El Aprendiz de Zeus Cap.38

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Duré unas cuantas semanas con Darkius, había perdido la cuenta de los días y las noches junto a él, con el tiempo nos conocimos más y nos volvimos unos grandes compañeros; íbamos a todos lados y Darkius siempre tenía anécdotas que contar, descubrí que era alguien fuerte, tenaz y con actitud caballerosa, pero siempre llegaba a enloquecer cuando hablaba sobre las Subespecies y las Facciones, les tenía coraje y soñaba con un día poder acabarlos.

Para cualquiera era una locura, y ya se habría ido lejos de tal persona, en cambio yo no, yo siempre intentaba calmarlo y decirle lo bueno de las Subespecies y las Facciones. En pocas palabras, siempre le llevaba la contraria. Él no se enojaba o algo parecido, solamente me decía que estaba desorientado y que no sabía la capacidad oculta de esas especies. En general, él nunca iba a abandonar ese sueño, y a veces tenía miedo de él.

Y no sólo hablaba de eso, sino que también me hablaba sobre personas que fueron consideradas Dioses entre las personas en aquellas épocas del Esclavo Mestizo y el descubrimiento de la magia, sabía todos los cuentos e historias, pero casi todas tenían finales tristes y su manera de contarla era de lástima, una lástima extraña.

Tuve miedo, miedo de que los Dioses del Olimpo me encontraran en cualquier momento, pensé muchas veces en volver y arrepentirme de todo, pero a la vez no y seguir al lado de Darkius; aunque me duela decirlo, parecía el reemplazo de Hurtson, me dolía decir eso, tal vez me esté buscando en estos momentos. Ellos me vigilan.

Le dije a Darkius que me perseguían para asesinarme y que necesitaba ocultarme, aprendí a ocultar mi energía con Zeus pero no cabe duda de que eso no me ayudará en nada. Además, descubrí que Darkius no tenía energía propia, podías analizar su cuerpo y era como ver a una persona sin sus órganos, sin ningún rastro de energía en sus adentros, solamente su hacha era la que poseía energía y era una gigantesca y temible.

Un día llegamos a Bruselas, Bélgica, la capital de un gran país.

Y... Era un país cerca, pero a la vez lejos, de Inglaterra.

Del Reino Unido...

De Jenissia...

Las casa y edificios eran de piedras y paredes blancas, no entendía su idioma, tampoco pienso entenderlos pero Darkius parecía entenderlos con toda perfección.

(Ya era de esperarse. Ha demostrado que es capaz y que puede hacer de todo)

Ambos llegamos hasta aquí caminando, resulta ser que me llevé a una zona muerta en Bélgica. Como siempre, nos situábamos en el centro de la ciudad, la gente caminaba de un lado a otro, balbuceando quién sabe qué, el aire resoplaba con fuerza los alrededores y los pasos de las personas se escuchaban por las calles y los autos formando tráfico y explotando sus bocinas, quienes iban, de seguro, a sus trabajos o a diferentes oficios.

Darkius no cabía en la acera y tampoco en la calle, era muy grande y todo su aspecto en general era un gran, un gran problema.

En las calles no es problema que aventureros y guerreros pasen con armas y armaduras, es algo totalmente normal para muchos, pero deben tener su moderación, y estoy seguro de que Darkius sobrepasa ésa moderación. Es igual que la magia, las personas alrededor pueden usar magia, pero el mundo implementó una ley que consiste en usar magia para "altas ocasiones dentro de una población rural y urbana". En pocas palabras, una persona puede optar con derecho a aprender magia, pero solamente puede usarlo en ocasiones que requieran magia. Aunque la mayoría del mundo prefiere actuar con normalidad, como era el mundo antes del Esclavo Mestizo.

—Ya era de esperarse... —habló  Darkius una vez detenidos en medio de todo.

—¿Qué?

—Sigo siendo el mejor en llamar la atención donde quiera que vaya —algo visto en él, a veces, era su arrogancia, suele ser amable pero a veces su egolatría explota.

—No lo presumas tampoco —le dije con una sonrisa de lado.

—Mira, tú no te quedas atrás. Te miran también —la gente al pasar cerca de nosotros se quedaban mirando el tamaño de Darkius, su cabello y armadura, al igual que su hacha, y a mí mi cabello rojo, como siempre. Hasta los aventureros que pasaban quedaban bobos por Darkius.

—Es típico que vean mi cabello, es lo único que ven —y no a un fenómeno, tal vez en sus mentes piensen que ambos lo somos —. ¿Ahora qué...? ¿Darkius? —miré a Darkius, tenía su vista perdida en alguien.

—Qué decepción. Es bueno recibir a alguien con las manos abiertas con humildad y hospitalidad, pero ésto es una traición —miré a la dirección en la que él miraba, de lejos vimos a un grupo de personas hablando con dos chicos en específico, pero estos eran diferentes, eran pálidos, diferentes en aspecto casi como yo, su peculiaridad y diferencia eran sus orejas, eran puntiagudas y largas.

(Elfos)

—Son unos Elfos inmundos. ¿Lo ves? Ya nos están invadiendo, van en ciudad en ciudad, esparciéndose como plagas. Pues no en ésta ciudad —de repente, Darkius empuñó su hacha con su mano derecha y caminó amenazante con ella a los Elfos que estaban a muchos metros de nosotros.
En eso rodeé a Darkius y intenté detenerlo.

—Espera, podemos charlarlo y evitarlo. No te dejes guiar por tus emociones en contra de ellos, vamos, no causes un alboroto a pleno luz del día y alrededor de la gente —fue en vano, Darkius seguía caminando a ellos, los iba a matar. Intenté frenarlo presionando su coraza contra mis manos —. Darkius, no lo hagas. ¡Detente, por favor!

—Quítate de mi camino, McFly. Apártate y deja que libere a esta ciudad de escorias como esas —con su brazo izquierdo me apartó bruscamente de él.

Tenía que hacer algo, debía detenerlo antes de que matara a unos inocentes Elfos, era mi primera vez viendo a unos y son unos hermosos seres, no merecen morir a manos de él sin razón alguna.

—¡Darkius, no lo hagas! —él no se detenía, estaba centrado en ellos y a cada paso que llegaba aumentaba su velocidad —¡No me obliges hacerlo! —le advertí, ya no tenía más opciones para detenerlo más que con mis poderes, pero estaría exponiéndome ante él.

Yo nunca le dije a Darkius algo de mis poderes. He actuado como un humano sin poderes con él. No puedo dejar que asesine como si nada a unos Elfos en plena ciudad, ¿cómo se resolvería ese grave problema? ¿Cómo es que tiene las pelotas para amenazar con que va a matar como si nada a dos inocentes?

—¡Es lo mejor! —alzó un poco su hacha pero en ese momento me moví.

—¡No!

De la nada, usé mis rayos y me moví a Darkius, lo tomé y hice un esfuerzo por teletransportarme a otro lugar, por un momento quedé atascado inexplicablemente pero aumenté mi poder y logré llevarme a Darkius. Me lo llevé conmigo lejos de Bruselas a un bosque de pinos desconocido, otra vez a un lugar aleatorio, pero me costó mucho llevármelo, sentí una fuerte intensidad en él y en ese hacha, como si no se pudiera mover de un lugar a otro.

Ya hace un tiempo que no usaba mis poderes, sentí esa intensidad y energía recorrer cada parte de mi cuerpo, se sintió genial y nostálgico.

Darkius, sorprendido, me miró con sus ojos abiertos bien grandes.

—¿Qué... acabas de hacer? —de mi cuerpo salían unos cuántos rayos y eso estaba más que claro. Él se posicionó de una forma relajada y apoyó su hacha en su hombro izquierdo —Entiendo. ¿Sabes, Tom? Además de odiar a las Facciones y a los Clanes, odio a esas personas que usan magia, que abandonan su verdadera naturaleza humana y que quieren ser como el Esclavo Mestizo y tener sus poderes, sentirse como él.

Él pensaba que mi poder era magia.

—Es un poder natural…

—¡No mientas! Todo este tiempo estuve contigo, a tu lado, y me quitas la gloria de poder sentir y ver cómo unos Elfos mueren sólo para salvarlos, me gustaría saber por qué —al principio se había alterado pero luego se calmó ocultando su enojo.

—¿En serio querías matarlos en público? No puedo dejar que asesines a seres inocentes, Subespecies que no te han hecho nada.

—A mí no. A la tierra. Esas cosas pueden dominar el mundo y nadie se da cuenta de ello.

—¿Y piensas arreglarlo matándolos a todos? Eso sería un pecado, uno grande de soportar.

El soltó carcajadas por eso.

—Los pecados se convirtieron en algo nada importante para mí, ya no sé lo que es un pecado.

—Lo siento, amigo, pero no dejaré que asesines a seres de los Clanes —estaba dispuesto a matar a Darkius para salvar el mundo, ellos no han hecho nada por mí pero no merecen tener el desprecio y soportar en un futuro la ira de una persona como él.

—Ya no sé si mereces llamarte "amigo". Eres un traidor, y los traidores merecen morir. Pon a prueba tu poder conmigo e intenta seguir defendiendo a los enemigos.

—No quiero hacerlo, pero no me dejas más opción. Darkius, estás viendo a un Semidiós —al decir eso Darkius murió a carcajadas otra vez.

—¿Tú? ¿Un Semidiós? No seas tan creído.

Encendí mi cuerpo en electricidad para demostrarle mi poder.

—Te contaré varios secretos de mí. Soy el Aprendiz de Zeus, el Dios de Dioses del Olimpo y del Tueno, y he tenido contacto con Ángeles —para Darkius fue algo poco de creer, pero también parecía intentar creerlo.

No merecía decir eso después de lo sucedido, después de ofender a los dioses, pero he hecho algo propio de mí para proteger a algo que podría traer catástrofes en el futuro y ese sueño que me advirtió sobre el Caos no debió ser algo extraño, fue algo muy casual.

—Impresionante. Tú, según aprendiz de Zeus. Deberías enviarles saludos de parte mía, tal vez sepan de mí, del Dios que los acabará con solo un hacha.

—¿Un Dios? —llegué a creer que Darkius parecía uno, pero no pensé que su ego lo hiciera decir eso.

—Tú no sabes nada de mí, te falta mucho por saber. ¡Soy Darkius, el Dios del Caos, aquel que acabará con las amenazas contra la raza humana, a aquellos falsos dioses y a esos ignorantes e irresponsables seres celestiales!

(El Caos, Caos... El Caos está aquí... Él...)

"Caos", esa palabra se repetía seguidamente en mi cabeza como un reloj girando en círculos, ¿ese sueño en realidad sí era una advertencia, sobre Darkius?

—Yo soy el Dios que acabará con las Facciones y a las especies no Humanas con el poder de esta cosa —el hacha brilló como nunca, era como ver un sol sangriento resplandeciente frente a mí.

—No si yo lo evito —corrí hacia Darkius para golpearlo, pero él me interceptó y me golpeó en la cara con su guantelete oscuro cuando me acerqué, y con sólo un golpe me mandó a volar lejos haciéndome chocar contra un árbol atravesado donde iba a caer provocándome diferentes dolores en todo mi cuerpo y principalmente en mi espalda.

En ese momento sentí que estuve a punto de morir.

No quise seguir.

No me sentí bien después de ese puñetazo.

Su puñetazo, fue como sentir una llamarada en mi rostro, era peor que recibir un golpe de Ares; pensé que había muerto, la cabeza me daba vueltas en el suelo, no podía idear algo y pensar en levantarme. De verdad él era un Dios y golpeaba como algo inimaginable. Eso sólo fue su puño, no me imagino su hacha.

Pude levantarme con un mareo en mi cabeza, me dio un puñetazo en mi pómulo izquierdo y me ardía con fuerza, mis rayos me curaban la espalda después de mi impacto contra el árbol que estaba detrás de mí.

—Impresionante. Nadie soporta siquiera un golpe de mí de esa categoría —su soberbia se hizo presente ahora mismo, era su hora de brillar.

—¡Tú no destruirás a nadie! —creé una espada eléctrica larga para dos manos y me lancé a él, su hacha daba un inmenso miedo y más si pensabas luchar cuerpo a cuerpo. Él blandió su hacha y rompió mi espada, yo me teletransporté hacia atrás para evitar que esa cosa me matara.

—¿Qué pasa? ¿Le tienes miedo a la muerte? —preguntó con ironía —Eras mi amigo, Tom, pero ahora el destino quiere que te destruya y que siga con mi plan. Nadie evitará que elimine a todos los Elfos, Hadas, Anihumanos, Ángeles y Demonios Puros existentes. ¡Los destruiré a todos!

—No, ¡aún no estoy muerto! ¡Tendrás que matarme primero!

—Tenlo por hecho.

Corrí de nuevo pero ahora con mis rayos, me teletrasporté a su espalda y lo golpeé con mi puño derecho encendido, pero recibí a cambio un gran daño en mi mano, sentí que mi mano se rompió al impactarlo con su armadura y eso que usé mis rayos para incrementar la fuerza y el poder.

Darkius solamente dio dos pasos por el golpe, pero enseguida se volvió a mí y me golpeó la cara de nuevo y después el abdomen dejándome sin aire para respirar dejándome casi inconsciente y que vomitara sangre enseguida. No pude reaccionar a tiempo por el dolor en mi mano y quedé atónito por su resistencia contra mis poderes.

(Huye, no podemos contra él. Vamos a morir contra alguien que no usa magia)

Él me tomó del cuello y me alzó con toda facilidad.

—Qué decepción, mi buen amigo no me dio batalla y se hace llamar un Semidiós. Eres un tonto, intentaste romper una armadura de obsidiana, el mismo material que esa hacha. Verás, ésta hacha posee un gran poder y refuerza éste material el triple de lo que puede durar. Fue un honor conocerte, pero me temo que tendrás que morir decapitado y yo me encargaré de ver a todos tus amigos, familiares y a quienes defendías morir.

¿Obsidiana? ¿Qué es esa arma en realidad? ¿Qué es Darkius? Sólo sé que no puedo dejarlo hacer eso.

Con una sola mano me lanzó contra un árbol de nuevo, caí al suelo y solté un fuerte grito de dolor, la espalda y el rostro me dolía mucho, no podía concentrarme para que mis rayos me curaran y pudiera escapar.

—¡Levántate, McFly! ¡Levántate y muere!

Apenas si pude escucharlo, sentía que moría lentamente por la intensa  fuerza de sus puñetazos más poderosos que los de Ares. Con dificultad, me apoyé del suelo y intenté levantarme; sabía que él me estaba esperando a lo lejos, pero lo hacía por mí, no por él.

Me levanté del suelo y mantuve el equilibrio para no caer. Debía realizar mi jugada.

BOLA... E-ELÉCTRICA —junté mis manos y entre ellas salió una esfera eléctrica y se la dirigí a Darkius.

Él recibió la esfera gracias a su confusión y no se apartó, la esfera lo tomó y lo hizo retroceder hacia atrás. Era hora.

No tenía más opción que huir, esto era serio.

Hoy fui derrotado, pero me encargaré de matar a Darkius por mi cuenta, pero no este día, tengo la energía de su hacha y podré detectarlo.

Pensé en el Olimpo y me largué de ahí.

D-DESTELLO DEL DIOS... TRUENO.

***


Sentí que viajé en el tiempo, aparecí en aquel lugar totalmente dorado, debilitado y herido por golpes muy graves, casi muerto vomitando sangre, sentía que mis pulmones se destruían lentamente y, por más mala suerte, fui teletransportardo al inicio de las largas y cansadoras escaleras para subir a la cima del todo.

—El Ca-Caos ya... está aquí... —caigo como un soldado en batalla.

Jenissia, ya estoy de vuelta, pero con malas noticias y problemas... Lo siento.

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Acaban de presenciar la batalla entre Darkius y Tom, donde el pelirrojo salió derrotado solo a golpes, pero eran golpes más fuertes que los de Ares. El pobre debió sufrir mucho, y no solo eso, se dejó claro que Darkius no era un villano simple, está muy roto por su armadura y su hacha también y lo hace casi indestructible.

Antes de seguir con el drama y la acción voten y comenten cómo estuvo el rápido y doloroso encuentro.

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