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"Supongo que prefiero estar sola que en una casa que no es mi hogar"


Asa me dijo que me sentara en la camilla que había en la enfermería. Él tenía que curar mis heridas ya que no había enfermera, ya era tarde.

Me senté sin protestar, sin decir nada, en un estado de shock que no me dejaba reaccionar.

De repente empecé a sentirme mal. El pecho apretado, dificultad para respirar.

Adela cálmate, este no es el momento para una de tus crisis.

-Sabes, no pensé que fueras esa clase de persona- me dice Asa mirándome a los ojos mientras limpiaba el corte de mi labio.

Por lo que pude ver tenía, además del corte en el lado izquierdo del labio, el pómulo derecho hinchado, muy hinchado, y además un corte en la ceja izquierda (alabado sea quien sea porque no me pegaron en la ceja derecha donde tengo mi hermoso aro).

-¿A qué te refieres con "esa clase de persona"?- dije un poco molesta, tratando de volver a la realidad y tranquilizarme.

-La clase de persona que se preocupa por los demás, que defiende a los que no se pueden defender- dijo sin importancia.

-¿Y qué tipo de personas creías que era?- dije ahora demasiado molesta.

-Hey tranquila. Sólo creía que eras de las chicas que en vez de ayudar, pasa de largo. A la que no le importa nadie ni nada de lo que pase a su alrededor, menos Lea que recién la conoces- dijo sin dejar de limpiar mis heridas.

Sabía que así era como las personas me veían pero el hecho de que él piense que me quedaré sin hacer nada porque no la conozco, que voy a dejar que le hagan algo a ella, una persona que no merece nada malo, me llena de rabia. Recordé a mi padre, como siempre me decía que tenía que actuar cuando algo me pareciera injusto, como siempre me decía que tenía que ayudar cuando se me necesitaba, y también recordé que hace tanto tiempo que ya no soy la misma. Ahí me di cuenta cuanto he cambiado y también me di cuenta que no quiero reconocerlo. 

Me bajé de un salto de la camilla, sintiendo que no iba a poder evitar que me diera una de mis regulares crisis.

-Tú no me conoces- dije con rabia, sin poder respirar bien y con lágrimas asomándose de mis ojos.

Estoy harta de que todo el mundo crea que me conoce, que sabe cómo soy solo por el hecho de ser fría, de no contar mis problemas o de cómo me visto. Sólo por el hecho de estar enojada con el mundo porque ha sido muy injusto conmigo.

Tengo derecho a estar enojada, tengo derecho a tener rabia con todo lo que me rodea. Porque no merecía todo lo que pasé y ellos tampoco merecían lo que les pasó.

Odio que me etiqueten por como soy, porque ellos no saben mi historia. Solo son unos estúpidos que piensan que te conocen solo por tu apariencia. Y estoy harta, harta de defenderme, de hacer creer a los demás que yo no soy como piensan. Así que a la mierda, que piensen lo que quieran, no sé ni porqué me importa. 

-Adela, cálmate. Tranquila, respira- me dijo preocupado dándose cuenta de lo que me estaba sucediendo.

-Vete bien a la mierda- dije acercándome a él y poniendo un dedo en su pecho.

Y aquí estaba. Mi crisis. En todo su esplendor.

Salí de la habitación sin poder respirar, con una mano en el pecho. Con lágrimas cayendo por mis mejillas sin poder controlarlas.

-¡Adela, espera!- gritaba Asa. Pero yo seguía corriendo.

Corrí sin mirar nada de lo que había a mi alrededor. Corrí, no sé cuánto. Corrí recordándolos una vez más, pero con más intensidad. Todas sus platicas, sus risas, sus consejos, sus abrazos. Aún no puedo creer que me encuentre sola en el mundo, que no los veré nunca más. Mi vida nunca volverá a ser la misma y estoy cayendo en cuenta de ello.

Llegué a un parque que nunca había visto y me paré en medio.

Adela, cálmate.

Respira profundo.

Uno.

Dos.

Tres.

Respira.

Tranquila.

-Adela, ¿qué te pasa?- dice Asa tomando mi cara, haciendo que lo mire.

En ese momento, en que nuestros ojos se encontraron, su cara cambió por completo.

-Tranquila- dice abrazándome- respira profundo, va a pasar-

-S-suéltame- le digo tratando de apartarlo.

-No lo haré. Ahora respira profundo, por favor- dice sin dejar de abrazarme.

La rabia que sentía contra el aún estaba ahí, pero sabía que tenía que tranquilizarme. Hacía más de dos semanas que no me daba una crisis de angustia y pensé que se me habían pasado, pero me equivoqué.

Sabía que él no me iba a soltar hasta que me tranquilizara, lo supe por la convicción que escuché en su voz cuando hablaba y esa era la razón principal para tranquilizarme. Estaba incómoda, así que no lo abracé, mis brazos a cada lado de mi cuerpo. La gente no me abrazaba, nunca. Hace mucho tiempo que no había tenido este tipo de contacto con otro ser humano, y era lo más incómodo que podía existir.

Pero fue efectivo. Me tranquilicé. Era tanta la incomodidad que sentía y las ganas que tenía de que me soltara que me centré sólo en eso y me tranquilicé.

-Ya, suéltame, estoy bien- dije con rabia y cansancio.

-Te dan crisis de angustia, ¿cierto?- dijo preocupado

-Eres un puto genio- dije enojada.

-Adela, no quise decir lo de antes, lo siento.- dijo y le creí. Creí que su disculpa fue de verdad. Genuina.

-Y me importa una mierda. Ahora vete, no te necesito. Ni a ti ni a nadie- dije alejándome.

Él no me siguió y agradezco al mundo por eso.

Aunque creí que su disculpa fue genuina no me importaba. El me juzgó sin conocerme y eso era lo único que iba a recordar. Eso era lo que más odiaba de todo esto. Odiaba que la gente pensara que era una de las personas que se burlaban de los demás para sentirme bien. Que necesitaba hacer sentir mal a los demás para subir mi ego o lo que sea. Yo no era así. Nunca hice algo para que pensaran eso. Nunca me comporté así. Por eso prefiero la soledad, es más segura, más tranquila, sin etiquetas.

Llegué a mi casa y recordé mis heridas. No por mi buena memoria, porque eso mis amigos era lo último que tenía. Si no porque mi adrenalina se esfumó dejándome con mucho dolor. Gracias mundo por eso, siempre tan considerado con tu amiga Adela.

Fui directo al baño y gracias a Dios que tenía implementos para curarme. Eso me lo enseñaron en mi curso de defensa. Siempre tener en caso de ocupar mis movimientos.

Dolía, mucho. Pero yo soy fuerte, o eso creo. Salí del baño con muchas banditas en mi cara y con mucho dolor en mi cuerpo.


Estoy un poco lastimada, pero no estoy muerta. Me recostaré para sangrar un rato. Luego me levantaré a pelear de nuevo.

*

instagram: @becomingablur



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