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"Corazones con puertas cerradas solo quieren ser abiertos y vividos por el alma correcta"


Le mandé un mensaje a Matilda diciéndole que nos encontráramos en la fiesta, ella pasaría a buscar a Cori.

Para cuando ellas llegaron yo ya tenía bastantes copas encima y me la estaba pasando de maravilla (en la barra observando a los estúpidos chicos emborrachándose). En este tipo de fiestas venía todo nuestro campus, lo cual significaba que habría gente de todo tipo de carreras. Creo que nunca expliqué algo... ¿recuerdan esa vez que estábamos en una fiesta y vi a Asa y Cruela? pues déjenme decirle que me acabo de dar cuenta que van en mí mismo campus, ya que también están aquí. LUCKY ME.

-¿Conoces a esos dos?- dijo Matilda apuntando a los antes nombrados, notando que los estaba observando más de la cuenta.

-¡Claro que no!- dije tratando de mentir bien. Se me da bastante mal debo decir, mi don es evadir, siempre evadir.

-Estás mintiendo, además hace un tiempo en una fiesta los vimos y parecía que los conocías bastante bien- dijo Cori.

¡RAYOS! Mundo, ayúdame.

-Hey ¡quiero beber! Quiero divertirme con las únicas amigas que tengo y que voy a tener en toda mi vida- dije tratando de cambiar el tema, siempre apelando a lo emocional. Soy una genia.

-Pues, ¡nada nos detiene!- dijo Matilda.

Dicho esto nos acercamos a la barra a pedir nuestros benditos tragos.

-Hoy no las cuidaré. Estén alerta, por favor- les dije tratando de que entendieran que esta noche quería divertirme por una vez en mucho tiempo.

-No te preocupes, sabemos cuidarnos solas- Dijo Cori, y ni siquiera me paré a mirarle la cara ya que sé que ella menos que nadie sabe cuidarse, pero en este momento necesito esto y sé que Matilda la puede cuidar.

Pedí un whisky solo y les hice señas a las chicas para que me siguieran a la pista de baile. Mi tolerancia al alcohol se ha hecho muy buena con el tiempo, así que si quería que me hiciera efecto tendría que seguir con lo fuerte de inmediato.

Estábamos bailando y bebiendo, llenando nuestras copas, quiero decir mi copa, cada dos minutos. Me estaba soltando y no me estaba importando nada, mi mente estaba poniéndose en blanco, cuando de repente me agarran por la cintura. Al darme vuelta me encuentro con un chico que no conocía, de hecho nunca lo había visto, pero debo decir que estaba bastante guapo. Tenía unos ojos negros que me decían que me alejara lo más de él cuanto pudiera, pero no le hice caso a mis alertas. Hoy no quería pensar en nada.

Estábamos moviéndonos al ritmo de la música muy pegados, debería decir, pero en este punto no sentía nada, de hecho ni siquiera me molestaba.

-¿Quieres salir de aquí?- me dijo con su boca en mi cuello.

-Te sigo- dije sin pensar nada de lo que estaba haciendo.

Me llevó hasta las escaleras de la casa y subimos. Llegamos hasta una habitación y sin pensarlo entramos. En ese momento recordé lo que había dicho que haría esta noche, perder mi virginidad.

Lo tiré a la cama y me subí encima de él, y él sólo dejaba que yo tomara el control. Pero en un segundo todo cambió y pude ver los ojos negros que me decían una vez más que me alejara lo antes posible. No tuve tiempo de reaccionar, él se puso encima de mí y tomó mis manos por encima de mi cabeza, dejándome atrapada. No me podía mover, mis piernas estaban encarceladas entre las suyas y me estaba empezando a desesperar. Este de verdad no era un buen momento para una de mis crisis.

-Suéltame- dije tratando de sonar lo más tranquila posible pero amenazante.

-Te voy a soltar, pero después que haga muchas cosas contigo- dijo dándome un beso. En ese momento lo único que pude pensar en hacer fue morderlo, lo más fuerte que pude- ¿¡Que haces idiota!?- dijo dándome una cachetada que más que herirme realmente, hirió mi orgullo.

-¡Te voy a matar!- dije gritando y pataleando- ¡Lo juro por Dios, lo haré ahora mismo maldito!-

-No creo que puedas, zorra- dijo empezando a desvestirme con una mano mientras con la otra seguía aprisionando mis manos.

-¡Suéltame! ¡Ayuda!- dije gritando lo más alto que podía.

-Suéltala... ¡ahora!- dijo alguien detrás del engendro, tirándolo al suelo.

No podía ver nada, estaba ciega por la rabia. Lo único que pude hacer fue levantarme de la cama y al hacerlo vi a Asa tirando golpes hacia su oponente, su cara reflejaba tanta rabia que no podía creer lo que estaba viendo. En ese momento mi rabia se desvaneció y entro la preocupación a ocupar su lugar. Asa no estaba reaccionando, no estaba pensando y yo tampoco, pero si sentía una mezcla de emociones que no puedo descifrar.

-¡Asa!- dije tirándome hacia él y sacándolo de su ensimismamiento. Lo abracé por la espalda, no sabiendo que hacer para detenerlo- Por favor, déjalo. No merece ni siquiera tu rabia-

-Vendrás conmigo- dijo Asa tomando mi mano y sacándome de la habitación.

No dije nada, sólo dejé que me llevara donde fuera, lejos de aquí.

Asa P.D.V.

Brunella lo consiguió otra vez, me hizo venir a otra de estas estúpidas fiestas. Me estaba volviendo loco, siempre que había este tipo de fiestas me pedía que la acompañara. La verdad no sé por qué aceptaba, creo que solo lo hacía porque necesitaba distracciones.

Al ver a Adela supe que estaba mal, la estuve observando desde que llegó. No pensé que me la encontraría aquí, pero siempre me sorprende. Desde que se fue de mi casa de esa forma no pude sacarme de la cabeza las únicas preguntas que me hago siempre que la tengo enfrente. ¿Qué le pasó? Y ¿por qué me comenzó a importar?

-Asa, vamos. Acompáñame a bailar, por favor- me dijo Brunella en tono suplicante moviendo sus caderas al ritmo de la música.

Había visto a Adela bastante borracha subiendo las escaleras con Alex y eso me preocupaba, por lo que no podía concentrarme en la chica que estaba enfrente de mi. Alex era un tipo que tenía una reputación bastante mala. Muchas chicas lo habían acusado de tratar de aprovecharse de ellas pero como tenía gente de su lado, gente importante, esas acusaciones nunca llegaban a algo más.

-Iré al baño y volveré a bailar contigo- dije saliendo de ahí.

Subí las escaleras lo más rápido que pude y la escuché, sus gritos de auxilio. Mi sangre empezó a arder en mi cuerpo, estaba perdiendo los estribos y eso era malo, hace mucho tiempo que no pasaba. Entré y vi a Alex encima de ella y a ella tratando de defenderse con todas sus fuerzas. Fue una imagen que me quedará marcada por siempre, demasiados recuerdos vinieron a mí, recuerdos que he querido olvidar y no he podido. Mi rabia se apoderó de mí y la dejé. Todo pasó demasiado rápido, un momento estaba entrando en la habitación encontrándome con la escena más dolorosa y al siguiente estaba golpeando con todas mis fuerzas a Alex. De repente siento que alguien me abraza por la espalda y pude escucharla.

-Vendrás conmigo- le dije sin pensar en nada más. Solo tomé su mano y la alejé lo más pronto posible de todo eso.

Por lo menos a ella la pude salvar.

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