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Sólo había algo que le molestaba a (...), era cuando alguien se metía en su espacio personal más tiempo del debido, en realidad, no solía tener problema cuando un amigo o amiga se lanzaba a ella, casi ni hacía caso a ello, hasta solía disfrutarlo en ocasiones.

Pero luego estaba él y esa risita suya.

- La verdad, te lo digo con toda sinceridad, debes dejar de ser tan mala -su voz era muy suave, pero tenía ese dejo infantil en su tono.

En un inicio, era tan fácil tenerlo como otro más de sus amigos, o al menos conocido, no era ningún problema cuando la abrazaba de la nada por detrás, usando ambos brazos para aferrarse a ella un rato mientras hablaban con otros presentes.

Quizás el mayor problema se provocó esa fatídica tarde.

- Woah, interesante.

Hubiera gritado de la impresión pero por ella misma se tuvo que callar, sin saber exactamente qué hacer, es que solo pudo dar un salto en su lugar antes de voltear con velocidad para encararlo, no podía ni ponerse roja mientras lo veía ahí, parado, con los brazos levantados como resultado de que tuvo que soltarla de improvisto cuando en realidad soltó esa frasecita cuando estuvo pegado a su oído.

Sí, lo admitía, admitía tener sus gustos culposos, aunque para ella no lo eran en lo absoluto al igual que a muchas otras personas, pero por temas de la sociedad lo que ella hacía estaba "mal".

Y no tenía si ese chico pensaba como la sociedad, con una idea otorgada por otros más que la propia o que simplemente la dejaba suplantada.

Aunque siendo sinceros ese tipo ya era de por sí bastante cínico en más de una ocasión, al punto de sacar de quicio a muchos con sus jugarretas y sus bromas sin gusto.

Procuraba alejarse de él, poniendo distancia para que se le olvide lo que vio.

¿Qué pasará?, ¿De verdad lo va a olvidar?, ¿me tendré que ir a vivir a otra ciudad? Esos eran sus continuos pensamientos, moviéndose de un lado a otro en su cabeza y repitiéndose sin parar cada vez que iban rebotando por los escondrijos de mente.

Esta cansada, primero de manera mental, y segundo de manera física, porque detestaba tener que ir corriendo para alcanzar su medio de transporte o para llegar a tomarlo antes para llegar mucho más temprano a su casa.

La tranquilidad que podía tener dentro de ese lugar, para ella sola en ese momento, podía lanzarse a la cama a dormir durante un largo rato sin que nadie le grite "vaga" y le merme aún más su autoestima.

Pero llegaba un nuevo día en que tenía que regresar a ese lugar.

Por ende, tenía que volver a ver a ese chico.

Cómo quería simplemente quedarse en casa, en su cálida cama, con su teléfono cargado y con sus juegos y libros favoritos en mano solo ahí, con el control remoto a un lado y al alcance por si llegaba a aburrirse del primer electrodoméstico.

Pero no, la vida no era tan bonita, se las tenía que arreglar para despertar aunque se sintiera tan cansada y con tanto frío.

Saliendo se cruzó con su vecino, el cual no midió su fuerza y terminó con la mano volando, tras ayudarlo a recuperarla se tuvo que seguir moviendo.

Entonces, se lo volvió a encontrar, quizás tuvo que evadir el salón de uñas, pero no podía evitarlo, ni olvidarlo, era la ruta más rápida hacia su destino; al menos no se había dado cuenta de su presencia, miraba felizmente sus uñas y luego miraba el reflejo de sus cuernos recientemente pulidos, demasiado ensimismado en ello.

Hasta que escuchó algo con sus sensibles oídos, un ritmo cardíaco demasiado acelerado, pensó que alguien iba en la calle estaba con un cuadro de taquicardia a punto de ser un infarto, pero cuando levantó la vista divisó a cierta persona apretando el botón del semáforo para que este cambie de color y le deje pasar.

Debería estar bien apurada como para no notar que había un papel pegado más arriba del botón que decía que estaba fuera de servicio.

Seguirla se hizo su diversión de hoy, parecía que hoy se puso en plan de espía, tratando de pasar desapercibida lo más posible, pero esto solo la hizo resaltar más y que toda la gente empiece a ver con demasiada claridad que se veía exageradamente sospechosa.

Para cuando la terminó de seguir por toda su ruta, se encontraron en una tienda de mascotas, bueno, era una veterinaria que también vendía mascotas.

Tuvo curiosidad desde luego, pero prefería quedarse fuera, no quería ni imaginar la pesadilla que sería si algún pelo se pegaba en el esmalte y se pegaba.

Así que decidió dejarlo estar.

Para cuando (...) salió de trabajar, con el alma renovada por la suavidad y esponjosidad de los animales, decidió apurarse para tomar su bus.

Y casi se infarto cuando vio a un rubio sentado en la parada del bus, con su cola moviéndose de un lado a otro y un ligero puchero que hacía ver su cara más pequeña de lo que ya era.

- ¡Oh! ¡por fin! -se acercó a ella mucho más calmado, hasta parecía feliz y aliviado.

Quien diría que seguirla lo llevaría hasta un rincón de la ciudad que no conocía, al punto en que tenía que esperar a que saliese para ambos ir a casa o al menos a un lugar cercano, (...) se tragó sus preguntas de cómo diablos es que llegó ahí, quizás porque Ash cambió completamente el tema cuando preguntó si es que el bus que se estaba por ir era el que necesitaban.

- Bueno, eso fue una gran suerte -se sentó cómodamente en ese pequeño y algo gastado asiento, decidió por sentarse lejos de la ventana, lo último que quería era desordenarse el cabello por el viento de la ventana abierta o pescar un resfriado a inicios de invierno, para cuando volteó a ver a (...) esta estaba encogida en su lugar, mirando hacia la ventana y muy posiblemente con ideas locas de saltar por esta.

Ash se preguntó si tan pocas ganas tenía de vivir o es que en serio tenía algo con él.

En ocasiones ser directo era lo mejor, y él prefería ser directo.

- ¿Quieres hablar de algo? -pareció darle al blanco, de la nada, ella empezó a sudar de nuevo, como si estuviera en frente de la posibilidad de hacer alguna tontería en vez de responder.

Por precaución tomó el borde de su ropa superior, solo para estar seguros de que en serio no haría una tontería.

- No digas nada, por favor -antes sus palabras, Ash por fin comprendió.

- ¿Qué? ¿De que te gusta ver-? -antes de acabar tuvo su mano cubriendo su boca, hizo tanta presión y fue tan apurada a hacerlo, que le terminó por hacer daño con sus propios colmillos debajo del labio.

La mirada que le dio era casi suplicante, roja por la vergüenza.

Tuvo que asentir lentamente para que lo dejase libre, ella regresó a sentarse con normalidad en su lugar, el viento de afuera le chocaba con fuerza en sus mejillas rojas y le daba una sensación mucho más fría, pero daba un gran alivio.

- Okay, me doy cuenta de que no te gusta hablar de ello -se dejó caer con delicadeza sobre su hombro, si bien a (...) le incomodó el hecho de que su cabello se sintiese absurdamente sedoso contra su piel y su cuerno perdiendo su cuello, tuvo aún más calor cuando lo sintió así de cerca.

Habían estado cerca anteriormente, pero no lo sentía de esta manera tan, ¿cómo decirlo?, ¿cercana al punto de la vergüenza?

- No debería importarte que piensan los demás -acercándose más a ella por su cómodo calor, poco más y faltaba que se pusiera a jugar con su cabello,decidió no hacerlo porque estaba exageradamente tiesa en su lugar, preguntándose si respiraba con normalidad al poder escuchar con su sensible oído la taquicardia que estaba sufriendo- incluso si te tienenen muy baja estima, solo ven una parte de ti y se olvidan del resto.

(...) hizo algo de sentido en su mente en pleno ataque, la pantalla en estática se dispersó y le empezó a dar importancia a lo que decía.

- Todos tienen una versión de nosotros en sus mentes, dependiendo de cómo eres con ellos o cómo te conocieron, las cosas que te gustan, tus errores o tus aciertos -parecía hablar más por sí mismo, quizás una vivencia del pasado- al final, todas esas tú que tienen en sus mentes, no son en realidad tu verdadera persona, son solo pedazos que no muchos se llegan a molestar en unir para conocerte en verdad, y los que sí lo hacen son tan pocos y tan difíciles de encontrar que sería un gran dolor de cabeza, los humanos son así por naturaleza al igual que los demonios, asi que estamos solos en este embrollo de egoísmo.

(...) se quedó pensando, de la nada, sentía empatía por él debido a esa manera tan profunda de hablar.

- Bueno, estamos solos hasta que alguien se de la molestia de unir los pedazos, sería bueno que entre nosotros tratemos también -en realidad, a él no le podía importar menos el estar solo más tiempo, pero parecía que esta chica se iba a volver loca con todo el peso de sus intimidades sobre sus hombros sin nadie con quien apenas compartir uno, luchando por evitar compartir ese "secreto nefasto" con él y mantener el resto en su lugar.

No había que ser adivino para decir que en algún momento su montaña de secretos y "gustos escondidos" o "pecados" terminaría por alejarla del mundo tras ser enterrada por estos.

- Ash, no tenía idea-

- Es por eso que no debes sentirte mal si te gusta-¡!

- ¡AAAHHHHHH!

Iba a tomar un tiempo hasta que ella pudiese poner en práctica sus sabias y lindas palabras, evitando que prácticamente le meta la mano a la boca, casi matándolo ahogado por la fuerza.

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