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Aún recordaba lo bien que se llevaban, en ocasiones sentía que era por el hecho que sus personalidades chocaban, no de manera brusca, lo sentía como si fuera un marmoleado, sus bordes pocas veces se fusionan del todo y otros mantenían su textura y su color.

Eran diferentes, pero aún así se querían, quizás llegó a quererlo más de lo quería en un primer momento, pero lo atribuía al hechi de que había sido su primer amor.

Quizás lo que más dolía, a fin de cuentas, era este punto de su relación.

Puede que en verdad no estaba lista para soltar, o puede que no estuviera del todo lista para los cambios que venían con sus decisiones a la par que escuchaba las palabras salir de su boca.

El que se fuera sin despedirse le hubiese dolido aún más si hubieran seguido en una relación, eso se quiso hacer creer por ese tiempo, cuando en realidad le dolió con lo que pensaba era la misma intensidad de si hubieran seguido juntos.

Todo se centró en un hubiera muy grande que se repetía a cada momento.

Pero no podía culparlo ni ayudarlo, tras enterarse de los hechos que lo llevaron a él y a Terry de prácticamente esconderse de Gesse Howard, al tipo ni lo conocía fuera de los susurros por lo bajo de la ciudad sobre él, pero ya corría por la ciudad el chisme de que Gesse el vampiro había matado a Jeff Bogard, un hombre lobo.

Había sido algo sin precedentes en la historia, debido a que, se suponía, que los hombres lobo solían ser los que mataban a los vampiros.

Tal noticia provocó un gran revuelo no solo en la ciudad, hasta donde daba a entender había llegado a oídos de varios gremios de cazadores de monstruos, ya fueran de nueva generación o de los antiguos puristas.

(...) solo observó, no podía hacer nada, escuchando a sus padres gritar desesperados y arrancando sus cabellos ante la simple idea de estar bajo el poder de un ser antinatural.

Los años pasaron, y pudo vivir medianamente bien, nada que ver con el holocausto que sus padres se imaginaban, de vez en cuando habían pequeños engendros merodeando la ciudad bajo el mando de otro "señor de los barrios bajos".

Quizás sus padres tenían razón y debían mudarse cuanto antes, pero decirles que no fue su propia decisión, aunque no sabía si fue por una decisión propia o el tonto deseo de que si se quedaba ahí tendría la oportunidad de encontrarse con Andy de nuevo, pero durante mucho no tuvo señales de él.

Pero sí de otro rubio.

- ¡TERRYYY! -quizás fue muy brusca, o muy exaltada, pero en cuanto reconoció esas orejas rubias sobresaliendo por debajo del gorro tan conocido no pudo contenerse de la alegría, saltando sobre el joven adulto con entusiasmo.

Quizás demasiado ya que lo escuchó hacer ese ruidito de dolor tras prácticamente haberlo atropellado con su propio cuerpo.

No fue buena idea lanzarse de una ventana del segundo piso apenas lo vio, pero se excusó con el hecho de su emoción, si bien era emoción por ver a su amigo, también había un deseo, casi anhelo, de poder ver a Andy.

- ¿Andy? -vio cierta tristeza en sus facciones, por un momento pensó lo peor- no, no, no pongas esa cara, esta bien -como en viejos tiempos puso su mano sobre su cabeza, dándole seguridad antes de lanzarse a abrazarlo de nuevo con la alegría y la calma de ver que se encontraba bien.

Ahora con Terry en el bosque del sur, las cosas se sentían diferentes, sentía una mayor seguridad y agradecía no haber cambiado de hogar como hicieron sus padres, pero había algo más que le llamaba la atención a lo lejos.

Era un Dojo, que en realidad se veía algo abandonado.

Fue la curiosidad, o la pena ajena, al entrar al Dojo y ver que apenas si habían muchachos ahí, entrenando o al menos calentando, se preguntó si por ahí estaría el maestro, con cierta preocupación de estar interrumpiendo con su presencia.

- ¡Disculpen la demora! -de la nada, una voz bastante fuerte prácticamente se dejó oír como un rugido, en cuanto levantó la vista pudo notar al joven que se encontraba a su lado vestido con ropa que usaban los obreros de construcción y que era recibido con un "sensei" gritado con respeto.

Ryo Sakazaki era su nombre, y (...) no supo qué fue, o si su fuerte voz preguntándole de manera emocionada si quería unirse al Dojo o su manera de ser, emocionado al punto que notó sus colmillos, cualquier chica se hubiese espantado y huido con todo lo que dieran las piernas.

Pero se quedó.

Y puede que no fuera lo mejor para su sistema respiratorio, pero siguió intentando, siguió intentando porque recordaba que Andy también daba todo en su entrenamiento; terminó intentando demasiado, se dio cuenta de eso cuando el propio Ryo fue y la detuvo mientras entrenaba al verla tener un ataque de asma, pero no quería darse por vencida.

No quería rendirse.

Pero tuvo que hacerlo por sí misma, por su propia salud.

Y no solo llegó al tema de su entrenamiento, también llegó al tema de sus sentimientos por Andy.

Mientras acariciaba a su conejo, Midori, en su regazo, tomó su decisión, una decisión hecha por ella y sin tener en cuenta a Andy en su vida; cuando por fin pudo dejar ir sus sentimientos, o al menos de pasar definitivamente de página para poder seguir con su vida y no arrepentirsede ello.

Y dos meses después ya estaba dudando de su propia decisión.

- Es bueno ver que te encuentras bien -su voz era diferente a como la recordaba, seguía teniendo ese toque de amabilidad y sinceridad, pero ahora era más grave, más de hombre en lugar del chico que conoció.

- Sí, digo lo mismo, en realidad, no me esperaba verte -trataba con toda su fuerza de mover sus pupilas que se encontraban enfocadas en él, en cómo su cabello rubio ahora estaba tan largo y viéndose tan increíblemente sedoso, la manera en que, a pesar de no usar ropa apretada, podía ver sus anchos hombros y sus brazos musculosos.

No ayudaba en nada esa sonrisa amable y matadora, mientras tenía a Midori sentado en su regazo a la vez que lo acariciaba.

Solo quería preguntar algo: ¡¿Qué cosa le había hecho la pubertad a su ex, maldita sea?!

- ¿Te sientes bien?

- Estoy perfectamente.

Perfectamente a punto de sufrir una crisis existencial.

Y más tarde, mientras la ayudaba con algunas cosas, tuvo otra crisis existencial.

- ¡¿Por qué estás en la casa de una chica?!, los dos solos que es peor -por un momento no supo en donde esconderse, y por el tono lastimero de la entidad femenina de verdad pensó que había hecho algo malo.

Pero se sentía presionada por ambos porque, dioses, ambos eran demasiado bien parecidos, mientras que ella empezaba a sentirse como una papa sentada en la esquina de la casa mientras los veía tener algún tipo de discusión, y en cuanto trato de meterse al ver el tremendo malentendido que la chica se montaba en su mente casi se lleva un abanico en fuego en la cara.

Al final de la noche, supuso que se convirtió en la mala de la novela tras ver que Andy terminó sacando de su casa a su nueva novia, entre la discusión sacó esa información, y que esa pobre chica salió llorando.

Se sintió terrible.

- Lamento lo de Mai -tras tremendo shock fue prácticamente llevada a la cama, por un momento pensó que las cosas iban demasiado extraño- suele ser así.

- No, yo, debí presentarme como era debido, a la vez que creo que debiste decirle dónde estabas -había un tono de regaño en su voz, tomándolo por sorpresa en cierto punto, pudo notar como llegaba a bajar la mirada un momento.

- Me impresionas bastante -por un momento no entendió a lo que se refería, tenía esa sonrisa calma, la que recordaba, sentándose a un lado de ella, su peso hundió un poco el colchón  mientras parecía buscar las palabras correctas, (...) llegó a recordar por un momento al nervioso cachorro que apenas podía tratar con personas que no conocía, con las orejas para atrás y con el ceño fruncido, pero por más que lo mirase no podía hacer encajar la misma imagen.

Eran la misma persona, pero aun así se sentía diferente al que conocía.

O más bien al que conoció.

- Cambiaste mucho -fue una sorpresa escuchar esas palabras salir de la boca de su acompañante, mostrando que ambos estaban pensando en lo mismo.

- también lo hiciste -llegó a levantar su brazo, llevando su mano, a la cabeza de su ex pareja y dar un relajante masaje, era algo que hacían seguido en el pasado.

A (...) le dio un poco de emoción que contuvo porque pensó que era mejor no decirlo, convirtiéndose en algo vergonzoso, mientras que Andy sintió nervios que también mantuvo y no llegó a exteriorizar, convirtiéndolo en una confianza que lo ocultase.

Una parte de lo que ellos recordaban seguía ahí, pero también el resultado era diferente porque cada uno madura y toma su propio lugar de manera diferente al crecer, por sus decisiones y las cosas que ha aprendido.

- Pero hablo en serio -alejó su mano de él, dándose cuenta de lo que hacía, y pensando muy bien en sus palabras- debes hablar con ella, preferiblemente te diría que no le digas que soy tu ex.

- No podría hacer eso -lo ve negar divertido, su cabello se mece con su movimiento, pasa su propia mano para volver a ponerlo en su lugar- aunque pueda molestarse, es algo que guardo con mucha felicidad conmigo.

- ... -se le quedó mirando, para luego reír a carcajadas, de una manera que algunos veían exagerada o desagradable, pero Andy solo la vio y la escuchó, provocándole risa, que fue completamente opacada por el ruido de la primera.

Tantos nervios, tanto tiempo aferrándose, al final, no era la única que guardaba con muchos sentimientos los recuerdos de cuando estaban juntos, pero aparentemente fue la última en dejarlos ir.

Por un tiempo pensó que si no lo hacía y Andy regresaba, podría herirlo si seguía sintiendo algo por ella, dándose esa falsa preocupación porque en realidad ella quería seguir queriéndolo de la misma forma.

Si bien sintió rechazo al ver que había seguido con su vida, se tenía que aceptar porque él también deseaba que siguiera con su propia vida.

- Supongo que te veré entre estos días -ya al día siguiente lo estaba despidiendo en la puerta, porque sí, se había quedado a dormir esa noche, no había otra cama pero sí mantas, tratando de revivir esa chispa que tenían de amigos y sus ocurrentes reuniones para dormir, en la noche (...) había dormido en la cama pero en la mañana había aparecido abrazada a él en su forma de lobo, prácticamente tosiendo su pelo que había llegaba a exhalar al tener la boca pegada a su pelo- si quieres puedes llamarme para ayudarte a comprar ropa casual, porque en serio, alguien va a pensar que eres algún tipo de raro con esas ropas de ninja.

- Lo tendré en cuenta, aunque me siento algo atacado, llegué muy rápido y no pudo traer mi ropa, no es que me paseo vestido así siempre -la volvió a escuchar reír, y sonrió mientras terminaba de ponerse su calzado.

- Te deseamos suerte -levantó a Midori, moviendo su mullida patita para despedirse, Andy sonrió de nuevo, acariciando al conejo- hasta luego.

Decirle "hasta luego" en lugar de adiós, fue mucho más calmante.

- Hasta luego.

Y ya no fue doloroso decirle "adiós" porque sabía que volvería a verlo, no como antes, pero eso no significaba que dejaría de quererle.

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