Capítulo 28

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SE ENCONTRÓ EL DIARIO Y LA PRENSA DESATÓ LA LOCURA ENTRE LOS ADOLESCENTES QUE PIDEN JUSTICIA POR LA CANTANTE.


Tras la reciente aparición del diario de la famosa cantante fallecida Callie Morgan, los fanáticos se reúnen en el Mattew Street, centro del departamento de investigación, a la espera de que el famoso guitarrista Derek Dunoff, salga del recinto para ser devorado por la multitud. Callie Morgan aseguraba que el cantante tenía varias denuncias por acoso sexual y posesión de drogas.








(**)

LOS FREEDMAN SIEMPRE SE TENÍAN COMO PRIORIDAD EL UNO AL OTRO.

EGOÍSTAS O NO, AQUELLA NOCHE SOLO NOSOTROS SABEMOS LO QUE REALMENTE PASÓ.


Resultó que vi a la banda tres días después de mi cumpleaños. Nos tocaba ensayar, así que por ahí por las ocho de la madrugada, me digné a despertar. Había estado colgándome de ansiolíticos que Franco me proporcionaba para amortiguar la ansiedad y así poder dormir. Solo salí de mi habitación para cosas puntuales.

Diez y media y me levanté de la cama; saqué un dinero que tenía sumergido en el colchón y fui al centro comercial a comprarme una caja fuerte. Llámenme paranoica, pero guardé en un pendrive ese video y lo coloqué en esta misma. Estaba afectada, pero en aquel momento no quería que nadie lo viera. Tenía vergüenza, mucha vergüenza.

Y bueno, yo tenía la cabeza en cualquier lado, así que en caso que me olvidara de la contraseña, me aseguré de escribirla en una parte algo especifica.

Después de todo eso y después de que me pasara todo el día acostada con mi gata, me digné a ir a la casa de Franco para ensayar algo. Después de todo, era lo único que me mantenía distraída. Era tarde, pero, aunque estuviera sola, quería tocar alguna canción.

Tomé la primera ducha después de tres días, lavé mis dientes y esnifé un poco de cocaína en el baño. Salí de casa rápidamente para tomar el autobús en el paradero de la esquina.

Me había tardado más de lo habitual en el transporte, así que el efecto de las drogas estaba desapareciendo. Era una montaña rusa tan abrumadora que, cuando llegué al garaje, me dieron ganas de lanzarme a un colchón, quedarme ahí y hundirme lentamente. Pero no pude, porque apenas entré, vi a Chris sentado en el sofá con una computadora y una manta de polar entre sus piernas. Tenía una mano detrás de su cabeza y con la otra manejaba el teclado. Levantó su vista al verme, neutro.

—¿Y tú qué haces aquí tan tarde? —inquirió, continuando su búsqueda en la pantalla—. ¿Qué? ¿Acaso no puedes dormir?

—No lo sé. —Me encogí de hombros—. Me agrada la noche. ¿Dónde están todos?

—John y Alex tienen maratón de videojuegos. Y Javi... se coló. —Se tomó una pausa para mirarme dudoso y preguntar—: Oye por cierto, estuvimos llamando a tu teléfono y no contestabas... ¿Todo... bien?

—Se me había echado a perder —me apresuré en decir—, pero ya lo mandé a arreglar.

—Ajá... Entiendo...

—Por cierto... ¿Qué miras tanto?

—Porno.

—¿¿Qué?? —Terminé por soltar una risita real, incrédula.

Nah..., Estoy viendo una peli de los Beatles.

No tardó en levantar el computador y mostrarme como McCartney buscaba a su abuelo pulcro. Chris mantenía una rostro entusiasta con aquella película, un rostro que me indicaba que amaba los panoramas caseros bajo esa manta de polar y buena música de por medio. Resultaba que las fiestas terminaban por resultarle aburridas.

—¿Puedo? —pregunté apuntando hacia el sofá.

—No sin antes decirme cuál es tu canción favorita del álbum blanco.

—No lo sé, ¿The Fool on the Hill?

—Ese es de Magical Mystery Tour. No eres digna de mirar esto.

Solo bastó con dispararle un rostro juzgador para que él accediera. Su sonrisa de medio lado mostró su hoyuelo burlón.

—Está bien, siéntate a mi lado.

No dudé un segundo en sentarme junto a él y acomodar la manta sobre mi cuerpo para calentarme. De una manera poco animosa, mi mirada se centró en como el abuelo de McCartney vendía las firmas de la banda para sacar dinero. Fácilmente podía ser Marcos.

Chris parecía cohibido apenas me había ganado a su lado. Si bien siempre estaba pálido y no era de los que mostraban mucho lo que sentía, no hacía más que mirarme de reojo un tanto colorado. No le tomé importancia, porque solo me limité a afirmar mi cabeza en su hombro. Necesitaba un poco de contención, de apoyo, pero, ¿cómo podía obtenerlo si no me dignaba a decírselo a nadie?

—¿Nos seguirán así nuestros fans cuando seamos así de famosos?

—Me gusta que le tengas fe a la banda —musitó con una pequeña y casi imperceptible sonrisa.

—¿Tú crees que se pueda ser feliz y famoso a la vez?

—No creo en la felicidad realmente, Callie. —Ladeó un poco el rostro y sentí su cálida mejilla en mi cabello—. Pienso que es falsa, ingenua y absurda.

—Joder... Necesito en estos momentos ser falsa, ingenua y absurda.

—¿Y qué te lo impide?

—Lo haré cuando tenga mejor ánimo —comenté con una encogida de hombros. Increíblemente, me esforzaba para que una palabra saliera de mi boca.

—¿Pasa algo?

—¿A mí? No, nada en absoluto, es solo que... que —traté de que saliera una excusa sin sonar como una jodida mentirosa—, que mi padre cumplía años hoy y no... no puedo... olvidarme.

—¿Quieres ir a dar una vuelta en moto? —preguntó de sorpresa y me miró—. Ya sabes, para despejarse. Soy un poco loco para manejar, así que tu mente se enfocará en sobrevivir y...

—Acepto ¿Hacia dónde vamos?

Se encogió de hombros.

—Por ahí. 

—Suena genial. 

Él cerró la laptop e hizo a un lado la manta. Esta vez vestía con un poco más de color. Llevaba una sudadera blanca con letras azules. A decir verdad, ese día no tenía un rostro de sueño o de haber fumado hierba. Lucía... fresco, puro, como si parte de él quisiera mejorar. 

Sacó dos cascos desde una esquina y me estrechó uno. Se fue caminando hacia afuera y yo lo seguí por detrás. Giró su rostro para sonreír y luego se subió a la moto para prepararla con decisión. Apenas subí, el partió a la velocidad de la luz. ¡Brum Brum!

Lo abracé con fuerza antes de que pudiera caerme hacia atrás. Cerré los ojos e intenté no sentir miedo. Ay, mamita. 

—¿Quieres algo de música? Tengo intercomunicadores —presumió—. Dime una canción.

Ammm... Nowhere man.

—Joder, qué buen gusto tienes.

—Me gusta porque se trata de un hombre cuya existencia no se conoce. No tiene ni un punto de vista... Ni sabe para dónde quiere ir... Me siento identificada. 

—Si te sientes identificada con esa canción, probablemente en el fondo sí quieres ser invisible por un momento. Se debe sentir un poco de paz en eso, ¿no?

Asentí abrazando un poco más fuerte su torso y afirmando mi cabeza en su espalda, triste.

Respiré.

Y pese a que consideré que esa salida estaba resultando liberadora y fresca con ese viento que me acariciaba, todo siempre viene acompañado de algo malo. Sentí que debía liberar todo lo que me estaba pasando; sentí que necesitaba descargar mi furia, mi dolor de alguna u otra forma, y toda esa música, toda esa melancolía del relente que caía a esas horas de la madrugada, hizo que explotara en llanto.

Comencé a apretar mis labios tratando de aguantar, pero no pude, porque las lágrimas caían como gotas de agua resbalando por un techo. Me estaba ahogando, y Chris pareció notarlo, porque en un movimiento ágil, aparcó en una bencinera.

Yo no quería soltarlo. Me vi en la necesidad de sentir apego, de tener a alguien que me dijera que todo estaba bien, pero simplemente veía todo tan negro que mi garganta dolía y mis ojos aguados quemaban. Quizá si mi padre no hubiera muerto y mi madre no me hubiera abandonado, tendría algún tipo de guía, pero la vida era injusta y yo no tenía nada de eso.

—Callie... —Soltó mis brazos de su cintura y se bajó de la moto. Yo me quedé arriba, derrotada y avergonzada.

—Perdón, es que tengo... tengo miedo, Chris. 

—Maldita sea... Es que quién te hizo tanto daño para que estés de esa manera... —Me sacó el casco y sus ojos verdosos se enfocaron en mí, atento, tratando de entender. Me tomó del cuello y me hizo que lo mirara. 

Sé que siempre digo que son bastante adivinos, pero la verdad de las cosas, es que jamás lo supieron mientras estuve viva. ¿Qué pasó cuándo se enteraron? Resulta ser un misterio.

—Me quiero morir, me quiero... —volví a llorar, esta vez tapando mi cara.

—Hey, hey, no... —Trató de calmarme, sacando mis manos de mi rostro y me abrazó—. Tranquila, Callie, pero necesito que me digas qué demonios pasó...

Probablemente mi llanto se expandió aún más al sentir su cálida piel chocando con la mía. Le devolví el gesto rodeando con todas mis fuerzas los brazos en sus hombros. Mis lágrimas mancharon su sudadera.

—Necesito que me digas que estarás bien, ¿vale? 

—Yo nunca he estado bien, Chris...

Apreté mis labios, ya cansada de tanto llorar. Inhalé con mi nariz congestionada e intenté tomar aire. Limpié mis ojos aguados con la manga de mi sudadera.

—Puedes confiar en mí... Lo sabes, ¿no? Quizá pueda ayudarte, no sé...

—No puedo... Yo... yo no puedo contarte, lo siento, lo siento mucho... Yo...

Él me entendió. Respetó la idea de que no quería decirle, así que solamente besó mi frente suavemente y volvió a abrazarme. Quizá contarle habría sido una manera de evitar mi fatal desenlace..., porque lo hubiéramos derrotado, pero me guardé las cosas para mí y todo terminó con un soborno.

Después de unos minutos así, dejamos la moto aparcada y nos fuimos a sentar a la acera para ver a los autos pasar. Chris sacó algo de pasto y enfocó la vista en sus manos bajo un silencio doloroso. Yo, por otro lado, solo miraba a la nada, sin saber qué hacer ni dónde ir.

Siendo la mujer de ninguna parte.

La que no pertenecía a ninguna parte.

—¿Sabes? No pienso darte consejos de nada —dijo rompiendo el silencio—, porque una persona tan dañada como yo, no puede darle consejos a una persona tan dañada como tú. Y seré sincero, la vida es una mierda y no te diré que siempre hay que ser positivo ni que no puedes darte por vencida. Muchas veces salirse del camino y hundirse puede ser lo más liberador, incluso más que el que te digan "debes seguir".

Lo miré, atenta.

—¿Dices que debo hundirme?

—Digo que tocar fondo no es algo tan malo después de todo. 

Sonreí por unos segundos y luego agaché mi cabeza. Chris era tan oscuro, pero a la vez tan certero que me asustaba. Con seguridad, puedo decir que aquellas palabras tenían un significado que estaba distante a la banalidad. Aléjate, toma riesgos, a nadie le interesa más que a ti mismo.

—Tengo algo en mente, ¿sabes? —dije—. Algo que quiero hacer hace muchísimo tiempo y no he tenido la valentía para hacerlo.

Él levantó la vista del pasto y me repasó con la mirada, atento.

—¿Ah, sí? ¿Qué cosa?

—Tengo una carta en mi mochila, una que le escribí a mi madre. Pienso que si le llega el mensaje, puede buscarme, ¿no crees?

Chris vio en mí la oportunidad de sentir esperanza, pero con una patética prontitud, no dudó en colocar un rostro de: «si no te buscó en años, no creo que quiera verte ahora».

—Si quieres hacerlo, entonces hazlo —sonrió, apoyándome, aunque diría que no muy convencido—. Piénsalo mientras yo voy a ese almacén por un encendedor. —Se puso de pie y colocó un cigarro en su boca—. Ya vuelvo.

Asentí envolviendo mis piernas en mi pecho y afirmé mi rostro en mis rodillas. Una sonrisa se formó en mí al sentir su apoyo.

Instantes después, saqué mi mochila de mis hombros y abrí la carta. De manera nostálgica, comencé a echarle un vistazo y me puse a pensar si es que era buena idea enviársela. ¿Valía la pena? No lo sabía, me estaba arriesgando, aunque eso significara que podía sufrir el atropello de la desilusión.

"¿Señora Johnson? Habla Callie... Supongo que sabe quién soy, no creo que haya necesidad de volver a mencionarlo. Pero es que he estado pasando por un momento demasiado malo y sentí que sería bueno hablar con usted, que me pudiera ayudar o incluso darme algún consejo. No quiero que me dé explicaciones del por qué lo hizo, del por qué me abandonó, solo quiero a alguien con quien hablar, ya sabe, como las mamás lo hacen con sus hijas... Me siento perdida y créame, no guardo rencores. Más que nada quiero a alguien que me entienda, no la estoy pasando bien. 

Por favor, si tiene un tiempo, mañana estaré en la cafetería Weeks. Si llega a querer (por favor que sea así) confírmeme. Le dejaré anotado mi número de teléfono".

Se despide... Su hija.


Tomé la decisión de enviársela, sí. ¿Qué podía salir mal? Bueno, existía la posibilidad de que tomara ese papel, lo lanzara a la estufa y se calentara los pies. A los once años fui hasta Londres y la vi afuera de su casa con un par de gemelos. Recuerdo que era un día lluvioso; me escabullí detrás de un árbol y vi entonces cómo los protegía del frío antes de dejarlos en el furgón escolar. Cuando notó que yo estaba espiándola, salí corriendo de ahí. 

Tras unos instantes, me puse de pie y me dirigí hacia el buzón rojo de la bencinera. Vacilé unos minutos, pero después tomé aire y lancé la carta. De verdad yo añoraba que la leyera. No quería sentirme tan frágil, y creí que teniendo a una figura materna, podía salir adelante.

—Suerte con eso, pero no esperes nada a cambio. —Apareció Chris por detrás.

Me giré y no dudé en darle un abrazo. Él, con cierta duda, me lo devolvió.

...Y así fue como terminé la noche. Apenas Chris me fue a dejar a casa, corrí hasta mi habitación, me encerré con llave y tomé un par de ansiolíticos para dormir. Quise tomar a mi gata, pero caí al suelo y terminé por cerrar los ojos afirmando la cabeza en un mueble. 

....Y también les cuento que el culpable comenzó a sospechar muchas cosas, entre ellas, que podía delatarlo.

Ay, Cassey, la chica de la noticia, si pudiera darte un abrazo lo haría.

Pero estamos las dos muertas.

Y nuestro asesinx libre todavía.


(**)

Nota de autora: Bueno, no dejo nada al azar, la noticia de esa chica de 13 años que veía Callie en la televisión tiene algo que ver. #Soborno 

Bueno, gracias a lxs que me están leyendo, pronto nueva actualización <3 

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