Capítulo 37

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POV ABIGAIL:

Apenas me doy cuenta cuando Samuel estaciona en frente de mi casa, resulta que después del almuerzo me domina el agotamiento, otra de las razones de estar esperando bebés... aumenta el hambre y agotamiento al doble. Mi novio baja del auto y da la vuelta para ayudarme a bajar y entrar a casa para descansar en compañía.
Al abrir la puerta y entrar noto algo extraño, parece como si la casa hubiese sido ocupada después de que me fuera esta mañana e incluso me parece sospechoso que mi empleada del servicio no se encuentre, parece como si algún intruso hubiese entrado... sin embargo todo está en orden y en su lugar habitual; no me fío, camino hasta el salón y me llevo un susto al ver a todos los chicos, (ahora incluidos Charles y Alex) parados expectantes con un gran letrero que dice: "Bienvenidos al Baby Shower" y todo alrededor decorado en tonos azul y rosa, la mesa de comedor está llena de pasabocas y diferentes refrescos según el gusto de cada uno.

Admito que no me esperaba esto, con tantas cosas en la cabeza no se me había pasado ni siquiera por los pensamientos el que los chicos fueran a organizarme pronto el baby shower. Estoy agradecida por los grandiosos amigos que tengo, ellos siempre están pendientes de cada cosa por mínima que sea y si estás atravesando un mal momento, te hacen saber y te demuestran que están ahí para ayudarte en lo que necesites, que están dispuestos a hacer lo que sea por tu bienestar. Son incondicionales y amigos como ellos vale la pena conservar, pues son más valiosos que el oro y aún que mil tesoros.

— ¡Chicos, no sé cómo agradecerles por todo esto!—Las lágrimas comienzan a brotar dejando ver mi sensibilidad característica del embarazo, especialmente en estos últimos meses.

— No tienes que hacerlo, cada uno de nosotros está ansioso por la llegada de nuestros sobrinos. ¿Has pensado nombres? porque tengo una lista larguísima que Charlie y yo hicimos juntos por si necesitas ideas.

— Si, ya los tenemos. Samuel y yo estuvimos pensando en los nombres el otro día; escogimos Jane y Troy, aunque... estamos abiertos a sugerencias—Les contesto con una gran sonrisa.

— ¿Cómo te has sentido hoy Abi?—Me pregunta Emma desde el otro extremo de la sala.

— Pues ha sido un día muy especial... la he pasado muy bien.

— Pues me alegro porque la celebración no ha comenzado aún.

Y la rubia no se equivocaba, las siguientes horas la pasamos entre juegos de mesa, comida, risas y bromas. Cuando comienza a caer la tarde llega la hora de abrir los presentes, por lo que tomo asiento en el gran sofá de la sala y separo levemente mis piernas para que el peso de mi vientre repose en ellas.

— ¡Nosotros queremos empezar!—Dicen Alex y Charlie emocionados—. Queremos agregar que ninguno envolvió los regalos por distintas razones: primero, Porque la mayoría son muy grandes y hay que ahorrar papel para cuidar el medio ambiente—Dicen como si fuera lo más obvio del mundo—. segundo, porque nos dio pereza, pero no es una buena razón...—Ambos sonríen cómplices—. Por lo que simplemente te llevaremos a la habitación que será de los bebés, donde están todos los regalos acomodados para que puedas verlos.

— Esto es algo... ¿extraño?, ¿no creen?—Les interrogo.

— Lo sabemos querida, pero ¿desde cuando crees que somos "ordinarios"? además estuvimos discutiéndolo mucho y concordamos que si seguíamos la rutina tradicional de descubrir cada obsequio por separado solo perderíamos tiempo y después de un rato tu te cansarías bastante. Créeme querida cuando te digo que tienes que ahorrar muchas energías para los próximos miembros de la familia—Culmina Alex al tiempo que acaricia mi vientre cariñosamente.

No me queda de otra que seguir su juego, por lo que me tapan los ojos con una venda y con ayuda de Samuel logro llegar a la dichosa habitación.

— ¿Lista Abi? ¿estás emocionada?—Pregunta Clarisse ansiosa.

— ¡Si, lo estoy!—Sonrío nerviosa, lo cierto es que me muero por ver los detalles—. Y parece que no soy la única—Me llevo una mano a mi barriguita y siento a los bebés que no paran de moverse en mí.

— Tres...—Cuenta Charlie.

— Dos...—Le sigue Adam.

— Uno—Culmina Samuel susurrándome en el oído.

— ¡Abre los ojos!—Gritan todos.

Observo detalladamente toda la habitación y me sorprendo de la gran cantidad de objetos que se encuentran en el, comienzo a caminar percatándome de cada detalle para luego escuchar la explicación de los chicos sobre quién ha sido el responsable de cada regalo.

Clarisse dice que me ha obsequiado una máquina para calentar y preparar biberones de una forma más rápida y teniendo en cuenta que son dos pequeñines, me facilitará mucho la tarea de alimentarlos, aunque los primeros meses de vida quiero amamantarlos por el vínculo que se genera y los beneficios que tiene en la salud de los bebés; aparte también me ha regalado un kit de herramientas médicas especiales para poder chequear continuamente la salud de los bebés sin necesidad de una continua visita médica, aunque de vez en cuando sea necesario ir a ver a un profesional.
Dominic ha instalado a lo largo de mi casa una serie de cámaras y controladores de sonido que nos servirán para monitorear a los niños y cuidarlos cuando crezcan, junto con una exagerada cantidad de paquetes de pañales que nos durarán alrededor de un año y medio.
Sakura escogió un par de mecedoras blancas a juego con dos cunas decoradas acorde a un niño y una niña. Adam nos obsequió varias prendas y zapatos tanto de niño como de niña y dos osos de peluche gigantes.
Sigo con el de Emma que se basa en un kit de chupas y biberones junto con dos gimnasios para bebé, los cuales ayudan para su estimulación; James por su parte ha optado por caminadores y otros juguetes que ayudan a la capacidad motora.
Charles y Alex compraron dos autos a control remoto para cuando los bebés tengan ocho meses y por último mi esposo se encargó  de los elementos de aseo, la bañera, la leche y los coches para pasear a cada uno.

Los chicos me ayudan a volver a dejar todo en orden, para consiguiente bajar a tomar la merienda que han preparado. Después de la gran comilona seguimos con la recreación y esta vez Emma ha planeado pintar sobre mi vientre; ella comienza a preparar las herramientas para tal labor y yo subo a mi habitación para cambiarme por una prenda mas cómoda que facilite su tarea.

Busco en mi armario un short con una blusa suelta junto con unas cómodas sandalias, recojo mi cabello en una coleta alta y retoco mi maquillaje.
El cansancio comienza a pasarme factura y ya es habitual que entre más avanza el día, el dolor de mi espalda se concentre cada vez más. El festín se extiende hasta la noche y después de la cena los chicos se retiran uno por uno, dejándonos a Samuel y a mí solos.

— Fue muy especial lo que todos ustedes planearon para mi—Le comento a Sam mientras me acurruco junto a él en el sillón.

— Todos los chicos han sido muy especiales con nosotros en cuanto se enteraron de la noticia y puedo decir que también desde que nos conocimos son muy buenos amigos.

— Eso es cierto, prácticamente son como los tíos de mis criaturitas.

— Nuestras criaturitas—Corrige—. ¿quieres que te lleve a la cama para que descanses?

— No, yo puedo...—Me levanto con cuidado, en ese momento uno de los bebés patea con fuerza  y yo me retuerzo del dolor.

— Amor déjame ayudarte—No hago repulsa ante su ayuda, él me toma en brazos y me deja en la cama como lo prometió. Toma una manta y me cubre, yo le sonrío en agradecimiento.

— ¿Te irás ya?

— Es lo más conveniente, tú debes descansar. Mañana vendré por ti para que salgamos a dar un paseo o lo que a ti te parezca bien, también estaba pensando ir a comprar algunas cosas para los chicos.

— Me parece buena idea, llámame para confirmar la hora—Sam asiente y luego se marcha.

Me quedo mirando un rato mi celular, curioseando en las redes sociales intentando que el sueño me venza, hasta que recibo una llamada de mis padres y por lo que veo será para una larga charla.
Mi madre comienza a preguntarme cuándo haré el Baby Shower y cuando le explico que mis amigos lo habían planeado hoy por mí, casi le da un infarto y se indigna de inmediato por no haberla tenido en cuenta; un par de disculpas después acepta, no sin antes recalcar que mañana o pasado mañana ella y papá  traerán los regalos que le compraron a sus nietos. Después pasa al teléfono mi padre y comienza a comentarme cómo ha ido su trabajo en el hospital y la nostalgia surge en mí. Muchas veces me pregunto si después podré continuar mis estudios... no sólo lo dudo por los chicos, sino porque quiero dedicar mi tiempo a ellos, no quiero ser una mamá que siempre esté ausente.
Asiento a cada cosa que dice, más no presto mucha atención; sigo sumida en mis pensamientos hasta que la llamada se corta. Cuelgo el teléfono y el sueño por fin el sueño viene a mí.

...

La masa se dora lentamente y mientras espero preparo un delicioso jugo de naranja.

— ¡Ab! ¡Ab!—Mi pequeña hermana me llama desde su silla y alza su brazo en mi dirección.

— ¿Que quieres Lu?—Me acerco a ella con el puré de frutas en mis manos.

— ¡Ab!

— ¿Quieres que te cargue?

— ¡Shi!—Sonríe contenta.

Me agacho con cuidado para tomarla en brazos y la posiciono en mi pecho, ella está más que contenta de estar en mis brazos y yo feliz de pasar un momento amena con ella. De repente un olor como a algo que se quema me saca de este feliz momento y vuelvo a dejar a Lu sentada en su silla especial mientras que voy a revisar que todo vaya en orden en la cocina, afortunadamente he logrado rescatar las tortillas que he preparado para mí; apago el fogón, saco las tortillas y las pongo en un plato, tomo el jugo y mi desayuno para ir a sentarme en la mesa junto a mi pequeña hermana.

— Ahora si pequeña, hora de tu desayuno— Ella sonríe tiernamente y yo acerco una silla de tal manera que quedemos frente a frente para poder darle su comida.

Lucy come su compota de frutas disfrutando cada bocado y cuando termina la dejo en su tapete de juego que he puesto en la sala para estarla vigilando y proceder a comer mi desayuno tranquilamente. El celular que se encuentra a mi lado comienza a sonar informando una llamada de mi novio, contesto.

<< ¿Sam?>>

<< Amor... ¿has pensado en lo que te he dicho ayer antes de irme?>>

<< Sí y me encantaría, el problema es que tengo que cuidar a Lu hoy.>>

<< No le veo problema, podemos llevarnos con nosotros a mi pequeña cuñada.>>

<< ¿En verdad no te molesta?>>

<< Claro que no, tus hermanas me caen de lo más bien. Además es buena idea salir en plan familia.>>

<< Okay... ¿a qué horas y en dónde nos vemos?>>

<<Ni pienses que te dejaré conducir... yo pasaré por ustedes dentro de una hora.>>

<< Pero yo...>>

<< Tú nada, no conducirás.>>

No protesto más y cuelgo la llamada para ir a organizar a Lucy. Baño a mi hermana y luego la visto con un conjunto rosa que hace poco le había comprado, dejo a la niña jugando en mi cama con sus juguetes y me voy a dar una ducha rápida para luego vestirme lo mas ligeramente posible. Mi atuendo consiste en un pantalón ancho de color blanco, una blusa holgada color azul marino y unos zapatos del mismo color de esta.

En la pañalera guardo las cosas esenciales para mi hermana, pañales, el termo con su leche, compotas y su manta por si le da frío; el clima acá en Londres suele ser muy bipolar y es mejor estar preparado para cualquier cosa.

Samuel no tarda mucho en llegar y me ayuda a pasar la silla especial de Lucy para su auto, acomoda a la pequeña y se cerciora de ponerle bien el cinturón; yo dejo la mochila con todo lo que necesito en la parte de atrás y me subo al auto para ponernos en marcha, Sam termina de acomodar a mi hermana y ocupa el asiento de piloto para al fin emprender el camino.

— Ahora sí, hola mi vida—Me da un casto beso en los labios antes de comenzar a conducir —. ¿Cómo están nuestros bebés?—Pregunta mientras retrocede para salir del garaje, cuando lo logra vuelve a echarme un vistazo.

— Están más que bien, últimamente han estado más calmados y considerados con su madre. Espero que ahora no les de la racha y me hagan quedar mal por haberlo dicho—Sam se limita a sonreír.

Terminamos escogiendo un centro comercial ubicado cerca de la zona en dónde viven Clari y Dominic, la verdad es que me gusta mucho esa zona de la ciudad porque es muy organizada, bonita y tranquila.

Apenas Samuel estaciona el auto me bajo para sacar a Lu, Samuel baja la mochila y carga a mi hermanita para que yo no tenga que hacer mayor esfuerzo; éste hombre siempre tan atento de mí, es todo un amor.
Subimos en la escalera eléctrica hasta el segundo nivel donde se encuentran las tiendas de bebé que son nuestras favoritas.

En realidad creo que me emocioné bastante porque tenemos en total diez bolsas llenas de ropa de bebé, mantas, peluches, cepillos y demás cosas para nuestros pequeños; a esto sumemos que compramos otras dos bolsas con regalos para mis dos hermanas.

Samuel me deja sentada con Lu en un restaurante que elegimos para almorzar, mientras va a dejar las bolsas de compra en el auto. Mientras regresa reviso el menú para elegir mi almuerzo y Lucy me mira atenta desde su silla.

— ¿Tienes hambre?—Asiente —. Entonces ordenaré primero tu comida.

Le hago una seña al camarero y él viene enseguida con su libreta.

— ¿Ordenarán ya?

— Esperaré a mi pareja, pero quiero ordenar primero para la niña.

— Por supuesto, ¿qué desea?

— Una sopa de champiñones pequeña y puré de zanahorias, por favor—El joven camarero asiente y se retira.

Samuel entra de nuevo al restaurante y se sienta a mi lado, su cara luce iluminada y radiante.

— ¿Has ordenado ya?

— No aún, estaba esperándote, pero si que he ordenado lo de Lucy.

— Muy bien... entonces pensemos en lo que ordenaremos nosotros—Se acerca a Lucy y le reparte caricias.

— ¡Sucia, sucia!—Exclama la pequeña con carita de asco.

— ¿Tienes el pañal sucio?—Le pregunto.

— ¡Shi!—Me dice. Me levanto con gran esfuerzo de la silla y el peso de mi vientre me hace caer nuevamente sobre mi asiento.

— ¿Estás bien amor?—Interviene Sam.

— Si, sólo que a veces olvido el impresionante tamaño de mi barriga.

Intento incorporarme nuevamente y esta vez lo logro, tomo a la niña en brazos, voy con ella hasta el baño cercano y le cambio el pañal sucio por un limpio; luego vuelvo a tomarla en brazos, boto en la basura el pañal sucio, tomo la pañalera para ponérmela en el hombro y salimos de allí.

Mientras camino de vuelta al restaurante, siento de nuevo el dolor en la parte baja de mi abdomen y cómo uno de los bebés se mueve de manera brusca, busco inmediatamente una banca donde pueda descansar por unos segundos mientras recupero el aliento y estabilizo  mi peso. Mi hermana me mira preocupada, lo cual me invita a calmarla y explicarle un poco, por lo menos hasta donde su leve conocimiento le permita.

Una vez ya me siento con fuerzas para continuar, me levanto con cuidado y vuelvo a restaurante; mi novio se levanta de su silla de inmediato para ayudarme con la niña y la acomoda en su silla para niños de seis meses a dos años. Al sentarme en la mesa reparo que nuestro pedido ya se encuentra allí y podemos comenzar a disfrutarlo, no obstante, prefiero darle primero de comer a la pequeña.

— ¡Hambe!—Exclama la pequeña mirando mi plato con ganas.

— Yo sé que tienes hambre, por eso te daré la comida primero—La pequeña sonríe feliz.

Comienzo con la sopa, se la doy cucharada tras cucharada hasta que ya no queda más en el plato. Samuel, que ya había terminado su almuerzo, me ayuda a darle el puré de zanahoria  para que yo pueda empezar a comer.

Cuando ya estamos satisfechos pagamos la cuenta y salimos del restaurante para dar una última vuelta al mall por si mi hermana se antojaba de algo más y para comprar algunas prendas para Samuel y para mí. Media hora después todos estamos agotados y con ganas de marcharnos, cosa que hacemos.

Dejamos a la pequeña en casa de mis padres, al final terminamos quedándonos una hora haciéndoles la visita y mostrándoles algunas cosas que compramos para los bebés; ellos nos entregan los regalos que también les habían comprado y tomamos el té.

Al caer la noche me siento completamente agotada, me excuso con mis padres y le pido a Samuel que me lleve a casa; él inmediatamente obedece mis órdenes y nos marchamos. En el camino no para de hablar sobre lo emocionado que está por la llegada de los gemelos y todos los planes que quiere que hagamos en familia, yo no puedo estar más feliz de escucharlo atenta y compartir uno que otro comentario.

Ahora, acostada en mi cama, no paro de pensar en el grandioso día que pasé con el padre de mis hijos y las ansias que tengo de poco a poco ir descubriendo qué deparará el destino; lastimosamente tendré que esperar, pero estoy segura de que vale la pena y que... aunque he cometido errores en mi vida, he aprendido de ellos, me he hecho más fuerte y no me arrepiento porque cada uno de ellos me han dejado algo bueno que sacar a partir de ello.


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