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— ¿Te sientes mejor? — Susurró la castaña después de un rato mientras acariciaba la espalda de su amigo, él asintió y se  separó de ella.

— Gracias...

— No hay por qué, sabes que siempre tendrás mi hombro para llorar Drake. — Ella le sonrió aunque el chico estuviera de espaldas con los pies colgado de la cama mirando al suelo pulido de madera como si fuera lo más interesante del mundo.

— No, en serio, gracias por estar  allí para mí siempre, sin excepciones... — se volteó a verla con una sonrisa algo nostálgica en el rostro — En serio eres mi mejor amiga Hanna.

Y quería que fueran algo más, lo anhelaba.

— Eso hacen los amigos Tim, en serio, no tienes que agradecer algo que disfruto hacer.

La chica desvío sus ojos hacia su celular, miró la hora y pegó un salto de la cama sin siquiera pensarlo.

Había olvidado el entrenamiento.

— ¿Vas a entrenar con Todd? — Preguntó el héroe, la chica asintió y después salió corriendo del cuarto como si su vida dependiera de ello. El muchacho se quedó observando cómo se iba corriendo, suspiró y se levantó de la cama — Si tan solo yo te entrenara...

...

Hanna llegó a la habitación en tiempo récord, sonrió al ver que no había nadie y entró sin preocupaciones pero no dio ni dos pasos cuando sintió una mano fuerte y firme agarrarla por la cintura.

— Regla uno: siempre revisa el lugar antes de entrar — susurró Jason en el oído de la chica, quién dio un respingo al tenerlo tan cerca.

— Azumadre — dijo en un grito tocándose el pecho —, ¡me espantaste idiota!

El nombrado sonrió divertido.

— Mejor empecemos a practicar, te espero afuera. — Wayne fruncio  el ceño al ver que le arrojaba un simple traje negro corto, algo al estilo de Catwoman pero que dejaba al descubierto hasta un poco más arriba de las rodillas. Entre cerró los ojos pero se lo colocó sin rechistar, cuando terminó de cambiarse, vio la sombra de Jason salir del salón así que lo siguió intentando no perderle el paso.

Corrió un poco y llegó rápidamente a su lado.

— Te queda bien, si es lo que vas a preguntar. — Comentó sin dejar de ver al frente.

— ¿Quién te asegura que esa iba a ser mi pregunta? — Cuestionó ella a media risa, levantó una ceja y sonrió divertida.

— Todas las mujeres la hacen.

— Soy medio hombre. — Murmuró restándole importancia, Jason la miró confundido y ella ni siquiera se fijó en él, soltó una pequeña risa y siguieron caminando hasta salir de la mansión.

— Te voy a entrenar a mi manera — le comentó cuando el gélido viento de Gotham los golpeó en el rostro, el aire se encontraba fresco por la nieve y algunos copos de nieve caían de forma delicada en su cabello.

— ¿Cuál es tu manera?

— Será un nuevo método el que voy a implementar — Sonrió y agarró de la muñeca a Hanna, hizo que ambos corrieran hasta un callejón trepando por las escaleras de algunas casas hasta llegar a los techos.

— En serio Todd, ¿qué vamos a hacer?

— Vamos a jugar con muñecas, Wayne, ¿traes la tuya? — Respondió sarcástico — Obviamente tengo que comenzar desde el inicio contigo, para ser un buen Robín necesitas condición física.

— Voy a ser Batgirl, pedazo de idiota.

— Serás un puto Robín con traje de niña, punto.

Ella lo fulminó con la mirada y él le siguió el juego.

Sus miradas desafiantes no se apartaban, ojos azules chocando con ojos grises en una batalla tonta para ver quién apartaba la mirada primero.

Y se fueron acercando cada vez más, Red Hood sonrió de lado, agarrando con fuerza la cintura de la chica firmemente, sus respiraciones se empezaron a juntar y antes de unir sus labios, sintió un pequeño dedo deteniéndolo.

Fruncio  el ceño al ver a la castaña sonriendo.

— ¿Pensaste que sería otra de tus conquistas fáciles? — Murmuró sin despegarse siquiera un centímetro — Sé que probablemente besas a cualquier chica Todd, conmigo no será tan fácil.

El muchacho la miraba algo sorprendido, ella le sacó la lengua y comenzó a correr saltando ágilmente por los techos, él sonrió tomándose Tofo su comportamiento como un reto personal y corrió en su busca.

El viento chocaba contra el rostro de Hanna haciéndola sentir libre, soltó un grito de emoción involuntaria y siguió corriendo sin descansar, mirando a Gotham desde un ángulo que nunca se imaginaría ver.

Estaba observando a su amada ciudad como lo hacía su familia. 

Sentía que Jason le venia pisando los talones pero era una de las cosas que menos le importaban ahora, no con tanta belleza caótica frente a sus ojos.

Saltó un techo tras otro, sintiendo sus pies comenzando a dormirse, se mordió el labio y sin dejar de sonreír dio una voltereta para lograr llegar al otro lado de una casa, miró hacia atrás para ver la reacción de su compañero y éste la veía con una sonrisa traviesa. 

Sus pies chocaron contra el suelo, levantó su cabeza haciendo que su cabello se fuera para atrás con rudeza, miró a ambos lados y de un pequeño impulso saltó y siguió moviendo sus pies sin detenerse.

Al llegar a un techo particularmente desigual a comparación con los demás, Hanna hizo una mueca, se detuvo mientras se preparaba mentalmente y tras echar un ojo para ver cuánto faltaba para que Todd la alcanzara se dedicó a escalar esa gran pared carmesí, tal vez de un hotel para millonarios, hasta la cima.

Llegó exhausta, las piernas le temblaban ligeramente y podía sentir el sudor empapar su frente, suspiró satisfecha y tras levantarse sus ojos quedaron completamente cautivados con la vista que le ofrecía ese lugar.

Sonrió con el corazón acelerado, sintiendo un mar de emociones inundándola sin razón aparente y una duda llegó a su mente.

¿Por qué había decidido hacer eso hasta ahora?

Joder, desde las alturas, Gotham podía llegar a ser un lugar hermoso, horriblemente hermoso.

— Pensé que tardaría menos en alcanzarte — Murmuró Jason llegando a su lado, se quitó el casco y sacudió su cabello, pequeñas gotas de sudor salieron volando y su cabello quedó revuelto con algunos mechones pegados en la frente. Al darse cuenta de que Hanna no se movía de su lugar, se acercó a ella dispuesto a reprocharle por no contestarle pero al llegar frente a ella pudo contemplar lo hermosos que se veían sus ojos iluminados por las luces de la ciudad, más bien, lo hermoso que lucía su rostro al estar completamente perdido entre las calles de ese lugar, sus labios rosados estaban ligeramente entreabiertos y una sonrisa a medias intentaba escaparse.

El sonrió y la agarró de la mano llevándola a la orilla del inmenso techo, ella sin quejarse se dejó guiar y ambos terminaron sentándose en la orilla con los pues colgando.

— Es hermoso... — Susurró ella mirando hacia abajo.

Y Jason, mirando su perfil y su cabello sin prestarle atención a la ciudad contestó:

— Estoy totalmente de acuerdo.

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