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Y allí, entre sus manos temblorosas, Hanna le sollozaba al casco rojo como si su vida dependiera de ello, derrotada y arrodillada en la sala donde unos minutos atrás estaba discutiendo con su familia como nunca lo había hecho.

- T-Tenemos que encontrarlo... - susurró encargándose de mentirse a ella misma.

No quería aceptar que Jason estaba muerto, no hasta que le tendieran su cuerpo sin vida en las narices.

- No - murmuró Bruce intentando quitarse el enorme peso que de pronto le había caído sobre los hombros. Dejó morir a Jason dos veces, dos veces en las que no pudo hacer nada al respecto... ¿Qué clase de hombre haría eso? ¿Qué clase de héroe? ¿Qué clase de padre...? Se sentía mal, más mal de lo que alguna vez se sintió -. No buscaremos el cuerpo de Jason, ¡Alfred! ¡Las cámaras! Vamos a seguir a quien sea que entregó está cosa - Bramó casi desesperado por hacer algo.

- ¿Qué? - chilló ella y el casco estuvo a punto de resbalarsele de las manos - ¿Cómo que no vamos a buscar a Jason?

- Hija... - la llamó. Todos en la sala estaban callados, abrumados por la repentina noticia -. Jason está muerto y... Lo único que queda por hacer es... vengarlo.

Bruce desvío la vista, recordando a fuego grabado lo que alguna vez el mercenario le reclamó. Ahora que no tenía oportunidad de remendar las cosas con él, al menos intentaría no fallarle más.

- Esto no debería haber pasado - exclamó dolida, cerrando los ojos por un instante.

- Richard, Damian, Tim, sus trajes, los necesito a todos ¡Ahora! - gritó y los mencionados parecieron reaccionar, con la mirada aún conmocionada, salieron corriendo.

- ¡Iré con ustedes! - sentenció Hanna levantándose como pudo, mientras ponía el casco debajo de su axila.

- No, estás castigada - advirtió él, quitándole las esperanzas -. El hecho de que no nos lo dijeras salió muy caro, Hanna... Por el momento es mejor que te quedes en tu habitación.

Y allí cayó en cuenta de que su padre tenía razón, Jason estaba muerto, desaparecido o como sea, pero... Por su culpa, por su ineptitud y su falta de valentía para evitar que el cabezota de Todd fuera a arriesgar su vida, sin protección, sin compañía...

¿Qué había hecho?

- Llegando hablaremos de esto, ¿Está bien? - murmuró Bruce tocándose el puente de la nariz con los ojos cerrados, estresado -. Le diré a Alfred que te prepare la cena antes de irnos.

Salió de la sala, utilizando todas sus fuerzas para no ir a correr y consolar a su pequeña niña, no podía, no tenía las fuerzas ni el tiempo.

Casi indignada, ella dejó que su vista vagara pérdida por un rato y después volvió a mirar ello que tenía entre las manos, acariciando los rasguños.

- Prometiste que volverías - le susurró al casco -, maldito idiota, lo prometiste...

Dejando caer un par de lágrimas más, la castaña se levantó de su lugar y dejó el casco en la mesa de centro, con la chimenea ardiendo en llamas por delante.

- Supongo que tendré que ir por ti...

Y antes de salir de la sala, una enorme, estúpida y loca idea cruzó por su mente, se volvió para ver el casco y casi corriendo se abalanzó contra el para después trotar hasta su habitación, esperando a que su familia se fuera.

.

.

Media hora después, Hanna le echó una última mirada furtiva a su teléfono para asegurarse que había transcurrido el tiempo suficiente como para que la mansión estuviera vacía a excepción del mayordomo y después suspiró, era ahora o nunca.

Tras comprobar que su plan era una completa locura, agarró un puñado de vendas que tenía en su closet y comenzó a cubrir y aplastar su pecho casi por completo hasta que solo quedó una pequeña curva, amarró su cabello para después meterse en un traje bastante parecido al que su familia portaba pero más discreto y ligero, completamente oscuro. Tragando en seco, agarró el casco que descansaba en su tocador y tras echarse una última mirada en el espejo, se encaminó vacilante hasta el cuarto que ocupaba Todd en la mansión de vez en cuando.

Una vez dentro, no perdió tiempo y rebuscó entre las cosas de Jason al menos un solo traje de Red Hood.

- Debes tener otro por aquí, Jason - murmuro completamente sumida dentro de uno de los cajones, rebuscando y rebuscando entre todas las pertenencias del mercenario.

- ¿Está buscando esto, señorita? - la voz de Alfred resonó en la habitación vacía y la castaña no atinó en moverse, se quedó helada.

- Al-Alfredito... - susurró girando su cabeza con muchísima lentitud, la espera de un enorme regaño por su parte, en cambio, obtuvo una enorme sorpresa al descubrir al mayordomo con el traje entre sus manos - ¿Qué está pasando aquí?

- Pensé que necesitaría una mano para conseguir lo que quiere - el hombre sonrió y Hanna no logró evitar brincar para echarse a correr y robarle una enorme abrazo -. Solo no haga cosas que puedan perjudicar al amo, ni sus hermanos, señorita, somos una familia y como tal tenemos que ignorar las reglas - confundida, fruncí el entrecejo -. Por eso la entiendo, por eso la ayudo.

Cuando las piezas de sus palabras terminaron de encajar en mi cabeza, asentí agradecida.

- Traeré de vuelta a casa a todos - murmuró recalcando la última palabra con un pinchazo en el pecho -. Te lo prometo, Alfred.

- Mi fé siempre ha estado puesta en un usted, señorita, sé que no me va a defraudar.

Hanna se mordió el labio y asintió, decidida a cumplir la promesa.

- Ahora, si me disculpa, el gato Pennyworth se perdió, tengo que buscarlo antes de que el amo Damian llegue.

Hanna se dirigió a la Batcomputer y revisó las cámaras a total detalle, sin perder de vista ni un segundo las últimas dos horas que había transcurrido. Ante su necesidad, el mundo pareció sonreírle y descubrió rápidamente que su padre había seguido a un camión junto con sus hermanos hasta llegar a lo que parecía ser una bodega.

Llena de miedo tragó en seco y se dirigió allí.

Estacionó la motocicleta de Damian un poco más lejos de lo que debería y la escondió con una gran lona completamente oscura, trepó hasta llegar el techo y de allí se desplazó con agilidad hasta estar en el techo de la bodega, justo encima de la entrada donde un par de hombres con máscaras de payaso montaban guardia.

- El jefe pidió que el Acertijo tuviera acceso a "La fiesta del té" en cuanto estuviera lista - informó uno, mirando a su compañero.

- También el Espantapájaros y el Sombrero - completó -. No lo sé viejo, no me pinta bien está cosa que están planeando...

- Tal vez si trabajamos para ellos nos dejen vivir...

- Estarás idiota, ¡Son villanos! Ellos nunca harían algo así aunque les lavaras las botas con tu lengua.

Hanna rodó los ojos ante la discusión que los guardias comenzarían y decidió que lo mejor era noquearlos sin que supieran qué los golpeó. Antes de bajar, intentó calmar a su corazón despistado e hizo lo posible por aclarar su mente. Siempre pensó, desde que su entrenamiento inició, que su primer misión sería al lado de su familia, portando orgullosa el manto de BatGirl mientras Sthep salía del coma.

Nunca se imaginó que, ante la cruda realidad, su primera misión sería sin autorización, con el corazón destrozado y portando el manto de Red Hood como una despedida para el hombre de quien se enamoró.

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