15

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Los eufóricos aplausos de un grupo misterioso interrumpieron el final de la obra, justo antes de que Axel besara a Hanna.

Ambos voltearon la vista confundidos y Vana soltó un gruñido.

— ¿Quién se atreve a interrumpir mi obra maestra? — Rabió molesta mientras se daba la vuelta, por la hora, lo único que distinguía eran tres sombras.

— El trío de oro —Jason caminó entre los asientos y sonrió con arrogancia —. Linda obra, en serio, casi lloro.

—¿Por qué interrumpiste?— Cuestionó la castaña cruzándose de brazos. La molestia comenzaba a picarle las costillas.

—Vengo por tu lindo trasero, es hora de entrenar —su sonrisa se llenó de sarcasmo y Tim fruncio las cejas, se suponía que así no debería actuar estando peleado con Hanna y mucho menos cuando ya había aceptado sus sentimientos.

— Nunca te respondí — susurró escondiendo sus dudas sobre la nueva actitud que Todd había adoptado con ella.

—Tu silencio fue suficiente para mí —se encogió de hombros indiferente y dio un paso hacia adelante, la chica retrocedió aunque la altura del escenario los separara.

— No quiero ir contigo.

— Y yo no quería verte con un flacucho con orejas de perro pero supongo que las cosas no salen siempre como queremos.

— No me voy.

— Y yo no puedo regresar sin ti - otro paso.

-—Yo la llevaré a la mansión — Se ofreció Axel frunciendo el entrecejo contra Jason.

—Tú no te metas pelo de zanahoria— su voz parecía molesta, sin embargo, su sonrisa fanfarrona seguía implantada en su rostro.

—Eres un idiota — gruñó.

—Gracias —hizo una reverencia y volvió a sonreír, sin pensarlo dos veces, avanzó sin parar hasta llegar al lado de ambos.

— Jason... —Advirtió Hanna mirándolo fijamente, sus ojos se veían distintos, más burlescos y fríos, todo lo contrario de lo que le había mostrado los últimos días.

El nombrado alzó ambas manos al aire.

— Vete —Axel pasó hacia el frente en un intento fallido de esconder a Hanna tras él.

—Será un gusto, tal vez así ya no me dé cáncer de ojos por verte la cara de culo que te cargas.

Él le sonrió y le dio un pequeño golpe en la nariz con el dedo, por impulso, el muchacho cerró los ojos y éste aprovecho para darle un leve empujón, agarró a la castaña como si se tratara de un costal de papas y saltó hacia adelante.

—Bajame —gruñó Hanna de brazos cruzados—, ahora.

Todd alzó una ceja juguetón.

— Te bajaré en mi cama cuando lleguemos a la mansión si así lo quieres.

—Asqueroso.

—Gruñona.

—Fanfarrón.

— Idiota.

—Imbécil.

— Puto robín con traje de niña.

Hanna intentó no sonreír ante eso.

— Te odio.

—No —ahora él fue quien sonrió mientras salían del teatro acompañados por sus hermanos, Nirvana y Axel gritaban algo enojados —, no puedes odiar a alguien de la noche a la mañana.

— Aún así te odio.

— Me amas.

— Lo que digas.

— ¡Já! ¡No lo negaste!

A pesar de que ambos estaban posiblemente molestos, no lograron controlar una sonrisa divertida que se asomó por su rostro.

—Linda, hoy no podremos entrenar — le avisó una vez que salieron de la academia, Hanna fruncio el ceño confundida.

—¿Entonces por qué me sacas de los ensayos? —Cuestionó molesta.

— Porque no quería soportar la idea de que pelos de zanahoria estuviera más tiempo contigo.

—Ni siquiera lo conoces.

— No necesito hacerlo —dio una mirada sobre su espalda para comprobar si Tim y Damian habían tomado un atajo hacia la mansión y sonrió al comprobarlo.

— ¿A dónde vas a ir?

—Asuntos confidenciales de Red Hood, patrocinados por Batman, vigilados por Nalwing y dirigidos por Red Robín.

—¿Y dónde queda el puto robín con traje de niña? —Preguntó intentando que el pequeño tono de burla no se notara en sus palabras. El ruido de los carros, los movimientos apresurados de la gente caminando entre las calles y la rutina en general que Gotham tenía por las noches le hacia pensar a Hanna lo gracioso que resultaba que nadie se fijara en que un muchacho tenia a una chica cargada en los hombros como costal de papas.

—En su casa haciendo galletitas para cuando los hombres de verdad regresen.

— Eso sonó demasiado machista.

— Si yo me quedara en casa, es lo que haría —sonrió con burla en cuanto observó las hermosas facciones de Hanna contraerse en una mueca.

—Tarden cuanto quieran, de todas formas me quedaré jugando videojuegos —dicho esto, se cruzó de brazos y cerró los ojos como si la indignación le dificultara la vista.

— Entonces yo haré las galletas — concluyó sonriente mientras daba un saltito.

Ninguno de los dos se atrevió a soltar una palabra después de aquello y un silencio incómodo reinó en las calles.

— Listo, la princesa ha llegado al castillo —avisó el mercenario una vez que la castaña había pisado los escalones blancos que daban a la entrada de la enorme mansión Wayne.

Hanna lo observó fijamente a los ojos mientras un extraño remolino de emociones se acumulaban en su estómago para contraerlo un poco. Las indudables ganas de robarle un beso aparecieron como una opción en su cerebro.

Y eso la hizo enojarse con ella misma y, por consecuencia, también con Jason.

- Esto no significa que te voy a perdonar por llamarme mentirosa, mucho menos por sacarme del ensayo - acto seguido, lanzó un puñetazo contra el estómago de Jason y lo sacó volando hasta el pavimento junto a los escalones, él chilló sorprendido y cuando se dio cuenta de que realmente había sido un golpe con odio, abrió los ojos igual que dos enormes platos ignorando la sangre que escurría de sus labios.

- Tú...

- Tendrás que hacer todo un teatro para que te pueda perdonar cualquier pendejada, Todd - avisó tras cerrar la puerta de un portazo -¡ Y más te vale volver de la misión completo para poder molerte yo!

- Al menos puedes decir que quiere que vuelvas vivo de la misión - comentó Tim, quien recién había llegado a la escena con unos libros bajo el brazo.

- Hace mucho que nadie me golpeaba así - murmuró distraído.

- ¿Qué esperabas? Está más enojada que Damian cuando bañaste a su gato con tinta azul.

El antihéroe se levantó e hizo una cara horrorizada.

- No me quiero ni imaginar lo que podría llegar a hacer esa mujer, es una perra loca.

El más chico de ambos se acercó a su hermanastro y con la manga de su suéter gris limpió su barbilla bañada de sangre.

- Es mejor no tentar a la suerte.

- Bueno, teniendo en cuenta que somos súper héroes, siempre la estamos tentando.

- Al igual que a la muerte - recitaron a unísono mientras se dignaban en entrar a la mansión por sus trajes.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro