𝐨𝟐𝟏. los gonzález lópez ii

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

don't understand how quickly
we get right back in our rhythm without missing a step ❞




















































❝ señoras y señores, con ustedes: ¡los gonzález lópez! parte dos ❞

✦•─────• DESPUÉS DE QUE NATALIA REVELARA AQUELLA importante información sobre ella misma y sus hábitos alimenticios en frente de una familia que adoraba cualquier virtud culinaria que involucrara la carne, un tenso silencio y atmósfera se generó, obligando a la pareja a salir de la casa a comprar algo que la mujer pudiera comer durante ese almuerzo.

—Tu mamá ya me odia por ser vegetariana.

El comentario de Dietz fue lo primero que se oyó en el auto de Pedri desde que se subieron a el de camino al supermercado.

Él soltó una suave risa y negó con la cabeza—No te odia.

—¿Viste su cara de decepción? —se giró a verle—. No podía creer que su supuesta nuera fuera una persona libre de carne.

—Pero no te va a odia por eso —ella puso los ojos en blanco—. De hecho, no creo que sea posible que te odie.

—Da igual, rompimos una de las primeras reglas —se tomó el rostro—. Metimos a tu familia en esto.

—Debiste avisarme que venías —le reprochó.

—Debiste avisarme tú que ellos estaban aquí —contraatacó—. Que iba a saber yo que ellos estarían ahí cuando yo llegara —se cruzó de brazos.

—Bien, bien, da igual. El problema es que esto ya está hecho...Ya nos metimos en el lío —suspiró.

Hubo un corto silencio.

—Sí —ella se rascó la nuca—. No hay vuelta atrás.

—Pudiste decir que no —la miró unos segundos.

—Sí, y pensaba hacerlo —lo miró de vuelta—, pero luego me di cuenta que se nos caería el teatro o incluso tú podrías tener problemas.

Asintió—Te lo agradezco.

—Además —hizo una mueca restándole importancia—. Es sólo un día. No creo que me vaya a morir en medio de otra familia.

—Somos buena onda, tranquila —meditó un segundo—. Oh, y respecto a lo de la familia... —al notar el cambio de su tono de voz y de sus intenciones ella se tensó—. Disculpa si fueron muy intensos y empezaron a preguntarte sobre tus padres. Te juro que yo...

—Tranquilo —su mirada estuvo fija hacia adelante—. Ellos no lo sabían. No lo hicieron queriendo.

—En todo caso ya hablé con ellos para que tuvieran más tacto con lo que dicen.

—¿En serio? —se giró a verlo ligeramente sorprendida.

—Sí —sus miradas se conectaron por un segundo y la insistencia de la de ella lo puso nervioso—. Oye, si vas a pasar una de las fiestas con mi familia al menos tengo que asegurarme que no me golpees después por algo que te pasó.

Rió—Bien pensado.

—Y oye —su voz sonó pensativa, como si estuviera dispuesto a traer otro tema de conversación a la mesa—. ¿Por qué habías venido a verme?

Ella se dio cuenta del tono de voz que estaba usando. Estaba jugando con ella y mostrándose dispuesto a molestarla. La rubia sólo apretó la mandíbula y se sumió en su asiento de brazos cruzados.

Iba a usar sus propias palabras en su contra y ella lo sabía.

—Ya te dije —contestó seca.

—Oh, creo que no te oí —se llevó una mano al oído haciéndose el sordo.

—Pedri, ¿Quieres dejar de ser vacilón por un segundo aunque sea? —le reclamó seria mientras él reía—. No es gracioso. Ya te dije que fui porque Elías me lo pidió.

Hizo una mueca no muy convencido—Sí, pero recuerdo vagamente haber escuchado que dijiste algo en específico —dijo con ironía.

—Pedri —lo miró mal.

—Era algo como...Como... —hacía parecer que dudaba.

—Pedri.

—Como que tú te...

—Pedri, te voy a tirar el pelo.

—Te habías...

—O te golpeo. Tu elijes.

—Como que tú te habías preocupado por mí.

Al terminar la frase, él sonrió orgulloso al cumplir sus dos cometidos: Molestarla y exponerla. La miró por unos segundos buscando ponerla incómoda y ella sólo bufó y se cruzó de brazos para casi hacerse bolita en su asiento. No le había gustado ese juego suyo, mucho menos que la dejara en evidencia contraatacando con sus propias palabras.

¿Lo peor de todo? Que él había dicho la verdad.

—¿En serio te habías preocupado por mí? —retomó el la palabra después de unos segundos batiendo sus pestañas con inocencia.

Gruñó y puso los ojos en blanco—Voy a ser yo quién te corte la pierna.

Rió—Venga Nat. Tus palabras, no las mías.

Harta de que jugara con ella, decidió girarse para hacerle frente—Sí, sí dije eso —él sonrió de lado mientras miraba el camino al frente—. Pero es porque, y tengo que confesar, por muchas diferencias que tengamos y por muy mal que me caigas...Creo que la salud no es algo para burlarse.

Él no se esperó esa respuesta de su parte. Con curiosidad y una suave ilusión disfrazada de sorpresa, la miró por unos segundos, tratando de averiguar el enigma que era ella.

—Así que —hizo un gesto con las manos como si estuviera moviendo algo—, puedo dejar de lado un segundo mi resentimiento hacia ti porque sé que estás situaciones son delicadas.

En silencio, él sonrió de lado, apreciando el gesto que estaba teniendo.

—No es divertido estar lesionado, y me imagino que no la estás pasando muy bien —él asintió ligeramente—. Por eso...Si necesitas ayuda en algo...Puedes decirme.

Pedri no podía creer lo que estaba oyendo.

Parecía que tenía a otra Natalia en frente de él. Una que...Se preocupaba por su bienestar y su salud. Pensó incluso en pellizcarla o pellizcarse a él mismo para asegurarse de que era todo verdad. Sí, era extraño, ella había bajado sus defensas un poco al estar enfermo y la consideración por su condición le causó incluso un revoltijo en el estómago.

Era todo tan...Inusual.

—Como si quieres cortarte la pierna, por ejemplo, porque puedo hacerlo yo con gusto.

Y ahí estaba ella de nuevo.

La sería y pensativa expresión de González desapareció al instante al oírla y fue reemplazada por una suave risa. Sabía que quería quitarle la seriedad al asunto con una frase como esa y era todo lo que obtendría de ella. Nada más.

Minutos más tarde llegaron al supermercado, ganándose las miradas de algunas personas que pasaban por ahí debido a que iban juntos y tomados de las manos. Ya todo se estaba volviendo una costumbre más que una incomodidad. No se tenían que estar recordando de darse la mano o cosas así, ya simplemente lo hacían.

Y a ninguno le molestaba.

Dentro del recinto, Pedri empujaba el carrito mientras Natalia buscaba las cosas en los anaqueles y así regresar pronto a casa o sus padres se molestarían. Además, ella debía pronto dar una respuesta definitiva ante la invitación a celebrar el Año Nuevo en Tegueste y debería tenerla sí o sí.

—Ya a este punto me da vergüenza que hayamos tenido que venir aquí por mi culpa —habló ella de repente dejando unas cajas con champiñones dentro del carro.

—En tu defensa, también faltaban otras cosas, así que no sólo fue por ti —trató de ayudar.

—Da igual. Nunca me había sentido mal diciendo que era vegetariana hasta el día de hoy —hizo una mueca mientras caminaba con el hombre detrás de ella.

—Pero, ¿Es porque te hace mal? ¿No te gusta? ¿O es sólo un estilo de vida? —preguntó curioso.

—Estilo de vida. Aunque igual no me gusta tanto, qué digamos—contestó al final—. Después de que te generas el hábito no puedes volver atrás. Por ejemplo, una vez comí carne sin querer hace unos meses y me hizo mal.

—Oh —alzó las cejas—, ya veo.

—Además, incluso lo considero más saludable —tomó unas cajas de jugo de un anaquel y las puso en el carro—. Lo de ser alérgica a los mariscos eso es otra cosa. No es mi culpa.

Ambos rieron.

Pasaron unos segundos donde nadie habló ya que Natalia se había adelantado a buscar las cosas que faltaban —se afanaba mucho cuando iba de compras—. Debido a eso, olvidó que tenía a Pedri detrás de ella siguiendo cada uno de sus pasos.

A lo lejos, vio un empaque que se le hacía algo familiar y lo tomó en sus manos. Una sonrisa ladina se le coló en el rostro ante la nostalgia de su infancia que eso le había causado. No era exactamente un producto chileno, pero sí se parecía a uno de allá.

—¿Qué es eso?

La voz del futbolista a sus espaldas la sobresaltó e incluso la hizo pegar un pequeño brinco.

—Dios, te voy a poner un cascabel —dijo con una mano al pecho.

Rió—¿Qué tienes ahí?

—Oh —miró el objeto—, es que se parecen a unos dulces que comía cuando era chica en Chile. Se llamaban Tiffany y eran como unas bolitas pequeñas de chocolate que traían un maní dentro —rió—. Estos se parecen, incluso el paquete igual es amarillo.

—Qué coincidencia —dijo sorprendido.

Posteriormente, nadie agregó algo más. Simplemente el canario vio con confusión cómo la mujer volvía a dejar el empaque en el mismo lugar anterior y seguía caminando como si nada. Él, estático por unos segundos, no entendió porqué ella no se lo había llevado. Negó con la cabeza y tomando el paquete él mismo, lo echó en el carrito.

Detalles.

Siguieron su trayecto hasta tener todo lo necesario y se pusieron en la fila para ir a pagar. La gente los miraba, era inevitable. Incluso, algunos se contenían de acercarse a ellos para saludar o pedirles una foto. Como no, la pareja del momento estaba teniendo un cotidiano momento de ir al supermercado igual que todos ellos.

Quisiera o no, el plan de Elías sí había funcionado: Ellos eran el centro de atención.

—¿Seguro que puedes manejar? —se volteó ella a preguntarte de repente.

—¿Por que dices eso? —se vio confundido.

Alzó una ceja, mirándolo con incredulidad—La lesión —él pareció entender por fin—. ¿No te duele?

—Para conducir no, tranquila. Tampoco es algo tan grave —la calmó y ella asintió convencida mientras llegaba su turno de pagar en la caja—. A menos que quieras conducir tú, ya que no veo otra opción.

—No seas tonto —reclamó mientras pasaban los productos por la banda—. Me refería a que podíamos pedir un uber o algo. Pero si no te duele, da igual.

—Estoy bien, tranquila —volvió a calmarla con media sonrisa.

Su labor siguió mientras la chilena entregaba las cosas a la cajera pero su ceño se frunció repentinamente cuando tomó un paquete que se le había hecho conocido y tenía un familiar color amarillo. Ella no recordaba haber puesto eso ahí.

Alzó la bolsa hacia Pedri—¿Y esto?

Sí, por supuesto que se trataba de aquellos dulces que él mismo había echado al carro luego de que Natalia no lo hiciera.

Se encogió de hombros—Fui yo.

Ella pestañeó un par de veces y sintió un ligero cosquilleo en el estómago.

—¿Por qué?

Chasqueó la lengua—No te hagas ilusiones. Los eché para probarlos yo y salir de la duda con tus dulces chilenos.

Era todo un mentiroso.

Obvio lo había hecho por ella.

Ella simplemente lo observó en silencio y vio sin inmutarse como le quitaba el paquete de las manos y lo volvía a poner hacia la cajera. Lo analizaba y no lo entendía. No entendía como su forma de ser encajaba perfectamente en los momentos más específicos.

Después de pagar volvieron al vehículo y emprendieron camino de vuelta a la casa. Allí, el resto de la González ya los esperaba para poder almorzar. Dietz se ofreció a ser ella misma quién preparara su almuerzo al ser la culpable de aquella omisión de carne pero Rosy insistió en ser ella quien lo hiciera.

Natalia estaba muy incómoda. Todo era demasiado raro para ella.

Al inicio, la comida fue en bastante silencio. Cómo no, ella había llegado sin avisar y tuvo que presentarse forzadamente ante los González en una introducción que no había estado dentro de sus reglas y mucho menos de sus planes. Los padres del futbolista tenían muchas preguntas que hacerle y, a pesar de que Pedri les iba diciendo que bajaran las revoluciones, ellos seguían.

No era con segundas intenciones o con un afán de hacerla sentirla mal, era porque de verdad querían saber de ella y asegurarse de que era buena persona para su hijo. Qué triste sería para ellos cuando —acabado el contrato— su hijo tuviera que contarles que había terminado con la chilena. Ese era el acuerdo. El trabajo acababa y ellos anunciaban que su relación había llegado a su fin.

Pero ¿Saben lo curioso? En ese momento y en ese almuerzo, las cosas no parecían ser efímeras. Había un ambiente que poco a poco se había ido generando que daba la sensación de que todo era...

Real.

Aunque no lo fuera.

Natalia era una persona extrovertida que se llevaba bien con la gente. Además, era actriz, por Dios, podía mantener una conversación aunque no la quisiera. No obstante, llegó un punto en el almuerzo que sí se sintió más cómoda con la charla y no era todo tan tedioso o una obligación.

—¿Así que estás acostumbrada a los climas más fríos? —preguntó Rosy.

Sí, su último tema de conversación se había tratado de la ciudad natal de la chilena.

—Sí —rió suavemente—. Viví toda mi vida en el sur y Valdivia es muy frío. Los días constantemente son nublados. Estando aquí no veo más eso y, muy en el fondo, lo extraño.

—¿Pero no has regresado allá?

La pregunta del mayor de los González la hizo comenzar a jugar con sus dedos debajo de la mesa. Pedri lo notó.

—No. No desde que me fui —negó—. Me gusta más mi vida como tal aquí. Sí, extraño un poco el clima, pero...Nunca hubo nada que me aferrara allá.

—¿Nada?

Ella sonrió levemente y en silencio ante la sorprendida pregunta de la mujer.

Nada.

El matrimonio se echó una sigiliosa mirada. No una incómoda o con desagrado o preocupación por lo que habían oído, sólo era con...Ternura. Imaginaban el hecho de estar en una situación como la de ella. Sin padres, lejos de su país y a cargo de su hermana menor. Ellos no podrían haber hecho lo que ella hizo si tuvieran su edad. Ella triunfó, se sacrificó y ahora estaba donde estaba.

—Bueno —la mujer fue quien tomó la palabra luego de unos minutos—. Lo importante es que sientas este lugar como tu hogar.

Suspiró—La verdad sí...Lo hice...Y lo hago.

Luego recordó que estaba ahí no por sus propios méritos y que la conversación no podía ser sólo de ella misma. Sí, recordó que tenía pareja y que tenía a la familia de dicha pareja en frente suyo. Era hora de actuar.

—Su hijo...Me ayudó mucho en eso.

Pedri se sorprendió cuando la oyó pero aún más cuando sintió que ella alcanzaba su mano con la suya sobre la mesa. Se repartieron una corta mirada ante el gesto que dio a entender todo lo que querían decirse. Obviamente lo que Natalia había dicho no era cierto ya que se conocían hace tan sólo un tiempo, pero...Cuando lo decía de esa forma, se sentía diferente.

—Estar con él ha hecho que me sienta más en casa que nunca —continuó—. Es una...

Tragó saliva y se tragó a la vez todas sus diferencias con el chico para decir:

—...Persona maravillosa.

Pedri se volteó a verla otra vez quedando más sorprendido que antes. Sabía lo que estaba haciendo. Notó de inmediato que, por supuesto, estaba aportando a la actuación, pero también estaba ayudándolo a quedar bien con sus padres luego de que ella apareciera mucho tiempo después de iniciar su falsa relación sin haber sido presentada ante los González formalmente.

Lo hacía por él

Y, al parecer, le funcionaba.

—Nos alegra oír eso —la voz de Rosy sonó mucho más tranquila y honesta desde que inició aquella mañana—. Se ve que son felices juntos y que se...Ayudan el uno al otro.

Supiera ella que en un inicio buscaban matarse pero para qué vamos a entrar en detalles.

—Dices que mi hijo es una persona maravillosa pero reconozco que tú también te ves como una —la chilena se sorprendió al oír a la mujer—. Sé que no necesitan nuestro permiso para estar juntos pero...Nos alegra que lo estén.

La pareja se echó una mirada y, al mismo tiempo, se dieron un leve apretón en las manos. La actuación funcionaba a la perfección.

—Y por eso mismo queremos seguir conociéndote y que seas parte de nuestras celebraciones —Natalia recordó ese pequeño detalle y se tensó al ver donde iba esa conversación—. ¿Ya tomaste una decisión definitiva? ¿Pasarás Año Nuevo con nosotros?

Ella suspiró.

Se lo había estado pensando todo ese tiempo. Sabía que tenían un teatro que mantener y que asistir era lo mejor para ayudar a ello. No obstante, siempre habían sido ella y su hermana. Además, jamás en su vida pasó un Año Nuevo con más de cuatro personas en casa, o incluso, teniendo una real celebración. Estaba acostumbrada a hacer poco y para ella eso estaba bien.

Añadiendo a eso...Sabía que se sentiría fuera de lugar. No tenía nada que hacer ahí ya que no era la verdadera novia de Pedri.

Pero habían pros y contras...Más pros sobre la mesa, a decir verdad.

El mediocampista la volvió a echar una mirada que le decía que podía negarse a la propuesta si quería; para él estaba bien. Sabía que ella había estado tensa por el asunto desde un inicio y que si aceptaba probablemente sería en contra de su voluntad. Tampoco quería que sucumbiera ante la presión de sus padres así que, si ella se negaba, él lo entendería.

Aunque en el fondo; muy en el fondo...A él le gustaría que ella fuera.

Finalmente, la mujer sonrió de lado y dijo:

—¿Qué día nos vamos?

Todos se giraron a verla con sorpresa.

—¿Eso es un sí? —dijo Rosy con ilusión.

Ella rió suavemente—Sí, ustedes ganan.

La familia celebró y los padres se pusieron de pie para ir hacia ella. Al notar las intenciones ella hizo lo mismo para que segundos más tarde recibiera abrazos por parte de ellos. Al inicio pensó que sería incómodo, pero no lo fue. Se sintió bien recibida y les correspondió igualmente con agrado.

No entendía como ellos estaban felices por que ella fuera, pero así era, lo estaban.

—Tú deberías estar saltando en un pie de felicidad —le dijo su padre a Pedri dándole un leve golpe en el hombro.

Ahí, el futbolista reaccionó recordando que Natalia era su novia y se acercó para abrazarla luego de que su madre terminara de hacerlo.

Justo en ese momento se dieron cuenta de que ellos no se abrazaban mucho. Incluso, más se besaban. Pero la sensación de estar simplemente contenidos por los brazos del otro les causó una especie de corriente que los recorrió de pies a cabeza.

No se sentía...Tan mal.

Al separarse, sus rostros quedaron a una distancia bastante peligrosa. Las puntas de sus narices se rozaban y ya sus respiraciones se unían en una nerviosa mezcla. No quisieron mirarse a los ojos los primeros segundos, pero cuando finalmente lo hicieron al mismo tiempo, sintieron el clásico cosquilleo que siempre se les aparecía en ocasiones como aquella.

No podían mentirse así mismos...Ambos lo querían.

—Si lo hacemos... —de la nada, el futbolista le susurró, aprovechando que sus padres se habían alejado—. Se lo van a creer más.

Obviamente sabía a qué se refería. Con eso le dio a entender que él estaba sintiendo el mismo tenso ambiente que ella y que probablemente se estaba aguantando las ganas de la misma forma.

Ella asintió, apoyando la tonta excusa con tal de cumplir su cometido—Cómo dijiste, es sólo por...Estética.

Asintió también—Sólo eso.

Y tomándola por las mejillas, Pedri la acercó a ella para poder besarla.

Se los dije, aquello se estaba volviendo como una especie de adicción para ellos. No sabían qué les provocaba, pero sí estaban seguros de que algo se les provocaba. Sólo querían sentir la dulzura del baile de sus labios contra los del otro aunque eso significara seguir cavando sus propias tumbas.

Sus padres se percataron del cambio en la habitación y sonrieron con ternura al ver a la pareja compartiendo tan adorable momento luego de la supuesta buena noticia.

Cuando se separaron —ya que el beso no fue tan largo—, volvieron a quedar con sus rostros extremadamente cerca del otro. La calidez de las manos del canario sobre sus mejillas podrían acunarla perfectamente por el resto de sus días. Y, para él, sostenerla de esa forma y seguirla mirando ya no era un pesar o una incomodidad...Era un deleite.

—Nat.

El suave llamado con su nombre en sus labios la dejó expectante. Se notaba que quería decirle algo, pero no se sentía tan seguro de sí mismo para hacerlo hasta que luego de unos segundos habló:

—Sobre lo que pasó el otro día en tu casa...

Pero fueron interrumpidos.

Aquella conversación pendiente por aquella sesión de besos sin terminar que dejó a ambos bastante afectados días atrás agitó el corazón de la mujer. Ella no tenía planeado revivir el tema ya que pensó que no era relevante y que tampoco lo era para él. Pero si lo estaba trayendo de vuelta había sido por algo.

Lamentablemente, tendría que quedarse con la duda ya que el hermano mayor de Pedri apareció junto a ellos.

—Ah —se cruzó de brazos viendo a la pareja abrazada. Sus padres ya no estaban en la escena—, con ustedes dos quería conversar.

Ambos abrieron los ojos como platos al oír a Fer y ese tono de voz inquisitivo.

—Creo que es momento de que hablemos de lo que está pasando aquí —los apuntó.

La pareja se echó una asustada mirada y —sin saber de dónde— sacaron la habilidad para huir y evitar a toda costa esa conversación. Sabían que Fernando quería hablar del tema de los besos y no lo iban a permitir.

—Uy, qué pena, ya tengo que irme —dijo Natalia con una mueca.

—Y yo...La tengo que ir a dejar —agregó Pedri zafándose de la situación también.

—Pero... —el contrario se confundió.

—¡Adiós! —dijeron al unísono antes de salir corriendo de ahí. El futbolista tomó a la chica de la mano y así la arrastró hasta que escaparon del mayor y de sus innecesarias preguntas.

—¡Oigan, vuelvan aquí!

Oh, no volverían.

Pero volverían a encontrarse en otro lugar.

¡Tegueste les espera para Año Nuevo!






























































































HOLA HOLA, SEGUNDA PARTE DEL CAPÍTULO ANTERIOOOR. CÓMO ESTÁN?

bueno, ya esta decidido y sellado, se van a tegueste!!! qué les pareció? podemos hablar de lo tierno de pedri en el super? y de que se volvieron a besar porque ya no aguantan nada??? ufffff

el siguiente capítulo va a ser más largo y podría decir que sensible o más triste. no sé como explicarlo, pero van a pasar cositas. vengan preparadxs😔🙏

90 votos para actualización ✨

me fui unos días de campamento sin ver todo el apoyo que ha tenido esta historia últimamente. GRACIAS, LES AMO !!! les prometo que valdrá la pena y vendrán MUCHAS cosas geniales !!!

SEE YOU SOON

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro