02 | the reunion

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng










DOS
el reencuentro







Después de varias horas, consigo dormir un poco, pero me despierto por las pesadillas de siempre. Me levanto de la cama y me doy una ducha. Cuando me veo en el espejo, hago una mueca. Nunca he tenido tantas ojeras. O puede ser que sí y nunca haya perdido el tiempo observando mi reflejo. Me visto y voy al comedor a desayunar.

—Buenos días, Leilani —saluda Hera, que ya está sentada en la mesa—. Ya he despertado a los chicos.

—¿Y Chaff? —pregunto, sentándome y cogiendo una taza de café.

Me sirven una enorme bandeja de comida con huevos, jamón y patatas fritas. Tomo un panecillo de la cesta.

—Con resaca —responde ella, con evidente desagrado—. Está durmiendo.

—En realidad, no me extraña —comento.

Thresh llega y se sienta.

—¿Eso es zumo de naranja? —pregunta, señalando un vaso con líquido naranja.

—Sí —contesto—. ¿Lo has probado alguna vez? Yo no lo probé hasta que fui tributo.

—Una vez, en el cumpleaños de mi abuela. Zinnia las compró.

Aprieto los labios y asiento. Thresh bebe el zumo en silencio y le ponen una bandeja incluso más grande que la mía. Rue llega unos minutos después. Se sienta a mi lado y le sirven otra bandeja. Comemos en silencio.

—¿Chaff va a venir? —pregunta Thresh, tras varios minutos.

—No es muy probable —dice Hera—. Pero Leilani y yo haremos todo lo posible por ayudaros.

Él asiente y terminamos de desayunar en silencio. Cuando nos recogen los platos, la acompañante se va después de parlotear algo sin sentido y decir que nos preparemos. Miro a los chicos.

—En unos minutos, llegaremos al Capitolio —informo—. Dejad que los del equipo de preparación hagan su trabajo, aunque no sea agradable. No protestéis, ¿entendido?

—¿Qué quieres decir con lo de que no es agradable? —pregunta Thresh.

—Cuando vinieron a prepararla para la Gira de la Victoria, le arrancaron casi todo el pelo del cuerpo con tiras de cera, le hicieron la manicura, le cortaron el pelo y la embarnudaron en cremas —enumera Rue, que recuerda aquel día tan vívidamente como yo. Con una media sonrisa burlona, dice—: No creo que te divirtieras mucho, ¿no, Lei?

—No —admito, esbozando una mueca—. No sé qué os harán a los chicos. Creo que usan algo para que no os crezca la barba. Pero creedme cuando os digo que eso hará que en el Capitolio agradéis más.

Thresh frunce el ceño.

—Intentarán prepararos lo mejor posible, aunque os aviso que pueden ser un poco bobos —continúo hablando—. Mi equipo se pasaba horas hablando de los cotilleos del Capitolio. Pero eran muy amables. Inofensivos. No sé si este año seguirán por ahí.

Recuerdo a Emil, Adrienne y Gabriella. Sus estúpidas voces agudas y su horrible acento del Capitolio. Me desesperaban, pero no era capaz de odiarlos. Eran demasiado tontos para que les odiara.

—Espero que vuestros estilistas sean buenos —digo—. El Distrito 11 lleva años sin destacar mucho en el desfile.

—Tú fuiste la última buena. Tú destacaste —recuerda Thresh—. Te llamaban la Diosa Dorada.

Un mote que aún me provoca escalofríos, pero que causó sensación en el Capitolio. Asiento otra vez.

—Tuve una gran estilista. —Tigris. Mis Juegos fueron los últimos en los que participó y no cabe duda de que lo hizo de maravilla. En parte, sobreviví por su gran trabajo. En ocasiones, me pregunto qué habrá sido de ella—. Si los del Capitolio os ponen un buen apodo, es que lo habéis hecho bien.

—¿Estaréis en el Centro de Renovación antes del desfile? —pregunta Rue.

Me encojo de hombros.

—Si yo no estoy, Hera estará, o vuestros estilistas. No vais a estar solos. Lo más probable es que yo os espere en el Centro de Entrenamiento. —Ni siquiera me molesto en mencionar a Chaff.

Ellos asienten con la cabeza. Entramos en un túnel. Estamos casi en la ciudad de mis pesadillas. El Capitolio nos espera. Y a mí en concreto me espera con muchas sorpresas desagradables reservadas a mi nombre, no me cabe duda de ello.

Después de dejar a Thresh y Rue con sus equipos, empiezo a buscar a algún conocido por el Centro de Renovación. No sé dónde están Chaff y Hera, y no tengo muy claro qué tengo que hacer.

Sin embargo, recuerdo bien el lugar. Mejor de lo que esperaba. Mejor de lo que me gustaría. Perderme en sus pasillos no parece ser una opción.

—Vaya, si es la vencedora desaparecida —dice una voz.

Me giro y me encuentro con una chica de aproximadamente mi edad. Tiene el pelo castaño, corto y puntiagudo y los ojos marrones. La reconozco, aunque nunca nos hemos visto en persona. Ganó al año siguiente de mi victoria.

Incluso sin saber aquello, hubiera sabido que ganó en los Juegos. O, mejor dicho, que sobrevivió a ellos. La marca que éstos te dejan no se te va: tienes sus rastros en los ojos, en el rostro, en tu forma de actuar.

Frente a mí está la Vencedora de la que ya me habían avisado Parry y Seeder, diciendo que me gustaría. Esbozo mi acostumbrada sonrisa no auténtica.

—Johanna Mason, ¿no?

—Exacto. Te veo perdida, Chica Cereal.

Sé que mi expresión cambia al momento. Ese apodo es incluso peor que el de la Diosa Dorada, porque trae recuerdos peores.

—No me llames así —respondo.

—Lo siento, no voy a desperdiciar un apodo. Y no pienso llamarte Diosa Dorada —dice, con burla. Me coge del brazo como si fuéramos amigas de toda la vida—. Hay un idiota buscándote.

—¿Quién? —pregunto, aunque imagino quién será. Apenas conozco a nadie en el Capitolio. Solo puede haber alguien buscándome y ese es...

—Finnick. Le he visto hace solo un par de minutos, así que no debe andar muy lejos.

Asiento.

—¿Por qué me busca?

—¿Crees que eso me importa, descerebrada?

—Supongo que no.

Ella me dirige una media sonrisa burlona, aún arrastrándome del brazo. Al girar una esquina, vemos a Finnick.

—¡Eh, idiota! —grita Johanna.

Él se gira y sonríe. Johanna me suelta el brazo y se marcha como si ya hubiera cumplido su único propósito. Puede que sea así, aunque dudo que ella se conforme con ser una simple chica de los recados.

No me preocupo mucho por tratar de comprender a Johanna. Finnick viene hacia mí y no dudo en abrazarle con fuerza, como hice la última vez que nos vimos, hace ya demasiado tiempo.

Siendo él de lo poco bueno que los Juegos me han traído, verle es también lo único que me emocionaba un poco de ser mentora. Suelto una risa entre sus brazos y él me estrecha con fuerza.

—Vaya, cuánto has crecido —dice él, mirándome sorprendido.

Sonrío y le permito ser una de las pocas personas que conoce mi sonrisa auténtica.

—Finnick, han pasado tres años. Tendría que estirar en algún momento, ¿no crees?

A los dieciocho años, era tirando a bajita, probablemente debido a la falta de una buena comida desde que tenía memoria. Después de ganar, mi alimentación mejoró, dentro de lo posible en el 11. Supongo que mi mayor altura se debe a eso, aunque no cabe duda de que crecí tarde.

—Por cierto, qué amiga más simpática tienes, Odair —añado, riendo.

—Sí, bueno, Johanna es así —responde, encogiéndose de hombros—. Te agradará, ya verás.

—Permíteme dudarlo.

De todos los Vencedores que he conocido, solo tres han llegado a agradarme del todo. Dos son de mi distrito y al otro lo tengo enfrente.

—¿Cómo lo estás llevando? —pregunta Finnick, y aunque sé que lo dice en tono tranquilo, sus palabras encierran una pregunta mucho más seria.

Trato de mantener el rostro impasible.

—Bueno... No es fácil —admito, consiguiendo que mi voz solo se rompa un poco—. Si ella muere...

—Lo sé.

Asiento con la cabeza.

—No sé qué hacer. Y... —Me aseguro de que el pasillo está vacío—. Creo que todo esto es culpa mía —digo, susurrando.

—No lo es —responde él, también en susurros—. Ya sabes de quién es.

Suspiro. Lo sé, me lo llevo repitiendo años. Eso no significa que la culpabilidad que siento disminuya.

—¿Dónde veis los mentores el desfile? —pregunto.

Lo más seguro es que haya cámaras y micrófonos donde estamos y es mejor que no se fijen en nuestra conversación. Ya le contaré a Finnick lo sucedido cuando esté segura de que no nos escuchan.

—Tenemos una sala con pantallas en el Centro de Entrenamiento. Solemos reunirnos todos allí, o casi todos.

—¿Quién ha venido este año?

—He visto a Cashmere y Augustus del 1. Brutus y Enobaria del 2. Del 3, están Majara y Voltios.

—¿Majara y Voltios? —repito.

Finnick se ríe. Me doy cuenta de que tiene que haber bastantes bromas internas entre Vencedores que no conozco. Tampoco estoy segura de querer aprenderlas.

—Wiress y Beetee. Johanna les puso el apodo hace un par de años —explica—. Mags ha venido conmigo. Y Johanna y Blight del 7. Ah, y Haymitch del 12. No sé quién más está por aquí. ¿Y Chaff?

—Haciendo lo mismo que hizo en mis Juegos. Aunque tal vez salga para pasarse la botella con Haymitch. Es algo típico de ellos —respondo—. No sé si Parry vendrá de visita. Si lo hace, espero que me eche una mano.

—Yo puedo ayudarte —se ofrece Finnick de inmediato, haciendo una mueca de desagrado.

Tengo que ocultar una sonrisa.

—Tú ya tienes tus propios tributos. Sé que Parry no te cae bien, pero él es de mi distrito. Me ayudará.

Por la cara que pone Finnick, aquella idea no le agrada. Nunca he llegado a saber qué pasó entre ellos dos, pero sí está claro que no se soportan. Parry también detesta a Finnick, pero lo disimula un poco mejor que él.

Aunque puede que Finnick solo no lo disimule porque está conmigo.

—Sabes que yo puedo hacerlo mucho mejor que él.

—En ese caso, ayuda a tus tributos.

Finnick no insiste.

—Te acuerdas de lo que te dije aquella vez en la azotea, ¿verdad?

Pienso en la primera noche que pasé en el Centro de Entrenamiento después de mis Juegos, cuando las pesadillas no me dejaban dormir. Subí a la azotea, pero ya había alguien allí. Quise irme sin hacer ruido, pero él me escuchó.

Habíamos tenido encuentros similares antes de los Juegos. Ni siquiera estoy segura de que aquello estuviera permitido, pero había estado con Finnick en aquella azotea casi todas las noches. En ese momento, yo solo era una niña asustada a quien le había tocado ser tributo y él ostentaba el título de Vencedor más joven —aún lo tiene—. Creí que sería un engreído, como la mayoría de los profesionales.

Me equivoqué.

Después de los Juegos, volver a verlo en la azotea fue peor de lo que me esperaba.

Ahí empezó todo, de un modo u otro. Ya nos habíamos encontrado allí alguna que otra vez, antes de que me enviaran a la arena. No podía llamarle amigo, no cuando era el mentor de mis rivales. Pero fue la primera persona que de verdad fue amable conmigo en el Capitolio.

Primera y última, podría casi decir. Pero no contaba con volver a verle. Definitivamente, no después de haber sido la culpable de que su tributo no venciera.

Annie Cresta no ganó gracias a mí. Él debería haberme odiado. Pero nunca lo hizo: así me lo dijo en la azotea. Me dijo que su odio iba dirigido a otras personas, a los verdaderos culpables.

Recuerda quién es el verdadero enemigo. Esas palabras aún me persiguen.

Nunca pensé que sería él quien mayor consuelo me daría. ¿Cómo podría haberlo imaginado? Y, sin embargo, lo hizo. Me ofreció ayuda; a mí, a la pobre vencedora del 11 que había perdido lo único que hacía que su vida tuviera algo de sentido.

Me dijo que siempre podría llamar a su teléfono. Le prometí que estaría bien sola. Él me llamó mentirosa. Fue en ese momento donde prometimos jamás hacernos promesas, no si éstas iban a romperse.

Sin promesas.

Sé que Finnick está pensando también en aquel encuentro en la azotea. Nunca hemos vuelto a hablar de ello, no directamente mencionando el momento al menos, pero, a veces, por la noche, me pregunto qué fue lo que pasó en aquel momento por su cabeza.

Porque tengo la sensación de que estoy donde estoy ahora por aquella charla con Finnick años atrás. Porque no sé qué hubiera sido de mí de no haber encontrado al vencedor más joven de la historia de los Juegos en aquella azotea.

—Recuerda quién es el verdadero enemigo —susurra él, como aquella vez.

—Sé quién es el verdadero enemigo, Finnick —respondo—. Pero no me sirve de nada saberlo.

Su única respuesta es una mirada y silencio. Me hace un gesto para que le siga. Le sigo por los interminables pasillos del Centro de Preparación. No hay mucho que hacer, más que pasear y ponernos al día. Conforme se va acercando la hora del desfile, nos trasladan al Centro de Entrenamiento.

Finnick me lleva hasta la sala de los mentores, donde veo algunos rostros conocidos. Cashmere, Augustus, Enobaria y Brutus están juntos en una esquina. Beetee está enseñado un invento suyo que se ilumina cada pocos segundos. Los adictos a la morflina del 6, Ivo y Tressa, lo miran fascinados. Dae, del 8, está leyendo un libro, aparentemente ignorando a todos los demás.

Chaff está con Haymitch, ambos borrachos, aunque he visto al último bastante peor. Al menos, se mantiene en pie. No como mi compañero de distrito.

Johanna se acerca a nosotros.

—¿Habéis vuelto a perderos? —pregunta, divertida.

—Solo nos hemos distraído un poco por el camino —responde Finnick.

Por la mirada de Johanna, sé que va a soltar algún tipo de pulla.

—¿Habéis usado una cama, o lo habéis hecho en mitad de un pasillo? —dice ella.

Finnick abre la boca para responder, pero yo soy más rápida.

—Qué va, lo hemos hecho en el ascensor. Los avox han alucinado —contesto, con una ceja arqueada.

Johanna se ríe y me da un codazo. Me da la sensación de que acabo de pasar una prueba.

—Me cae bien esta chica, Odair. No es tan aburrida como la hacías parecer.

—¿Aburrida? ¿Eso te ha dicho de mí? —pregunto, burlona.

La mirada que Finnick le dirige a Johanna casi asusta. Ella chasquea la lengua, divertida.

—Yo no cuento los secretos de los demás, Chica Cereal —responde, con una sonrisa de la que no sé qué pensar—. ¿Vamos a ver el desfile?

Nos sentamos en un sofá, esperando a que comience el desfile. Mags, la anciana vencedora del 4 y única familia de Finnick, se sienta junto a nosotros.

Observo las reacciones de los mentores por el rabillo del ojo. Las caras de superioridad de Enobaria y Brutus, la mueca de Beetee al ver los horribles trajes de sus tributos, la pequeña sonrisa de Finnick cuando Mags le susurra algo, los insultos a voz de grito de Johanna al ver que sus chicos van de árboles, cómo Dae se cubre la cara cuando muestran en pantalla a los de su distrito... Chasqueo la lengua cuando veo aparecer a mis tributos.

Rue y Thresh salen con un peto vaquero y una corona de espigas de trigo plateada. No está mal, pero no les hará destacar.

Pero cuando aparecen los del 12, la mitad de los mentores suelta un grito ahogado.

—¡Están en llamas! —exclama Cashmere, gran observadora.

—¡Y van de la mano! —dice Augustus, otro igual.

Debe ser algo que enseñan a los del 1, a decir lo obvio.

—Lo vemos, chicos —comenta Johanna, ganándose una mirada de odio por parte de los mentores del 1.

Observo en silencio las capas ardiendo de los dos chicos. Les han robado a Thresh y Rue la poca atención que tenían. Todos se giran hacia Haymitch.

—¿Cómo han hecho eso? —pregunta Enobaria, muerta de envidia.

El hombre solo sonríe, lo que enfurece aún más a la mujer.

—Déjalos, son del 12. Han tenido suerte con sus estilistas, eso es todo. Cato y Clove los matarán en menos de un minuto —dice Brutus.

—Pero sabemos una cosa seguro —comento en un tono más bajo, para que solo Finnick, Johanna y Maga me escuchen—. Y es que los del 12 van a dar que hablar estos Juegos.

Eso les da una increíble ventaja para conseguir patrocinadores. También sé otra cosa con seguridad.

Y es que los del 11 van a ser olvidados por completo.












hola muy buenas, se me olvidó poner esto en el primer capítulo pido perdón :)

anyways, gracias por leer eyes open, no creo que muchos recuerden su primera versión (no promises) que escribí allá por 2020, he dejado cosas de la primera vez que son un poco xd pero quiero dejarlas por nostalgia (el sinsajito por ejemplo lol), pero no va a ser como eso ni mucho menos. llevo casi un año reescribiendo el fic para hacerlo bien y por fin terminar lo que empecé en 2020, así que espero que lo disfrutéis jeje

los primeros capítulos serán más o menos cortitos (2,7k palabras de media), más adelante los extenderé más, aunque estarán algo limitados por el pov de leilani, ya que preferí mantener el fic en primera persona, como la trilogía original ;)

sin mucho más que decir, gracias por leer <3

ale.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro