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Habían momentos en tu vida en que todo parece acabado.

Como cuando te encuentras corriendo por tu vida con un monstruo de 6 metros detrás de ti, rugiendo de manera espantosa y que escuchabas sus fuertes pasos a gran velocidad.

Subió con velocidad a un árbol, tratando de hacer más ligero el peso de la niña pequeña en sus brazos.

No fue el mejor momento para desmayarse, la verdad.

- Al menos si vamos a morir, hazlo caminando sobre tus propios pies -logró lanzarla a la rama más alta en donde por suerte su brazo se pegó a la rama, carne mezclada con la madera.

Hizo esfuerzo hasta quedar en una rama cercana a ella, jalando su brazo para despegarlo de donde estaba y tratando de arrastrarla más arriba.

- Lo siento -murmuró cuando la cabeza de (...) golpeó consecutivamente varias ramas con la cabeza al subirla- lo siento -esta vez, se disculpaba por el hecho de que casi la deja caer de cabeza al suelo cuando otro rugido de la bestia lo hizo saltar en su lugar.

Cuando la tuvo a su lado dio pequeños golpecitos en su mejilla para hacerla despertar.

- Vamos, si hay un momento para tus locos poderes, es ahora.

El árbol se movió con fuerza, y otro rugido se alzó por lo alto.

No era el mejor escenario para un aprendiz de cazador de monstruos y una niña con poderes raros, sin mencionar que no tenía la menor idea de en donde estaba su hermano, siendo que al atrapar a (...), noquearla, y asegurándose que no se les vuelva a escapar como cada tres meses, era imposible no haberse separado.

- Si este es el fin -tomó aire profundamente, dejándolo ir luego en un cansado suspiro- te culpo por esto.

Para cuando dijo esas palabras y volvió a verla, se dio el susto de verla ya levantada, con sus ojos completamente oscuros, sin poder ver el blanco, bueno, apenas algo al momento en que ella miró hacia abajo donde el monstruo se encontraba.

No dijo nada, no se atrevía ni a decir palabra cuando ella estaba así, menos comentó algo cuando vio que bajaba del árbol verticalmente, sus pies pegados en la madera y desafiando toda ley de la gravedad.

El monstruo rugió de nuevo, dejando que la fuerza la hiciera retroceder unos pasos a la chica y sintió pena.

Sintió pena por esa pobre criatura.

(...) frunció el ceño, levantando su mano y haciendo un movimiento con su pie, grandes rocas salieron ante su acción, flotando alrededor de ella, girando, al mismo tiempo que ella también lo hacía.

Una pequeña provocación a la vez que una distracción, de otro movimiento sacó toda el agua de un árbol hasta dejarlo seco y destruido en pequeños pedazos, haciéndolo girar a su alrededor y rugiendo con tanta fuerza que no pareciera posible en su apenas metro y medio de adolescente.

El monstruo dio marcha atrás, dando paso libre para que pudiera bajar con cautela, mas no calma del árbol, y dirigirse a ella.

- Está bien -trató de calmarla, poniendo una mano en su hombro que tuvo que quitar con rapidez ante el corte del aire- ¡tranquila! ¡soy yo, Alba! -tuvo que exclamar, con la esperanza de ser escuchado, y tal parece ser que lo logró, parecía tragarse su ira y luego soltarla en una bola de fuego que expulsó de su boca al cielo mismo.

La calma que daba era la misma a una después de una tormenta.

- Esta bien, estas bien, estamos bien -con mayor cuidado y tacto tocó su cabello, que ahora estaba hecho un desastre, lo peor ya había pasado, ya podía ver el fulgor de una nueva mañana en el horizonte y el fin de esa noche de pesadilla.

Vio su cara palidecer, al igual que sus ojos volver a la normalidad una vez las primeras horas con la luz del sol se hicieron evidentes, tuvo la necesidad de tomarla en brazos para prevenir que se diera cualquier golpe, mirando la cicatriz que tenía en su frente, o la de sus brazos, o las que tenía en el resto del cuerpo.

Siempre estaba triste cuando se veía sus múltiples cicatrices, pensando que no era lindo, no lo decía en voz alta, pero en más de una ocasión llegó a encontrarse con ella, mientras pensaba que estaba sola, y veía con cierto repudio las marcas en su piel, tratando en vano de sanarlas con agua y minerales curativos junto sus poderes.

Pero las cicatrices no sanan, se quedan para siempre, algo atenuadas por el tiempo mas nunca borradas del todo.

- ¡Hermano! -para cuando Soiree se presentó, una hora más tarde desde que (...) había vuelto a la normalidad, se encontró con su hermano cargando a la niña sobre su espalda- que suerte, pensé que ese monstruo en verdad había logrado comérsela -quitó unas ramitas que ella tenía en el cabello, tratando de acomodarlo mientras avanzaban.

- No lo hubiera permitido, al igual que ella se lo hubiera comido primero -ambos tuvieron un escalofrío ante el recuerdo, ese salvajismo junto a toda esa sangre y el sonido que hacía ella al masticar incluso los huesos, no pudieron comer carne por todo un mes.

Para cuando pusieron pie en su refugio provisional, el primero al que se encontraron al llegar fue Fate, su maestro y padre adoptivo, quien los miraba si bien con seriedad también con preocupación, aunque oculta para no hacerse ver demasiado ante los otros cazadores.

- Buen trabajo al traerla de vuelta -fue todo lo que les dijeron mientras se la llevaban, Fate tuvo que detener a Alba de tratar de seguirlos cuando se llevaron a la niña- yo me encargaré, ustedes vayan a descansar -entendió su mensaje silencioso, que él iría a procurar que nada le pasase a ella y que ellos descansen para estar listos.

Las cosas estaban tensas en el gremio de cazadores con todo lo que ocurría, nunca antes hubo tal fractura entre la mentalidad del gremio de cazadores del bosque del sur; Fate guiaba a la mitad de ellos aunque en el pasado era a casi todos.

Todo empezó cuando Alba había encontrado a esa niña perdida en el bosque del sur, en lo más profundo, justo donde las bestias más despiadadas se encontraban, no debía estar ahí en un inicio, eso se lo recordaron cada uno de los ancianos a su regreso con la niña tomando su mano, otros lo felicitaron mientras veían a la niña con miradas y sonrisas extrañas.

Esas expresiones empeoraron cuando (...) mostró sus poderes, mucho más cuando empezaron a tratar de alejarla de ellos y enseñarle cosas que no comprendía.

- Un pequeño golem no debería ser problema -recuerda esa vez que él y Soiree se metieron a la gran sala sin ser vistos, ocultos entre las largas cortinas del lugar- no debería ser problema para la grandeza de tus poderes -era notable que ella no quería hacerlo, no obstante, el anciano volvió a hablar, esta vez con una voz cargada de desprecio- anda, hazlo, después de todo, debes ayudarnos a eliminar esos monstruos que creaste, injusta madre.

Con el tiempo, a pesar de la intervención de su padre adoptivo, fue imposible el impedirles hablarle de tal manera.

Al igual que fue imposible evitar que ella terminase por hacer caso a sus órdenes.

No obstante, ella no les daba la orden de atacar, era más bien defender, Fate le había enseñado que eso sería lo mejor y que, a pesar de ser cazadores de monstruos, estos también tenían un derecho de vida.

Eso era lo último que le había podido enseñar antes de que, protegiendo a (...), este muriera.

Alba aún podía recordarla en ese día, tratando desesperadamente de traerlo de vuelta a la vida; quizás si hubiese sido ese día de cada tres meses lo hubiera logrado, pero ese día aún estaba lejano, haciendo inútiles sus esfuerzos, recordando a gritos su fracaso.

Recordando a gritos que ella no sería libre de esas personas y que si no cumplía lo que querían solo perdería a más personas.

- ¿Estas asustada? -preguntó con calma, ambos tomándose de las manos y sin soltarse, (...) tenía puesta ropa tradicional de alguna civilización antigua, un velo sobre su rostro tan antiguo como todo su vestir.

- Mentiría si dijera que no -trató de reír en vano, lo miró con sentimientos encontrados, estaba asustada a más no poder.

Alba miró al suelo, sus mechones de cabello blanco cayeron junto a la gravedad, pasando su mano libre por su cabello rojo antes de reacomodar sus lentes de sol y apretar su entrecejo con sus dedos en clara señal de su preocupación.

- Estaremos bien -le dijo ella, aún sin creerse del todo sus propias palabras.

¿Cómo podía decir que todo estaba bien cuando se iba a enfrentar a uno de los demonios más grandes del mundo?

- Ella creó a Yamata no Orochi, es lógico decir que también puede destruirlo -era lo que Alba había estado escuchando desde que llevó a (...) con él y desde que descubrieron sus poderes.

Pero luego recordaba las palabras de Fate, que, cuando aún era un niño, le dieron la esperanza de que no debía ser necesaria en esta cruenta guerra- Una era una y (...) es otra.

Pero esa convicción no llegó a eclipsar el odio generado por el miedo.

- Estaré bien, Alba -fueron sus palabras.

Llenas de confianza que ni ella misma se creía, pero que se obligaba a tener para no preocuparlo más.

Le estaba dando esperanza.

Y tuvo esperanza mientras la vio partir junto a los herederos de los tres clanes más poderosos que ya habían sellado alguna vez al Orochi.

Era ilógico ver a monstruos pelear contra los suyos solo por las personas.

Personas que les temían.

Y fue un terrible error.

Todo había sido un terrible error en cuanto Orochi la tomó en sus brazos y ambos fueron encarcelados en lo más profundo del sello para siempre.

- En primera, no se atrevería a matarla -el anciano trataba de hacerlo entender sus supuestas correctas acciones, moviendo sus manos como si lo que dijese fuera lo más coherente del mundo- y aunque lo hiciera, ¿qué problema tiene? -hizo otro ademán con sus manos, como quitando importancia al asunto- ella ya fue asesinada una vez y regresó, ¿por qué no habría de hacerlo ahora?

- ¿Y usted cree que ella va a querer regresar a nosotros? -el tono de su voz es grave debido a que no ha emitido palabra desde ese suceso.

Sus palabras aseguran hasta se sentían como una mentira.

- Por supuesto que va a regresar a nosotros -rió con sorna, como si su pregunta fuera de lo más tonta- Gaia siempre regresará a nosotros los humanos porque así lo queremos nosotros.

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