Capítulo 2:

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Me remuevo en la cama al sentir la luz del sol en mi rostro. Ladeo mi rostro para huir de la claridad y abro mis ojos lentamente.

Me siento sobre la cama al darme cuenta que ya no estoy en casa de mi madre. ¿Como llegue a mi casa? ¿Quien me trajo?

Brinco del susto sentada en la cama cuando veo a James, observarme seriamente sentado en un sillón. Está frente a mi con sus ojos verdes viéndome fijamente con una mirada no muy amigable.

Recuerdo que anoche no podía dormir y me desperté para mandarle un mensaje a James diciéndole que estaba en casa de mi madre. Luego me quede dormida y no recuerdo nada más.

— ¿Como llegue aquí? — preguntó y él suspira.

— Llegue a casa de tú madre y cuando subí a tú cuarto te vi dormida. No quise despertarte así que te cargue hasta el auto y te traje a tú hogar — responde de manera seria.

Sus hombros suben y bajan de lo tenso y agitado que se ve.

— James, puedo explicarte...

— ¡Eso! Justamente eso, es lo que quiero saber. ¿Por qué mí esposa se escapó de un evento tan importante para mí? Y ¿Por qué mí esposa no pasó la noche en su casa? — gruñe demasiado molesto, se levanta del sillón acercándose sigilosamente a mí — Sigo esperando tú respuesta, cariño — toma mi mentón y se pone en cuclillas quedando a mi altura.

— Estaba harta, no quería estar en ese evento y tú lo sabías. Me obligaste a ir y lo sabes — digo quitando sus manos de mi mentón — Esa es mi verdad, así que si no me quieres creer es tú problema. Voy a darme una ducha — trato de levantarme, pero me toma de los brazos y acuesta sobre la cama.

Él se sube sobre mí y pongo mis manos en su abdomen para alejarlo.

— Quítate o no respondo de mi — me remuevo y él suspira.

— No irás a ningún lado hasta qué terminemos de hablar — me asegura con voz determinante.

— Acaso no podemos hablar como una pareja normal, quítate de encima — gruño enojada, por sus malditas reacciones.

— ¿Donde estabas ayer en la noche? ¿A donde fuiste? — pregunta, haciéndome recordar que le fui infiel.

Los bellos de mi piel se erizan al recordar el toque de aquel hombre cuando estaba haciéndome el amor. Él frunce el ceño al notar que estoy tensa.

— ¡Fui a casa de mi madre! ¡Pase la noche allí! ¡Y si no quieres creerme es tú problema! — gritó empujándolo hacia el lado.

Logro levantarme de la cama mientras él ahora me observa sentado en la cama.

— No estoy en una cárcel James, estar casada contigo no me vuelve una prisionera. Así que ya basta de esto, no quiero seguir así y si mi palabra para ti no es suficiente no entiendo qué hacemos juntos — confieso y se pone de pie aún mirándome.

— Entiende eres mía y me muero si te pasa algo. Yo solo te protejo, por que eres mi esposa. Eso es un vínculo que jamás podrá romperse y lo sabes — dice tomándome de la cintura.

Forcejeo para que me suelte, pero es en vano. Es mucho más fuerte que yo.

— ¡Basta! ¡Estoy harta de esta absurda conversación! — gritó dándole la espalda.

— ¿Que es lo que quieres? Te he dado todo dinero, lujos, joyas, viajes, amistades y amor — gruñe enojado golpeando la mesa.

Amor, es algo que estás muy lejos de ofrecerme. Podrás darme todo lo material, pero jamás me has dado amor. Yo lo intenté James, intenté enamorarme de ti. Pero tú siempre me alejaste y este es el precio de todo esto.

Una infidelidad con la que ahora tengo que cargar como el mayor de mis pecados.

— ¿Quieres saber lo que quiero? — preguntó captando su atención.

— Por supuesto que quiero saberlo — responde y suspiro.

— Volver a la universidad, quiero volver a tener mi vida, a mis amigos y quiero un poco de libertad es lo único que te pido. Ya me canse de ayudar a tú madre con labores comunitarias y ya no quiero ayudar fundaciones lo único que te pido es que me dejes volver hacer yo misma. Tú te enamoraste de la chica que conociste hace cuatro años, ¿Por qué quieres cambiarme? Si de esa mujer te enamoraste — le reclamó provocando me tome de las mejillas.

— ¡Está bien! — gruñe enojado y lo observo confundida. ¿Me ha dicho que si?

— ¿Qué? — preguntó desconcertada.

