22

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Sorprendida, Hanna jadeó después del beso y se hizo para atrás de manera inconsciente. Jason hizo un enorme y tortuoso esfuerzo por no bajar la mirada al notar que ella se había alejado de él, con los ojos bien abiertos y el entrecejo ligeramente fruncido.

— ¿Qué hiciste? — Cuestionó con un tono que a él se le antojo recriminatorio.

— ¿No es obvio? — gruñó, dolido — Te acabo de besar.

El corazón de ambos latía igual de rápido que un caballo desembocado y sus respiraciones se mantenían algo agitadas, sin embargo, era por razones completamente distintas: Hanna, de alguna u otra forma, se sentía sucia, como si hubiese desobedecido una regla y aquello le hubiese gustado, Jason, por otro lado, comprobó la teoría que le venía machacando el cerebro desde hace días, la castaña hacia que todo se sintiera diferente, las risas, el dolor, la felicidad y ahora, los besos.

Sí estaba enamorado.

— ¿Por qué? — susurró apartando la mirada.

— Porque te amo, Hanna — contestó sin titubeos — y porque no podía irme dejando las cosas como estaban. Soy un cabrón con todos pero contigo me fue imposible...

— Te odio — murmuró con los ojos rojos y cristalizados pero sin derramar ninguna lágrima, la función estaba por comenzar.

La cara de Jason se desfiguró por completo y sintió una fuerte presión en el pecho que acabó con su aire.

— Te odio por llegar a mi vida y hacer que te quisiera más que a cualquiera en la mansión — continuó —, te odio por hacerme tener altibajos, por hacerme dudar de mis principios, de lo que quiero, te odio muchísimo por ir allá completamente solo y sin saber si volverás — sollozó pero las lágrimas no se escapan —. Te odio porque me hiciste amarte, Jason.

Ambos se miraron fijamente por interminables segundos, sin saber muy bien cómo continuar esa conversación.

— Voy a volver — habló — prometo que volveré.

— ¿Puedo confiar en que eso es cierto? — cuestionó, sin demostrar del todo la enorme luz de esperanza que se instaló en su pecho.

— Nunca te mentiría, cosita — afirmó, tomando sus manos entre las de él hasta acercarlas a sus labios —. Cuando vuelva, quiero arreglar cualquier problema contigo para por fin hacer lo que siempre quise.

— ¿Qué cosa?

— Amarte — susurró pegando sus frentes, absorbiendo gusto el aroma que desprendía Hanna —. Amarte como se debe, sin restricciones, sin problemas, sin mentiras, sin cualquier estúpido problema que me ha detenido hasta ahora. Solo necesito saber algo.

— ¿Humm? — como Jason la dejó sin aire y bastante sorprendida, apenas y con mucho esfuerzo, logró formular aquel sonido.

— ¿Estarías dispuesta a estar con alguien como yo? — murmuró muy bajo, como si temiera oír la respuesta.

Y ahora, le tocó sonreír a ella.

— Toda la vida, por siempre, sin dudarlo un segundo — negó con la cabeza extasiada y tomó su rostro entre sus manos, volviendo a unir sus labios de una manera dulce, con inocencia.

Cuando se separaron, Jason miró su reloj e hizo una mueca bastante pronunciada.

— Me tengo que ir cosita, la última junta está por empezar.

— Tengo cuidado. Por favor, no me importa si algo le pasa a Gotham, si no puedes con ellos, escapa.

La preocupación que hacía denotar en su voz, le acarició con dulzura el corazón a Todd. Besó su frente, prolongado el tiempo un poco más de lo que necesitaba.

— Voy a volver, cariño, de eso no hay duda.

Y salió del camerino sin dar vuelta atrás porque sabía que sí la daba, se arrepentiría de irse. 

Hanna se quedó allí, estática, en completo shock por lo que acababa de pasar y una pequeña parte de ella sintió un vacío por el "abandono" que estaba sufriendo. Sin embargo, allí seguía la esperanza.

Unos pequeños segundos después de que Jason abandonara la habitación, tocaron la puerta y la castaña susurró un "adelante" apenas perceptible para el oído humano.

La cabellera anaranjada de Axel  y sus bellísimos ojos púrpuras hicieron aparición en el camerino.

Sonrió al ver a su compañera y su corazón se aceleró minusiodamente.

— ¿Lista? — preguntó mostrando las garras que el equipo de maquillaje acababa de perfeccionar. Su vista se paseó por el lugar y se detuvo un segundo en el enorme ramo de flores que permanecía en una mesa —... ¿De quién es eso?

Hanna reaccionó ante su pequeño gruñido y dió un ligero respingo.

— Uh... De un amigo — murmuró mordiéndose el labio con una sonrisa de adolescente de enamorada y el chico no lo pasó por desapercibido pero no comentó nada al respecto.

— Ah... ¿Te parece si nos vamos? — ella asintió, sin estar convencida por su actitud.

La dejó pasar por delante, como todo buen caballero y cuando cruzó el umbral de la puerta, posicionó una de sus manos en la espalda baja de Hanna, lo miró por un segundo y Axel simplemente sonrió con inocencia, como si aquel tipo de tacto fuera de lo más normal del mundo.

Y por primera vez desde que lo conocía, se sintió extraña, distante e inclusive amenazada por su presencia.

Pero lo dejó pasar.




Por otro lado, el mercenario favorito de los lectores, avanzaba a una velocidad imprudente por la carretera en su motocicleta, gruñendo y maldiciendo a los cuatro vientos por el retraso que tenía; a ese punto, incluso la junta ya podía haber acabado.

Su chaqueta de cuero evitaba que el frío particular de la noche le diera de lleno en las costillas y su respiración algo agitada mantenía el calor dentro del casco.

Pasaba árboles, arbustos e inclusive alguno que otro pino a una gran velocidad, dejándolos atrás como si se tratara de su suspiró fugaz y su existencia fuera borrosa. Con una enorme sonrisa en el rostro, aceleró más, sintiendo la adrenalina inundar su sistema.

— Debes tener mucho cuidado, viejo, hay al menos como veinte personas allí adentro — avisó Roy desde el intercomunicador que Jason llevaba implantado en uno de sus oídos con mucho cuidado.

— El plan es simple, idiota, veo el terreno, les jodo el plan y salgo corriendo como perra loca hacia mi libertad — murmuró intentando sonar confiado.

— Presiento que en cualquier momento alguien va a venir a la Batcave — susurró su amigo, como si fueran palabras prohibidas.

El chico del casco negó con la cabeza divertido, recordando lo emocionado que su compañero estaba cuando bajaron al lugar; parecía niño en jugueteria.

Porque sí, habían propuesto irrumpir en aquel lugar para tener acceso a cámaras, explosivos, vehículos o cualquier cosa que le pudiera servir para disminuir las probabilidades de muerte.

— Todos están en la obra y Alfred ya está reposando en su cama, si él es el único que posiblemente te descubra, te aseguro que por mí no dirá nada e inclusive puede que te traiga galletas — le dió la noticia, saboreando aquella comida con anhelo. 

Antes de que Roy contestara, Jason abrió los ojos al ver una ardilla cruzar la carretera oscura con rapidez, frenó en seco la motocicleta siendo impulsado por la sorpresa e impresión y está se derrapó, incitando al mercenario a tener que saltar para no acabar incrustado bajo su fiel amiga. Rodó por el piso y cuando paró, soltó un gruñido mientras sus ojos se enfocaban en el cielo estrellado.

— ¿Estás bien? Escuché un ruido — al oír la voz del arquero con tal nitidez, sintió un gran alivio al ver que la conexión no se había dañado ni un poco.

— La motocicleta se volcó, la haré a un lado, la voy a ocultar y seguiré el trayecto a pie, ¿Cuánto falta para llegar a la cabaña?

— Cien metros.

Todd soltó un silbido, impresionado con la rapidez con la que había llegada; tal vez exageró un poquito, solo un poquito, con la velocidad a la que iba.

— Te hablo cuando esté cerca, Roy — le avisó después de ocultar tras un arbusto y un montón de ramas el vehículo algo destruído.

— Cuídate mucho, hermano...

— Cuando vuelva, comeremos pizza y nos reiremos de lo cagados del miedo que estábamos, viejo, no te preocupes por mí.

A medida que se adentraba al bosque y dejaba la carretera atrás, en su interior se instalaba una extraña sensación de inquietud, como si algo fuera a salir rotundamente mal. Tragó en seco y siguió pisando con cuidado, para que sus botas gruesas y oscuras no delataran su persona bajo el crujir de las ramas y hojas secas.

Entonces, bajo un momento de silencio sepulcral, la risa del payaso resonó a lo lejos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro