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- Me voy - sentenció la castaña al día siguiente muy acelerada por todo lo que había supuesto a noche. Ni siquiera había dormido.

- Sigo insistiendo que deberías de decirnos a dónde - gruñó Tim, pisando los talones de su amiga por toda la mansión -. ¡ No puedes irte así como así, Hanna! Aparte de que podrías volverte a abrir todas esas heridas, la prensa te va atacar como un depredador a su presa.

- Tienen una investigación de un incendio forestal de por medio, una Wayne que sobrevivió a un accidente no es la gran cosa - gruñó ella, girando rápidamente la cabeza para lanzarle una mirada de advertencia a su amigo antes de colgarse la mochila en los hombros -. No me sigas.

- Oh, claro, como si fuera hacerte caso - contestó rodando los ojos.

- Para eso tengo a Damian, primor - ella sonrió y mágicamente su hermano apareció detrás de Drake, tronando sus nudillos para llamar la atención de su hermanastro.

- ¿Estás de su lado? - gimoteo sorprendido - ¿Sabes qué sucede? ¿A dónde va?

- Esa información es clasificada, risitos - sentenció y lo tomó por la camisa -. Rápido Hanna, no podré contenerlo mucho tiempo antes de que se me ocurra dejarlo en K.O.

La nombrada asintió y salió corriendo de la mansión, dirigiéndose con rapidez hasta donde estratégicamente Damian le había dejado su motocicleta durante la madrugada. Aunque la idea no le gustara nada al menor de los Wayne, sabía que su hermana necesitaba ir por él tanto como necesitaba respirar, era necesario para ella asegurarse de que Jason estaba vivo.

Cuando llegó, quitó con prisa las ramas que impedían que el vehículo quedara a la vista, lo sacó y encendió el motor, alertando a cualquiera que se encontrara dentro de la mansión, echó una mirada furtiva hacia atrás antes de ponerse el casco y sin pensarlo más abrió las rejillas de la entrada principal con el mando de la motocicleta y con el corazón martillando su pecho con fuerza, emprendió el viaje.

Al llegar a la cabaña de ambos, aparcó la motocicleta con toda la velocidad posible, ansiosa a más no poder por encontrarse con Jason, caminó por el sendero y luego tocó la puerta de madera, esperando que Roy o el mismísimo Todd le abrieran la puerta.

Diez segundos.

Treinta.

Un minuto.

Y nada.

Frunció el entrecejo y volvió a tocar, confundida al no recibir respuesta alguna.

- ¡Roy! - gritó alejándose un poco de la entrada y ahuecando su boca con ambas manos - ¡Roy! ¡Soy Hanna!

El sonido de los pájaros de alrededor cantando, fue lo único que le indicó a Hanna que no estaba completamente sola. Gruñendo por atrasar su encuentro, la castaña caminó hasta la parte trasera de la cabaña para escudriñar las ventanas de la cocina y encontró una pequeña puerta escondida entre la maleza mientras iba dando alguno que otro pisotón cargado de furia, su pie chocó contra algo duro y vuala, la entrada quedó al descubierto. La jaló con fuerza y ésta apenas se logró abrir, a rastras, se deslizó por la entrada y caminó por un pequeño túnel con antorchas que daban hasta una escaleras que parecían subir a la primera planta, ignorando por completo una que otra puerta que estaba incrustada en las paredes rocosas del túnel. Ahora esa no era su prioridad.

"¿Por qué no me habrán dicho nada de este lugar?" Se cuestionó tras echarle una última mirada para subir arriba. "Duh, es obvio que tendrían que tener sus propios secretos. Está cabaña es suya, Hanna, no tuya" se respondió negando con la cabeza y se volvió a concentrar en su tarea.

Cuando por fin entró en la casa, casi que quiso reír al darse cuenta de que estaba invadiendo una propiedad ajena sin permiso de los propietarios y mágicamente ella sola se otorgó el honor de poder invadir el lugar a su gusto. Primero registró la cocina, sitio a donde te llevaban las escaleras, después la sala de estar, los baños, el piso de arriba, la habitación de Roy y Jason, llegando a la dolorosa conclusión de que nadie había estado allí desde la noche anterior, tal vez antes de que Hanna fuera a la obra de teatro. La cabaña estaba desolada y eso le partió el alma... Si Roy y Jason no estaban allí, ¿Dónde podrían estar?

Las posibilidades eran escasas, casi inexistentes.

Frustrada, decidió darle una última mirada al cuarto de Todd antes de partir de vuelta a casa.

- ¿Dónde estás, idiota? - preguntó en voz alta cuando abrió la puerta y el olor característico del mercenario inundó sus fosas nasales. Tras ver la cama perfectamente tendida, el tocador y la lámpara de Star Wars impecable, su vista paró en el librero que se abría paso en gran parte de la habitación y algo llamó su atención.

Allí, puesta casi para caerse, el arma favorita de Jason yacía en uno de los muchos estantes llenos de libros bastante diversos.

Y él nunca salía para una misión sin esa jodida arma.

Llena de emoción, se acercó hasta tomarla entre sus dedos y saborear el hecho de que las posibilidades de que hubiera vuelto a casa, lo suficientemente exhausto para dejar el arma allí y luego largarse al hospital, a una guarida o la pizzería de Gotham con su mejor amigo, aumentaron.

- Estás vivo... - jadeó dejando todo en su lugar -. Tienes que estarlo.

Y con el corazón en la palma de la mano decidió irse de allí, con la esperanza de volver mañana por la mañana para comprobar todas sus sopechas. Salió de la cabaña, puso su motocicleta en el camino y la encendió, saliendo a toda velocidad directo hacia su casa.

En el camino, tuvo que frenar en seco algunas veces para no pasarse los altos ya que su mente estaba tan enfrascada en la idea de volver a apretar a Jason entre sus brazos que a veces se le olvidaba que iba a 140 kilómetros por hora en una zona de máximo 60. No estaba decir demás que Hanna era un as conduciendo, sin embargo, nunca estaba de más tener algo de cuidado.

Cuando llegó a la casa, se dió cuenta de que curiosamente no lo había llamado, no le habían mandado mensajes de texto, no se había topado con ningún reportero y tampoco se había encontrado con la vocecita de Alfred en el recibidor para que las rejillas de abrieran.

Curiosa, aparcó la motocicleta y tocó la puerta de la mansión con el casco bajo la axila.

- Alfred... - susurró ella, mirando la cara algo asustada del mayordomo.

- El amo Bruce quiere verla.

" Oh, santas palancas" Pensó alarmada y sintiendo, una vez más en el día, que su corazón se le iba a salir del pecho.

Con las piernas temblorosas, pasó a la mansión y caminó hasta llegar a la sala de estar, donde Tim y Dick permanecía recargados en un de los sofás con los brazos cruzados, Bruce estaba parado en frente de Damian y esté permanecía con la mirada baja y el semblante fruncido.

- Hanna... ¿Dónde estabas? - Preguntó su padre, a sabiendas de que su hija no podía mentirle.

- Fui a ver a Jason... - murmuró bajando la vista un poco pero inmediatamente la subió.

- ¿Y por qué? - inquirió a pesar de ya tener una idea de la respuesta.

- Porque...

- ¿Hicieron una misión sin decirnos nada? - preguntó Tim, interrumpiendo el momento cargado de tensión en el aire, con un tono dolido.

- ¿Les dijiste? - Hanna volteó a ver a su hermano y éste negó con la cabeza, casi ofendido.

- Mi lealtad está contigo.

- ¡No! - gritó Bruce, mirando a su hijo - Se supone que su lealtad está con toda la familia, no solo con tu hermana.

- ¡Somos una puta familia disfuncional y llena de trastornos, Bruce! ¡Acéptalo! ¡Mi hermana es lo más allegado que tengo a algo de verdad! - gruñó con los puños cerrados y el nombrado se hizo ligeramente hacia atrás, herido y asombrado.

- Pero estamos juntos a pesar de los problemas... - murmuró girando sus talones para ver a su hija -. ¿Por qué no nos dijeron de la misión?

Hanna suspiró, todo había terminado así que... ¿Por qué no decirles?

- Cuando fueron a oír lo que el Espantapájaros iba a hablar con alguien en la cabaña después del mensaje de texto que le enviaron a Jason, él destruyó su intercomunicador para que no pudieran oír nada. El Joker planeaba algo grande con el tipo del sombrero y otros más y Jason no quería arriesgarnos a nosotros, era su último trabajo y como tal quería terminarlo solo... El incendio lo causó él cuando fue a desbaratar sus planes...

- Debiste decirnos en cuanto te lo dijo - reprendió Richard pasando al frente -. Hanna, ¡este tipo de cosas no se esconden por más enamorada que estés del idiota de Jason!

- ¡Respeté su decisión! ¿Está bien? ¡Tampoco a mí me gustaba la idea pero Jason es lo suficientemente cabezota para hacerlo de todas formas! - gruñó en respuesta -. ¡No tuve otra alternativa!

- Oh, claro que la tuviste, niña, solo que no quisiste hacerla - disparó de vuelta.

- Ya todo está bien, ¿Okey? ¡Todo acabó!

- Pero no debería haber secretos y lo sabes - habló Tim, enojado.

- Ay, no me jodas - exclamó ella -. Todos en esta familia tienen secretos.

- Pero son personales - atacó Richard y la sala se llenó de un enojo nunca antes visto en la casa, todos se estaban matando con las miradas, resentidos -, ¡No son putos secretos que ponen en riesgo Gotham!

Y antes de que los gritos se alzaran más en la mansión, alguien tocó el timbre.

- Voy - avisó Alfred saliendo disparado de la sala, cansado de los gritos sin razón de todos.

Cuando el mayordomo abrió la puerta, le extrañó no ver a nadie y en su lugar bajó la vista hacia el suelo.

Un casco rojo.

Allí había un casco rojo lleno de rasguños, con una nota a un lado.

- ¿Alfred? - cuestionó Bruce apareciendo detrás de él y con Richard y Tim pisandole los talones.

- Esto... Esto es del amo Jason - susurró él, levantando la nota con los dedos temblorosos.

" Esta vez no necesité a la señorita Palanca, Batsi Bats.

Buena suerte para la próxima Batsi, espero que el próximo en venir seas tú en un caballo blanco"


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