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La noche era abrumadora para muchos en estos meses, recordando las grandes pérdidas que vivieron en los últimos años a manos de un monstruo.

Cuando (...) llegó a ese pueblo tan alejado de la civilización ya la calamidad había acabado, siendo que ahora muchos humanos eran bienvenidos a las tierras de los monstruos después de que el anterior rey de ese lugar fuera derrotado por un cazador de monstruos de buen corazón que mostraba tanto a los humanos como monstruos por igual, ese era un lugar de paz y a la vez descubrimiento.

Recuerda que, cuando vio esa cabellera rubia y esos ojos rojos, supo casi de inmediato de que se trataba de un vampiro, por su rostro aun se veía joven o al menos eso decía en la guía de la ciudad que le dio su guía zombie el primer día de llegada a la ciudad del bosque del sur.

-¿Todo bien? -le preguntó mientras se acercaba, queriendo ayudar si es que algo le había pasado, quizás y le llegó algo de sol, lo mejor sería llamar una ambulancia y de ser necesario lo acompañaría para rendir su declaración, poniendo sobre la mesa esas conclusiones apenas y se dio cuenta de que ya lo tenía prendado del cuello, succionando su sangre en sonidos que le parecieron de alivio y uno que otro más subido de tono.

Al final, la que necesito la ambulancia fue ella, y él fue el que la acompañó en todo el trayecto debido a la culpa, dispuesto a cumplir con la multa establecida por atacarla.

La vida es rara, más rara era cuando al final ella y él al final empezaron a vivir juntos.

-Rock -llamó desde la sala, en su camino hacia la habitación del rubio, encontrándolo colgado de uno de los postes del techo, cabeza abajo, como era usual de los suyos, aunque más de él porque no le gustaba nada los estereotipos de los vampiros y de que debían dormir en un ataúd, siendo sus propias palabras de que dormir de cabeza era mucho más cómodo- me voy al trabajo.

Las negras alas membranosas se abrieron un poco, dejando ver su rostro, ya había dejado atrás su preocupación al verlo tan pálido, tontería suya por olvidar que era un vampiro, y en cuanto lo tocó sintió su usual piel fría.

-Ve con cuidado -fue lo que le respondió, dejando ver sus largos colmillos entre cada palabra, se sintió tentada y no pudo evitar darle un beso que fue recibido con cierta torpeza, probablemente por la sorpresa, cuando lo llevó a más, tuvo que recordarse que Rock respiraba más que los otros vampiros por su mitad humana, por lo que tuvo que dejarlo ir, ahora con la respiración movida, por un momento pensó que iba a caerse, lo cual pasó, pero con sus grandes reflejos hizo como si nada, parándose a un lado de ella mientras las alas desaparecían- te acompañó hasta tu trabajo -fue lo que dijo, haciéndose un cúmulo de color morado y desaparecer tras las puertas del armario para volver a salir y manifestarse con su usual par de jeans y su camiseta gris.

-¿Y tu chaqueta?

-Estas contra el tiempo, lo mejor es apurarnos -le tomó la mano, guiándola hacia la puerta del piso que compartían, adentrándose en esa ciudad que tanto de día como de noche estaba lleno de vida, todos los habitantes juntos.

-Tranquilo, aun queda tiempo antes de que pase el bus -sus palabras se quedaron en su boca cuando lo vio mirar a ambos lados, el sol ya se había escondido y por eso no le sorprendió mucho cuando lo vio convertirse en vampiro y la tomó del cuello de su ropa- aw, gracias por el transporte.

Ya no se sorprendía por la tremenda fuerza que poseía aun en su forma de murciélago, más bien, lo que le seguía pareciendo fantástico y poco creíble era que cuando estaban solos hasta le costaba hablar en ocasiones.

Pero no podía negar que esa era una de las cosas por las cuales le seguía gustando.

-¡Buenas noches! -saludó a todos lo padres y niños en la entrada del jardín de niños, sacando su mandil de trabajo de su mochila en cuanto puso pie en tierra y Rock volvía a su otra forma.

-¡Maestra! -chillan algunos de los engendros, en el buen sentido de la palabra, porque su salón era el de los engendros de la noche y a su lado el salón de cadáveres juguetones.

-Hoy me quedo hasta tarde -avisó antes de ser del todo arrastrada por los niños y algunas crías, tratando de hacer que su novio la escuche por sobre los rugidos y chillidos de los pequeños- ¡es día de pintar con las extremidades!

-¡Sí!

Rock sonrió ante la imagen, tomando apoyo del pilar de la puerta y dejando que la sombra de la perpetua luna llena de la ciudad sobre los pilares de piedra le diera un lugar de descanso para esperar hasta que la jornada laboral de su novia termine.

Las primeras veces solía salir volando tan rápido como podía en cuanto la dejaba, queriendo alejar sus locas ideas de un pequeño engendro que se pareciera a los dos al verla rodeada de tantos pequeños, pero él no quería eso para ella porque ni siquiera estaba seguro de que sería un buen padre, durante su niñez tuvo el peor ejemplo posible de padres.

Un padre sangre pura que nunca iba a reconocerlo, una madre que lejos de huir de ese monstruo iba detrás de él besando sus zapatos en busca de afecto.

Durante muchos siglos tuvo que callarse ante esto, hasta que aquel que fue el salvador de todo ese reino en decadencia apareció, incluso pudo salvarlo a él, tendiendo una mano amiga en su dirección cuando pensaba que su vida había acabado al perder a su madre a manos de ese monstruo.

No iba a negarlo, estaba asustado, asustado de tal gran paso en su relación siendo que era él quien pidió dormir en cuartos separados por el temor, asustado de no llegar a las expectativas, asustado de que solo repitiese la maldita historia.

Sin que se diera cuenta la campana ya había sonado hace mucho al igual que los niños salieron junto a sus padres con gran frenesí, apenas captó que el tiempo había volado cuando su (...) salió llena de pintura fosforescente esparcida por todas partes pero con una sonrisa de satisfacción.

Esa sonrisa le hizo replantearse si de verdad todo se repetiría.

-¿Me volviste a esperar aquí? Ya te he dicho que puedes ir a casa -su voz con un dejó de broma lo calmó, haciendo que sus malos recuerdos fueron bloqueados nuevamente en lo profundo de su mente.

-No es problema -casi obligándose a superar sus miedos, tomó su mano, sintiendo la diferencia de temperaturas y sintiendo escalofríos por sentir su palpitar- es decir, ya estaba aquí, no perdía nada con esperar unas horas.

-Wow, nunca pensé que me vinieras con esa respuesta, hasta este punto ya estarías tartamudeando.

-N-no es así.

-Ajá.

Quizás la idea de un pequeño engendro 3/4 humanos y 1/4 vampiro no era tan alocada, es decir, que cosa más loca había que solo verlos, un vampiro joven de 247 años y una mujer humana de 24 años.

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