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Las enfermedades humanas en verdad que eran un gran problema; obviando por completo el tema de que había una gigantesca calma en las calles mientras salía a comprar todo, aunque esa gran falta de humanidad presente le daba la sensación de tranquilidad.

Santo cielo, hasta parecía que estaba en un pueblo fantasma, porque hasta los fantasmas caminaban con tranquilidad.

Admitía que antes de mudarse a esta ciudad humana ya estaba haciéndose la idea de que tendría que vivir con el constante bombeo del bullicio de la vida humana.

Pensaba en los tiempos en que le daba su "gripe", por así decirlo, en temas de los demonios esto no era nada, si es que a un demonio le daba un síntoma de gripe era inmediatamente puesto en cuarentena en una locación a al menos 40 km de la población humana más cercana.

Aunque claro, la debilidad de los humanos ante un virus de un demonio era mayor a lo que un propio demonio que apenas y le daba un pequeño resfriado, pero había prioridades de momento.

Pero no iba a negar que le daba un "poco" de molestia ser el encargado de hacer las compras, poniendo en específico el hecho de que lo veían raro por sus peculiares rasgos, y eso teniendo en cuenta de que era un demonio.

Y si bien había muchos tipos de demonios, no muchos veían a los "mestizo" de manera muy usual, ya que era bien sabido que los demonios solo se emparejan con los de su misma raza o con humanos, esto último de manera muy extraña.

Si un humano se empareja con un demonio, estos son incapaces de tener descendencia.

Pero ahí estaba él.

Y en realidad no quería mencionar el tema que se iba por todo el problema de concepción mediante clonación.

Se podía decir que él no fue el resultado de un amor que rompió barreras; Ay, era todo lo contrario, aunque no tanto a la tangente de un emparejamiento.

Si veía a los dos tipos a los que le debía la vida, prefería huir porque ellos ya de por sí se llevaban mal y no quería meter más sal a la herida de incomodidad, traumas y vergüenza al verlo a él y sus rasgos compartidos.

Los tres estaban hasta la coronilla de el tema de los inescrupulosos científicos que quisieron saber qué ventajas y desventajas saldrían de combinar ADN de diferentes criaturas una y otra vez.

Nacer como un segunda generación no era fácil.

Ni hablar de su propia desgracia en el tema de las parejas.

Se cambió el calzado ni bien entró, tomando una toalla para dirigirse al baño y tomando distancia en cuanto se topó con su acompañante que se quedaba en el sofá, sin haber hecho el mínimo movimiento para acercarse en primer lugar, pero quería estar seguro; tomó un baño a consciencia, haciendo énfasis en sus brazos, cabello, cuernos, cola y alas, tallando con fuerza en sus escamas para evitar que cualquier lugar se salvase del jabón y el agua.

(...) se mantuvo sentada en el sofá, prácticamente desparramada, comiendo un pequeño paquete de papas fritas mientras esperaba a que terminase con su rutina de auto limpieza; lo peor es que ni quería pensar en la factura del agua o en que él se fuera a resbalar y romper algo al bañarse con anormal rapidez para evitar la realización de la primera opción.

- La cena de hoy es pollo al horno -mencionó al escuchar pasos y y el cerrar de la puerta de su cuarto.

Al oír a (...) y su voz baja solo pudo pensar en cómo podría estarse aburriendo durante ese tiempo.

Recuerda los momentos de su adolescencia, cuando tuvo que ser recluido lejos de los humanos ante su etapa de generar sus propios poderes.

En ese momento, maldijo por lo alto su propia existencia además de su tan poco frecuente manera de haberse engendrado.

Ser ¼ de Oni japonés, ½ de dragón ala metal y ¼ de demonio de fuego europeo no es algo común, menos algo práctico se recordó cuando la garra superior de su ala se quedó atascada en la cortina de la ducha, si no fuera por sus buenos reflejos, más de una vez pudo haber besado el suelo con la cara entera.

Entendió por completo la preocupación de la gente a su alrededor al no saber con qué les iba a salir, aunque bueno, sus alas a la altura de su cintura, escamosas y fuertes, junto a su cola de reptil, dejaban en claro sus dos últimas contribuciones genéticas; muchos confundían sus cuernos con los usuales de un demonio europeo, pero en realidad sí se fijaba uno bien, y siendo un especialista, podría decir que tanto sus cuernos como su fuego pertenecían a un Oni japonés.

Fue un total desastre a la hora de poner su ascendencia en su carta de vida cuando trató de conseguir trabajo para ayudar en los gastos de la casa, en especial en los primeros días que quemó muchas cosas.

- ¿Conseguiste el cereal de colores o el del tigre? -agradecía de sobremanera la existencia de su compañera de piso, pocos, por no decir casi nadie, se dieron el tiempo para tratar de comprenderlo a él y su pasado chungo, además de sus problemas existenciales.

Ni mencionar de sus problemas psicológicos.

Aún recuerda la vez en que casi mata a esa pequeña bruja de hielo creyendo que así le devolvería a su ser querido.

Eso lo atormentaba a puntos impensables cada que veía su mano izquierda.

(...) se dio cuenta de su silencio mientras tomaba en sus manos el calamar empaquetado, de nuevo estaba mirando su brazo izquierdo, en específico a esa zona de su codo, donde se notaba claramente la unión de dos tipos de pieles diferentes, recuerda que cuando lo encontró, allí, sólo, vagando en la calle la "herida" era nueva.

Y recuerda con total nitidez los puntos que unían esa piel extremadamente pálida a su brazo de color miel.

Era lógico decir que esa piel no era la de él.

Hace mucho que los puntos se habían caído y ella tuvo que sacar los otros que no lo hicieron, con el tiempo la piel sanó y se fusionó.

Pero no se cerraba la herida que él tenía en lo más profundo de sí.

- La comida se va a echar a perder -mencionó para traerlo de vuelta de donde fuera que estuviera.

- Haré la ensalada -cambió de tema lo más rápido que pudo, (...) tuvo ganas de decirle que en lugar de tomar la lechuga y los tomates tomó el repollo y las papas.

Con el ceño fruncido volvió a acercarse a él, pero decidió dejarlo ser en cuanto vio que cayó de vuelta en la realidad cuando se dio cuenta de que lo que estaba cortando no era un tomate, decidió ir al cuarto de lavado, porque desde hace un rato debió haber acabado pero ella lo dejó a última hora para cuando él regresase.

Si salía con un aroma a guardado le iba a caer una grande en plan: "yo salgo todos los días y tú te quedas aquí encerrada las 24/7".

Ugh, ya le había pasado esa más de una vez.

Al igual que ya le había pasado más de una vez el escuchar una mini explosión desde la cocina seguida de pasos apurados y el cerrar fuerte de una puerta.

En cuanto fue a ver qué estaba pasando se encontró con una papa explotada por un lado y semi frita por el otro.

Tuvo ganas de reír y de maldecir.

Las papas doraditas eran de sus favoritas, pero no siempre las hacía, sin embargo, más de una vez su compañero trató de hacerle el gusto.

Y en casi todas terminaba con la podre papa mutilada de esta forma y el pobre con nuevos problemas existenciales.

Si bien era tranquilo y paciente, habían veces en que quería hacerlo de la manera más rápido posible, siendo este el resultado.

Antes de ir a su cuarto, o su cubil como ella le decía por su parte dragón, se pasó por la sala, en donde esa ya algo aventajada manta anti fuego estaba tirada sobre el sofá en donde ella estaba en el quinto sueño.

Tocó dos veces y la puerte fue abierta con facilidad por la cola de su compañero, (...) se recordaba una vez más lo práctica que era.

Lo encontró de nuevo, así como en aquella ocasión, sentado y abrazando sus rodillas su mano derecha haciendo presión sobre su mano izquierda, el fuego se concentraba desde sus cuernos, alas y cola; (...) levantó la manta anti fuego y la puso sobre él para después abrazarlo.

Si bien él no se movió, su ahora tranquila respiración también le brindaba calma.

- Haré papas doradas y calamares a la plancha como acompañamiento -prácticamente se echó sobre él como si fuera un colchón, sintió sus alas moverse debajo de la manta y hacer soporte para ambos- sacaré la salsa BBQ.

lo que decían eran tonterías que no venían al tema, pero fue lo que se necesitaba para que pudiese calmarse y tomar con su mano.

Si bien notó que aún escondía su mano izquierda de ella ante lo sensible que se sentía ante ese tema, que nunca le aclaró del todo y que no pensaba sacárselo a la fuerza, solo le quedaba rendirse y seguir sobre él, balanceándose y haciendo uso de su cola y alas que seguían haciendo de soporte y ahora hasta le ayudaban a ambos a seguir en su movimiento tranquilizador.

Debía hacer memo de comprar una mecedora, pero de momento prefería esto.

- Nameless -quitando la manta a la altura de su cabeza puede ver ese cabello bicolor, ese nombre o apodo, aún le sabía extraño al decirlo.

Su inglés no era el mejor, qué decir.

- Un momento más

Siguieron meciéndose, hasta que ella se quedó dormida de nuevo, y fue ahí cuando Nameless se dio cuenta que el olor a quemado no veía del suelo en donde estaba sentado sino del horno en donde aún estaba el pollo.

Para cuando (...) despertó, sólo comieron ensalada, papas doraditas y calamar a la parrilla.

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Que todos se cuiden mucho.

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