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La directora Amanda entró con un aire autoritario al lugar.

— Buenos días, jóvenes — saludó con cortesía  justo cuando llegó al pie del escenario, todos la observaron con algo de temor.

— B- Buenos días directora — Vana sonrió nerviosa rascándose la nuca, era raro una visita así de una superior con un evento tan simple como lo era una actividad de artes — ¿se le ofrece algo?

— Quiero estar al tanto de la obra — la mujer sonrió mostrando una hermosa hilera de dientes blancos que hacían contraste con su cabello rojizo —, leí el libreto que escribió y me pareció de los más completos, ingeniosos y divertidos que algún alumno alguna vez escribiera y quiero aportar algo de apoyo para tal evento.

De no ser por Axel, Nirvana probablemente estaría en el suelo, el muchacho la sostuvo por las axilas mientras ella estaba a punto de desmayarse.

Hanna reaccionó por su amiga y carraspeo.

— Gracias por la ayuda, en serio — sonrió complacida y asintió — ¿tiene algo en mente?

— Por lo viste necesitan personal para arreglar este lugar — murmuró echando un vistazo a a su alrededor — así que traeré equipo técnico, chicos del taller de costura, del de pintura y a los del comité para que comiencen a expandir la noticia, ¿tienen suficientes actores?

La castaña le echó una mirada a sus compañeros y mientras su mejor amiga tenia un ataque, el chico asintió lo más tranquilo que pudo.

— Al parecer sí...

— Bueno, si necesitan algo más, saben el camino a la dirección.

La mujer de gran porte se dio la vuelta caminando a un paso majestuoso.

— ¡Muchísimas gracias directora!
— Si en verdad lo agradece, demuestre su talento en escenario señorita Wayne, espero que pueda con el personaje que su compañera creó. Por cierto, pueden ocupar todas las clases que quieran para ensayar, los permisos ya están listos.

Y las puertas se cerraron.

Axel soltó un silbido, ignorando por completo que Vana se retorcía entre sus brazos.

— Esto no podría estar mejor — Dijo sonriendo ampliamente.

— Ni que lo digas, creo que es la primera vez que la directora apoya una obra de teatro.

Ambos chicos no encontraron más que decir así que dirigieron sus miradas hacia la más importante en el asunto.

Nirvana se había desmayado.

— Con razón se había puesto más pesada — susurró Axel dejándola caer a la madera pulida del escenario y soltando un suspiro de liberación.

— La condenada pesa casi dos elefantes por tener el tamaño de dos jirafas.

Él soltó una carcajada.

— ¿Quieres ir por algo para desayunar?

Lo miró confundida.

— Ni siquiera han empezado las clases, ¿dónde quieres conseguir algo?

— Tengo mis métodos — se encogió de hombros y una sonrisa cómplice se escurrió por sus labios — ¿vienes o te quedas a ver cómo despierta poseída?

Hanna le echó un vistazo a Vana y recordó aquella vez en la que casi le arranca la cabeza de la emoción al enterarse que su banda favorita iría a Gotham.

— Vámonos — declaró asustada y de inmediato ambos salieron corriendo por las puertas carmesí del teatro.

Como sospechaban inconscientemente, los pasillos estaban completamente desiertos y fríos, un aura algo calmada y solitaria envolvió a los dos con velocidad.

Como reflejo, Hanna se abrazó a ella misma ante lo fría que se había vuelto la mañana a esas horas.

— ¿Tienes frío? — Cuestionó Axel dándole una pequeña mirada.

Ella negó con la cabeza pero su pequeño temblor involuntario demostró lo contrario.

— Oh, vamos, no engañas a nadie — se quitó la chaqueta de la escuela y se la dejó caer delicadamente en los hombros —, ninguno de los dos quiere que tomes un resfriado.

Ante la cálida e inocente sonrisa que le dedicó, se vio obligada a desviar la mirada hacia el suelo.

Y entonces una estúpida comparación se instaló en su cerebro. Había cometido el error de comparar a Axel con Jason, a pesar de que estaba indignada con él, no pudo evitar creer que aquellos dos eran polos opuestos, uno era un descarado, engreído, con uno que otro delirio de grandeza, dulce, romántico de manera inconsciente y algo transparente con ella, el otro era y seguía siendo un misterio para la castaña, era atento, caballeroso y dulce pero sin llegar a fastidiar.

No era una mentira que comenzaba a sentir algo por el antihéroe, sin embargo, sabia que no se atrevería a decirlo en voz alta y, por el momento, a aceptarlo con totalidad.

Y con Axel era otra historia, aunque en algunas ocasiones se desviaba al mismo sentimiento al que se encaminaba Jason.

— ¿Dónde está Alexander? — Cuestionó dejando de lado esas estúpidas ideas.

— Seguramente estará en el salón de música — murmuró más para él que para su compañera —, el maldito aprovechará la oportunidad para superarme en batería y guitarra.

— ¿Tocan?

— Un poco de todo — sonrió — aunque cada quién se especializa en algo y constantemente tratamos de superarnos y ganarnos.

— La rivalidad aumenta cuando tienes un gemelo — se rió con algo de amargura —, a veces me gustaría ver qué se siente la rivalidad entre hermanos.

— ¿No te llevas así con Damian? — preguntó curioso y sus cejas se juntaron, doblaron un pasillo.

— Nuestra relación son de las que están en peligro de extinción.

— Amor, amor y alegría por todos lados — concluyó con una sonrisa divertida.

— Exacto — rodó los ojos — creo que nunca en nuestras vidas hemos peleado de verdad y si lo hacemos, corremos en busca del otro después de cinco minutos.

— ¿Y te gustaría pelear con él? — de su bolsillo, sacó una llave color celeste y dio vuelta por un ultimo pasillo, Hanna lo siguió y llegaron  a una puerta blanca.

— Sucederá un apocalipsis antes de que eso pase — negó con la cabeza ahuyentando la idea y observó curiosa la forma tan cuidadosa en que Axel metía la llave y la giraba —. ¿Esto lleva a Narnia?

Sonrió.

— Más bien a la fábrica de chocolates.

La puerta se abrió seguida de un rechinido y ante los ojos de Hanna apareció una bodega con cafetera, microondas, cajas de comida, estantes repletos de dulces y chocolates por montón.

Se le escapó un jadeo de sorpresa.

— ¿Todo esto es tuyo?

Axel quedó algo atontado ante los ojos tan brillantes de la chica, al reaccionar, dio un respingo y negó rápidamente con la cabeza.

— T- También de mi hermano, puedes llevar lo que quieras para ti y para Vana.

Sonrió como niña pequeña y a Axel se le hizo pequeño el corazón.

...

— ¡No eres nadie! ¡No eres nada! — Bramó la castaña mientras unas enormes lágrimas de cocodrilo surcaban por sus ojos — ¡Solo eres un animal que destruye todo lo que se le acerca!

—¡ Para que quede claro, tú fuiste quien me destruyó a mí! — Sollozó el chico mientras su orejas se agitaban con él, se hizo para atrás y cayó de rodillas al suelo, cubriendo su boca y colocando el guión frente a él.

Nirvana presenciaba la escena con un brillo especial en sus ojos y por ende, dejó el guión de lado, en ese momento le valía una mierda si llegaban a equivocarse con los diálogos, en serio lo estaba disfrutando.

— ¿Yo? — Continuó Hanna después de una corta pausa. Negó con la cabeza y las lágrimas salpicaron el suelo, de fondo, se escuchó cómo daban el toque dando por terminadas las clases — No, te equívocas, aquí yo no soy el monstruo ni quien acabó con lo nuestro. Tú fuiste.

— ¿Cómo iba yo a saber lo que hacia? — susurró Axel — Era la primera vez que amaba de verdad a alguien, no sabia qué hacer o cómo actuar, estaba dando lo mejor de mí.

La chica desvío la vista.

— ¿Y por qué me lastimaste tanto? No le veo sentido al amar si se sufre más de lo que se disfruta.

— Estaba pasando por momentos complicados.

— Yo también y aún así me tuviste allí para ti...

Otra pausa inundó el lugar.

— ¿Se acabó? — preguntó levantando la vista.

— Tú mismo lo has dicho.

Había personas, tres en total, observando la escena desde las ultimas tribunas desde un corto lapso de tiempo.

Y ese corto lapso fue suficiente como para que a una de ellas le diera un vuelco en el corazón al escuchar esa conversación.




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