Asthur

Puedo escuchar mi corazón acelerado, pero el de Alice está en tanta calma. Retumba con normalidad. Me mira seria, allí parada, ofreciéndose como nada. Me parece muy curioso que una presa se entregue sola a sufrir o siquiera a morir. No está viendo la gravedad de sus acciones, no obstante, eso demuestra que se han aprovechado de ella, infinidad de veces.

¿Qué es esta sensación que surge en mí de querer protegerla? ¿Qué clase de hechizo es este? Me siento asqueado.

Mis dedos pasan a través de su cuero cabelludo mientras se sostiene de mis hombros y su boca está tan cerca de la mía.

―No eres consciente de lo mucho que me embriaga tu aroma.

―Lo soy ―expresa de manera suave―. Por eso lo hago.

Sonrío.

―No tienes una idea de lo que estás ofreciendo.

―Siempre puedo cantar ―susurra.

Se estremece cuando la agarro de la cintura y la siento en mi regazo.

―A ver, cántame ―murmuro, olfateando su cuello.

Cierra los ojos.

―Solo lo hago para mí.

―Me dijiste que podía hacer lo que quiera, deseo oírte cantar.

Traga saliva y abre despacio la boca, canta en un tono muy bajo mientras su cuerpo tirita. No la entiendo, definitivamente, algo bloquea la letra. No creo que se esté inventando otro idioma. Igual, su voz es linda.

Quiero morderla, pero no lo haré. Ni siquiera sé qué es lo que estoy planeando mientras la sostengo, pero la abrazo y se estremece, aun así, continúa cantando. Luego me deleito con su aroma, así que también cierro los ojos.

Pasamos un rato así, con ella sentada en mi regazo y cantándome. Qué cursi y humillado me siento. Si me vieran otros demonios se burlarían de mí. La llamarían "comida podrida" y yo sería el hazmerreír de todos, sin embargo, casi que lo olvido, sintiendo su bella fragancia.

Alice

¿Qué se supone que estamos haciendo? Pensé que me atacaría, ya sea por alimentarse o de manera sexual, pero estamos abrazados mientras canto. ¿Será un fetiche? Quizás estoy teniendo alguna alucinación. Igual esta pose es algo subida de tono. Sentarme sobre Asthur, de frente hacia él, abierta de piernas, se podría malinterpretar y, aun así, solo estamos abrazados. ¿Mis intenciones se fueron por el desagüe? ¿Qué le voy a decir cuando me suelte? ¿Obtuvo lo que quería o está jugando conmigo? No comprendo nada.

―Ya te encontré una utilidad ―murmura en mi oreja.

Abro los ojos, despacio.

―¿Cuál?

―Aromatizar el ambiente.

¿Eso es una utilidad?

―¿A qué te refieres? ―Quedo confundida―. Tienes ideas muy extrañas.

Se ríe, me agarra de la cintura y me saca de sobre él, para levantarse de la silla. Me acecha como un animal, cuando camina alrededor de mí. Me sobresalto cuando me abraza por detrás, entonces vuelve a oler mi cuello. Parece que es algo que le fascina.

―Tu aroma me levanta el ánimo. ―Y otras cosas seguro―. Así que será mejor mantenerte limpia.

―Bueno, me dejas usar tu baño, así que...

―Arreglaremos tu manera de vivir aquí, no puedes dormir en la suciedad y hay que comprarte ropa, dos prendas no son suficientes.

Mi corazón retumba con fuerza, es la oportunidad que buscaba.

―¿Me llevarás de compras? ―consulto.

Se ríe otra vez, sus dedos pasan entre mi cuello y barbilla.

―Quizás lo sabes, pero percibo tus emociones y pensamientos, sé qué tuviste la sensación de triunfo. ¿Piensas huir?, ¿cómo podrías? ―Trago saliva, luego gimo cuando apoya sus labios en mi piel―. Me pones en un enredo, pero no puedes engañarme ni mentirme.

Me giro, despacio, entonces nuestras miradas se encuentran y nuestras bocas están a centímetros.

―Me pondrás un colchón nuevo o me llevarás a tu cuarto ―cambio de tema.

Sonríe.

―Qué astuta.

―Mi oferta sigue en pie ―digo, seria.

―Y la voy a usar, pero no de la manera que piensas.

¿Voy a cantar otra vez? Qué fiasco de secuestrador, así no puedo obtener ninguna ventaja sobre él. Me ha salido todo al revés. Al parecer, debo tener muy mala fortuna con los demonios. Quizás los humanos somos más tontos.