— ¡Dije que está bien! — gruñe tomando mi rostro en sus manos — Puedes volver a la universidad con una condición — dice y asiento.

Pone un mechón de mi cabello detrás de mis orejas y lame sus labios. Me observa con sus ojos verdes como si no supiera que decirme.

— Habrán reglas, unas reglas que tendrás que seguir. Si fallas alguna de las reglas que te pondré te olvidaras de la universidad y no podrás reclamarme — me asegura y asiento si pensarlo. Es mejor tener reglas a que no me deje volver.

— ¿Que estás planeando? — preguntó desconcertada por su cambio de humor. Hace un momento era como una fiera y ahora es todo un cordero manso.

— Me pediste que confié en ti, pues confiaré en ti a mi manera y no te equivoques conmigo, Kylie — eso me sonó más a una amenaza. Lame sus labios para besarme siento su lengua en mi boca obligándome a responderle el beso — No se te ocurra traicionarme — me exige alejándose de mi, lo veo salir por la puerta de la habitación y cerrarla de un portazo.

Pensé que iba a matarme, el se enfurece tanto que me hace temblar de miedo. Pero eso es algo que no puedo permitir que él vea en mí.





Dos semanas después...

Espero por mi matrícula de clases mientras permanezco sentada en la oficina. Sigo sin creer que pude convencer a James, para que me diera permiso de estudiar de nuevo. Todo estas semanas estuve de aquí para allá llenando papeles y realizando varias diligencias para poder inscribirme de nuevo.

En fin, cuando me case y James, me pidió que dejara mis estudios iba en mi tercer año de enfermería. Apenas me faltaba uno para terminar mi bachillerato y recibir mi licencia.

Luego de ahí han pasado tres y largos años de matrimonio con el respetable e importante hombre de negocios, James Anderson.

Apenas tengo veintidós años y parezco una vieja de 800 años hablando así de mal sobre mi vida.

— Señorita Steele, necesitó su firma — dice la secretaria y me levanto para firmar — Este es su horario de clases y le recomiendo pase por la oficina del profesor de su concentración. Él la ayudará a ponerse al corriente sobre este pasado mes de clases. Su oficina es en el sexto piso, la última puerta a mano derecha — le doy una sonrisa.

— Gracias, hasta luego — me despido agarrando el papel y saliendo de la oficina.

Resulta que las clases empezaron hace un mes y ahora tengo que ponerme al corriente sobre el pasado mes de clases. Pero todo sea por graduarme. Después de todo esta es una oportunidad que no pienso desaprovechar.

Llego al ascensor y presiono el botón número seis. Las puertas se cierran y los nervios llegan a mi, odio los elevadores y detesto que sean tan pequeños.

Ruedo mis ojos cuando veo el elevador bajar en vez de subir. Alguien está presionando el botón para que baje.

Guardo mi matrícula en mi bolso cuando las puertas se abren. Se me cae mi bolso de las manos y me quedo estática al reconocerlo.

— ¿Tú? — nos preguntamos al unísono. Lo observo vestido de uniforme de enfermero color azul.

— ¿Que haces aquí? ¿Me estás siguiendo? — preguntó nerviosa mientras el se dispone a entrar y marcar el piso seis.

— No te creas tan importante señorita, aquí trabajo — me explica conectando con mis ojos.

— ¿Como que trabajas aquí? — pregunto de nuevo.

— Demasiadas preguntas, para alguien desconocido ¿No cree? — suspiro y ladeo mi rostro encontrándome con sus ojos café.

Aun recuerdo todo lo qué pasó esa noche entre nosotros, todavía recuerdo sus caricias y su olor que a pesar de todas las veces que me he bañado aun sigue impregnado en mi. Por culpa de este hombre, fui infiel a mi esposo.

— ¿Damián? — pregunto nerviosa por saber si de verdad ese es su nombre.

— ¿Que? — ruedo mis ojos y lo observo.

— ¿Así te llamas? — digo ansiosa por saber. ¿Por que estoy ansiosa?

— Ah, claro. ¿Ahora te importa? — lo miro molesta — Te lo habría dicho a la mañana siguiente, si no hubieras salido prácticamente corriendo de mi casa — concluye con una sonrisa ladina — ¿Cuando te fuiste? -- pregunta y suspiro.

— En la madrugada, estuvo mal lo que paso y no creas que soy una mujer fácil que sale con cualquiera -- le aclaro desesperada por llegar al nivel que tengo que ir.

— Yo no pensé nada, es más ya esta olvidado y simplemente pasemos la pagina ¿De acuerdo? -- ladeo mi rostro y asiento. Es lo mejor hacer como si nada hubiera pasado, me acerco a presionar el botón para ver si el elevador sube más rápido.

Cuando de repente las luces se apagan y el ascensor tambalea. Estoy por caer al suelo cuando mi salvador me toma de la cintura para que no me caiga.

Me doy la vuelta quedando su pecho y él mío pegados. Se me corta la respiración al tenerlo a si de cerca. A mi mente viene la sensación de placer que me brindaba aquella noche en su casa, provocando que mi piel se erice y me ponga más nerviosa de lo que ya estoy.

— ¿Estas bien? — pregunta a unos centímetros de mi rostro.

— Si, gracias — digo incómoda alejándome de él y de las sensaciones extrañas que provoca en mi.

— Lamentó decir que nos quedamos atrapados — dice y comienzo a desesperarme.

— No, eso no puede ser — doy varias veces al botón de emergencia y suena la alarma.

— Y si intentamos forzar la puerta — trato abrir las puertas y es imposible.

— Van a venir por nosotros, todo va a estar bien — me dice y niego.

— ¡Tenemos que salir de aquí! — gritó y comienzo a patear la puerta — ¡¿Alguien?! ¡Estamos atrapados! — gritó desesperada cuando él me toma de los brazos haciéndome verlo — ¡No me toque! — forcejeó con él, pone sus manos en mis mejillas.

— ¡Tranquilízate! — grita haciendo que deje de moverme — Van a venir por nosotros, tienes que guardar la calma y respirar despacio. ¿Puedes hacerlo? — hago lo que me dice e intento tranquilizarme y respirar despacio.

— Si — respondo más tranquila, inhalo y exhalo.

— Muy bien, lo estás haciendo bien — acaricia mis mejillas en modo de relajarme. Se aleja de mi al verme más calmada — Pasaremos un rato aquí, deberíamos sentarnos y esperar — asiento y me siento en el suelo. Él hace lo mismo y me abrazo a mi misma.

Escucho mi celular sonar, agarro mi bolso y justo cuando voy a contestar se cae la llamada. Solo pude ver el nombre de James, en pantalla.

Intento de volverle la llamada, para que no volvamos a discutir y no tengo señal. Gruño enojada, por que se que se enojara de nuevo.

— Damián, ese es mi nombre — su voz capta mi atención — No eres una mujer fácil, simplemente estábamos tomados y las cosas se dieron. Pero eso no te hace una mala persona — trata de hacerme sentir mejor, pero no lo logra. Sí, soy una mala persona. Engañe a mi esposo y no hay excusas para mi traición.

— Eso no me hace sentir mejor, pero gracias Damián — le agradezco y él asiente.

— Aunque no voy a negarte que hace mucho tiempo no la pasaba bien, en una fiesta — confiesa, dejando salir una hermosa sonrisa de sus labios. Oh, y que labios.

— ¿Por que hablas como si fueras un viejo? — pregunto curiosa provocando una risa de su parte.

— Y tú ¿Acostumbras a caminar descalza por la calle? — pregunta con tono de burla, haciéndome reír y olvidar todos los problemas que tengo encima y que estamos encerrados.

— Y te gusta salvar damiselas que caminan descalzas por ahí — digo y sonríe de nuevo.

— Digamos que cuando son así de hermosas como tú, sí — sonrió nerviosa, me a dicho hermosa y apenas nos conocemos — Y hablando de temas más serios, me habías dicho que estabas escapando de una fiesta ¿Por que lo harías? — desvió mi vista incómoda — Lo siento, si no quieres no respondas — suspiro y cierro mis ojos.

— Me sentía abrumada, necesitaba aire, solo eso — me limito a responder.

— Entiendo — ladeó mi rostro conectando con sus ojos. Cierro mis ojos perdiéndome en su olor.

— Tengo nauseas — digo al sentir retorcijones.

— Déjame tocar tú pulso — toma mi mano y pone sus dedos en mi pulso. Toca mi rostro y abro mis ojos — Estas fría, no te duermas — él se levanta y toca el timbre de nuevo.

— ¿Nos escuchan? — se escucha alguien en el altavoz del ascensor — Vamos por ustedes, estamos resolviendo la situación, guarden la calma — siento mi cuerpo relajarse.

— Apúrense, la señorita está a punto de desmayarse — escucho que les dice, cierro mis ojos y todo se vuelve negro.






Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro