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Se maldijo mentalmente en cuanto esa puerta crujió junto a ella, se golpeó la cabeza y tras comprobar que el corazón no se le iba a salir del pecho, la abrió más despacio para después cerrarla detrás suyo. Las luces del cuarto estaban apagadas y reinaba una extraña paz, suspiro pensando que se escaparía esta vez pero de pronto una luz inundó el lugar mostrando a un Damian con el ceño fruncido sentado en la cama mientras acariciaba a Pennyworth.

— Te estaba esperando... — Murmuró su hermano sin apartarle la vista de encima.

— H-Hola hermanito, pensé que ya estabas dormido — intentó saludar con normalidad, tragó saliva y sonrió nerviosa — ¿Por qué sigues despierto?

— Creo que tu entrenamiento con Todd fue excelente, aunque, ¿se les hizo un poco tarde no? — Hanna creyó que si le decía que lo único que hicieron fue observar Gotham desde un lugar en el cuál podías morir al dar un mal paso, su hermano saldría corriendo e iría a matar al muchacho.

— ¿Tarde? — preguntó levantando su muñeca para ver su reloj invisible — ¡Oh, vaya! Mira qué casualidad, no había visto la hora, será mejor que vaya de inmediato a la cama, jejeje.

Corrió directo a su cama, tropezó y su cuerpo rebotó en el colchón, se dio de lleno en la cabeza con el respaldo y sin quejarse se metió bajo las cobijas pensando que así ya no le haría nada su hermano.

— En este momento podría matarte y ni siquiera lo notarías — susurró su hermano, haciendo que la castaña despegara su rostro de las sabanas y quisiera levantar su cabeza.

— No te creo capaz. — Susurró no queriendo saber la respuesta.

— Pennyworth también podría matarte.

— Pennyworth me ama.

— Pero no ama a Todd y si él te tocó o algo, Pennyworth te  mataría.

Esos eran... ¿Celos?

— Y-Yo... Hubo inconvenientes — murmuró apretando las sabanas con sus puños —, n-nada del otro mundo.

— Procura llegar más temprano o Jason no amanecerá vivo — Y esa fue la ultima advertencia que Hanna escuchó de los labios de su hermano antes de que el ruido de su, probablemente, cuerpo cayendo entre las sabanas de Hello Kitty inundara el lugar.

Sus ojos se fueron cerrando poco a poco, queriendo reír por los celos de su hermano y por otra parte, muy, muy pero muy en el fondo de su corazón, queriendo que ese pequeño momento se volviera a repetir con el antihéroe.

...

— Realmente no habrá planes para hoy, Ama Wayne, la agenda está libre. — Contestó Alfred entregándole el desayuno, Hanna hizo un puchero y se dignó simplemente a tomar un tenedor.

Los cuatro hombres que la acompañaban en la mesa la observaron.

— ¿Querías hacer algo, pequeña? — Preguntó Dick amablemente, sonriendo en su dirección y dejando su comida de lado.

Ella lo miró y un notorio sonrojo apareció en sus mejillas, Damian y Jason fruncieron el ceño cruzándose de brazos mientras que Tim solo desviaba la mirada algo molesto.

— Nada importante — Contestó negando con la cabeza.

— Cualquier cosa que provenga de ti, hermanita, es importante. — El muchacho sonrió y estando en frente de ella en esa mesa, tomó sus manos y las unió.

— Quería salir con ustedes, hace mucho que no tenemos una salida familiar, además... Es una buena oportunidad para que Jason se termine de acoplar de nuevo aquí.

Todos la miraron sorprendidos.

— Y-Yo no necesito ninguna estúpida bienvenida — susurró el nombrado sin quitar su dura mirada pero al ver la de la castaña, su ceño se aflojó ligeramente, de una manera casi imperceptible y agregó  —, estoy bien así.

— Al menos deberías acompañarnos — animó Tim uniéndose e interponiéndose entre Dick y Hanna en un intento de que no lo olvidaran —, hace mucho que no salimos juntos Jaybird.

— Lo haré solo si Demon Spawn se pone las orejas de Hello  Kitty que le regalé la navidad pasada.

La chica soltó una pequeña carcajada y el más pequeño soltó un gruñido.

— Solo lo haré por mi hermana, no por ustedes pedazos de idiotas llenos de hormonas.

Y tras quedar de acuerdo en la salida, los hermanos se dispersaron para ir a arreglarse un poco.

La nieve seguía presente en Gotham, tal vez fuera porque una tormenta se acercaba o simplemente porque a la ciudad se le antojo ser bipolar nuevamente así que todos vestían conjuntos abrigadores.

Para que Damian no se sintiera solo, Hanna decidió ponerse su gorro de lana negro, que tenia orejas de gato en la cima.

— ¿Dónde está Alfred? — Preguntó la chica mirando a todas direcciones, buscando a su mayordomo favorito con la vista.

— Detrás de usted Ama Wayne — la muchacha sonrió y dio media vuelta, encontrándose con el mayor de edad quién sostenía una taza de chocolate caliente en sus manos —, es para usted, sé lo mucho que ama el chocolate.

— Hey, abuelo, nosotros también existimos — Le recordó Jason interrumpiendo el hermoso momento. Tim le dio un codazo en la costilla y el antihéroe soltó un pequeño chillido. — ¡Estúpida, mi costilla, idiota!

— Mejor ya vámonos — murmuró Damian entrando en la limusina —. No quiero llegar tarde a esa estupidez.

— El patinaje sobre hielo no es ninguna estupidez, solo lo dices porque no sabes hacerlo. — Le contestó Dick subiendo tras él.

— Al menos yo sí sé cocinar — soltó de vuelta.

— ¡Ey! ¡Solo quemé la cocina una vez!

— ¡Y yo solo me resbalé en el hielo una vez!

— No, en realidad fueron otras cinco veces — Corrigió Tim enumerando con sus dedos.

— Claro, ¿recuerdas cuando le diste una patada en el trasero a esa señora gorda cuando caíste? — se burló Hanna cuando todos sintieron que el auto se empezaba a mover.

Los tres hermanos mayores rieron a carcajadas mientras escuchaban los gruñidos del menor y en una esquina algo apartada de la limusina Jason los observaba con una sonrisa nostálgica en el rostro.

Cuando estaba con Hanna, solos, de alguna manera se sentía completo, con la suficiente atención y cariño que la chica podía darle cuando apenas se estaban conociendo.

Pero...

Allí, junto a todos, se sentía como un pez fuera del agua, se sentía como el asocial que no compartía sus chistes locales, que no estaba al tanto de su amistad, que no estaba tan unido con ellos.

Y por desgracia, todos esos sentimientos eran ciertos.

Él no encajaba allí.

Al recapacitar en eso, su sonrisa nostálgica se borró y simplemente bajó la vista sin dejar de cruzar sus brazos oyendo cómo las risas y chistes seguían.

Pero no reparó en que Hanna lo veía preocupada.

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