9

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El silencio de la noche era notorio, al igual que el sonido ocasional de alguna ave o la canción de un grillo.

Claro, tal hermoso y calmado escenario perdió toda su anterior belleza para ser cambiado por un escenario iluminado con grandeza por un gran rayo que partió el cielo y tocó la tierra, teniendo como receptor a un hombre rubio que miraba al cielo con un gran sentimiento de familiaridad.

Y a su lado la semi chamuscada señorita que fue lo suficientemente desafortunada de estar como parte del equipo de investigación.

- Te pido, por favor, basta de hacerlo sin avisarme de paso -dejó a un lado la cámara que tenía en mano, totalmente inservible al haber sido el foco de la descarga eléctrica y que apenas pudo soltar para no terminar peor- ese escarabajo era un espécimen tan bueno.

- Estoy aquí, todo amable para dejar que me tomes fotos a mí -su cabello en punta volvió a bajar a su forma original, usó su mano derecha para moverlo mientras que la izquierda se posaba en su cadera- pero vas y le tomas fotos a un insecto.

- Discúlpame, pero mi sueño de toda la infancia ha sido tomarle una foto a un escarabajo ciervo japonés -ella por otro lado tuvo que usar sus dos manos para tratar de bajar casi a la fuerza su cabello chamuscado, lo dio como un completo fracaso cuando vio que en verdad estaba muy quemado y que poco más y se rompería, solo quedaba ir a una estilista del barrio cerca de su casa.

- Yo soy mucho mejor que un insecto, mucho más único -(...) suspiró con cansancio, así como a alguien que le pesa la vida mientras le seguía escuchando hablar- un ser como yo siempre debería ser alabado, es increíble que tú dejes pasar esta gran oportunidad y te concentres en otros asuntos.

- Ajá, tus "asuntos".

Por supuesto, los asuntos a los que ella se refería eran las chicas que le seguían desde hace un rato; la idea para esta idílica reunión fue tratar de documentar el poder eléctrico de Benimaru, ¡quien supiera que buenos efectos tendría para el uso científico y alquimista!, sin embargo, (...) debió haber contemplado ese pequeñísimo detalle.

Que el sujeto de prueba era su ex.

Y digamos que ya se había acabado la paciencia para lidiar con él hace tiempo.

- Si hubieras mandado esa gran cantidad de voltaje al aparato a tu lado ya habríamos acabado -señaló con cierta ira contenida hacia el voltímetro, sabía bien que esta era su personalidad.

Se preguntó cómo es que pudo soportarlo o por tanto tiempo sin perder la cabeza en el proceso.

Pero luego recordó que, en realidad, sí perdió la cabeza más de una vez durante su relación; no entendía cómo fue que terminó a parar viviendo en la misma casa que él por más de tres años, no tenía muchas quejas además del tema ya establecido en cuestión, pero sí, había sido muy feliz en lo que podía recordar, tenía bonitos recuerdos en esa caja en una esquina de sus recuerdos con su nombre sobre el cartón, no obstante la caja estaba sellada con la cinta impenetrable que era el recuerdo de la causa de su separación.

Era su mejor excusa para no excavar en memorias bonitas pero agridulces.

- Sería demasiado aburrido sólo dar un poco de mi gran energía a tu aparato y que todo acabase -tuvo ganas de mirar a otro lado, buscando alguna otra cosa en la que poner su mirada que no fuese él porque lo veía darle la espalda mientras saludaba con una enorme sonrisa al resto de mujeres, druidas del bosque y otras mujeres humanas lo miraban con brillos en los ojos dignos de un amor aparente porque no las conocía ni podía decir cuales eran sus verdaderos sentimientos.

Benimaru era, sin lugar a dudas, un hombre guapo, del linaje de faraones en vida o algo así siempre le decía mientras le preguntaba por el uso constante de las vendas.

- Nunca hay que olvidar de donde somos -le decía con una sonrisa mientras peinaba su largo cabello rubio mirando al espejo de cobre- en mi caso, debo mantenerme para nunca perderme.

- Pensé que tu motto era nunca arrepentirse -en esa ocasión estaba tirada sobre la cama, eran ya las 2 de la tarde y hace media hora había abierto los ojos.

- Lo digo porque también debes cuidarte -dio un giro dramático, su cabello dorado volando ante su movimiento y sus joyas haciendo sonido al chocar entre sí- no duermes bien, esta vez no has dormido por tres días seguidos -la señalaba mientras su ceño estaba fruncido, realmente molesto con ella- no es bueno para tu salud.

- Ea, y yo pensando que te querías morir antes de tener una arruga como esa -sin hacer caso a su grito horrorizado mientras volvía a mirar en el espejo, se dio a sus anchas en la cama, disfrutando del calor de los rayos del sol sobre sus pies y la ligera brisa, el mejor momento para dormir.

- No hay nada -con total alivio volvió a mirarla, ya casi a nada de volver a dormir como una marmota- ya te he dicho, quiero que te cuides más -se acercó a ella, ahora sentándose en la cama para luego acostarse a su lado.

Aún con algo de sueño encima, pudo quejarse un poco al sentir que tomaba su mano para entrelazar sus dedos, en un silencioso anuncio de que se quedaría a dormir con ella para hacerle  compañía.

La piel de Benimaru era fría, porque en teoría era un descendiente de seres que estaban muertos pero en estado de animación, lo no muertos eran fascinantes.

Él era y seguía siendo fascinante.

- Bueno, bueno -con una sonrisa propia elevó uno de sus brazos al cielo y otro lo dirigió al voltímetro, un relámpago se hizo su camino una vez más pero en esa ocasión sí dio al punto requerido- listo, todo terminado, cumplí con mi misión aquí.

- Sí, al igual que yo -se acercó a su maquinaria, usando por sí acaso unos guantes de cocina, que fue lo primero que pudo tomar, con forma de patas de algún tipo de animal, con todo el tema de la felpa y las palmas rosadas; pareció llamar la atención de más de uno ya que escuchó algunas risas, no tenía idea de si eran por burla aunque congeniaba con los "que lindos" que algunas expresaban.

Eran muy lindos y convenientes.

Y maldecir haberlos llevado porque quien se los había regalado estaba ahí, de  seguro ya los había reconocido.

Por favor, ¿Quién podría olvidar esa felpa con estampado de leopardo?

Uno que se veía como el casi usual estampado que él usaba.

- En nombre del centro de alquimia y relación con las ciencias le doy las gracias -quería decirlo de corazón- espero que en el futuro podamos seguir colaborando juntos -por supuesto que iba a tratar de no ser ella quien fuese a los encuentros.

- Claro, no tengo problema -sabía que no quería hacer esto incómodo, pero ya había sido así desde que vio esos guantes de cocina.

Aún recuerda cuando se los regaló, no es que (...) fuera alguien de cocinar mucho o algo así, pero entraba en pánico con frecuencia al ver sus manos ser resguardadas por un fino recubrimiento de plástico que eran los guantes de laboratorio.

¿Cómo iban a protegerla cuando llevaba entre sus manos un tubo de ensayo con vómito de dragón de magma? No le durarían ni dos segundos si es que le caía encima de las manos, con esos guantes, que al menos les puso un encantamiento, podría tener tiempo para quitárselos y estar a salvo.

Quería tenerla sana y salva.

- Fue un gusto -Benimaru sonrió con ganas mientras la despedía con su mano en alto al verla arrancar su auto y marcharse, demoró un poco ya que le pareció demasiado rápido su retirada.

Era correcto decir que hasta era una huida.

Decidió enfocar su atención en las chicas que lo habían seguido, que preguntaban cómo le fue en esa prueba aunque ellas mismas lo habían observado por su cuenta, pero hizo como si nada y les relató paso por paso lo que había hecho.

A Benimaru le gustaba estar en los ojos y corazones de las personas, y (...) prefería estar en su cama tranquilamente con su teléfono alejada de la gente mientras leía algo.

Era casi irreal el que estuvieran juntos durante tanto tiempo e incluso que llegasen a vivir juntos por unos cuantos años más.

Si bien era seguro de sí mismo, tuvo que dudar en ese momento.

Recuerda esa lindo amuleto, tenía una libélula del Nilo como principal adorno.

- Vamos, solo por hoy -prácticamente le había rogado que se lo pusiera en esa ocasión.

- Esta bien, pero me juras que no es de esos que están encantados, ¿no?

Fue una pequeña mentira, pero quería saberlo; ese amuleto le mostraría los sueños que ella tenía, así mismo, ella soñaría con su futuro y en este también mostraría a la persona a su lado.

En un inicio, cuando ella estaba por caer dormida, quiso dar marcha atrás y quitarle el collar para no ver nada, porque, aunque no fuese él, en realidad no quería saberlo porque no sabía cómo podría sobrellevarlo, fue demasiado tarde ya que el futuro incierto se reveló ante sus ojos, restregándose en su cara, casi como una burla o un castigo por querer saber algo que aún no sucedía.

Desde entonces, su relación no fue la misma.

Y no podría ni quería decir que había sido culpa de ella, de que no siempre tuviera tiempo para él o porque no fuera su mayor prioridad en su vida.

Había sido, en parte, su culpa, por dejarse gestionar por un amuleto que ya le habían dicho que podría o no funcionar.

Pero esa posibilidad le había movido demasiado, esa posibilidad pequeñísima de que el amuleto acierte.

- Benimaru -la primera en despertar fue ella, extrañada de verlo aún ahí, aferrado fuertemente, hacía calor esa mañana, y no era la primera vez que despertaba con él abrazando su cuerpo, pero le sentía algo extraño- ¿estás bien?

- Sí, voy a estar bien.

Sí, estaría bien.

Tal vez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro