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El ansiado toque por fin se había dado y Hanna salió disparada del aula, la última clase del lunes desgraciadamente no la compartía con Tim así que tenia que ir por él al segundo piso. Tras pasar como un ninja las manadas y manadas de estudiantes amontonados, la chica logró llegar a su destino.

Su mejor amigo iba saliendo por la puerta en el momento en que ella llegó, él levantó la vista y le regaló una enorme sonrisa.

— ¿Qué tal estuvo el resto de clases? — Cuestionó empezando a caminar tranquilamente con ella por los pasillos ya desiertos de la academia.

— No me puedo quejar, tenia comida así que no me dormí — Respondió encogiéndose de hombros.

— Eres todo un caso.

— ¿Quién, yo? — Se apuntó a sí misma y sonrió. — Lo sé.

Gracias al silencio, escucharon el rechinido de unos tenis corriendo por los pasillos a toda prisa, ambos se voltearon dudosos y encontraron a Nirvana corriendo hacia ellos apresurada.

— ¡Hanna! — Chilló con su voz serena, pasos antes de estrellarse contra el dúo, frenó y Tim la sostuvo entre sus brazos.

Ambos se miraron a los ojos y el chico sonrió contento.

— ¡Hola Vana! ¿Qué sucede?

— Qué tal princesa — saludó sonriendo, se separó del muchacho, se sacudió un poco volviéndose su vista hacia la castaña y suspiró cansada —. Necesito tu ayuda.

— ¿Qué sucede?

— ¿Crees que podrías hacer una obra de teatro conmigo? — Sus ojos se cerraron un poco ante la pregunta y su largo cuerpo se hizo más pequeño.

El ambiente de pronto quedó en silencio total, la aprendiz miró a sus lados sin ninguna razón en particular y se lo pensó por un rato.

— Empecemos mañana. — Se limitó a contestar sonriendo.

— ¡Gracias! — Los cabellos azules de la chica volaron por todos lados cuando saltó hacia su mejor amiga, la abrazó por la cintura y la elevó por los aires saltando con ella. La soltó y salio corriendo nuevamente.

— Esta loca — Murmuró Tim mirando correr a la chica justo por donde llegó.

— Tal vez por eso me cae bien.

Ambos reanudaron su caminata hacia los jardines traseros donde Damian los esperaba impaciente, moviendo sin control su pie izquierdo y con ambos brazos cruzados.

— Tardaron demasiado — comentó para colgarse la mochila en los hombros y caminar sin esperarlos.

— Lo siento, Mantequilla.

— No te preocupes Hanna.

— Lo siento Damian — Se disculpó también Red Robín, esperando una contestación igual.

— Tú jodete. 

El resto del camino lo hicieron en silencio, caminaron pacíficamente hasta el parque donde usualmente los recogían y para la sorpresa de todos, allí estaba Alfred y Jason esperándolos, cada uno con su respectivo vehículo.

—¿Jason? ¡Hola! — Saludó Hanna poniéndose junto a Alfred y robándole un abrazo.

— ¿Yo no cuento? — Cuestionó él con una sonrisa de lado y cruzándose de brazos mientras se acomodaba recargado en su motocicleta. La chica rodó los ojos y fue a dar un corto abrazo.

Tanto Tim como Damian abrieron los ojos y renegaron entre dientes.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó la chica abriendo la puerta de la limusina y lanzando su mochila dentro.

— Vengo por ti — le arrojó un casco para comprobar los reflejos de la castaña y ésta, a pesar de apenas estar desviando su vista hacia el antihéroe, atrapó el casco sin ningún esfuerzo.

— ¿Por mí? ¿Ahora qué hice? — Preguntó colocándose el casco sin objeción y acercándose a brincos hacia el chico, su hermano y mejor amigo parecían querer arrancarle la cabeza a Todd con la mirada y el nombrado lo notó. Sonriendo, tomó a Hanna por la cintura y sonrió para provocar a los menores.

— Esta noche tengo que salir por unos asuntos, nuestro entrenamiento se hará ahora mismo — respondió sonriendo al mirar que sus hermanastros estaban a punto de estallar — ¿Estas lista?

Ella asintió insegura y se volteó hacia Alfred.

— ¿Papá esta consiente de esto?

El mayordomo le dedicó una sonrisa y asintió.

Sin más, Hanna brincó al asiento trasero, abrazando a Jason sin miedo o pena y despidiéndose de sus hermanos con la mano.

Los dos chicos que se quedaron solos, intercambiaron miradas y miraron la motocicleta perderse en una calle.

— ¿Matamos a Jason cuando lleguen a la mansión?

Damian asintió y sin más, ambos se subieron a la limusina.

— No deberían tener celos, amos, estoy seguro de que esos dos están hechos uno para el otro. — Murmuró Pennyworth sonriendo complacido.

...

— ¿Dónde estamos Jay? — Preguntó la castaña bajándose de la motocicleta, quitándose el casco y entregándoselo al nombrado, miró a su alrededor y lo único que podía distinguir eran kilómetros y kilómetros de pasto verde, flores, arboles, pinos, todo ello en una enorme montaña dónde el frío predominaba.

La chica se estremeció cuando el gélido aire chocó contra ella.

— En mi propia Baticueva. — Sentenció antes de que Hanna sintiera una chaqueta bastante cálida caer sobre sus hombros, el olor tan característico y envolvente de Jason la invadió y se sintió bien.

Después de ello, solo se limitó a seguirlo hasta una cabaña bastante grande, con un aire oscuro y de madera curiosamente negra.

— Bienvenida a mi escondite secreto — Sonrió y le abrió la puerta a Hanna, dejando que ella entrara primero para poder sentir su hermoso olor mezclado con el de él.

— ¿Escondite secreto?

— Sí, eres la única aparte de mí y de Roy que sabe sobre este sitio — El chico dejó que la castaña ocupara su sillón y corrió escaleras arriba.

Cuando bajó, se detuvo unos metros antes de entrar a la sala que tenia una chimenea, una televisión de pantalla plana y una mesa pequeña para ver a Hanna, curioseando con la mirada todo el lugar.

Jason soltó un suspiro y su corazón le dio un vuelco.

Dios, no, no se podía sentir así por la hija de Bruce, ¿qué le estaba pasando?

Negó con la cabeza intentando dejar de lado todos esos pensamientos y reanudó su camino.

— Ten — le lanzó el traje de la vez pasada —, puedes cambiarte en mi cuarto, yo te esperaré afuera.

Y sintiéndose algo cortante con la muchacha, salió de la cabaña tras un suspiro, se sentó en las escaleras de la entrada y de un peldaño que solo él sabia que estaba suelto, sacó una caja enorme llena de armas, eligió de las más ligeras, las cargó y empezó a tararear una canción en lo que su amiga regresaba.

— Estoy lista — Avisó la chica saliendo de la cabaña mientras se hacia una coleta alta.

— Bien linda, vamos a entrenar.

Ambos caminaron varios metros lejos de la cabaña, subiendo una pequeña colina donde el aire se volvía cada vez más frío, llegaron a la cima y Hanna se encontró con la sorpresa de que en la orilla de la pequeña montaña había un diana lista para ser usada.

— ¿Qué hace eso aquí? Pensé que íbamos a practicar — Hanna le lanzó una mirada rápida a Jason y su corazón se aceleró cuando éste le tendió una pistola en las manos.

— Eso haremos, hoy te enseñaré algo nuevo.

— Y-Yo... — ella estaba enterada de lo que su padre opinaba respecto a las armas y tenia miedo de desobedecerlo, traicionarlo o no respetarlo, como se quisiera ver —, yo no puedo Jay...

Él negó rápidamente con la cabeza y de un movimiento casi imperceptible, la agarró por la cintura pegando su nariz en su cuello, con ambas manos hizo que ella sujetara con firmeza el arma y sonrió al verla reaccionar de una manera demasiado inocente.

— Deberías tomar el arma así... — Su aliento caliente chocó contra el cuello de Hanna, su corazón se aceleró y se preguntó por qué razón en particular se le habría erizado el cuerpo, nunca con ningún hombre se le había erizado. Tal vez por estar infringiendo las normas de su padre o por la cercanía de aquel antihéroe.

Las manos del muchacho viajaron hasta la cintura de la castaña cuando se aseguró que ésta no iba a soltar el arma, bajó sus manos lentamente, haciendo un pequeño recorrido de caricias que la chica apenas y notó, sonrió divertido sobre su oreja y continuó dándole órdenes.

Disfrutando romper las reglas, disfrutando de meterse con la hija de Batman.

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