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-Um uh, ¿otra vez?.

Era la tercera ocasión en la que Jimin llevaba el termómetro hacía sus labios para medir la temperatura en su cuerpo. Jeongguk fingía con un leve puchero su inexistente molestia cuando la realidad era que amaba la forma en la que el ahora pelo azabache demostraba preocupación por él.

Nueve meses habían pasado desde la última vez que vió a su madre quien era la única persona que lo trataba como a su pequeño bebé. Extrañaba tanto ese tipo de afecto protector porque hacía años que había comenzado a vivir como adulto valiéndose por si mismo.
Así que cuando Jimin le despertó en la mañana con gesto preocupado no pudo evitar sentir una onda de calidez por todo su cuerpo.

Bueno, quizá era la fiebre que casi sobrepasaba los 39 grados.

-No puedo creer que te quedaras en ese lugar soportando frío y toda esa lluvia. Estás demente.

-Por ti.

-Oh mierda, también has comenzado a divariar - apresurado tocaba su frente y mejillas en busca de corroborar si su temperatura había aumentado.

Jeongguk no pudo evitar soltar una débil sonrisa ante su acto mientras Jimin sacaba su celular para llamar a su médico de confianza y obligarlo si fuese necesario a que visitara su departamento, pues afuera aún llovía y no quería arriesgarse a que el menor saliera de casa nuevamente.

-Estoy mejor, Minie. La fiebre ya bajo.

-No del todo - dijo luego de colgar y buscar el termómetro por la cama pues en su afán de revisarle este había caído.
-Fuiste irresponsable Jeongguk, estoy enojado contigo.

Rendido, se sentó a su lado. Sólo restaba esperar a que llegase el médico y cabía la posibilidad de que tardara debido a la tormenta.

-Te enojas conmigo por todo- miró hacia el ventanal que cubría la vista del balcón, las cortinas corridas dejaban al descubierto el cielo gris de esa mañana a través del cristal, la lluvia adueñandose de la ciudad.
-En ese momento no sentí absolutamente nada más que el incesante deseo de verte- su mano caminó despacio sobre las sábanas pulcramente blancas hasta sujetar la ajena.
-Creí que me odiarias y me alejarías. No te diré que moriré si no vuelvo a verte porque no es cierto y lo sabes pero te juro que tardaría mucho tiempo en volver a encontrarle sentido a mi vida. Jimin, no sabía lo que era vivir hasta que te conocí.

Fue el momento preciso en que sus miradas colisionaron luego de aquellas palabras en el que Jimin se sintió desvanecerse en culpa. No le ayudó en algo ver sus mejillas adornadas por un rosa intenso y el motivo no era su timidez. Jeongguk despertó sudando gracias a la fiebre que mantenía su piel en llamas aunque estuviese tiritando de frío. Su pelo húmedo al igual que las telas bajo él. Su labio inferior temblando al igual que todo su cuerpo.

No imaginó las consecuencias de su silencio la noche anterior y quiso camuflajear una vez más bajo un 'no me importa' su reacción a las palabras ajenas, sin embargo nunca pensó que aquello sería un arma mortal de doble filo, porque en el instante en que abrió la puerta de su casa lo primero que le recibió fue el abrigo color negro que había quedado olvidado sobre el sillón aquella mañana, aquel que obviamente no era suyo porque era casi tres tallas más grande.
No supo ni entendió por qué pero cuando se percató de sus propios actos la pieza ya adornaba su cuerpo, el aroma ajeno inundando sus fosas nasales e inhaló su olor varias veces como adicto desesperado. Rió al darse cuenta de lo que hacía y negó, aunque para su desdicha todo parecía estar en su propia contra. Se dirigió a la cocina en busca de agua, sentía su garganta atascada por todas las palabras que decidió callar pero por más que trató de pasar aquel líquido incoloro la sensación de ahogo seguía allí, la misma que volvió a tener cuando lo tuvo a él en su cama más pálido de lo normal y con voz gangosa debido al resfriado que había pescado, y de eso también se sintió culpable.

Tenerle cerca era la única forma en la que no se sentía tan oprimido aunque se sintiera así por su propia culpa, por ello la noche anterior salió en su búsqueda aunque no se esperó encontrarlo caminando sólo hacia un parque solitario.

-Jeongguk, te dije que no habláramos de esto..

-Lo sé, pero entonces ¿cuándo? - humectó sus propios labios secos.
-Jimin, la sensación de tener que mantener silencio me es peor de soportar que el mismo frío de allá fuera- señaló el ventanal sin apartar la mirada de la suya.

Apretó sus labios, podía ver la desesperación en aquellos ojitos llenos de luz pero no podía decir algo.

No era la primera vez que escuchaba confesiones de amor, todas las rechazaba y en ninguna ocasión titubeó.

¡Maldita sea! Con Jeon nada se le hacía fácil por más sencillo que pareciera.

-Está bien, yo.. no insistiré más - el contrario se tensó.
-No insistiré en que me digas algo, sin embargo no me detendré en mostrarte lo que siento, tendrás que soportarme, porque aunque te quedes callado o no me correspondas, tu silencio es más que luz verde aunque no quieras admitirlo. No me rendiré tan fácil.

Jimin permaneció embobado con la bonita sonrisa que se dibujó en sus finos labios secos por la fiebre y no se reprimió a besarlos hasta quedar ambos sin aire por leves instantes hasta que el siempre molesto timbre de la puerta les interrumpió.

Se encaminó hacia el llamado casi en contra de su voluntad pero sabía que era el médico así que debía atender.

-Buenos días, Doc, gracias por venir.

El hombre de edad media le sonrió amable. Le atendió y sirvió a su familia desde que tenía uso de razón por lo que le tenía mucho aprecio.

Le encaminó hasta la habitación donde casi se alteró cuando no vió a su chico en la cama. Corrió con su mirada cada rincón hasta encontrarle de pie frente al balcón que se mantenía cerrado pues la corriente de brisa cada vez era más fuerte.

-Jeongguk ya vino el... Jeongguk ¡¿qué haces descalzo y sin abrigarte?! - gritó tan agudo que incluso el doctor dió un pequeño brinco en su lugar.

-Ya mamá, no me regañes- Jimin le dió una mirada asesina mientras el volvía a la cama con una sonrisa burlona.

Algunos minutos pasaron en los que el doctor le revisó con calma, no hallando nada fuera de lo común más que un resfriado por las bajas temperaturas que soportó y su sistema inmune no tan fuerte como debería estar y le atribuyó esto al estrés de sus clases y trabajo.
Unas cuantas pastillas, buena alimentación y con ello se despidió el médico deseándoles a ambos un buen día.

-Escuchaste al Doc, ¿cierto?

-Umju.

-Debes comer a las horas pertinentes, Namjoon me ha dicho que te sobre exiges demasiado en la Academia - Jimin desde la cocina trataba de preparar una sopa de esas que su madre le solía cocinar cuando se enfermaba de pequeño. No quedaría aquel mismo inolvidable saber pero estaba poniendo todo su mayor empeño.
-¿Qué tienes? - cuestionó cuando no hubo otra voz aparte de la suya en la cocina.

A pesar de que ya se sentía mejor, Jimin había insistido en que el menor no saliera de cama más este se rehusó, acompañandolo desde la meseta. El nuevo pelinegro se volteó para corroborar si se encontraba bien luego de su pregunta, por la cual se golpeó mentalmente porque sabía con certeza que al chico le sucedían muchas cosas en ese momento.

-No me has dado un beso en toda la mañana - fue lo único que contestó mientras jugueteaba con lo que sobraba del té verde que había estado tomando.

Jimin revoloteó los ojos porque aquello no era cierto, se habían besado antes del médico llegar. ¿Pero quién era él para negarselo? Más aún cuando mantenía en sus labios aquel gesto infantil que al principio Jimin odió porque juraba que no era más que un chantaje ridículo. Con el tiempo supo que no lo era, y fue algo más que le gustó descubrir de él.

Caminó hasta su lado, tomando sus mejillas con ambas manos notando como estas de a poco volvían a su apariencia normal, le alzó el rostro hasta depositar un beso en su frente. Cerró los ojos en cuanto sus labios iniciaron el contacto con su piel y allí permaneció por escasos segundos hasta que Jeongguk dejó caer su rostro sobre el pecho contrario, Jimin le sintió suspirar tan fuerte que su propio cerebro le dió un tirón, como si le regañara por ser el causante de aquello. Le fue imposible detener el impulso de abrazarlo entre sus brazos, acariciar sus hebras azabache como si le consolara por no poderle amar.

Incluso para él, quello sonaba cruel.

-No sé cómo esperabas que pasara tiempo a tu lado sin sentir nada, no soy de piedra - le escuchó decir mientras su cara se mantenía escondida en su pecho.
-Es imposible no amarte Park Jimin.

Quiso obligarle a que repitiera su nombre, porque en sus labios y con su voz se escuchaba tan dulce y hermoso.

-Soy irresistible, lo sé- trató de bromear pero ni siquiera a él mismo le hizo gracia.
-Vamos a comer- le levantó nueva vez el rostro para dejar ahora un beso en sus labios antes de retirarse.

-No tengo hambre.

-Comerás.

-Pero no quie... - la mordida que llegó a sus labios y las salvajes succiones en ellos fueron el motivo de que no pudiera terminar la frase.
-¿Esa es tu forma de castigo mientras estoy enfermo? - pudo decir entrecortado pero la respuesta llegó con otra fuerte mordida que logró sacarle un pequeño jadeo.
-Bien, comeré - pronunció falta de oxígeno cuando Jimin se separó con sonrisa maliciosa, victorioso.

-Buen chico.

-No se vale, estoy congestionado y no puedo respirar por la nariz, ¡casi me matas!

-Nunca podría siquiera pensar en eso, me harías mucha falta - su boca muchas veces no le pedía permiso a sus neuronas antes de pensar y soltar. No volvió a emitir palabras luego de aquello y tuvo que lidiar durante el resto del día con la sonrisa de aquel chico, una que por más que fingió molestia no podía evitar admirar.

Esa noche, mientras miraban una película que ninguno de los dos entendía pues ambos fueron malos en inglés durante sus tiempos de preparatoria, los mensajes en el celular del menor comenzaron a llegar y aunque trató de ignorarlos estos no dejaron de llegar hasta que Jimin tomó su celular y le obligó a atender.

Conocía ese tono predilecto para ese específico contacto, no quería contestar hasta que se le fue obligado a ello. Sin embargo, se sorprendió al leer cada uno. Pensó que Yoongi estaría enojado por haberse ido a mitad de la noche con tremenda tempestad y sin decirle nada. Pensó que lo terminaría de echar del departamento, no obstante sólo sonrió conforme iba leyendo cada texto.

-¿Y bien? - Jimin con cara de pocos amigos le miraba sin pestañear a su lado.

-Luego te contaré, por ahora sólo abrázame ¿si? - no hubo quejas. Terminaron de ver cada escena y no se dedicaron a dormir hasta que Jimin se aseguró de que el menor tomara sus medicamentos y revisara una vez más su temperatura que si bien ya había bajado desde horas de la tarde no le descuidaria.

Desde otra parte de la ciudad, Yoongi miraba la lluvia caer con una taza de café cargado en su mano y su celular en la otra.

La tormenta tardaría en irse por lo que muchas personas no habían podido ir al trabajo o clases, siendo él una de esas tantas.

-Hiciste bien, sólo relájate y deja las cosas fluir - Hoseok le acompañaba, no tenían más que hacer que platicar sobre la vida y sus misterios, del indetenible tiempo y de sus propias aventuras pasadas.

Yoongi tomó la decisión de apoyar a su pequeño amigo ya no tan pequeño. Eso implicaba no dejarle ir de su lado, de su hogar, no de esa manera en la que había pensado en un primer momento, no hasta que el alzara vuelo por si sólo.

Se sentía mejor consigo mismo desde que analizó mejor las cosas. Eso no significaba que no se sentía triste, más aún en una noche de tormenta porque como esa pero en otras pasadas, su cama amanecía invadida por un chico de ojos hipnóticos en los que se perdía cuando este los abría al amanecer ,su cintura era apresada por fuertes brazos provocando en él las ideas más sucias pero que inmediatamente se desvanecían cuando aquellos dos universos tras su mirada se perdían en una hermosa media luna producto de una inocente sonrisa. Jeongguk se refugiaba en él todas las noches de tormenta, pero esa, en específico esa noche, él ya no tendría a quien proteger de los truenos.

Él, su chico que nunca fue realmente suyo, ya había encontrado brazos donde refugiarse.

Se alejó de su lugar pidiéndole en silencio a las gotas de lluvia que resbalaban por el cristal que se llevasen su amargo sentimiento junto con ellas y se sentó justo al lado de su amigo.

-Dejar fluir... - sonrió y Hoseok palmeó su hombro. Dejándose envolver por el hastío de la noche cada uno tomó rumbo. Uno hacia la habitación del mayor para dormir y el otro a desvelarse quizá hasta volverse un sólo elemento en fusión con las teclas de su adorado piano, hasta que la suave melodía de una nueva canción le volviera a traer de vuelta sus ganas de olvidar, porque por más que tratara no quería hacerlo.






























































-Vamos, hazlo de nuevo, sé que puedes. ¡Posición! 1 2 3...

Si bien no quería sonar como un dictador delante de sus aprendices Jeongguk quería sacar lo mejor de ellos. Era perfeccionista hasta la médula y uno de sus tantos lemas siempre sería dar todo o morir en el intento.
Por ello, en el tiempo que había transcurrido desde que comenzó a trabajar en la compañía se había ganado el respeto de sus mayores y la admiración de los chicos no sólo los que estaban bajo su cargo si no también de otros grupos quienes iban a su sala de prácticas a fisgonear cuando terminaban con sus rutinas, chicas siendo gran parte de ellos y esto no le agradaba mucho a un Jimin quien ahora se veía más desafiante con el pelo color plata. El nuevo color en su pelo dándole a resaltar aún más sus rasgos fieros y elegantes.

Era una mezcla inusual, libertad y dictadura emanaban de su aura por doquier cuando caminaba con su porte dominante y era una atenuación decir que aquello volvía loco a cierto pelinegro. A Jimin no le gustaba lo común ni las rutinas y aquello lo demostraba incluso en su estilo.

-¡Eso es! Ya lo tienes, pequeño, ahora sólo debes practicar ¿bien? - el chico de apenas 13 años asintió y corrió nueva vez hacía su lugar original dentro del orden del grupo. Jeongguk estaba orgulloso, era el más joven de su generación y daba todo de sí por estar al tope con los demás. Llegaría a ser grande y de sólo pensarlo su emoción crecía.
-Descanso muchachos, volveré en veinte.

Asintieron. Necesitaba tomar agua y refrescarse un poco, también ver a cierto peli plata que no le había visitado en toda la tarde. Quedaba una hora antes de terminar con el trabajo del día y como, siempre se irían juntos.

No todas las noches dormían en el departamento del mayor, muchas veces Jimin prefería mantener distancia y organizar sus pensamientos pero más tarde que temprano terminaba por extrañar el calor y olor ajeno así que en varias ocasiones condujo hacia la vivienda de Jeongguk a buscarle en medio de la madrugada. Otras veces se forzaba a dormir sólo para aferrarse a su independencia y otras noches simplemente obligaba a Namjoon a irse de casa de su primo para dormir con Seokjin. En pocas palabras.. Caótico, así tenía aquel pelinegro su mundo de cabeza.

Jeongguk no podía hacer más que conformarse con lo mucho y poco que recibía. Disfrutaba al máximo las horas a su lado y le extrañaba como un desquiciado cuando estaban lejos. Por ello aprovechaba y se escapaba cada que podía hacia su oficina mientras estaban en la compañía.

Llevaban más de una semana sin intimar debido al cansancio de Jeongguk. Las semanas habían transcurrido y las coreografías se tornaban más difíciles, los días más estresantes. El desgaste mental que generaba planificar cada mínimo movimiento y luego llevarlo a cabo y mostrarlo a los demás, cada pequeño paso ejecutado debía ser limpio y estilizado. Si a esto también le sumaba sus clases en la Academia, era simplemente agotador.

Cuando llegaban a casa juntos Jimin le cedía el baño principal mientras el pedía algo para comer y para cuando llegaba el pedido Jeongguk ya dormía sobre la cama con el pelo húmedo, aveces le despertaba y le forzaba a comer algo, otras veces sólo se duchaba y dormía a su lado, cualquiera de las opciones era placentera si estaba junto a él.

Jimin en silencio le agradecía que no le forzara o hablara sobre el tema aquel que guardaban pendiente.
Jeongguk en silencio le agradecía que le dejara permanecer a su lado.
Era una alianza justa para ambos.

-Oh, ¡perdón! No te ví y.. ¿Taehyung?- el pelinegro iba tan perdido en sus pensamientos que no se fijó cuando aquella persona salió del ascensor y sus pechos colisionaron.

-Vaya, que recuerdes mi nombre si que es una hermosa sorpresa - su pelo ondulado cubría su frente igual que la primera y última vez que lo vió, distinguida elegancia desprendía aquel hombre a su paso y aquello lograba intimidarlo en pequeñas pero peligrosas cantidades.

-Tengo buena memoria. Es extraño encontrarte siempre en mi camino, ¿seguro que no me sigues? - entre cerró sus ojos de forma chistosa haciendo soltar al hombre frente a el una sutil risa con voz profunda que le descolocó por breves segundos.

-Trabajo aquí, Jeongguk, tuve que salir del país para resolver algunas cosas de la empresa, quizá por ese motivo no me hayas visto hasta ahora - el semblante sorprendido del chico le dejó entender que no se esperó aquello por lo que prosiguió.
-Aquella vez cuando te dije que me había mudado por la zona fue exactamente por trabajo, se me presentó la grata oportunidad de firmar con esta empresa y no lo dudé ni un segundo.

-Eres... ¿artista ,modelo, coreógrafo? - preguntó curioso.

-El hecho de que pienses que soy modelo me eleva el ego a las nubes- sonrió - Soy abogado, resuelvo y mantengo en orden muchas cosas de las que no entenderías, bonito, incluso yo preparé el contrato que firmaste- elevó las comisuras de sus labios dedicándole una coqueta sonrisa y mirada, miró el reloj que adornaba su muñeca.
-Debo irme. Siempre se me hará un placer coincidir contigo, Jeongguk.

Y sin más se marchó, con porte elegante y un lujoso portafolios en su mano izquierda.

Jeongguk abordó el ascensor y presionó el botón del último piso donde se encontraba la oficina de su adorado tormento. Las preguntas no tardaron en bombardear su mente luego del encuentro con aquel hombre.
¿jimin y Taehyung se conocían?
Estaba seguro de que aquella noche en el club Jimin había visto su rostro.

Las puertas se abrieron y salió. Dió dos golpes sobre la cara madera escuchando un asentimiento para proseguir del otro lado.

Encontró a su amado con los pies sobre el escritorio mientras sus ojos se perdían en el arreglo de rosas rojas sobre este.

-¿Nuevo pretendiente? - preguntó con el ceño fruncido, sus manos fueron directo a sus bolsillos. Jimin llevó su felina mirada hacia él, devorándole de pies a cabeza porque la imagen de sus brazos fuertes descubiertos y su pelo húmedo cayendo sobre sus ojos era delirante.

-Me gustaron mucho, gracias bebé- ambos sonrieron porque entre ellos no habían engaños y lo sabían.

Jimin le atrajo tomando su mano para darle un beso lento. Últimamente le gustaba mucho hacerlo así, despacio y sin prisas, sentía que podía degustar más de cada rincón de su boca y almacenar por mucho más tiempo su sabor.

-Pensé que te enojarías cuando volvieras del almuerzo y las encontraras aquí- miró hacia las flores - Pero no me aguanté, quise dartelas antes de ir a casa.

Jimin negó con una sonrisa.
-Pediré que las bajen hasta mi auto. Ve a terminar los ensayos por hoy, quiero irme ya.

Se sentía agotado. Convivir con una persona tan activa y multi talentosa como Jeongguk le motivó a querer tomar las riendas de su vida, y de a poco lo estaba haciendo, adentrándose más al mundo de los negocios y administración de la empresa como su padre quiso, aunque sabía que definitivamente vivir detrás de un escritorio no era lo suyo. Pero aún no se atrevía a entrar al estudio de baile y dejarse llevar por la música como los viejos tiempos. Era algo difícil y lo haría con calma.

Tenía a su lado a un chico curioso que día con día le rogaba por verle bailar .Aún no le concedía el honor pero no podía negar que era su más grande motivación. Jeongguk le hacía bien en cada jodido aspecto posible.

Media hora más tarde, cuando el pelinegro despidió a sus aprendices y Jimin tuvo todo organizado en su oficina se dedicaron a partir. El día fue largo pero productivo y más que eso, pues Jeongguk siempre le sorprendía con algún detalle que le hacia caer un poco más por mucho que quisiera evitarlo.

-Estás muy callado desde que salimos, ¿en qué piensas?.

Jeongguk conducía mientras Jimin a su lado acariciaba su pelo. Tenía cosas que preguntarle pero prefirió guardarlo para otro momento, ambos estaban cansados y ni por casualidad quería que se formara algún mal entendido.

-Nada, Minie, sólo tengo hambre - sujetó la mano que acariciaba ahora su mejilla y la beso, luego plantó una ligera mordida en su pequeñito dedo meñique.

-Tonto- sonrió - También tengo hambre pero no quiero cocinar, ¿pedimos algo?.

Jeongguk no dijo palabra, sus ojos puestos al frente se hicieron más grandes de lo común. Soltó su mano y llevó la suya al volante,ahora ambas sujetando este con fuerza.

A lo lejos, cuando Jimin fijó sus ojos adelante las luces de un auto impactó sus rostros, venía en su vía, de frente. Jeongguk cambió de carril en la amplia y solitaria carretera mas su corazón no dejaba de latir desbocado.

Redujo la velocidad por puro instinto y juró percibir que el conductor impertinente hizo lo mismo.

-¿Pero qué...?

-¡Maldición! ¡Jimin sujétate fuerte!.

Gritó cuando el sujeto volvió a encararles de frente cambiando también de carril y aumentando la velocidad con un estruendoso chirrido de los neumáticos.

La mente de Jimin quedó en blanco luego del grito del chico a su lado, no escuchó algo más cuando los focos de luz le cegaron, sólo pudo sujetarse a su asiento con las fuerzas que no creía tener.

Él solo quería una noche más ,y compartirla junto a ese que había despertado tantas emociones que no pensó volver a sentir jamás.

Una más, fue todo lo que deseó.

















Hola y bye 🏃









Sólo les diré que estén preparadas/os 👀 ¡Siempre dejo pistas!






💕Denle mucho amor a los bebés siempre 💕


























See u soon💜













❄BigBabe_Jeon

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