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Miraba hacia las cosas rotas bajo sus pies, luego volvía su mirada al causante, estuvo así durante un rato, como si viera un partido de tenis, tratando de apaciguar su ira de cierta manera, aunque solo seguía aumentando su furia conforme veía el desastre en frente.

Tenía ganas de darle, pero con una silla.

Pero de nada le serviría ya que probablemente terminaría con la cabeza separada de su cuerpo antes de siquiera terminar de explayar el por qué le molestaba que dejase tantos arañazos en las columnas de la casa, haciendo un énfasis extraño en los marcos de las puertas de entrada, la sala y su cuarto.

Era un gran problema siempre que lo dejaban con ella, mirándolo ir de un lugar a otro, aburrido con su propia existencia y muy probablemente pensando en desmembrar a alguien cuando le veía esa sonrisita maníaca, muy propio de él la verdad.

Era un chico con muchos problemas, la verdad, pero ni quería saber cómo eran esos problemas al punto que tuviera que ser escondido en la casa de una cero a la izquierda como ella, casi en la mitad de un pueblo abandonado.

Bien era cierto que el lugar empezaba a ser una zona despoblada, cada vez más personas se iban a la capital en idea de una vida mejor desde sus puntos de vista, (...) era de los pocos jóvenes de la nueva generación que o bien no tenían dinero para irse o simplemente eran muy vagos para salir de ahí.

Al menos había señal de TV y llegaba servicio de WiFi.

De otra manera no sabría cómo entretener al engendro.

Saltó en su lugar del susto, mirando hacia el muchacho, parecía estar gruñendo por lo bajo tras ver algo a la lejanía, (...) no estaba segura de si era por el gato de la vecina que se paseaba por la pared de la casa o porque había visto algo que sí le había enojado.

Pero luego usaba si propio método científico.

- ¿Tienes hambre? -su mirada ahora estaba dirigida a ella, parecía que en verdad estaba molesto con algo, y prefería que no fuese con ella.

Quería vivir unos cuantos años más, eso era todo.

Ni siquiera estaba del todo segura de por qué lo dejaba quedarse, y hasta vivir bajo el mismo techo, quizás lo más seguro era decir que sintió pena por él en su momento, mientras lo veía ser prácticamente arrastrado por la calle por una momia que buscaba refugio de la lluvia, sin importarle que sus vendajes se continúen mojando.

Entre las dos, teniendo en cuenta lo debilitada que estaba la otra por el clima, se las arreglaron para meterlo a su casa, una cosa llevó a otra, probablemente involucrado a que la mujer momia desapareció de la nada diciendo un: "te lo encargo" más el sonido de un gato, terminó sin poder sacar al joven de su casa.

Sin mencionar el dinero que venía mensualmente, no tenía idea de dónde pero como la momia aún se paseaba por ahí de vez en vez suponía que era ella.

Rara vez el chico hablaba, apenas para pedirle algo o para tratar de rebajarla moralmente con diversos insultos si llegaba a ignorarlo, aunque había ocasiones en las que de verdad quería que hablase, como esos momentos en mitad de la noche, que juraba sentirse observada mientras trataba de conciliar el sueño y se movía de manera lenta para evitar cualquier tipo de reacción de él, porque estaba totalmente segura de quien se quedaba parado en la puerta de su cuarto gran parte de la madrugada era él, quizás si le venía a hacer una plática nocturna dejaría de lado el dormir por una hora o dos.

Le daba curiosidad pensar sobre ello, ¿qué cosas le gustarían? Además del maní, claro, ¿tendría preferencia en deportes o algún pasatiempo? Algo que estuviera fuera del tema de romper sus cosas, si le llegaba a gustar el fútbol, pues, ¡lo llevaría a la tienda de la esquina! Allí era tradición que el barrio se reuniera para ver partido, en especial en clásicos.

Se hacía esa idea en su mente mientras levantaba las sábanas de su cama, sintiendo que estaban frescas y listas para meterse, le tomaría tiempo calentarlas, aunque se extrañó al sentir ya cierto calor en estas, dejando de lado esa mínima preocupación antes de caer dormida.

En plena madrugada volvió a sentir esa extraña sensación subirle por la columna, a diferencia de otras veces tuvo la urgencia de abrir los ojos ante el sentimiento de miedo al igual que el instinto de supervivencia que no se moviera por nada en el mundo.

Pero así como vino, se fue, tras el chirrido de la puerta al moverse ligeramente.

Mientras (...) trataba de reconciliar el sueño tras aquel extraño momento, poca idea se hacía que fuera de su casa el cuerpo de un hombre era arrastrado en contra de su voluntad, pataleando en vano para liberarse de la larga cola articulada que terminaba en una flecha de hueso y lo envolvía en su torso, el hombre joven que lo llevaba fuera de la casa caminaba tranquilamente, moviendo los hombros al son de su caminar de vez en cuando, el viento de la noche dejaba ver sus cabellos blancos levantados sobre su cabeza en la misma dirección que esos cuernos de color marfil, como si fueran signo de advertencia corporal al igual que el movimiento extraño en su brazo derecho que si uno se fijaba tenía una coloración azulada parecida a su cola.

Estaría gritando por ayuda si no le hubiese metido a la boca lo primero que encontró tras atraparlo y antes de sacarlo de la casa de la mujer que pensaba asaltar esa noche.

Si no hubiese soltado la jeringa con fármaco, al menos tendría forma defenderse, aunque no era seguro el mismo efecto en una mujer humana y lo que parecía ser un demonio.

Gritaba por ayuda, algo bastante irónico, habían pocas casa pobladas en la zona, haciendo ese lugar mucho más fácil para llevar a cabo sus propios negocios.

Cuando por fin fue soltado, su cuerpo impactó contra una piedra que fue perdida por los años en mitad de la nada, olvidada por la progresión humana en ese páramo semi desolado.

- No sé si decir que eres o muy valiente... -con una de sus botas oprimió la cabeza del hombre contra el suelo- o demasiado estupido para que se te pase por la cabeza meterte en mi territorio -su sonrisa se hacía cada vez más insana y maquiavélica conforme los lados de su boca se elevaban aún más al igual que los últimos cabellos azulados se volvían blancos.

Si bien era cierto que el era mitad Oni japonés, su otra mitad era de Demonio europeo, cuales tenían la tendencia de marcar los límites de sus terrenos de caza, apareamiento y residencia, la sola idea de que lo dejó acercarse tanto a la ventana de la mujer que dormía ahora plácidamente sin idea de lo que pasaba era demasiado gentil de su parte, tanto el hecho de acercarse y también el de irse sin más que un gruñido de advertencia que pasó por alto o que alegó al viento.

Los demonios no son piadosos, cuando a él lo crearon tuvieron esa misma idea.

- Acercarte a mi territorio... dejar tu aroma... el aroma de tu asquerosa semilla... mirar a mi hembra de esa manera... -al término de cada oración y antes del inicio de la siguiente seguía pisando su bota contra el cráneo del perpetrador, sus dientes, en especial sus colmillos, estaban fuertemente apretados, casi gruñendo sus palabras- fui tan piadoso contigo porque se supone que no debo destacar mucho, y mira que me he superado a mí mismo con tanta paciencia cuando desde un inicio pude cortarte el maldito p***, pero pasaste la desgraciada raya -el rostro del hombre se presionaba contra la tierra, se le hacía difícil respirar sin aspirar el polvo que entraba en sus fosas nasales, casi podía sentir su cráneo romperse por la presión antes de que le diese un descanso.

El rostro demoníaco se acercaba a él, habían vasos sanguíneos marcados extrañamente sobre su rostro y sus ojos de esclerótica negra que hacían más visibles sus iris rojos.

Tenía a un verdadero demonio frente a él.

Y mientras estaba espantado por su presencia anómala en esas tierras, no vio el brazo enorme y deforme que se cernía sobre él antes de llevárselo aún más lejos, a un lugar en donde no llegasen los gritos de dolor por la tortura segura a la que iba a ser sometido hasta el lecho en donde el asunto de la discordia descansaba, de paso, K'9999 dejaría más marcas de sus arañazos para evitar que el cadáver sea encontrado por nadie más que los animales carroñeros, mandando malas vibras a la gente de manera natural.

Cuando ya era de mañana, (...) se despertó cerca de las 8, estirando su cuerpo hasta que sintió el sonido de sus huesos en sus oídos y bajo sus músculos, había dormido en una rara posición tras el susto de ayer, que decidió que fue algún tipo de pesadilla porque nunca antes el muchacho le había dado tanto repelús.

Hablando de él, se lo encontró a un lado de ella, dormido de manera curiosa, con esa usual capa roja suya haciendo de manta sobre su cuerpo que estaba enroscado, sus rodillas llegando con calma a tocar su pecho.

Le asombraba su gran flexibilidad.

Al igual que le asombró sentir la piel semi escamosa de su cola, la cual estaba ligeramente apretada alrededor de su cintura, no sabía cómo lo había hecho hasta que notó el hueco en las sábanas por donde la misma pasaba y parte de la tela atascada en la formación ósea de la punta de su cola.

Eran otras sabanas nuevas a la lista de cosas que comprar.

Podía jurar que sentía un ligero ronroneo provenir del delgado cuerpo a su lado, o puede que sea su estómago vacío, dando por perdidas la tela al ver que el muchacho clavaba sus largas garras en la misma, su corto cabello azul se veía más desordenado que de costumbre, pero no haría la tontería de poner su mano ahí porque sabía que podría perderla de un mordisco.

Viendo la hora en el reloj, se decidió por dormir aún más, sabía que no se libraría del agarre ajeno hasta que este se levantase por cuenta propia, mientras ella volvía a caer en un profundo sueño, el muchacho abría sus ojos de nuevo, mirando por la ventana, a la lejanía, cómo las aves de rapiña se reunían, cerrando los ojos de nuevo, liberando al cuerpo femenino un rato para meterse también debajo de las telas que los separaban debido al frío que no le gustaba.

Cuando (...) por fin despierte, pegaría el grito al cielo por varias razones.

Por encontrarlo a un lado de ella debajo de la tela.

Por ver que gran parte del mobiliario de su cuarto estaba lleno de arañazos.

Además de que...

- Mi niña, ¿te has enterado? Que se ha desaparecido el hijo de la señora que arrienda el hotel del pueblo -esa misma tarde, la vecina de la esquina vino a traerle las noticias de ultimo momento.

Y mientras ella trataba de escuchar el chisme con atención, que por una vez no trataba de ella viviendo con un chico más joven que ella, los dos solos, K'9999 tuvo la necesidad de limpiar la sangre seca debajo de la garras de su mano derecha, porque era una molestia que ese aroma se quedase en él más tiempo.

Aunque el sabor de otra sangre le quitaba el mal sabor, todo eso mientras (...) se rascaba la parte de atrás de su cuello, sintiendo que le picaba pero al mismo tiempo le molestaba tocarlo por una ligera irritación.

La marca de un demonio sólo cicatriza, pero nunca se desvanece.

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