Capítulo 13

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Esa noche, Taehyung descubrió que la comida coreana que el pelinegro había preparado, probablemente era el alimento de los dioses y merecía todos los elogios que Jungkook continuamente le daba. No es que él no comiese o hubiera probado la comida coreana en alguna ocasión, pero al haber nacido allí y no tener muchas personas a su alrededor que abrazasen su cultura, no tuvo la misma oportunidad que el doctor para realmente sumergirse en la cultura de la cual es procedente.

Aprendió muchas otras cosas, la mayoría de ellas triviales, pero cualquier información que Jungkook compartiera sobre su vida personal siempre era bienvenida a los ojos del detective. Prefería comer con palillos, especialmente en casa, y tenía que estar muy atento a lo que comía porque le resultaba demasiado fácil engordar. Su madre había sido una excelente cocinera, nunca se había molestado con las recetas, no necesitaba medir o pesar los alimentos, un talento que claramente se había saltado generaciones. Jungkook compartía todos esos retazos de su vida con una sonrisa irónica.

Antes de cruzar el Pacífico, su padre era dueño de un balneario de aguas termales en Corea. Ellos vivían en una pequeña ciudad portuaria junto al mar, donde un palacio se alzaba sobre una montaña con su mampostería saliendo directamente del agua, como si su foso fuera todo el océano. Le habló de las rústicas construcciones de maderas también, le comentó de costumbres que hasta el momento él no había escuchado. Taehyung se preguntaba cómo era posible saber tan poco de la tierra donde sus abuelos y, — hasta donde tiene entendido, —padres también habían nacido. Para alguien que nunca había puesto un pie en el lugar, cada anécdota le parecía maravillosa, podría haber incluso considerado descuidadamente dejar atrás esa ciudad y aventurarse a ver esa pequeña ciudad portuaria por sí mismo.

Sin embargo, esa no fue la revelación más interesante que la noche tuvo para ofrecer, como pronto descubrió. Desde el apartamento, les tomó unos cinco minutos caminar hasta el lago que adornaba el Parque Principal, ese que se había congelado durante el invierno. Jungkook lo condujo allí con un par de sus propios patines colgados del hombro, y el detective hizo todo lo posible por ocultar su sorpresa.

Hacía más frío de lo que se había pronosticado esa noche, lo suficientemente frío como para que no hubiera tanta gente patinando. El pelinegro parecía muy complacido con esto, diciendo algo acerca de cómo las multitudes de otros patinadores eran una molestia; él no solía ir a lugares como ese hasta altas horas de la noche, precisamente para evitar a las personas. Por su parte, Taehyung agradeció la inexistente fila para conseguir los mejores patines que ofrecían. En una sociedad que le obligaba a utilizar zapatos cerrados todo el tiempo, él amaba poder llegar a su casa y caminar descalzo o colocarse algunas pantuflas. Esa era una de las razones por la cual el detective se tomaba bastante tiempo para escoger zapatos lo suficientemente cómodos.

— ¿Vienes aquí a menudo? — Indagaba el peligrís, aunque solo prestaba vagamente atención mientras se ataba los patines.

— No aquí específicamente. Hay una pista más cerca de donde vivo, supongo que visito es sitio con bastante frecuencia. Especialmente ahora, cuando... — Jungkook se apagó, y Taehyung apenas recordaba la primera parte de su oración. Cuando levantó la cabeza y esperó a que continuara, Jungkook negó con la cabeza, ansiosamente tomó su mano y lo llevó al hielo. — De todos modos, eso no es importante. ¿Te sorprende?

— Un poco. Siempre imaginé que tu tiempo de inactividad consistía en sentarte cerca de alguna chimenea a leer y desconectarte del mundo.

— También hay mucho de eso. — Sonrió, pero fue una sonrisa casi imperceptible a ojos ajenos.

Taehyung lo soltó tentativamente una vez que estuvieron lejos de la orilla del lago, juraba que solo la memoria muscular lo mantuvo erguido, evitando que su trasero tuviese un encuentro fortuito con el hielo. ¿Cuántos años habían pasado desde la última vez que patinó?

¿Había sido con su mamá? Dios, a veces apenas la podía recordar a ella, se sentía como si eso hubiese sucedido siglos atrás.

Patinaron juntos a lo largo del perímetro del lago. Incluso después de años de no haber tocado unos patines, Taehyung se alegraba de poder más o menos seguirle el ritmo al doctor. Volvió a comprobar algo que había notado, Jungkook no solamente parecía tener una buena forma física, su desempeño era el de alguien bastante activo en cuanto a deporte y ejercicios se trataba. Su resistencia, la destreza de sus movimientos, sus notables músculos cada vez que la tela del pantalón se ceñía a sus muslos, todo apuntaba a lo mismo.

Observando, admiraba la elegante línea de sus extremidades y la longitud de su bufanda arrastrándose detrás de él mientras se movía, el viento azotando su cabello y la pura serenidad en su rostro. No pudo evitar preguntarse si Jungkook se estaba conteniendo por su bien, sin mostrar sus verdaderas capacidades físicas mientras patinaban.

— ¿Cuándo empezaste a patinar?

— Cuando tenía siete años. — Al tomarse un momento para recuperar el aliento, Jungkook colocó una mano en el hombro del detective para mantener el equilibrio mientras inspeccionaba la hoja de su patín opuesto. — Había un estanque detrás de... detrás de nuestra casa. Los adultos realmente no querían que nos acercáramos a ese estanque, especialmente en el invierno. Pero mis amigos y yo nos escabullíamos cada vez que podíamos.

Ladeando la comisura de sus labios, Taehyung trató de evocar una imagen en su cabeza, la de un Jeon de siete años patinando tentativamente, cayendo sobre el hielo y levantándose de nuevo.

— ¿No fue eso peligroso?

— ¿En retrospectiva? Absolutamente.— Se rio. — Pero valió la pena, creo. Al menos pensamos que lo valía en ese momento. Ayudó mucho.

— ¿En qué sentido?

— De la misma manera que ayuda ahora. — Finalmente, soltó el hombro de Taehyung y se alejó patinando, poniendo unos pocos pies de distancia entre ellos, dejándolo repentinamente deseando el peso de su mano. — El aire frío, el esfuerzo, la cantidad no trivial de concentración que necesitas para mantenerte erguido, incluso si has estado haciendo esto durante años... Me parece que ayuda a despejar la mente, cuando hay demasiada gente ahí arriba murmurándote diferentes cosas. ¿Lo considerarías tal vez como una actividad para ti?

—Yo... Supongo que lo pensaré.

No se hicieron promesas, pero Jungkook parecía lo suficientemente satisfecho con eso. Hizo varios movimientos, dibujando un gran '8' en el hielo con sus cuchillas, antes de patinar hasta detenerse al lado del peligrís. Fue entonces que Taehyung pudo recordar algo.

— Dime algo, el número de teléfono de tu oficina es casi todo 8, ¿no? — El contrario asintió.

— Hace que sea fácil de recordar.

— Eso es conveniente, sí. — En realidad, estaba mintiendo. Ni siquiera podía recordar el resto del número. Solo venía a su mente el '8888' al final. ¿Fue a propósito? — El pelinegro negó con la cabeza.

— El dueño anterior de esa oficina pensó que era su número de la suerte. Lo heredé de él.

— Ya veo. — Taehyung tarareó en sus pensamientos. — ¿Tienes un número de la suerte? ¿No crees en esas cosas?

— No importa si creo. De igual modo, no soy una persona muy afortunada.

— Deberíamos formar un club para eso, — bromeó y el doctor lo complació con una risa.

Encontraron un claro en la orilla del lago con un par de bancos de metal cerca del hielo, generalmente estaban ocupados por personas que alimentaban a los patos en los meses más cálidos. Se sentaron en silencio por unos segundos mientras Taehyung miraba sus botas y Jungkook luchaba por encender un cigarrillo contra un viento inesperado.

— Lamento haberte gritado durante la terapia el otro día, — se disculpó finalmente el detective, hablando con la mirada fijada en el hielo. — Estaba enojado y molesto por lo que dijiste. Pero podría haberlo manejado mejor.
— No tienes que disculparte. — Jungkook finalmente ganó su batalla autoimpuesta contra su melindroso encendedor y lanzó una nube de humo hacia el cielo. — Entiendo de dónde venía esa molestia. En tu mente era ese otro hombre el blanco de tu ira, ¿no es así?

¿Fue así como sucedió todo? Taehyung ya ni siquiera estaba seguro. Quizás Jungkook tenía razón. Quizás...

Sin embargo, no importaba. No era como si él tuviera derecho a estar enojado de todos modos, ya que él fue quien se acercó, sabiendo muy bien lo que iba a seguir. Las cosas simplemente sucedieron, justo como había dicho antes.

Y después de todo lo que había hecho...

— Para.

La voz de Jungkook lo sacó de su trance, se giró para encontrarse unos ojos fijos en él. No tenía idea de cuánto tiempo el contrario había estado observándolo. ¿Había estado hablando en voz alta? Él no lo creía, pero no estaba del todo seguro.

— ¿Parar qué?

— Tus pensamientos. Justificándolos, racionalizándolos... No hay nada bueno esperándote al final de ese camino.

¿Quién puede decir que hay algo bueno esperándole en cualquier lugar?

Decir aquello era hasta cierto punto innecesario, por eso la pregunta no fue expresada correctamente, muriendo en su mente. En ese momento, Jungkook golpeaba su cigarrillo contra el borde de la banca para hacer caer las cenizas que Taehyung trataba de rastrear mientras se dispersaban por la nieve.

— ¿Frío?

No estaba seguro. — Un poco.

Levantando su cigarrillo antes de volver a colocarlo entre sus labios, el pelinegro posó su mirada en los labios del hombre de cabellos grises.

— ¿Quieres uno?

Taehyung rio ante esto. Ni siquiera recordaba cuántos días habían pasado desde la última vez que se fumó un cigarrillo. Siempre se recordaba que debía comprarlos, pero entre una cosa y otra, lo terminó olvidando.

— Si fueras tan amable.

Jungkook le entregó un cilindro de lo que probablemente era la pitillera más lujosa que jamás había visto, plata y esmalte, con lo que parecía una representación pintada a mano de flores de amapola en un campo nevado a un lado. Desapareció en el bolsillo de la chaqueta de antes de que Taehyung pudiera distinguir la marca del importador o el número en el sello que habría revelado el grado de la plata utilizada en el estuche. La mano del pelinegro permaneció vacía, dejando a Taehyung con un cigarro sin encender en la boca, sin fuego era inútil.

— Eh...— Jungkook se estiró hasta tomar la mejilla del detective con su mano.

— Aquí, permíteme.

No había ninguna razón sensata para que él se viera afectado por eso. Le habían hecho ese mismo gesto y acción, lo había hecho él mismo muchas veces antes, demasiadas para contarlas. Había compartido esa experiencia con hombres y mujeres por igual, algunos extraños, otros menos. Sin embargo, la proximidad del pelinegro se sentía totalmente diferente. Mientras él encendía su cigarrillo con el suyo, Taehyung pensó que sus ojos se verían atraídos por la luz que había entre ellos. Terminó mirando a Jungkook en su lugar, su rostro lo atrajo más que la luz causada por ese cigarrillo que se iba quemando y gastando.

El ligero surco de su frente, sus labios tentadores, el lunar en la zona inferior de su labio, una ligera cicatriz en uno de sus pómulos que parecía no tener lugar en un rostro tan perfecto. Esas pestañas largas y oscuras que parecían trazos de una pintura bajo la luz de la luna. Él siempre se consideró un hombre de largas pestañas, muchas mujeres lo halagaban por ello e incluso le decían que le gustaría contar con unas iguales, pero Jungkook, ese hombre tenía unos ojos redondos que hacían resaltar bellamente sus pestañas. Lucían dulces y finas en comparación con su endurecido rostro cuando estaba serio.

Casi se olvidó de inhalar.

Pasaron unos segundos antes de que finalmente se encendiera la luz de su propio cigarrillo. Jungkook se apartó de él, y Dios, esa primera calada, se sintió orgásmica.

— Hace más frío que esto en el norte de Corea, ¿no? — Indagó curioso Jungkook, recordaba que ellos vivían en el sur del país, por eso creía que en el norte, la temperatura podría ser más baja.

— Eso he oído. — Parecía recordar que Namjoon se había quejado de eso una o dos veces antes. — ¿Qué pasa con el Sur?

— Incluso en el sur, depende de dónde vivas exactamente, creo. Eso es lo que dicen, de todos modos. — Jungkook se encogió de hombros lentamente, un ascenso y descenso mesurados de sus hombros mientras observaba algo en la distancia. — Supongo que lo averiguaré pronto.

Ah, las memorias regresaban a él, había escuchado algo sobre eso. El doctor le había mencionado que quería visitarlo algún día. ¿Cuándo había ocurrido esa conversación? No podía ubicarla del todo, pero estaba recordando, un destello de palabras en algún lugar de su cabeza.

— ¿Cuándo planeas ir?

— Nada está escrito en piedra todavía. Ha sido un sueño durante algún un tiempo ya. Mis amigos, los mismos de los que te hablé antes, los que me llevaban casi de contrabando al estanque, siempre han querido volver. Iré con ellos, pero de mi parte será diferente porque sería la primera vez que vuelva a pisar la tierra que me vio nacer.

—Vaya, interesante. — De repente, Taehyung quiso retractarse de la escueta respuesta anterior y decir que sí, que hacía mucho más frío de lo que en un primer momento sintió. — ¿Te quedarías a vivir allá? ¿No volverías a Dimples?

Jungkook se rio entre dientes sobre su cigarrillo. — ¿Me echarías de menos?

Más de lo que probablemente debería.

— Seré feliz con una postal, — fue lo que terminó diciendo.

— Ah, lo tendré en cuenta. — Taehyung sonrió, bajó la cabeza y pateó un poco de nieve a sus pies.

— Por supuesto.

Había escuchado esas palabras antes, y sabía que no debía creerlas. ¿Cuántos años habían pasado, de todos modos? ¿Quién fue la persona que le había enseñado acerca de las zonas horarias y las líneas del tiempo de todo el mundo cuando apenas estudiaba? No lo recordaba con exactitud. Enviar correo de un lugar a otro nunca fue una ciencia exacta, porque decían que siempre había factores que no se podían explicar. Eso no impedía que el aprendizaje de las rutas, la cuidadosa planeación y los debidos arreglos con suficiente anticipación, lograba que los envíos fueran exitosos más veces de los que fracasaban, incluso entre diferentes continentes.

De alguna manera, la mente de Taehyung comenzaba a pensar sobre un tema específico y terminaba enlazándolo con otro, justo como en ese momento. Sentía que en algún lugar de su mente estaba pintando un cuadro que le ayudaría a ver todo lo que sus ojos estaban pasando por alto, pero no terminaba de descifrar qué era eso.

Yendo de su vida personal al trabajo una y otra vez, Taehyung intentaba anclar su mente al presente, a ese momento que estaba compartiendo con alguien por deseo propio. De alguna forma, no tenía que ver con obligaciones externas como trabajo o reuniones sociales que de una manera u otra también están enlazadas a sus obligaciones.

¿Cuántos diciembres habían pasado desde que tuvo una conversación amistosa con alguien?

¿Qué derecho tenía él a quejarse sobre su falta de amigos y vida? Le había puesto fin a innumerables conversaciones y correspondencias de personas que dijeron apreciarlo o al menos intentaron acercarse a él con diferentes intenciones. Tenía que limitarse a aceptar su destino, no tenía derecho a llorar; ese era un privilegio reservado para aquellos cuyas manos se habían mantenido limpias.

Mientras él divagaba en su nube de pensamientos, el pelinegro guardaba silencio, observándolo, a veces, se sentía dispuesto a pagar toda una fortuna para conocer abiertamente cada cosa que el peligris guardaba en su mente. Sí, tenía la habilidad de ir deshilando ese carretel de confusiones, inseguridades, arrepentimientos y silencios, pero sabía que había muchísimo más de lo que él podía llegar a adivinar. Taehyung era un enigma incompleto.

Con una mano pasó a retirar el flequillo que había caído sobre el rostro del detective. No había forma en que sus ojos no comenzaran a escocer, por el humo del cigarrillo y el cabello que el aire frío batía contra su cara. Taehyung dejó escapar un suspiro, apartándose velozmente.

— ¿Qué estás haciendo, Jungkook?

— Tratando de determinar si he logrado liberarte de tu propia cabeza esta noche. — Reconociendo que había hecho un movimiento descuidado y precipitado, volvió a meter la mano en el bolsillo con una sonrisa triste. — Parece que mis esfuerzos más intrépidos se han quedado cortos, me temo que no ha sido suficiente.

— No, no digas eso. — El peligrís se sentía terrible de repente. — Estoy agradecido por lo de hoy. Ayudó, de verdad.

— Tal vez, pero no lo suficiente. — Creía que no estaba remotamente cerca de irrumpir en las gruesas paredes que el contrario había creado alrededor de su mente. — Ojalá pudiera ayudar un poco más.

La lengua de Taehyung picaba, deseaba decir que él ya estaba más allá de cualquier ayuda que pudiese recibir, hubo un punto de no retorno en su vida, pero Jungkook había estado luchando contra eso. Ese doctor parecía tener más esperanza en su persona que él mismo. Una sonrisa débil se escapó de sus labios, deseando fumarse toda una cajetilla de cigarros sin hacer una pausa.

— ¿Ya te has dado por vencido conmigo?

— No necesariamente.— La respuesta de Jungkook no se hizo esperar.

— ¿Qué quieres decir?

Poniéndose de pie, Jungkook tiró al suelo lo que quedaba de su cigarrillo, aplastándolo con uno de sus zapatos. Sus ojos oscuros brillaron a la luz de la luna cuando le ofreció la mano a un Taehyung que no sabía muy bien cómo reaccionar a esa acción.

— ¿Confías en mí?

¿Sí? ¿No?

El detective no estaba seguro porque por momento no confiaba ni siquiera en él mismo. Esa pregunta, o más precisamente, la respuesta que él podría haber dado con más temeridad que sabiduría, los condujo de regreso al apartamento. Antes de poder percatarse del viaje de regreso, ambos se encontraron en la suite principal con las lámparas apagadas y las cortinas corridas, besándose en medio de la cama.

Podían escuchar el viento en el exterior, golpeando las ventanas, sacudiendo los cristales. Sin embargo, no soplaba lo suficientemente fuerte como para lograr que el pelinegro perdiese su concentración. Las manos de Jungkook se deslizaban desde sus hombros hasta su pecho, comenzando a desabrochar los botones de su chaleco con suma parsimonia. Parecía detallarlo con cada tacto, reconociendo hasta el poro más intrincado.

Taehyung se dejó llevar, permitiendo que el contrario lo acostase por completo en la cama. Justo en ese momento, todo su cuerpo se comenzaba a tensar y, obviamente, el doctor no pasó esto por alto. Los músculos y la piel en sus manos estaban siendo lo suficiente transparentes para ayudarlo a notar el cambio.

— ¿Hay algo mal? — Con cuidado, el pelinegro le preguntó.

— No. No, no pasa nada. Yo solo... ¿Estás seguro de esto? Se siente... — No estaba seguro de cómo se suponía que debía terminar esa frase exactamente. ¿Arriesgado? ¿Equivocado?

¿Demasiado bueno para ser verdad?

— No, no estoy seguro. — Jungkook rio ante la mirada en el rostro del detective y no pudo evitar colocar una mano en su mejilla. Taehyung supuso que eso estaba destinado a brindarle algún tipo de consuelo, porque las palabras del contrario ciertamente no se lo habían otorgado. — Esto no es una ciencia exacta, como estoy seguro de que puedes imaginar. — Pasó la yema de su pulgar a lo largo de la oreja del hombre de grises cabellos. — De todos modos, me gustaría intentarlo, si me lo permites, claro está.

Si se lo permitía...

A veces, aunque la boca diera una respuesta que el cuerpo y las reacciones físicas respaldaran, la mente podría estar sintiendo algo totalmente diferente y el corazón también. Eran diferentes órganos de un mismo cuerpo que no siempre lograban estar en sintonía. Todos tenían sus puntos válidos y sus razones para permitir o no algo, pero al no ponerse de acuerdo, el individuo del cual formaban parte, terminaba sufriendo grandes consecuencias.

Por eso Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso. Había poder en esas palabras, algo que sabía que ambos podían sentir, aunque ninguno de ellos lo reconocería. No obstante, no era tan simple, ¿verdad? En esa vida, nunca nada fue tan sencillo.

— ¿Taehyung? — Jungkook empujó suavemente su brazo con su mano libre, esperando a que lo mirase antes de hablar. — Solo quiero ayudarte, mas no haré nada a menos que tú quieras que lo haga.

Una vez más, quien lo miraba apenas abrió la boca, incapaz de avanzar más allá. Jeon quería ayudarlo. Ya lo había dicho en el lago. Si se trataba de una mayor expiación o de un deseo real por el bienestar de su persona, aún no estaba muy claro para él, pero tal vez, al final, no importaba.

— Taehyung... — Jungkook interrumpió sus pensamientos una vez más mientras sus pupilas se expandían y movían, tratando de ver todo lo que aquella boca callaba. Trazó su labio inferior, sintiendo la suavidad del mismo contra su piel. — ¿Puedo besarte de nuevo?

Las palabras se detuvieron y se secaron en la parte posterior de su garganta, antes de estallar en llamas. Había más de una manera de responder a esa pregunta.

Taehyung tomó el puente de las gafas del doctor entre el pulgar y el índice antes de quitárselas lentamente y con cuidado. Las dejó sobre la mesa de noche, asegurándose de que estuvieran a una distancia prudente del borde. Luego, agarró la nuca y entrelazó sus dedos en el azabache cabello antes de acercarse más.

En esa ocasión, Jungkook sabía mayormente como el vino de la botella sin etiqueta en el armario que habían bebido durante la cena, mezclado con el humo de los cigarrillos cuyo fuego compartieron. Había una dulzura que permanecía en su lengua cuando el doctor se apartó para comenzar a salpicar besos suaves y gentiles, trazando la línea de su mandíbula, moviéndose a lo largo de la pendiente del cuello. Durante mucho tiempo, todo lo que podía escuchar era su propia respiración, demasiado fuerte en sus oídos. Luego, llegó el movimiento del raso deslizándose contra sí mismo cuando Jungkook se quitó la corbata, colocándola en alguna parte que carecía de importancia.

Sus manos se sentían inútiles. Él se sentía inútil, pasando sus dedos una y otra vez por el suave cabello negro. ¿Por qué la vida le estaba regalando un momento tan bueno? ¿Dónde estaba la trampa?

Taehyung no pudo contener el escalofrío cuando su pecho se encontró al aire libre, fue Jungkook arrastrando sus labios a lo largo de su hombro mientras le quitaba la camisa, aquello que le ayudó a ahuyentar el frío.

—¿Taehyung? — Murmuró contra su piel. — ¿Sigues conmigo? — A modo de respuesta, el nombrado dejó escapar un suspiro tembloroso, cerrando los ojos y asintiendo. Al no obtener una respuesta verbalizada, conociendo un poco como funcionaba la personalidad casi masoquista del peligrís, Jungkook se detuvo completamente y alzó su cabeza. — Necesito que lo digas para mí, por favor. Así puedo estar seguro de que no estás atrapado dentro de tu cabeza, aceptando cualquier cosa que en verdad no quieres.

— Sí, — exhaló Taehyung. — Sí, estoy aquí.

— Eso es bueno. — El doctor sonrió, luciendo una mirada increíblemente tierna en su rostro. — Gracias por decírmelo.

Con ese consentimiento explícito que fue verbalizado y mostrado en esos ojos de color avellana, Jungkook volvió a bajar la cabeza, sus labios ahora siguiendo la línea de su esternón. Sintiendo el primer indicio de la lengua en su piel que enviaba una carga violenta a través de su columna, Taehyung cerró fuertemente sus ojos. Las manos de ajenas recorrieron sus costados, deteniéndose en la cintura de sus pantalones.

— ¿Puedes levantar tus caderas para mí? — Jeon le preguntó justo antes de que su lengua encontrara un pezón.

Frente a esto, fue imposible para el detective no sisear y arquearse contra el colchón, pensando vagamente que el resultado habría sido el mismo, incluso si Jungkook no hubiera dicho nada. El mero tacto de su lengua, en ese lugar, hubiera logrado que arqueara su espalda, con o sin pantalones que quitar.

No estuvo seguro de cómo leer el movimiento ausente de la mandíbula contraria cuando Jungkook se echó hacia atrás por completo, cerniéndose sobre él, sentándose a horcajadas sobre su cuerpo. Aquellos ojos depredadores recorrieron cada centímetro de su piel expuesta; podía sentirlo, la presión y un ardor silencioso en el camino que trazaban.

— ¿Qué sucede? — Tragó, devolviéndole la mirada casi hambrienta y profunda con la cual se encontró.

— Nada, es simplemente que eres hermoso. — Los dedos de Jungkook se detuvieron en el botón superior de su propio chaleco, Taehyung estuvo tentado a ayudarlo. — Eres un poco... ¿Demasiado? A veces eres demasiado para procesar.

Buscando en esos redondos ojos más palabras que las ya dichas, Taehyung deslizó sus manos por los muslos del doctor, subiendo por la línea de botones desde la parte inferior del chaleco, hasta que se encontró con Jungkook a mitad de camino.

— ¿Disculpa?

— No hay nada que disculpar. — La súbita calidad áspera en la voz de Jungkook lo sobresaltó. Algo hervía a fuego lento en esos ojos mientras tiraba violentamente de su propia corbata, enviándole una repentina oleada de sangre caliente a algún lugar prometedor. — Bien, entonces... ¿Qué sucede primero?

— ¿Qué quieres decir?

— Lo primero que él... — Jungkook negó con la cabeza buscando las palabras apropiadas. — ¿Cómo comenzó todo?

Oh, Jungkook en realidad hablaba en serio. Sin embargo, Taehyung no estaba seguro de si rememorar todo lo ocurrido aquella noche junto al Don fuese lo más sensato. Se encontró evitando pensar en ello justo desde el momento en el que abrió los ojos la mañana siguiente. Pretendió no recordar nada, mismo si sirvió de poco porque continuamente recordaba aquellas manos sobre su cuerpo.

— Um... — Miró hacia el techo, donde no había ningún candelabro como en aquella suite, y esto logró que riese un poco. Toda esa situación era algo loca, rara e inesperada. — Él estaba, eh, detrás de mí. Estaba sentado-

Ni siquiera había terminado de hablar cuando Jungkook comenzó a moverse para cambiar su posición. Uno de sus brazos se envolvió alrededor de la cintura de Taehyung, la otra mano se posó en su cadera. Al peligrís le pareció poder sentir cada fibra de algodón y lana rozando su piel desnuda. De repente se sentía tan expuesto así; especialmente cuando Jungkook enganchó sus tobillos debajo de los suyos y separó ligeramente sus piernas.

El doctor se encontraba a su espalda, con las piernas abiertas al lado de las suyas hasta ese punto en el cual se ubicaron debajo de sus tobillos para poder dominar sus acciones. Esto le recordaba a Taehyung de esas imágenes de los niños bailando junto a sus padres, siempre con sus pies sobre los mayores que guiaban el baile, haciéndolos sentir volar al ritmo de la música. Nunca lo experimentó, pero siempre creyó que podría ser bonito, sentirse mágico, al menos para los infantes.

— ¿Y entonces? ¿Supongo que te trabajó con la mano?

Sí, esa situación definitivamente era una locura.

— Sí, eso hizo.

Jeon Jungkook fue gentil esa noche, más gentil de lo que había sido en esa cabina telefónica en Magic Shop e incluso en las butacas de aquel teatro. El detective dejó escapar un suspiro, agarrando las sábanas con excesiva fuerza antes de volver a suavizar su agarre. El doctor lo tomó con una calma casi enloquecedora, su mano libre trazaba patrones en la piel de la cadera y el muslo de Taehyung. Por un momento, intentó adivinar aquel patrón de aparente sinsentido, pero no pudo sentirlo. Dejó caer su cabeza sobre el hombro de Jungkook con un grito ahogado y, como una pequeña recompensa, recibió un tierno beso en la mejilla.

No.

Eso no se parecía en nada a aquella noche.

— Él te lastimó. — Eso no fue una pregunta, fue una afirmación que permanecía abierta por puro respeto. Cautelosamente, Jungkook pasó un dedo por el costado del cuello ajeno, trazando la marca de la mordedura que todavía era visible. El peligrís no podía verlo, pero pese a la suavidad con la que actuaba, su ceño estaba fruncido, su mandíbula estaba tensada y las venas de su cuello se hicieron visibles. Jungkook parecía estar conteniendo una rabia desmesurada. — Él se aprovechó y abusó de ti, ¿no fue así?— Bajo esa voz gruesa, Taehyung se estremeció, pero no dijo nada. No obstante, ese silencio suyo retumbaba como un claxon en los oídos del hombre que se encontraba a su espalda en ese momento. — Ese maldito animal, — murmuró por lo bajo, pasando sus labios a lo largo de la herida, muy suavemente.

Aquel gesto se sentía como una tácita disculpa. Él no tenía por qué disculparse, fue Don Jung quien presionó botones que lo hundieron en la miseria, no él. Taehyung quería decírselo, pero era difícil rechazar algo que tanto se necesitaba en el subconsciente. Por eso calló, alejando el ligero escozor que se adueñó de sus ojos.

No pasó mucho tiempo antes de que ese sentimiento desapareciera con la ayuda del cuerpo de Jungkook presionado contra el suyo, en el torrente de sangre en sus oídos y el frenético latido de su corazón contra sus costillas. Aquellas manos firmes que se aferraban a su miembro, manteniéndolo erguido y enviando corrientes de placer por todo su cuerpo, actuaban como un bálsamo medicinal.

Jungkook sabía cómo darle la presión y velocidad justa, provocando que sus fluidos se desbordaran, utilizándolos como lubricante para facilitar sus movimientos. No recordaba cuándo fue la última vez que deseó tanto el roce y la cercanía de otra persona antes de conocerlo. Giró la cabeza para besarlo, pero terminó enterrando su rostro en el hueco del cuello del pelinegro, respirando su olor, sudor, el pino fresco escondido en la fragancia de su colonia. Puro calor, algo único en Jungkook le resultaba muy adictivo. No podía tener suficiente de él, de su olor, de su tacto y de su cercanía.

No podía obtener suficiente y, sin embargo, al mismo tiempo, era demasiado.

— Jungkook, — jadeó. Su mano se disparó hacia abajo, casi poseída, envolviéndose sobre la muñeca del nombrado. — D-Detente, estoy... — La mano que tan deliciosamente lo masturbaba se detuvo de inmediato.

— ¿Cerca? — Taehyung podía escuchar la sonrisa en su voz. No se estaba burlando y no se sentía ofendido, pero algo en esa sonrisa lo hizo sonrojarse.

— Me estás volviendo loco, — volvía a jadear mientras procuraba calmar su respiración.

— Entonces debo estar haciendo algo bien. — Con una dulzura una vez más inesperada, presionó un beso contra su sien. — ¿Qué sigue?

— ¿Qué?

— ¿Qué pasó después? — Jungkook parecía realmente dispuesto a hacerle hablar de lo sucedido de una forma u otra mientras cambiaba al menos momentáneamente todo el sabor amargo de aquella noche por la dulzura de esta. Moviéndose a su alrededor, apoyaba suavemente la cabeza de Taehyung sobre la almohada en lugar de dejarla caer. Se subió encima de él y se apartó el pelo de los ojos para sumirse en un profundo contacto visual.— ¿Entró él en ti?— Preguntó eso muy suavemente.

— Sí.— Taehyung luchó con la respuesta en casi todas las formas imaginables.

Jungkook únicamente tarareó en respuesta. No sonaba a ira, disgusto o cualquier cosa terrible que Taehyung había temido que viniera después de esa admisión. Fue solo una aceptación suave, apacible, puntuada con el más breve destello de una sonrisa antes de que se inclinara más cerca y juntara sus frentes.

— ¿Quieres que yo entre en ti? — Sus palabras bailaban en un susurro prudente.

Taehyung tragó saliva. Era tan traidoramente fácil perderse en los ojos de Jungkook, como ahogarse en una piscina de ambrosía en un punto medio entre el cielo y el infierno. Le había hecho una pregunta, lo sabía, pero todo lo que podía hacer era observarlo. ¿A pesar del obvio deseo latente entre ellos dos, estaba listo para tenerlo en su interior en ese instante? La verdad era que la respuesta ya estaba sentada en algún lugar de su lengua, pero no pudo exteriorizarla debidamente.

—Eh...

— Eso es un no, entonces. — Lo besó antes de que pudiera discutir. — Entiendo. Y eso está perfectamente bien.

— ¿Lo está? ¿No te incomoda que yo no quiera ir...? Ya sabes.

— Por supuesto que está bien. Quiero que confíes en mí, Taehyung. Créeme cuando digo que esto se detiene con una sola palabra tuya porque no me interesa hacerte nada que no desees realmente. No deseo hacer nada que ambos no queramos, estando mutuamente de acuerdo. ¿Lo entiendes?

El peligrís asintió. Hubo algo en la mirada solemne en el rostro del doctor, en la gravedad de esas palabras que envió un escalofrío por su espalda.

— Simplemente, no quisiera que esto se tratara única y exclusivamente de mí. — Mencionaba ahora buscando los ojos de Jungkook. — ¿Es esto lo que tú deseas?

Jungkook simplemente sonrió ante eso. Se echó hacia atrás y encontró las manos contrarias descansando inútilmente sobre el colchón a cada lado de él, las agarró y llevó hasta la cintura de sus pantalones con los dedos entrelazados.

— Lo que deseo y quiero, aunque no lo parezca, son dos cosas diferentes y pueden parecerte contradictorias. Deseo con todo de mí, hacerte sentir bien en estos momentos, ayudarte a vaciar tu mente y conectar con tu propio cuerpo de modo más sutil. Sin embargo, no es lo que quiero. Si de mí dependiese, si de mis más profundos deseos se tratase, yo te dejaría sin sentido si me lo permitieras y estuvieras apto para ello.

¿Eso era una promesa?

Taehyung casi quiso preguntarle, mas su boca se había secado repentinamente. Aun así, aceptó la invitación de Jungkook, abriendo los botones uno tras otro, tratando de no perder la cabeza por el calor abrasador bajo sus dedos.

Pareció pasar una eternidad antes de que sus malditas manos, temblando a cada momento, hicieran algo útil. Se deleitó con su mirada fija en Jungkook cuando este levantó sus propias caderas con gracia mientras él quitaba la tela. Por como habían estado procediendo, no se esperó que Jungkook ya estuviese caliente y duro en su mano. Era dueño de un pene sin circuncisión, en contraste con su piel parecía casi sonrojado, pero no tenuemente rosa, no, era como si se hubiese dorado al sol, hermoso como el resto de su persona. Por enésima vez, esa noche, Taehyung tragó saliva.

— ¿Yo puedo...? — Quería tantas cosas y no sabía por dónde empezar.

— Por favor, adelante. — Jungkook lo miró con ojos oscurecidos y encapuchados. — Haz lo que quieras.

Existía palabras que no necesitaban ser repetidas porque eran captadas y aplicadas inmediatamente, justo como esas que el pelinegro acababa de pronunciar.

— Bien. — El peligrís agarró las caderas ajenas y lo atrajo más cerca, hasta que sus penes estuvieron al ras.

Ahí, pegados y rozándose, Taehyung pudo volver a disfrutar del contraste de su pene. El suyo, en comparación con el de Jungkook, era más oscuro, sus dimensiones eran similares y los vellos que los rodeaban tenían el mismo color que sus cabellos; sin embargo, los del pelinegro eran más lacios, los suyos, más ondulados. El puro contacto de sus miembros envió una sacudida que electrificó todo su cuerpo. El placer visual y el físico le obligó a contener un gemido.

— ¿Está bien? — Respiró profundamente, tomándolos a ambos en su mano. Jungkook tenía la habilidad de siempre lucir imponente, distante, indiferente en ocasiones, pero esa noche, no era una de ellas. Parecía entregarse a él sin reserva y Taehyung continuaba procesando ese hermoso milagro. Como respuesta a su pregunta, Jungkook asintió rápidamente. ¿Puedes... puedes decirlo para mí?

— Dándome una muestra de mi propia medicina, ¿no es así? — Jungkook se rio entre dientes y apoyó las manos contra el colchón, a ambos lados de los hombros del peligrís.

Su respuesta fue un lento y enloquecedor balanceo de caderas, empujando hacia la mano del detective. Este comenzó a acariciar al mismo ritmo de sus caderas, ya tan próximo del límite, acercándose más con cada segundo que pasaba. Ni siquiera era la sensación, el calor y la fricción compartida, lo que estaba empujándolo más al borde del precipicio del placer. No, eran los sonidos que Jungkook estaba haciendo, gemidos desesperados y entrecortados que trató de reprimir al principio, hasta que finalmente dejó de intentarlo. Estaban muy lejos del tono de voz suave y curado que siempre venía con la compostura del buen doctor. Esa compostura se deshilachaba un poco más cada vez que Taehyung apretaba sus miembros, o cada vez que levantaba sus caderas para encontrarse con las suyas. Era impresionante e incluso un poco adictivo verlo desmoronarse así, perdiendo lentamente sus inhibiciones y sus palabras elegantes.

Su mirada parecía ser cruda y posesiva, pero también tranquilizante y cariñosa. Los gemidos iban desde gruñidos contenidos hasta jadeos que arrancaban ruidos preciosos de su garganta. Él llevaba el control de sus caderas follando la mano del detective, frotándose contra su miembro, sin embargo, era Taehyung quien marcaba el ritmo con su mano, quien decidía cuán apretado y caliente estarían sus goteantes penes.

Para el detective, casi se sentía pecaminoso... Como si nunca se supusiera que presenciara eso con sus propios ojos, especialmente de tan cerca. Se sentía como si no se suponía que debía tocar a Jungkook en absoluto y que, cada vez que lo hacía, lo estaba contaminando.

Alejando todo pensamiento, dejó caer su cabeza sobre la almohada y se giró hacia un lado, dejando que su cabello cayera sobre sus ojos. Él no se merecía esto. Jungkook era tan hermoso, tanto, que una parte de Taehyung hubiera estado feliz de vivir atrapada entre sus muslos desde ese día hasta que sus ojos se cerraran para siempre. No obstante, había un dolor en el fondo de su pecho que no podía eliminar del todo.

Él no era digno.

— ¿Taehyung? — La forma en que Jungkook jadeó su nombre amenazó con llevarlo al límite. — ¿Me mirarás o debo hacer que me mires?

Él quiso mirarlo, pero no pudo. Taehyung cerró los ojos con fuerza, un sonido estrangulado y sin palabras escapó de su garganta antes de que supiera lo que se avecinaba. Dios, estaba jodidamente cerca. No sabía cuánto más de eso podría soportar. Una de las manos del doctor se había aferrado a su cabellera, pero no tiró de esta con fuerza como Taehyung esperaba, lo acarició con la suavidad que a sus caderas le faltaba en ese momento.

— Bien, está todo bien. — Podía sentir el aliento de Jungkook romperse sobre su piel, tan cerca de repente, tan cálido. — Dios, tú, no tienes idea de lo que me haces. — Las manos de Jungkook agarraron sus caderas con una desesperación que dejaría moretones. — Taehyung... Podría mirarte así toda la noche. Borraría todo lo que ese hombre alguna vez se atrevió a hacerte, una y otra vez por toda una eternidad si tengo que hacerlo. Lo haría hasta que el único toque que puedas recordar sea el mío.

Lo miró.

Justo tras escuchar esas palabras, Taehyung abrió los ojos, encontrándose con otros que lo miraban fijamente. El cabello negro de Jungkook caía sobre su frente como una elegante cortina, pero fue lo suficientemente decente como para dejarle ver esos hermosos ojos entre hebras. Pudo admirar sus labios entreabiertos, verlo mordérselos mientras distorsionaba la cara en evidente placer y eso fue tan jodidamente caliente y erótico, que el propio Taehyung tuvo que jadear en respuesta.

No tomó mucho, después de eso, solo unas pocas palabras más de los labios de Jungkook, palabras dulces y bonitas, que goteaban una adoración que no merecía. Así, comenzó a deshacerse. Deshaciéndose y gritando por la fuerza de su orgasmo, apretando, moviendo su mano con toda la velocidad y fuerza que pudo reunir. Jungkook lo mantuvo firme durante todo el proceso, presionando y repitiendo esas mismas hermosas palabras contra su piel mientras bajaba de aquel clímax arrebatador.

— Yo sigo contigo... ¿Aún conmigo?

Taehyung asintió, olvidándose de formar palabras mientras el contrario se quitaba el cabello de los ojos. Ahora se sentía pesado, saciado y un poco lento. No notó que Jungkook se alejaba hasta que ya lo había hecho, hasta que no pudo sentir su calor. Apenas levantó una mano a tiempo para tirar de la cinturilla de los pantalones del pelinegro.

— Espera. — Hizo una mueca por lo ronco que ya sonaba.— ¿Qué... a dónde vas?

— A conseguir algo para limpiarte. — Rio entre dientes, pasando una mano ociosamente por el muslo de Taehyung. — No te preocupes, no voy a ir a ninguna parte. No es como si pudiera soportar estar lejos de ti por mucho tiempo, especialmente no cuando te ves así.

— ¿Pero qué pasa...? — Taehyung terminó gesticulando débilmente hacia la cintura contraria, más bien, en algún lugar más bajo, donde todavía estaba claramente duro, excitado y muy insatisfecho. En cambio, el doctor se limitó a sonreírle y presionar besos contra sus nudillos.

— No tienes que preocuparte por mí. Estoy seguro de que me las arreglaré bien. Lo que es verdaderamente importante ahora es otra cosa, ¿cómo te sientes?

El detective frunció el ceño. Había comenzado a aprender a reconocer a estas alturas, cuando Jungkook lo estaba manejando con cuidado, como si estuviera hecho de algo quebradizo. Lo odiaba cada vez que sucedía porque no quería ser visto como una cosa frágil que podía romperse en cualquier momento.

Colocando sus manos en las caderas de Jungkook, lo persuadió con una significativa inclinación de cabeza. El pelinegro también notó sus intenciones, mas dejó que tirara de él hacia abajo hasta quedar tendido sobre el colchón. Sin embargo, había una mirada inquisitiva en sus ojos cuando Taehyung se movió, finalmente colocándose sobre sus rodillas, con su rostro a la altura de su pelvis.

— Si quieres, yo... — Vaciló, aunque no tenía ninguna razón para hacerlo. Jungkook fue quien le atribuyó cierto significado a lo que estaban haciendo en ese momento, ¿verdad? Entonces, esto debería tener perfecto sentido para él. — Hay otra cosa que hice por ese hombre.

Lo hizo y el asco yaciente en su garganta por días fue más de fácil olvidar de lo que esperaba. No pensar en ese otro encuentro le había costado noches de insomnio, horas interminables de trabajo e incluso muchas pastillas, pero de poco había servido. Se sintió casi un sueño cuando bajó la cabeza y tomó a Jungkook en su boca. Nunca fue amante del sueño oral, lo evitaba si podía, pero en ese instante, lo agradecía.

Jungkook inundó sus sentidos de inmediato: la tensión de sus dedos de repente agarrando su cuero cabelludo, el sabor de él y el dulce sonido de su voz mientras jadeaba con su nombre entre sus labios fue diabólicamente angelical. Presionó las caderas del pelinegro para que no se levantaran del colchón, tragándolo hasta que su nariz quedó enterrada en el vello áspero y todo lo que podía respirar era Jungkook. Jungkook, Jungkook, Jungkook, como un mantra, como una droga, la más potente y eficaz.

Nunca, nunca tendría suficiente de ese hombre.

Escuchó, siempre esperando una palabra de protesta o cualquier señal de que debía detenerse y alejarse. Nada de eso ocurrió, solo gemidos, gruñidos y jadeos ahogados que hicieron que su sangre se acelerara y que su pulso se desbocara.

Cerca del final, Jungkook exhaló algo en coreano que Taehyung no pudo comprender. ¿Importaba? No, se escuchaban tan sensuales que imaginó esas mismas palabras, duras pero hermosas, deslizándose como un sudor por su piel en un contexto diferente. Quizás, él con las piernas de Jungkook alrededor de su cintura, o al revés. No le importaba, de cualquier manera que ocurriese estaba bien para él, siempre y cuando pudiera ver la mirada en el rostro de Jungkook cuando finalmente se arqueara contra el colchón. Esta aciaga noche, tenía que contentarse con imaginárselo mientras su boca recibía todo el semen que el doctor derramó en su boca. Pensaba en todas las cosas que podrían hacer juntos mientras se lo tragaba todo.

Fue una pena que ese encuentro no llegara a más. Quizás en otro momento, todos sus pensamientos cobrarían vida.

Demonios, tal vez pronto pasaría.

— Ven aquí, — murmuró el pelinegro una vez que su respiración había comenzado a restaurarse.

Extendió la mano y acercó a Taehyung a él para besarlo con gula desmedida, succionando cada milímetro encontrado. El contrario se preguntaba distraídamente si podía probarse a sí mismo en su lengua, si eso le gustaba. Desconocía la respuesta, pero al menos él se sentía burbujeante de excitación al saber que eso beso entremezclaba más que solo saliva.

No fue hasta mucho más tarde, cuando el viento exterior finalmente se calmó y se igualó con la calma dentro de la habitación, que Taehyung se dio cuenta de cuán felizmente vacía se sentía su cabeza. Envuelto bajo esas sábanas suaves y cálidas, con un Jungkook igualmente suave y cálido en sus brazos, era sorprendentemente fácil no pensar en nada. Todo lo que sabía era que él estaba ahí, que Jungkook estaba ahí, y muy poco más parecía importar.

Trazó patrones perezosos y caprichosos en la espalda del pelinegro con su dedo, tardíamente, también trató de seguir esos patrones con sus labios. Otra cosa que podría hacer felizmente toda la noche, pensó, mientras sus labios encontraban el cuello ajeno. Levantando la mano, comenzó a tirar de la tela de la camisa de Jungkook, extrañando repentinamente el sabor de su piel.

La mano del doctor subió y se cerró sobre la suya, deteniéndolo justo cuando le había corrido la camisa para exponer un hombro.

— Sabes que esto no fue una solución permanente, ¿verdad? — Esa murmuración extrajo al detective de su burbuja. Taehyung parpadeó y dejó escapar una risa suave. Ni siquiera sabía que quien lo acompañaba aún estaba despierto.

— ¿Estás sugiriendo que lo hagamos de nuevo? — Difiriendo de lo que Taehyung pensó, el contrario no compartió su falsa sonrisa.

— Necesitas ayuda, — susurró. — No digo que no podamos hacer esto de nuevo, de hecho, me encantaría volver a hacerlo pronto. — Tiró de la mano que había atrapado y la guió para que el brazo de Taehyung quedara envuelto con fuerza alrededor de su cintura. — Pero espero que aún consideres buscar una ayuda real. Es sexo, las actividades que te distraen lo harán por algún tiempo, mas al final el camino, chocarás nuevamente con todo lo que ignoraste... Estaré encantado de referirte al Dr. Choi Jongho o incluso a otra clínica si lo prefieres. Kim Namjoon no tiene por qué saberlo.

Con toda honestidad, Namjoon realmente era la menor de sus preocupaciones, pero Taehyung no expresó ese pensamiento. Lanzó un suspiro, fijando su mirada en la nuca del pelinegro, tratando de encontrar las palabras deseadas. No estaba emocionado hablando de esto, pero supuso que esa conversación era inevitable. Jungkook solo había estado esperando el momento "adecuado".

— Vas a seguir sondeando este tema hasta que me rinda, ¿no es así?

— Es por tu propio bienestar. — Jungkook entrelazó sus dedos. Su voz reduciéndose a un susurro nuevamente. — Me preocupo por ti. Realmente lo hago.

Tal vez fue revelador que la respuesta inmediata de Taehyung fuera tratar de discernir si el doctor estaba siendo verdaderamente sincero o si solo había dicho eso para que estuviera de acuerdo. No podía leer su rostro porque Jungkook estaba de espaldas a él y, aunque no lo estuviera, estaba demasiado cansado para intentarlo de todos modos.

¿Realmente no había alternativa?

Namjoon parecía convencido de eso; si no funcionaba, se iría al manicomio. Al menos Choi San tendría un titular lucrativo y escandaloso, alguien que sacaba algo bueno de toda esa pesadilla. Podría ser que, en algún lugar, debajo de capas y capas de negación que lo amurallaban, sabía que tal vez las cosas no estaban bien en su cabeza. Tal vez no lo habían estado durante los últimos dos años. Había esperado, había intentado tan jodidamente duro, mantener todo contenido, controlado. Para que no se desbordara y causara un desastre.

Durante un tiempo, en verdad se las arregló.

No necesitaba la molestia de Namjoon para reconocerlo, aunque en silencio, todo se estuviera volviendo cada vez más difícil de manejar. En algún momento, "manejar" se había convertido en tomar demasiados somníferos para no ver el rostro ensangrentado de Seokjin, o tener un colapso total por un puñado de palabras vacías. Gestionar por su cuenta todo lo sucedido lo había llevado a hacer algo terriblemente estúpido si lo miraba en retrospectiva, algo que Namjoon jamás le permitiría olvidar en esa vida. Taehyung todavía estaba sufriendo las consecuencias de esa decisión.

— No quiero a nadie más en mi cabeza. — Espetar aquellas palabras finalmente fue como quitarse unos apretados zapatos después de una larga caminata. — Si realmente tengo que hacer esto, entonces... Supongo que prefiero que sea contigo.

— Gracias, Taehyung.

Por la forma en que había respondido tan rápido, era casi como si Jungkook hubiese estado esperando esas palabras durante todo el tiempo que compartieron.

— ¿Me agradeces por darte trabajo extra?

— Te agradezco por confiar en mí y darme esta oportunidad. — Llevando su mano a sus labios y presionó un suave beso contra su muñeca. — Lo haré lo mejor que pueda.

Taehyung jaló a Jungkook más cerca de él para poder envolver sus brazos alrededor de su cuerpo y enterrar su rostro en su cabello. Permitió que el pelinegro lo bañara y lo intoxicara con besos, hasta que no pudo asimilar nada más.

Esperaba fervientemente no arrepentirse de todo por la mañana.

¡Hola, hola! ¿Cómo han estado? Ya estoy de regreso con una nueva actualización. Es un capítulo con más de 8k de palabras, así que espero que no se les haga eterno y mucho menos aburrido. He intentado recortarlos, pero sentía que dividirlo más cortaría el flujo de los acontecimientos. Nos vemos pronto en el próximo capítulo.

LORED.

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