antes estaba el equipo ansiosa por escuchar.

-No es otro chico Lía, no te hagas ideas, es Cristopher.

Intenta sonar segura y restarle importancia al asunto, pero sus mejillas adoptan ese característico sonrojo delatándola casi inmediatamente.

-¿Cómo que Cristopher?

-Quién es Cristopher?

-¿Cristopher?

Dicen los tres Lía, Roberth y Mariana respectivamente casi al mismo tiempo y mostrando la misma expresión de desconcierto.

-Ni aunque lo hubieran ensayando les habría quedado mejor el coro -dice Jill divertida y mostrando una sonrisa.

-Es en serio Jill. ¿Cómo que Cristopher? -repite Lía.

-¿Volvieron a ser novios? ¿Él no había dicho que no estaba enamorado de ti? Además, recuerdo que hace dos días no querías saber nada de él -la apoya Mariana.

-Una pregunta a la vez -dice alzando los brazos como si se estuviera rindiendo -la última vez que lo comprobé seguía siendo una humana normal, no un androide de tamaño personal.

-Está bien -responde la chica caminando hacia el comedor.

Regresa segundos después cargando una silla de madera con barnizado oscuro y estilo colonial que coloca frente al sofá. Se sienta y retoma la palabra.

-Comienza a contar desde el principio.

-Pero desde el principio del principio, a ver si yo logro entender algo de todo esto -aclara Roberth -creo que me he perdido de toda la historia.

-Si supieras Rob, por culpa de ese viaje tuyo te has perdido de los mejores capítulos -responde Mariana.

-Cristopher es el ex novio de Jill, un gran chico, atento, cariñoso, lindo, divertido, pero que luego se dio cuenta de que no está enamorado de nuestra amiga aquí presente que hace dos días estaba deprimida aún pensando en él, así que ella decidió que no volvería a enamorarse.

-¿Y entonces? -pregunta Roberth a quién toda la historia rara comienza a llamarle la atención.

-No lo sé, esa es la parte que Jill nos contará ahora.

-Está bien, está bien, les cuento -dice Jill rodando los ojos y tomando aire para comenzar a hablar-: estimado jurado, aquí les presento mi caso.

Sonríe antes la risa de Mariana, el gesto de no estar entendiendo nada de Roberth y la mueca de a ver con qué nos sales ahora de Lía, y continúa hablando.

-Tampoco hay mucho que contar, tuve una corta conversación por mensajes con Cristopher y luego quedamos de vernos.

-¿Y? -pregunta Lía arqueando una ceja -eso no puede ser todo. ¿Cuándo se verán?

Jill responde con una sonrisa al ser víctima de los recuerdos de hace no mucho más de una hora. Lía le devuelve una sonrisa y se vuelve a escuchar su voz.

-Mejor voy a reformular esa pregunta, algo me dice que empleé el tiempo gramatical equivocado. ¿Cuándo se vieron?

-Hoy antes de venir para acá pasé por su casa en busca de mi chaqueta, la había olvidado allá la última vez.

-¿Qué chaqueta?

Pregunta Mariana reincorporándose para echar una ojeada al perchero de pie donde se cuelgan los abrigos, sombreros u otras prendas ubicado en la entrada.

-No traías ninguna chaqueta -dice al corroborar que no había nada en el perchero.

-Acabo de recordar que volví a dejarla -responde la chica mostrando un inconsciente gesto de culpabilidad.

-Algo me dice que lo mejor para todos nosotros es que no se me ocurra preguntar qué fue lo que te hizo dejarla.

-Sin duda es lo mejor -afirma Jill que vuelve a sonrojarse.

-¿Entonces este aparente príncipe azul y tú son novios otra vez? - pregunta Roberth intentando entender algo.

-No, somos amigos- dice Jill sin siquiera detenerse a pensarlo.

Ellos no son más que amigos. Él sigue sin estar enamorado de ella y ella ha decidido no volver a enamorarse.

-Sí claro -dice Lía a modo de sarcasmo -amigos.

Está totalmente segura de que amigos no es el término correcto para definir esa extraña relación que sabe perfectamente que existe independientemente de lo que diga su amiga.

-Tranquila mamá, estaré bien -dice Jill en respuesta al comentario de Lía.

-Cristopher no va a hacerme daño- vuelve a hablar al notar la imperturbable seriedad de su amiga.

-Eso dijiste la última vez Jill, te quiero como a una hermana, o más, y quiero cuidarte.

-Lo sé, y me alegra tener gente como tú que quiera cuidarme, pero estaré bien, Cris y yo solo somos amigos, no hay compromisos y no hay amor involucrados, solo somos amigos.

-Está bien, de todas formas es tu vida y si tú eres feliz entonces nada más importa.

-Exactamente, esa es la Lía que yo conozco, ya me estaba asustando, llegué a pensar que te habían hecho un lavado de cerebro -responde Jill sonriendo como todos los demás.

-Entonces según Mariana a causa de un viaje de imprevisto y aburrido me he perdido de los mejores capítulos de esta historia -dice Roberth uniéndose nuevamente a la conversación.

-Exactamente -responde Lía conectando la impresora a la laptop mientras Jill prepara el documento para imprimirlo y llevarle luego el borrador a Julián.

-Pues yo creo que llegué justo a tiempo para la mejor parte.

-Ahora estoy extrañamente de acuerdo con eso -agrega Mariana retractándose.

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