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— ¡Palanquitas! — Chilló Roy dejando de hacerle cosquillas a Hanna, quién estaba en una pose que ni siquiera Catwoman y toda su flexibilidad podrían realizar. El nombrado rodó molesto los ojos.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó sin percatarse del pequeño tick que surgió en su ceja izquierda, el arquero dio un salto fuera de la cama de su amigo y llegó corriendo a abrazarlo.

— Quería darte una sorpresa pero creo que fue al revés — su voz sonaba empalagosa, como un si fuera un gay que está consintiendo a su pareja —, porque me encontré con una hermosa sorpresa algo aburrida.

La castaña soltó una risilla  nerviosa y el antihéroe se percató de que la muchacha estaba sonrojada.

— ¿Qué le hiciste? — Gruñó.

— Nada que ella no quisiera — Murmuró cerrando los ojos y restándole importancia, su cabeza y cabello se restregaban en el abdomen de su mejor amigo y éste, más jodido porque tocaron a su Hanna que por el comportamiento de Roy, lo sacó volando hasta el otro lado de la habitación de un golpe.

— Maricón — ofendió molesto, se levantó y caminó hasta su cama dónde Hanna permanecía viendo la escena divertida —, ¿estas bien?

— ¿Claro que siiiiiii, pequeñooooo — Alargó las vocales como si sus palabras fueran arrastradas, se abalanzó contra Jason y sus pechos casi rebotaron en su rostro, fruncio el ceño demasiado confundido como disfrutarlo y Hanna lo jaló hacia la cama, abrazando su cintura con ambas piernas.

— ¡H-Hanna! — Intentó despegarse a sabiendas de que si la castaña seguía así, él no se resistiría y le quitaría su virginidad allí frente a Roy.

— Vas con todo tigre — El amigo guiñó un ojo y un ruido llamó la atención del mercenario.

Y entonces reconoció un olor que no había notado en toda la habitación; su preciado alcohol.

— ¿Estas... Bebiendo? — Cuestionó volteando su cuerpo tanto como pudo, ignorando de manera casi olímpica los besos húmedos que Wayne empezaba a repartir por su cuello con amor — Alto... Emborrachaste a Hanna, ¿cierto?

El pelirrojo sonrió juguetón.

— Puede ser que tuviéramos un pequeño juego de bebidas... Por cierto, tendrás que rellenar tu almacén de botellas.

Jason abrió los ojos tanto como pudo y quiso lanzarse a golpearlo pero la muchacha que lo estaba calentando de formas indescriptibles, llamó su atención.

— Te quiero mucho... Jay — Susurró en su oído y el nombrado sintió su cuerpo erizarse, tragó en seco queriendo evitar que los colores se le subieran al rostro —, en serio te quiero... Más que a Tim... Más que a Da- — negó con la cabeza risueña —, no, no, todavía no te quiero más que a Damian, mi pequeña bolita de odio...

— Hanna — intento separarse, pero aquellos besos le estaban ganando — esto no está bien, soy mayor que tú.

— Tres años no son mucho, ya casi voy a cumplir dieciocho y podremos hacer muchas cosas, wuuuuuu.

Las piernas torneadas de la castaña jugaron con el trasero de Todd.

— ¡S-Sueltame!

— Dick tiene el trasero más grande — murmuró —, pero por lo que siento, tú tienes otra cosa más grande...

Roy soltó una carcajada y se escuchó cómo lanzaba la botella a algún lado de la habitación y abría otra.

— ¡Roy! ¡Quitamela de encima, joder, sirve de algo!

— Tranquilo caperucita, ya voy — ayudó separando lentamente a Jason, o al menos intentándolo, y de repente el agarre de la chica se hizo completamente débil.

Se había quedado dormida.

Jason suspiró con fuerza y saltó fuera de la cama, agarró la sábana y antes de colocársela encima a la chica, la observó dormir completamente tranquila, con sus largas pestañas algo húmedas, con los labios rosas ligeramente abiertos y entre ellos, su dedos pulgar que era constantemente mordisqueando por sus dientes blancos, sonrió de manera inconsistente y cubrió a la muchacha por completo.

— Pendejo, quiero el cierto recogido para cuando vuelva. — Y salió del cuarto sin ver que Roy ponían una mano en su frente haciendo un saludo militar y decía "sí mi sexy capitán" con su voz de borracho.

Jason bajó a la cocina, sirviéndose un vaso de agua con prisa, viajando de nuevo hacia el sillón, dejando el pequeño cristal con el líquido en la mesa y sentándose con sus manos apoyadas en ambas rodillas y cubriéndole en rostro.

Tenia muchas emociones qué procesar con lo que acababa de pasar.

Unos pasos algo torpes y llamaron su atención. Roy bajó sonriente, tarareando una canción y soltando risitas estúpidas.

— Ey, Jaybird, ¿estas bien viejo? ¿qué pasó allá arriba? Conociéndote, desde que esa chica te abrazó con las piernas y te besó el cuello, ya te la hubieras cogido como si no hubiera un mañana.

El nombrado lo vio de reojo y bajó la vista.

— Ella no es como las otras... Ella es hija de Bruce.

— Ay por favor, no me jodas, eso no te hubiera detenido, al menos no al Jason que yo conozco.

— ¿El Jason que conoces?

— Pues sí wey, no mames, tú con los besos en el cuello te vuelves loco. ¿Recuerdas la vez que estábamos hasta la madre y se me ocurrió darte uno? Casi terminábamos enrollados si no hubiera sido por Kory.

Él negó con la cabeza.

— Ni siquiera yo sabia qué me pasaba... Roy, en serio, te juro quería besarla, quería tocarla y quería que gritara mi nombre pero... — miró sus manos, éstas temblaban ligeramente — algo me lo impedía, algo dentro de mí me decía que eso estaba jodidamente mal y nunca me atrevería a hacerle algo a Hanna si no está cien por ciento consiente.

El arquero dejó de beber repentinamente y miró seriamente a su mejor amigo.

— Oye viejo... ¿No esta-

— No, no lo estoy, ni se te ocurra decir esa puta palabra Roy — le advirtió amenazándolo con un dedo —. Hanna es solo mi  amiga, mi pupila, mi puto Robín con traje de niña, esa chica no puede llegar a ser algo más.

— ¿Y por qué no?

— Porque no quiero que sufra, porque no quiero que una sonrisa tan resplandeciente como la suya, se apague por la culpa de un monstruo como yo.

Roy hizo una mueca y sintió que le agujeraban el pecho con un millón de agujas. Dejó su botella en el suelo y fue a abrazar a su compañero.

— Te he dicho un millón de veces que no eres un monstruo...

— Mis manos están manchadas de sangre, tengo ataques de ira y puedo causar un desastre con tan solo un cuchillo, tengo traumas y solamente quiero sexo, ¿eso para ti no es ser un ser despreciable?

— Eso piensas de ti, viejo, Kory y yo te conocemos y te puedo asegurar que a pesar de tus fallas, eres la persona más noble y buena que puedo conocer.

Le dio unas palmaditas en la espalda y se subió a su propio cuarto a dormir.

— Mañana vas a tener una resaca de la madre, viejo... — Susurró con melancólico, suspiró y decidió salir de la cabaña para respirar un poco.

Sus pasos, junto con el sonido algo irritante de los grillos, era lo único que podía escuchar a kilómetros a la redonda y esa era de las razones por la cuál amaba su cabaña. Estaba en el acantilado de la montaña, con los pies volando y con el viento golpeándole el rostro, observó la luna y una paz extrañamente agradable lo invadió.

¿En verdad era una buena persona bajo todo ese odio?

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