CAPÍTULO 13

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Sábado, 20 de octubre de 2018.

ALEXA.

Mis ojos no se despegan de la morena de cuerpo voluptuoso, que no deja de mirar la pantalla de su móvil, alegando de que Zack no ha respondido sus mensajes.

—Él no se encuentra en casa —responde Nathan.

—¿Y dónde está entonces? —exige saber—. Te recuerdo que tengo derecho de saberlo todo.

Los chicos no se ven cómodos con la situación, y me doy cuenta de que a cada nada me lanzan una mirada para examinar si la presencia de la chica me afecta, y la verdad es que no. Solo tengo curiosidad por saber qué tipo de relación mantiene o mantenía con Zack, porque parece que el pelinegro no la ha buscado más desde hace un tiempo. Eso me da un poco de alivio y confianza hacia él, porque quiere decir que sus palabras hacia mí no han sido vanas, sino que tienen significado.

—¿Qué es lo que quieres, Keira? —la cuestiona Mason con seriedad.

La chica eleva su mirada del teléfono para posarla en él. Arquea una ceja en su dirección al tiempo que lleva sus manos a su cadera.

—¿Acaso no has escuchado nada de lo que dije? —chilla. Mason rueda sus ojos.

—Sólo presto atención a lo importante. —acota el único pelinegro presente en la sala.

La tal Keira se lleva una mano a su pecho y hace un ridículo puchero.

Demasiado infantil a mi parecer.

—Te recuerdo que soy la novia de tu jefe, así que me debes respeto. —suelta la tipa. Mis cejas se disparan al cielo. Si cuando solo preguntó por Zack no me agradó, ahora que ha dicho esa mierda, solo quiero sacarle los ojos—. Estoy segura que a él no le agradara saber que me tratas así de mal.

—Y yo estoy seguro que no le agradara escuchar que andas soltando estupideces delante de su chica —me señala—. Su verdadera novia. —aclara, haciendo énfasis en cada palabra. Yo no sé ni qué cara poner; es verdad que su amigo y yo nos estamos conociendo, pero no somos novios. Algo me dice que ese término ni siquiera se encuentra en su repertorio—. Ya de por si tendrás problemas con él por entrar a su casa como si fuese la tuya.

Advierte el chico. Los ojos oscuros de la chica caen en mí y desde ya siento que las cosas no van a terminar bien entre nosotras, por esa razón decido que lo mejor será irme a casa y que después Zack me busque, porque algo me dice que irá para aclarar las cosas y si no, pues lo obligare a hacerlo, porque lo merezco y porque, si de verdad quiere darnos la oportunidad de conocernos, entonces debe ser claro y sincero conmigo o de lo contrario las cosas no funcionaran.

Rodeo la fila de asientos con la intención de marcharme y llamar a Rose para que venga por mí. Ella se interpone.

—¿Y tu quién diablos eres? —suelta molesta.

La observo con indiferencia.

—A ti no te debo explicaciones. —digo con voz fría. Volteo hacia los chicos antes de hablar nuevamente, pero puedo ver de reojo a la chica que hace una mueca, furiosa—. Lo mejor es que me vaya, alguien vendrá por mí, no será necesario que me lleven.

Aclaro antes de que ellos lo propongan.

—Zack se va a cabrear si se entera de que te dejamos ir, y será aún peor si vas sola. —explica Nathan haciendo una mueca.

—Tu amigo… —empiezo a decir, pero me interrumpen.

—A tu amigo le vale una reverenda mierda si ella se va o se queda. —interviene perra, quiero decir, Keira.

La ignoro.

—Tu amigo irá a buscarme después. —término lo que iba a decir, dirigiéndome a Nathan.

Admito que eso lo dije sólo para joderla. Sonrío internamente cuando veo que ha funcionado. La tipa tiene la cara roja de la ira.

—¿Acaso eres una más de sus putas? —pregunta rabiosa.

Río mientras niego con la cabeza. Me vuelvo hacia ella y la miro.

—Tranquila, no pienso quitarte ese papel.

Da un paso hacia mí con la intención de intimidarme. Ridícula.

Enderezo mi postura haciéndole frente.

—Escúchame puta —escupe—. Zack ha sido y siempre será mío, y ninguna golfa como tú me lo va a arrebatar.

Ni siquiera sé exactamente qué es lo que siento al escucharla.

Tal vez son celos, es rabia, pero también hay algo de lástima. Es una pena que una mujer se rebaje tanto por un hombre que (aparentemente) no tiene el mismo pensamiento que ella.

—Cuida tus jodidas palabras, porque no tienes idea de lo que soy capaz de hacer con la gente que tiene la osadía de ofenderme. —advierto—. Y valórate tantito. Lo que es tuyo no tienes porque andar peleándolo como una maldita perra en celo, ni mucho menos andar de ofrecida como una jodida urgida para recibir al menos una pizca de su atención.

Intento pasar por su lado, pero enreda sus dedos alrededor de mi brazo.

Está acabando con mi paciencia.

Respiro profundo tratando de controlarme antes de encararla nuevamente, o juro que terminaré rompiéndole la nariz.

Me saco de un tirón.

—Vuelve a poner tus asquerosas manos sobre mí y juro por Dios que te arrepentirás de haberlo hecho. —amenazo.

—No te tengo miedo.

—Pues deberías —retumba una nueva voz en la sala que me hace estremecer. Ese es el efecto que Zack causa en mí—. Por qué, a diferencia de ti, ella sí tiene los ovarios bien puestos para hacerse respetar.

La chica se aleja de mí en un parpadeo; como si su instinto de supervivencia le advirtiera que eso es lo mejor.

Mis ojos buscan su presencia, y lo hayo bajo el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho. Lleva la misma ropa, sólo que ahora está hecha un desastre; se encuentra salpicado de sangre y muy sudado. Ni siquiera preguntaré porqué se encuentra en esas condiciones.

—¡Ahí estás! —chilla. Como si no hubiese escuchado lo que Zack dijo hace un momento.

Camina hacia él y hace el amago de tocarlo, pero basta una sola de esas miradas de hielo que sólo Zack sabe dedicar para que su acción quede a medias. Éste por su parte se aleja de ella y se acerca a mí, logrando que la morena me aniquile con la mirada.

—Vamos, te llevaré a casa. —me informa—. La reunión me tomará más tiempo del que había previsto; la carrera tendrá que esperar.

—¿Es por ella? —interviene la voz de Keira—. ¿Es por esa zorra que no me has buscado?

El cuerpo de Zack se tensa visiblemente.

—Vuelve a llamarla así y me asegurare de que esa lengua no vuelva a soltar sandeces. —suelta, amenazante.

Keira tiembla ante sus palabras y sus ojos se llenan de lágrimas. El miedo reflejado en sus ojos, pero también hay reflejos de una furia que lucha por mantener a raya si es que quiere salir entera de la cueva del lobo.

—Entonces…¿eso es todo? —se escucha su voz temblorosa—. ¿Me abandonas así de fácil?

Demonios.

El momento está lleno de tensión e incomodidad.

Por mi parte, me mantengo en silencio y hecho un vistazo a los chicos que se encuentran de la misma forma. Todos con cara de no saber qué hacer o qué decir.

El único indiferente a todo es Zack, que parece más cansado y fastidiado ante tal situación.

Lo veo resoplar y pasar su mano entre las hebras de su oscura cabellera, frustrado.

—Voy a dejarte algo en claro… —empieza—. Yo no te estoy dejando, porque, en primer lugar, jamás fuimos algo más que una distracción. Segundo, te recuerdo que quién siempre ha venido a mí, has sido tú. Pero ahora no te quiero más cerca, porque a la única mujer que deseo y necesito a mi lado, no eres tú.

Y así, termina de derrumbarla.

—No quiero verte aquí cuando regrese. —finaliza el pelinegro.

Keira no contiene más las lágrimas y estas caen como corrientes sobre sus mejillas.

Siento un poco de lástima por ella; sin embargo, soy consciente de la mirada de odio que ella me dedica.

Sin esperar más tiempo, salimos de ahí rumbo al auto de Zack.

—Esto no acaba aquí. —la escucho susurrar cuando paso por su lado, pero no le doy importancia. Ella no me intimida, y tampoco me preocupo el que quiera “luchar” por Zack. Sólo dejaré que todo tome su cause, y que pase lo que tenga que pasar.

El camino de regreso a casa es en silencio.

Se estaciona frente a la casa, y cuando estoy por bajar del auto, siento su mano enroscarse alrededor de mi muñeca. Lo miro.

—Sólo para dejar las cosas en claro —empieza—. Entre ella y yo, nunca hubo nada.

Conecta su mirada con la mía, hipnotizándome al instante con esos orbes esmeralda que me deslumbraron desde el primer instante.

—Lo sé. —respondo en un susurro.

Arquea una ceja.

—¿No estás enojada? —pregunta un tanto dudoso.

—¿Por qué habría de estarlo? —reviro—. Dejaste en claro que no tienes nada con ella, y además, casi la dejas sin lengua por haberme ofendido. Eso es más que suficiente para no enojarme contigo.

Le sonrío.

El suelta una pequeña risa que hace que sus ojos se achiquen y los hoyuelos en sus mejillas resalten.

Toma todo de mí retener el suspiro de idiota que me provoca el admirar a semejante hombre.

Pero creo que no soy tan buena disimulando mi encanto hacia él. La mirada divertida que me dedica lo confirma.

Que más da.

—¿Entonces, estamos bien?

Ahora soy yo quien lo mira divertida. Su preocupación está de más.

—Estamos bien. —confirmo.

—Genial.

No me da tiempo de reaccionar, sólo soy consciente de sus intenciones cuando ya se ha cernido sobre mí y sus labios van en busca de los míos. El contacto me hace estremecer y provoca un vértigo en mi interior. Es esa sensación que te atenaza las entrañas ante el nerviosismo, la ansiedad y las ganas de lanzarte hacia el peligro.

Sí, peligro. Porque, no importa qué tan dulce y atento pueda ser él conmigo; siempre seguirá siendo altamente peligroso.

No temo a que me hiera físicamente, porque tengo la certeza de que jamás lo haría. Pero no puedo asegurar que mi corazón correrá con la misma suerte.

Aún así, disfrutaré de cada segundo juntos.

El beso va menguando poco a poco su intensidad, hasta que nos detenemos por completo y él pega su frente a la mía, con su respiración algo alterada, igual que la mía.

—¿Te veo después? —su cálido aliento golpea contra mis labios.

—Estaré ansiosa hasta entonces. —digo, con una sonrisa bailando en mis labios.

Él también sonríe.

—No más que yo. —deposita un beso en mi frente, un gesto con demasiados significados—. Descansa.

Regresa a su posición acomodándose en su asiento.

—Buenas noches, Zack.

Me sonríe.

—Buenas noche, dulzura. —me guiña un ojo.

Le devuelvo la sonrisa antes de bajar del auto y caminar hasta la entrada de la casa. No es hasta que estoy dentro de ella, que escucho el auto marcharse.

Suelto un suspiro, al tiempo que una sonrisa boba se dibuja en mis labios.

Estoy cayendo ante ese hombre temperamental. Ya, lo acepto.

Subo las escaleras hasta llegar a mi habitación. Al entrar, lanzo mi teléfono a la cama y empiezo a desnudarme. Necesito una ducha.

Treinta minutos más tarde, me encuentro ya recostada en la cama con un camisón de seda puesto.

Sólo es cuestión de minutos para que el sueño me gane, mientras evoco unos bonitos ojos esmeralda y una sonrisa traviesa que hace temblar mi mundo.

*****🍃*****

Cuando abro los ojos y miro el reloj en la mesita de noche, me doy cuenta que aún son las siete de la mañana.

Pienso en dormir un poco más, pero el sonido de mi teléfono llama mi atención. Así que, froto mis ojos con el dorso de mis manos antes de estirarme para alcanzarlo.

Es Zack, y la conversación que tenemos a continuación me hace olvidar por completo mis intenciones de dormir por más tiempo.

En realidad, me ha hecho despertar por completo.

Ahora sólo me encuentro acalorada, y con ganas de que ese momento llegue al fin.

**************************************

¡Hey! Prepárense, que el próximo viene bien intenso 🔥🔥🔥🔥

Mientras tanto...

¿Qué tal les pareció la interacción de Keira y Alexa? Bastante juerte ¿no? Jajaja

¿Y Zack y Keira?

Déjenme saber qué opinan.

¡Nos leemos pronto! ❤

💋💋💋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro