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Gota que cae, gota que se forma.

El pedazo de bambú se llenaba y luego se dejaba caer, dejando ir toda el agua que se dispersa en la laguna de peces koi.

Sus ojos amarillos, signo de que es del clan serpiente aun cuando su sangre es diluida, miran con paciencia el constante movimientos del pedazo de bambú, atiende con su tacto la superficie lisa y suave de la taza de té tibio en sus manos, la calma se esparce a su alrededor al igual que el agua cada vez que el bambú la deja fluir con ese sonido característico del tronco contra la piedra que se encuentra en el borde de la laguna.

Por supuesto, esa calma se empezó a caer con los rápidos pasos sobre el tatami, más no era algo que la moleste, en verdad era algo que disfrutaba, dejó a un lado la taza, lejos de la zona de choque, cerró los ojos y esperó por el impacto.

-¡(...)-CHAN! -Kensou apareció por la puerta de papel, apenas dándose tiempo de abrir la puerta apropiadamente, dejando agujeros en el papel de arroz por su garras y su gran emoción antes de saltar sobre su amiga.

Pobre pequeña serpiente marrón, siendo aplastada por su amigo dragón azul, sus verdaderas formas son visibles, a pesar de que ella era bastante más grande que un hombre adulto normal seguía siendo pequeña entre el clan serpiente, ni hablar del clan dragón, si bien la diferencia de tamaño era grande hablando de los tamaños estándar, con ellos dos era abismal, siendo que apenas se podían ver algunas de sus escamas marrones entre el gigante cuerpo del dragón azul, enrroscándose sobre ella en un abrazo asfixiante y casi letal.

Vuelven a sus formas humanas en medio del desastre que su colisión ha generado en el jardín, importando poco cuando se encuentra sobre su pecho, aun abrazada, pone una de sus manos sobre su kimono azul, sintiendo su pecho subir y bajar entre respiraciones, su risa que retumba en su caja torácica y se ahoga en su cabello mientras la despeina.

-Hola a ti también, Sie -sube su mano a su cabello castaño, peinando sus hebras entre sus dedos, quitando algo de tierra y suciedad que se le ha pegado.

-Hace mucho que no nos vemos, (...)-chan -no la suelta, tratando de tener todo el contacto posible, sabe que está es una oportunidad única, ¡ella casi nunca, ya por no decir directamente que nunca, se dejaba tocar y abrazar tan fácilmente! Casi abriendo sus brazos para recibirlo, era una pasada.

Ojalá siempre fuera así, porque (...), desde la perspectiva de Kensou, era increíblemente abrazable.

-Te juro que te extrañe tanto que escuchaba tu voz todas las noches.

-Sie, eso es signo de demencia.

-Ya hasta había olvidado el sonido de tu voz.

-Acabas de decirme que escuchabas mi voz todas las noches.

-Ah, esta es mi (...)-chan -le dio la vuelta a la situación, buscando que cambie su expresión usual de que nada pasaba ante su obvia y usual lógica ante sus exageraciones- de verdad te extrañe tanto.

-, yo también -ante penas puede entenderla porque la sigue teniendo fuertemente apretada, sin olvidar que ahora todo su peso estaba sobre ella, sus colas siguen juntas, entrelazadas, la punta de la cola de Kensou se movía ligeramente de izquierda a derecho, demostrando lo feliz que esta, en ocasiones también moviendo la cola marrón de (...).

-Recuperemos el tiempo perdido -la toma en brazos cual princesa, regresando a toda velocidad a la casa de estilo asiático, tan rápido que casi le arrancó un grito de susto a (...), pero lo que recibió fue una buena colleja- ah, sí, está es mi (...)-chan -aun con un tremendo golpe en la frente, seguía abrazando el cuerpo de la serpiente con behemencia, casi como si tuviera un efecto sanador sobre él.

Ese mes pasó rápidamente, más que nada pasando el tiempo entrelazados, sus largos cuerpos ajustados uno con el otro, (...) era aplastada por el largo y musculoso cuerpo de dragón asiático de Sie mas no hizo nada por alejarlo cada vez que se le acercaba con las obvias intenciones de tener sus horas de arrumacos.

Las personas que iban a orar en el templo que le pertenecía a las deidades serpiente obtuvieron una mayor bendición siendo ignorantes de que la joven a cargo de aquel templo no se encontraba sola, un gran y bendecido dragón se encontraba a su lado y el buen humor de ambos solo logró que fuera tiempo de prosperidad en el pequeño pueblo, las personas aprovechando al máximo y dejando grandes ofrendas al templo con temor de que pronto podría acabarse estos buenos tiempos.

Esa tarde, mientras (...) estaba echada sobre su espalda y con Sie durmiendo con su cabeza sobre su vientre vio el paso de una estela de energía sobre sus tierras, sabía decir con solo mirar esa aura que aquello le pertenecía a un dios.

-¿Quién está molestando? -Sie se levantó ante el flujo desconocido de energía y porque (...) detuvo sus caricias en su cuello y detrás de sus oídos, molesto por la interrupción cambió a su verdadera forma, siguiendo la estela de energía morada y rosa que se dibujaba en el cielo para saber quién era el que interrumpía su preciado tiempo de calidad con su amiga serpiente antes de que volviese a lo profundo de las montañas a seguir entrenando.

Quien diría que se encontraría una diosa tan hermosa en cuanto llegase a la fuente de la energía.

(...) vio en primera fila cómo el poco tiempo que tenía con su adorado amigo dragón era usado para que él ahora pasase tiempo con la diosa que había conocido; vio como la sorpresa pasó a emoción, como esa emoción pasó a algo mucho más intrincado.

Y cuando Sie tuvo que regresar a su entrenamiento en las montañas con su maestro se llevó a la diosa con él, olvidando despedirse de su amiga serpiente a la cual dejó sin dejar más que la imagen de él tomando la mano de la diosa de cabello morado para guiar su camino.

(...) dijo que estaba bien, que era normal, los dragones son enamoradizos, pero estaba segura de que Sie, aun enamorado, no se olvidaría de ella.

Se equivocó.

Pasó un año y él no regresó a pasar ese mes juntos como siempre, pasaron cinco años y tampoco tuvo señal de él, pasaron 50 años y empezaba a creer que ya no lo vería.

Su estado de ánimo se reflejo en el pueblo, la anterior temporada de felicidad y prosperidad de cada año se había perdido, antes de que (...) se diera cuenta la gente de la que estaba a cargo era arrastrada a su penoso estado.

Ah, con razón decían que si bien los dragones y serpientes se llevaban tan bien y se complementan perfectamente al ser opuestos, también tenía algo de razón eso que decían de que lo mejor era que no estuvieran juntos porque al ser opuestos alguno saldría herido si no es que ambos.

Tal parecía ser que le tocaba ahora a ella.

Quería darle una oportunidad a esa gente de levantarse de nuevo, pero no lo lograrían mientras ella se mantuviese así, tampoco estaba segura de poner recomponerse pronto, vio la escama de su frente en el espejo, aquella que unía el kanji de "rey", el centro de esa palabra en una sola escama, pensando en aquellos que la necesitaban sacó fuerza y se tragó las lágrimas tras arrancarse su preciada escama, quizás iba a llevar 500 años para que vuelva a crecer siendo que ella no era una serpiente pura, pero su maestra le dijo que el fin justifica los medios, en especial si eso ayudaba a las personas, eso se repetía mientras perdía la conciencia.

La felicidad volvió a la ciudad y se mantuvo durante los años venideros, ya en el tiempo actual y con el conocimiento de que los seres sobre naturales existían y ya eran aceptados.

Un joven castaño caminaba por la calle, feliz de que ya no tuviese que esconderse entre el cielo y las nubes para ir a visitar a su amiga, en su mochila llevaba la carne seca que ella tanto amaba, una manta de algodón y una película de miedo porque recordaba su fascinación por los relatos tenebrosos de los humanos viajeros; se esperaba un buen golpe en la cabeza, se lo merecía, no le diría nada si lo mordía con su boca desprovista de colmillos al igual que también aceptaba que ella no lo deje acercarse mucho aunque extrañe horrores su tiempo juntos y el usual contacto físico que compartían, durmiendo bajo el sol en sus formas reales y descansando en el tatami mientras permanecían cómo humanos, siempre juntos en esos tiempos.

Ahora el solo imaginársela comer su carne seca, cubierta de aquella manta nueva y ensimismada con aquella película ya le curaba el alma, llorando de manera cómica en cascadas al sentir aquel lindo sentimiento que le nacía cuando la veía así.

(...) tenía un factor curativo en él, no podía ni negarlo y tampoco quería hacerlo.

En cuanto llegó al templo sonrió al ver que estaba tan bien cuidado por las personas del pueblo, con muchas ofrendas, con platos de comida para gatos y perros, recordando que esos animales le gustaban mucho y que se veía como una pequeña cada que los acariciaba con delicadeza, con tanto miedo de hacerles daño si era muy brusca.

Quiso entrar con calma, pero en cuanto abrió la primera puerta no pudo evitarlo.

-¡(...)-CHAN! -trató de evitarlo con fuerza, pero decir su nombre le hizo rememorar entre lágrimas de alegría y gozo cuando ella le esperaba en la entrada al jardín dándole la espalda, pero esta vez lo que le recibió no era su espalda cubierta de ese kimono marrón y su cabello desordenado.

Lo que le recibió fue un pequeño altar con una escama que había visto muchas veces, aquella que le pertenecía, aquella que unía sus otras escamas y dibujaba la palabra "rey" en su frente, aquella que le hacía sentirse orgullosa por nacer con aquel peculiar grabado en su frente.

Aquella escama que podía considerarse como una reliquia invaluable se encontraba ahí, sólo eso, no había pista de su dueña.

Se negó completamente a pensar que, al igual que otras deidades, ella había desaparecido de ese plano físico y solo dejó una reliquia atrás para cuidar de las tierras que le fueron asignadas.

-¿(...)-chan? -llamó, entrando en cada cuarto, pero no había nada- ¿(...)-chan? -salió al jardín, aun llamándola, empezando a desesperarse, pasó por el extenso jardín buscando hasta el lugar menos pensando.

Incluso en su forma de dragón salió a buscarla desesperadamente entre los cielos, pasando sobre la cueva sellada por una gran piedra donde la serpiente marrón se recuperaba mediante un largo sueño, sin poder escuchar los llamados mediante rugidos de su amigo por más eco que hicieran en la cueva.

Un dragón y una serpiente, es muy difícil que terminen juntos.

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