Trece.

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Siempre he amado la música a todo volumen, el calor y la sensualidad que emanaban las pistas de baile y el amargo sabor del alcohol puro deslizándose por mi garganta, dejando un ardor por cada lugar por el que pasaba

Sin embargo, hoy no estaba de humor.

Muy pocas veces me desanimaba y normalmente se me pasaba al segundo, pero de alguna forma, esta vez no era así. Había pasado toda la tarde con un nudo en la garganta y no podía deshacerme de él de ninguna forma.

—Ty, si no te apetece, no tienes que venir. —Daniel posó su mano sobre mi muslo.

Negué con la cabeza rápidamente.

—¿A quién no le apetece fiesta? —Fingí una sonrisa.

—Es que te he visto algo desanimado mientras veníamos.

—Estaba pensando sobre la vida, Daniel. Se me pasará cuando me meta en sangre algo de alcohol —reí.

Sí, mi malestar desaparecería si me emborrachaba.

—Esperemos que sea solo eso —murmuró para sí mismo.

Nada más entrar a la gigantesca discoteca, Mya se abalanzó sobre mí, sobresaltándome.

—Tyleeeer —canturreó, dejando entrever su notorio emborrachamiento.

—Mya —saludé.

—Te he echado de menos. —Hizo un puchero.

—Nos vimos hace unos días —sonreí burlonamente.

—Has tardado mucho en llegar.

—Lo siento, lo siento, pero ya estoy aquí, ¿no?

—Síííí —celebró—. Vente, te estamos esperando.

Entonces, me arrastró hacia la mesa en donde estaban todos, hasta habían venido Airy y Sher, el novio de Mya.

—Hola —sonreí incómodamente cuando mi mirada se encontró con la de Elián.

Lo tenía claro. Hoy me emborrachaba porque me emborrachaba.

Me senté junto a ellos y Daniel se me unió. Al final, como éramos muchos, me senté sobre sus piernas para ahorrar espacio.

—¿Y si hacemos un juego de shots? —propuso Hassel con una sonrisa.

Levanté una ceja.

—Pero si tú no bebes y cuando lo haces, no aguantas nada.

—¿Quién dijo que fuese a participar yo? Si los mejores jugadores de la mesa sois Elián y tú.

Miré al mencionado, quien solo estaba sorbiendo de su lata de refresco.

—Juega tú solo —rió Elián.

—Ugh, aburrido... ¿Y si apostamos? —sugirió el pelinegro.

—Yo me apunto. —Me encogí de hombros.

—Yo no. —El teñido rodó los ojos con diversión.

—Pero Eliááán —le reprochó Hass.

—Déjalo, el abuelo ya no puede aguantar el ritmo de las apuestas.

El susodicho inspiró profundamente antes de sonreír falsamente.

—Cuando pierdas no me llores, ¿vale?

—¿Eso significa que te unes? —aplaudió Hass.

—Sí —cedió Elián.

Sonreí victorioso.

Era fácil provocarlo y que diese el brazo a torcer.

—¡Yo apuesto por mi teñido favorito! —exclamó Mya, dejando un billete en mi lado de la mesa.

—Yo por el mío. —Emma lo imitó, dejándolo en el de Elián.

Se bajó de las piernas de este para sentarse a su lado.

—¿Veis cómo iba a ser divertido? —indicó socarronamente Hass—. Voto por el cabeza de flor.

—Yo tengo que apoyar a mi cuñado —suspiró Ben—. Voto por Elián.

—Tyler —replicó Airy.

—Elián, para equilibrar —rió Sher.

—Tyler. —Daniel fue el último en apostar.

—Uh, como vemos, se inclina la balanza a favor de Tyler —picó el pelinegro.

—Cuando gane Elián, no lloréis, ¿vale? —le siguió Emma.

—Cuando lo haga yo, no llores tú, ¿vale? —la imité.

Quizá soné más agresivo de lo normal. En mi defensa... Bueno, no tenía defensa.

—Uh, ya comenzamos con las provocaciones. —Mya soltó una risilla tonta.

—¿Cómo habéis dejado que se emborrache tanto solo? —cuestioné.

—Esa es la cosa, no es el único. —Airy sonrió ladinamente.

—Oh, no, tú también no —resoplé.

—Cállate que ahora te vas a unir —contestó bebiendo de su cóctel.

—Eso es secundario —sonreí.

Hassel acabó pidiendo shots del alcohol más suave, tirando a intermedio para Elián y yo no acabásemos en el suelo. Diez para cada uno.

Eso era lo último que recordaba de la competencia. No supe si gané yo o Elián, pero me encontraba con Daniel en la pista de baile, haciendo algo parecido a "bailar" por no decir que estábamos tropezándonos con gente aleatoria.

Sentía que me habían inyectado un chute de adrenalina, porque estaba que rebosaba de felicidad y muy animado.

—Bebe agua, Ty, te vas a deshidratar —sugirió él.

—Pero me gusta estar aquí. —Hice un puchero.

—Te ha subido demasiado el alcohol —rió—, ven.

Entrelazó nuestras manos y me llevó a la mesa, en donde solo estaban Emma y Elián metiéndose la lengua hasta la garganta.

Hice una mueca y carraspeé con fuerza, haciéndolos notar nuestra presencia.

—Hola —saludé falsamente.

—Mhm —murmuró Elián.

—Vengo a dejar a Tyler a vuestro cuidado mientras voy a por agua —explicó Daniel—. Si lo dejo solo por ahí, se me va a perder.

—Ponle correa —bromeó Elián.

—Que te den. —Me crucé de brazos.

—¿Vas a la barra? —Emma se levantó, acomodando su vestido. Daniel asintió—. ¿Puedo ir contigo? Elián también necesita agua.

—¿Yo? Si estoy perfectamente bien —articuló con dificultad.

—Guau, sí, tanto que ni sabes hablar —rió Emma, quien también estaba borracha, pero no tanto como nosotros.

—Pues venga. —Daniel me sentó a lado del teñido—. No os mováis hasta que volvamos.

—Sí, papá —bufé.

Y se fueron, dejándonos a solas. Nos quedamos en silencio, pues ninguno tenía nada interesante que decir.

—Oye, ¿no tardan demasiado? —habló él.

—Acaban de irse —contesté secamente.

—¿Te pasa algo?

—No, ¿por?

—Déjame reformular la pregunta, ¿te pasa algo conmigo? —Frunció el ceño.

—No, ¿debería?

—Te conozco lo suficiente para saber que sí —gruñó.

—Quizá no me conozcas tanto como piensas. —Me encogí de hombros.

—¿Qué coño te pasa? —Arrugó la nariz.

—Nada. ¿Te lo deletreo? —resoplé.

—Ugh, pues si no te pasa nada, deja de comportarte como un niñato, que es lo único que has estado haciendo los últimos días. —Rodó los ojos, exasperado.

—¿Perdona?

Solté una carcajada carente de gracia.

—¿Te lo deletreo? —repitió con burla.

—No, vale, ¿qué te pasa a ti? —Me crucé de brazos.

—Me pasa que te comportas como un imbécil y no quieres decirme por qué.

—Si te digo que no me pasa nada, es que no me pasa nada, ¿por qué te mentiría? —bufé.

—Bueno, entonces, ¿por qué llevas los últimos meses siendo cortante conmigo? ¿He hecho algo que te ofenda o te moleste? Dímelo y solucionémoslo hablando.

—Ya te he dicho que no. Déjame en paz.

—No voy a dejarte en paz. Aprecio nuestra amistad y no quiero que esto se joda.

Amistad.

Eso sí que había sido un golpe directo. Estaba siendo un amigo de mierda y me lo estaba diciendo a la cara.

—¡Igual yo ya no aprecio tanto esta amistad y no quiero mantenerla! —exclamé, molesto.

Me miró, dolido y se quedó callado durante un segundo.

—Si eso es lo que quieres, dímelo a la cara. —Me sujetó por la cintura con un brazo y con la mano del otro, me tomó por el mentón para que lo mirara directamente a los ojos.

Me mordí el labio con fuerza porque, aún sabiendo que esta discusión era una tontería provocada por mí, podía llegar a ser rencoroso y eso mezclado con el alcohol me haría soltar más cosas indeseables.

¿Cómo iba a querer terminar mi amistad con Elián si era una de las personas que más apreciaba?

—Déjalo. —Me liberé de su agarre y me levanté.

—¡Estoy harto! —gritó—. ¡Harto de tus tonterías! Si no quieres saber nada de mí, dímelo a la cara y deja de ser un cobarde.

—No estoy siendo un cobarde, solo quiero calmarme.

—¿Y cuando te calmes ya me lo dirás? —dijo con sarcasmo.

—Sí.

—¿Cuándo será eso? ¿Cuando me muera como Niss?

Sentí cómo todo el aire se escapaba de mis pulmones en tan solo unos segundos. Él abrió mucho los ojos y se cubrió la boca.

—No has dicho eso...

—Lo siento, no era mi intención. Ha sido la rabia —balbuceó, levantándose y acercándose a mí.

—¡No me toques! —Lo abofeteé por acto reflejo, dejando que unas lágrimas se me escapasen.

—Tyler, no quería decir eso. Lo siento, de verdad, yo no...

—Que te den, Elián Muñoz. Si tanto lo deseabas, dejamos de ser amigos en este instante y ya.

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En fin, no quería seguir sufriendo sola y en silencio JAJSJAJS.

El capítulo duraba más, pero lo corté por la mitad para dejaros con la intriga juas juas 😻.

El próximo es... una mezcla de sensaciones.

Como se puede ver, tengo la intención de hacer una maratón hasta terminar la novela, otra cosa es que se pueda JAJSJAJ.

En fin, besitos vespertinos por apenas y son las 9pm, sorprendente de mi parte.

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