Capítulo 3: Hogar de aliens asesinados y posibles adictos.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Está bien si me cuentas ese sueño otra vez.

Caden.

—¿Estás cansado? —Preguntó, mirándome desde el suelo.

La almohada debajo de mi cabeza se sentía distinta, como si no fuera la almohada que usaba normalmente. Me sentía bastante agotado tras terminar de ajustar mi horario y hacer algunas tareas. Mi día a día no solía ser tan atareado.

—Meh. —Respondí con una mueca, observando con poco interés los pechos rosas que rebotaban frente a mí como globos de agua.

—Ah, hazlo con más fuerza —un segundo dedo entró, haciéndole gemir mientras sus ojos se posaban sobre mí. Cabello oscuro hasta los hombros, retorcijones elegantes y pezones rojizos. Las embestidas eran salvajes—. Mírame, así. Ah...

Luce como Heroine...

Presionó los labios, los exprimió como limón, provocando la salida de la secreción. Me alteré un momento. Tenía miedo de lo que se escurría como si fuera a llevarme con él. En ese preciso instante, le tuve un miedo irracional a las vaginas a pesar de no ser la primera vez que veía una.

Demonios, no quiero ver esto.

Me estaba adormitando, acostado de lado mientras observaba la gran pantalla en mi habitación, mientras ella comía palomitas y se reía de lo que veíamos.

Ahí estaba de nuevo, pensando que no tenía sentido estar haciendo eso. La miré de reojo, cruzando miradas para hacerle poner pausa a la película pornográfica; los ruidos exagerados no me hacían sentir muy bien. Antes era divertido verlo juntos y carcajearnos, pero hoy como un día cualquiera no tenía ánimos ni de tener los ojos abiertos.

—Fue un poco desagradable, y parecía doloroso. —Comenté, cruzándome de brazos sin despegarme de la cama.

Tal vez lo fue... pobre actriz.

—¿Quieres que ponga una comedia? —Preguntó Ray, gateando por la basura del suelo para alcanzar el control remoto.

—Voy a salir a caminar un momento. —Le informé.

No podía quedarme sentado tras haber discutido con Jeffrey. Tenía que hablar con él pues dejarlo molesto solo significaba problemas para mí. Caminaría un rato afuera, no tardaría mucho en verlo y le haría volver a irse con más calma.

Con él se sentía como ser masticado, pero sin él la sensación era peor. Pensé que me volvía adicto a tenerlo cerca.

—Oh, déjame quito esto... —Trató de levantarse también—, ya no se te para, ja.

No lo hace a menos que la imagine a ella, lo siento. Es desagradable.

—No, voy yo solo. Pero gracias, puedes quedarte aquí. Deeca ya habrá llegado —me reincorporé fuera de la cama, buscando mis tenis debajo junto a mis audífonos—. Quizás quiera ver una película contigo.

—Mejor me voy, Caden. Tus padres quizás lleguen en un rato. —Comentó, recogiendo su basura de colores.

—No hay problema con que ellos te vean...

—Ya te dije que no me agradan. Me siento incómoda. —Balbuceó.

Me quedé congelado, con los dedos sobre mis agujetas sin saber cómo amarrarlas. Hice un nudo extraño que desconocía, incluso resultó en temor por no saber desatarlo. Suspiré, sacudiendo mi cabello antes de tomar impulso para caminar por la habitación.

—Vale, te llamo cuando vuelva. Tampoco creo tardar más que ellos, tienen mucho trabajo. —Aclaré, sacudiendo el polvo de frituras que se extendía sobre las cobijas.

—Caden —me arrojó mi sudadera junto a un gorro, sonriendo ampliamente—, hace frío afuera.

—Cierto, el frío. —Me reí.

Debería ser caluroso.

De nuevo me enfrentaba a la idea de salir, pero el no tener planes de ir a un lugar en concreto me tranquilizó. Empecé con pasos cortos sin voltear atrás, dejando la casa anaranjada del vecindario.

—Ese es, ay... —Una vecina me dio la espalda sin dejar de regar sus plantas, mi presencia le incomodaba.

—Shh, no digas nada, sus padres pueden reclamarnos algo. —Le tranquilizó que esposo.

—Pero es que dicen que no está bien de la cabe...

—¡Jeffrey, ¿dónde estás?! —Grité de golpe, deseando acallar las cosas que decían sobre mí.

¿Qué quieren que haga? ¿Que me disculpe por algo que no es mi culpa?

Me sentí abrumado con el suéter. Traté de quitármelo mientras me perdía entre calles, aunque no pude apartarlo por completo debido a las palabras de Ray. Mi novia siempre se preocupaba por el frío cuando me dejaba solo, yo prefería estar lejos del calor corporal de otros pues podía ser asfixiante.

De forma inconsciente seguí el mismo camino que frecuentaba cuando buscaba a Jeffrey. La calle verde, la calle amarilla y la calle gris hasta llegar al barrio rojo. Fui con cuidado, alerta a los pequeños ruidos y las sombras que se extendían en el cemento debido al atardecer.

—¿Escuchaste de los rumores? Dicen que Heroine odiaba a sus seguidores.

—Oye, la tendencia 27 es sobre Hungría volviéndose un país dictador...

—¡Eso no importa, Heroine está en el primer puesto! Mira esto, es impresionante las reproducciones que tiene este audio.

—Oh, es verdad. Esto en serio es una noticia. La diosa parecía discutir todo un tiempo con un tal H, ¿habrá sido algún editor? Qué envidia.

"No quiero volver. No quiero escribir para mis seguidores, estoy cansada. ¿Por qué no puedo escribir para...? Olvídalo, solo olvídalo. Vete ya, H". —El audio me llevó a cubrir mis oídos con fuerza.

Caden, vine a casa para asegurarme de que estés bien. Quiero hablar sobre tu primer día. Vuelve pronto antes de que lleguen ellos, sabes que se molestarán. Yo no tengo mucho tiempo para verte.

Apagué mi teléfono al ver el nombre de Saint apilarse en mis notificaciones. Sentí mis rodillas doblegarse pero mantuve el ritmo al sostenerme de las paredes entre las callejuelas peligrosas. Los chicos que charlaban sobre las noticias se apartaron al verme chocar con botes de basura, murmurando asustados por mi actitud.

—¿Estás...? —Uno de ellos trató de hablarme aunque mi mano frente a su rostro le pidió silencio absoluto.

Si alguien me habla esta cabeza mía estallará. Debo ponerme los audífonos para evitar escuchar esas cosas.

La avenida principal estaba un tanto desierta, la tienda de videos abandonada donde se reunían algunos ninis a beber, y en el centro solo brillaba el cartel de Área 51; el único establecimiento que aún sobrevivía. La fachada era de mala muerte, los colores verdes y púrpuras predominaban en el interior junto a las pantallas, contrarrestando el bello atardecer de fondo.

Área 51: Hogar de aliens asesinados y centro de navegación; también conocido como las cabinas de internet y posibles adictos.

—No puede ser que viniste de nuevo por mí. —Jeffrey se carcajeó al verme cruzar la doble puerta, pausando de la primera computadora las imágenes de explosiones en alguna parte del mundo.

—Imaginé que estarías buscando información para chantajearme después. —Murmuré, parándome junto a su asiento mientras recorría el lugar con la mirada—, vine a disculparme...

—Eres un hipócrita, Caden. No te excuses como un políticamente correcto.

Balbuceé afirmando lo que decía, centrándome en los pisos púrpuras del lugar y las cabinas silenciosas al fondo. En una esquina el dependiente no podía verme debido a la altura, lo único que hacía ruido era la campana que indicaba si alguien entraba o salía. Tampoco se esforzaban en confirmar la identidad de alguien, en este barrio todos se conocían. Era como adentrarse a un mundo distinto.

Itsu datte, itsu datte. Kimi to futari de ita yo ne. Itsu datte, itsu datte. —Rodé los ojos al escuchar la pésima voz que provenía de la cabina más luminosa.

—¡Asco de battle royal, en serio!

—Ah... Ah...

—¡¿Quién puso porno sin audífonos?! —El dependiente se levantó de su sitio, buscando con la mirada entre los colores brillantes y la oscuridad al culpable.

Desvíe la mirada para que no se centrara en mí. Lanzó un golpe contra la cabina ruidosa, dando vueltas a su alrededor mientras pedía paciencia. Era un tipo de baja estatura que vestía con ropa holgada y fumaba un vape rosa neón, apartando la mirada de su barba de tres días.

—Las computadoras se rentan al fondo. —Me comentó, señalando su espacio oculto—, no necesitas identificación.

—No, lo siento, solo espero a alguien. —Rasqué mi nunca nervioso, observando la calle oscura y solitaria que se mostraba a través del cristal.

—Mh, bien.

Al perderlo de vista lancé un golpe contra la espalda de Jeffrey, deseando que saliera del sitio. Él sabía lo mucho que me molestaba que fuera a Área 51, hacía lo que quería con mi lado inconsciente y lo llenaba con pésima información de este lugar de mala muerte.

—Iré al baño —masculló, levantándose con su periódico mientras jugaba aire por sus dos grandes orificios—. Gracias por disculparte, chiquimierda.

—Di lo que quieras. —Susurré irritado.

Se dirigió a la última compuerta, dejándome solo en el gigantesco sitio. No era fan de los lugares amplios, la cabina contigua se hallaba abierta y mis deseos de adentrarme fueron en incremento. Di vueltas por ahí, repitiéndome que no debía ni siquiera pensar en rentar una.

La computadora está desbloqueada... Alguien la dejó encendida.

Mi mano se adentró en la cabina poco a poco, siendo iluminada por el azul y rojo de la pantalla.

Voy a apagarla, solo eso...

Presioné el teclado, con ello la voz detrás de mí erizó mi piel de golpe para llamarme la atención.

—Necesitas pagar para usar eso. —Giré de inmediato con vergüenza entintando mi rostro.

—Yo, lo siento, solo iba a apagarlo. —Sacudí los ojos de forma peculiar al observarla.

—Eh...

Era el número 514, reclusa de la escuela violenta, posible bully con quién sería mejor no involucrarse y como nombre Mary Luna. Entreabrió la boca, elevando sus cejas mochas mientras mostraba un diente de desagrado.

Mi explicación fue innecesaria, no pude evitar que sus manos se dirigieran a mi cuello hasta presionarme contra el cubículo. Su mirada amenazante, el cabello castaño que me cubría y sus risillas fueron suficientes para doblegar mis rodillas. Quería escapar de ahí, el contacto repentino me causaba crisis patéticas.

—Sabía que te había visto en otra parte antes de esta mañana, 513 —rechistó molesta, oscureciendo su rostro al agachar la mirada para inspeccionar mi postura—. Vienes aquí de forma recurrente, ¿cierto? No olvido fácilmente rostros de alguien que no pertenece al barrio de Shinda.

—Tengo un... amigo que trabaja en la zona, maneja una tienda... —Tosí, dando ligeros toques a su codo para que dejara de presionar mi tráquea.

—¿Cómo se llama?

—Curin... —Mentí, soltando el nombre de un amigo de mi hermano.

Quitó su mano de inmediato, pasando al modo reflexivo. Asintió, con brevedad dijo que entendía, también que era una clienta recurrente. Estrechó mi mano sin devolverme una disculpa.

—Me pongo de malas cuando escucho que algún compañero vino a Área 51. No es un lugar muy santo, ¿sabes? —Murmuró, abrazándose a sí misma mientras buscaba el calor de su manga oscura—. Deberías irte antes de que oscurezca más, yo vivo cerca así que banqueteo por la zona. Dame tu número, necesito reportar en caso de que te pierdas.

Quería evitar conversar con ella así que obedecí en silencio, encendiendo mi teléfono otra vez solo para hacer que registrara el suyo también. Tenía anotado mi número en notas, no estaba acostumbrado a darlo así que tampoco me lo aprendí.

¡¿Dónde estás?! Acaban de llegar, Caden.

Los mensajes de Saint...

Mary Luna anotó el contacto de mis padres en su celular. Pensé que eran rumores que las personas en el barrio vecino registraran a cada conocido o compañeros de clase cuando los visitaban, no era un secreto que la policía no cuidaba los crímenes cometidos allí.

—Debo ir al baño... —Guardé mi teléfono, pidiéndole a 514 que me revelara la ubicación.

Jeffrey no estaba en los baños, ni en ningún otro lugar.


La clase de matemáticas era mi depósito de esperanzas para decir que valió la pena hacer la preparatoria presencial. Dan Santiso evitaba aquello, como tinta salida del encuadre, un error en el sistema tras solo tres días de mi ingreso.

Se cree tan superior como para ponerme a resolver sus problemas mientras le habla al resto de la clase sobre otros temas.

—¡Hola y adiós! —Chaos chocó contra mi hombro, siguiendo de lado hasta saludar a otros en el centro del comedor.

—Ah... —Estuve por elevar mi mano para saludarlo.

—No le devuelvas el saludo al pequeño en público —Mary chocó con mi brazo izquierdo—. Saluda por cordialidad. Es famoso, no quieras ponerlo en aprietos con el resto de sus verdaderos amigos.

Aparté la vista de los humanos que parloteaban en el centro sobre las noticias de internet y algunas tendencias. Me sentía atraído hacia aquello, pero el temor de mi mínima capacidad para soportarlo me pidió que me alejara.

—Siéntate aquí, hombre evita redes —Mary me puso un apodo no agradable, dirigiendo su bolsa con una manzana y un sándwich a la mesa amarilla junto al recibidor.

Observé a mis costados en busca de algún grupo similar a ella. Era extraño, estaba preparado para poder distinguir populares y chicos malos solo por querer saber con quienes no debía involucrarme, pero todo parecía tan normal que mis referencias de series fueron una cachetada.

—¿No tienes amigos? —Solté la pregunta detrás de el respaldo de la silla, deseoso de que su pequeña respuesta aclarara mis dudas sobre cómo funcionaba el instituto.

—Carajo, claro que tengo Caden Wilson, sólo déjame hacer una obra de caridad e invitarte a no comer solo —fue sarcástica, mordiendo su manzana mientras sus audífonos negros se colaban por sus oídos con una fuerte canción ranchera—. Chaos es mi amigo aunque no hablamos aquí. Él me dijo que estos dos días de mi suspensión "el nuevo" rechazó el sentarse con otros chicos. ¿Acaso te asustan? ¿No estás acostumbrado?

Insiste y habla demasiado.

—Sí, les dije que me mudaba a menudo —mentí, suspirando mientras dejaba reposar mi bandeja sobre la mesa—. Solo no tenía la intención de conocer nuevas personas.

—Si conoces Shinda entonces me estás mintiendo. Área 51 no se encuentra fácilmente, ¿sabes? —Elevó la barbilla junto a su ceja con una mirada arrogante, sacudiendo sus tenis debajo de la mesa—. ¿Qué tal te fue volviendo a casa, eh? No escuché nada sobre un tipo mitad rubio asaltado o muerto.

Su mirada se marcaba con profundidad, la curva de sus labios era semejante a la sonrisa falsa de mi madre. Fue inevitable que las memorias del lunes volvieran a mí como los mensajes de Saint se acumulaban en mi buzón.

—¡Oye, Caden! —Saint sostuvo mi rostro entre sus manos, contrayendo las pupilas en sus ojos ámbar para mostrar su preocupación—. Estaba preocupado. Pensé que no llegarías.

—Lo siento... —Junté las cejas, posando mi vista a un costado suyo para huir de su mirada.

Su carro se hallaba estacionado junto al de mis padres. Sostuve sus manos para apartarlo de mi rostro, trató de sostenerme pero mis tambaleos fueron en línea recta hacia mi madre. Ella dejaba la casa, mi padre detrás; pasos deformes con rapidez en dirección a mí.

—Linda noche. —Balbuceé, elevando mi índice al cielo púrpura.

Mi madre Teressa fue quien arrojó la cachetada sobre mi rostro, logrando que mi cuello tronara por el golpe repentino. Apreté los labios, mirando la línea de hormigas que pasaban sobre la sucia calle.

—¡Haces preocupar a tu madre! ¡¿Acaso no te importa?! —Intervino el gran hombre de la casa—. ¿A dónde fuiste?

No digas que no me importa cuando tú fuiste el primero en decirle adiós.

—Fui por algo de comer. —Mascullé, soltando un escupitajo al suelo.

—No me mientas Caden —Teressa me sostuvo por la mandíbula, estirando mi cuello para obligarme a verla de frente y a su altura—. Mírame a los ojos, no seas egoísta.

Cerré los ojos asustados. No soportaba que alguien me observara demasiado, menos su mirada. Me atormentaba en pesadillas la idea de hacerle daño. Era mi rostro en femenino, la primera persona a quien vi al nacer: mi propio enemigo.

—El domingo le dirás al psiquiatra que te reescriba la nota médica. No puedes salir si no es para asistir a clases.

Saint trató de abogar por mí pero el silencio que mantuvieron ellos fue una petición para que parara. Mi hermano mayor fue el único en entrar a mi habitación para charlar sobre mi día, antes de volver a su apartamento en el centro.

El domingo me enferma.

—¿Volviste bien entonces? —Habló Mary, asaltando su sándwich mientras le incrustaba papas fritas.

—Meh. —No quise dar una respuesta clara.

—¿Te fue mal por Heroína?

Trataba de levantar mi tenedor con los trozos de pasta verde y queso fundido. El tratar ni siquiera fue eso pues me detuve al escucharla mencionar mi enfermedad.

Las manos no me paraban de temblar.

Rodé mis ojos en lo alto, posándome en la sonrisa amarga que achicaba sus ojos. Su piel morena y su cabello a los costados me asustaban, la comparación de mi imagen con la de un desconocido.

—Te dije que te había visto en Área 51 antes. —Borró su sonrisa. Trazó un círculo en el aire con su meñique.

—¿Lo viste ahí? —Pregunté sin referirme por completo a Jeffrey.

—No, nunca vi nada fuera de lo normal. Pero el lunes solo lo sentí, ¿entiendes? Una corazonada —su dedo índice apuntó detrás de ella, a las puertas que mostraban el jardín—. Entre nosotros podemos reconocernos, Caden. Siempre lo hemos hecho.

Una mirada pesimista se articulaba en ambos. Mis ojos trataban de centrarse al fondo, sobre el paraguas que se esforzaba en detener la lluvia de la tarde fuera del comedor. Su camisa blanca de tirantes, el pantalón enorme al que le faltaba su cinturón y el color rosa sucio de su cuerpo.

El terror me poseyó. Nunca había visto algo más grande entre los enfermos.

Un hombre alto y obeso con cabeza de elefante rosa, sonriendo de forma tétrica a nuestra mesa mientras mantenía el paraguas azul en su mano izquierda.

—No le hables —Mary se carcajeó con fuerza, ignorando mi parálisis—. ¡Le gustan los niños, JA!

• • •
Hola, razaaaaaa. Pasaron muchas cosas importantes en este capítulo aunque no me enfoqué en ninguna, GAHAHAHA.

¿Qué piensan de Mary Luna? ¿Qué significa ese elefante rosa? 👁

Saint es un lindo hermano mayor, siempre se preocupa por Caden y busca lo mejor para él. Al joven hikikomori le han pasado más cosas este día que todos los sucesos de su año pasado, pero su odio-dependencia de Jeffrey no ha cambiado.

¿Qué demonios sucede con Caden y Jeffrey?

¿Heroína se lee interesante? ¿Esperan algo? 🥴

Nada más que agregar. Quizás actualicé los jueves, pero ya saben como soy, GAHAHAHA. Tal vez no cada semana pero de que quiero respetar la palabra jueves, la quiero respetar. ¡De verdad, muchas gracias por estar aquí, se les quiere un montón!

Síganme si quieren en mis redes, pero vuelvo a decir namás que no supero el bello edit de la Clown, AAAAAAAH. Dejaré la playlist de Heroína en mi tablero también por si quieren pasar a vEr.


~MMIvens.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro