Capítulo 74

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Quizás por naturaleza de su relación, más allá de sus deseos, Taehyung siempre estuvo preparado para perder a Jungkook. Nada en ese mundo era eterno, principalmente las personas que estaban obligadas a morir, a cambiar y transformarse como las mariposas que alguna vez fueron orugas. Emigraban a diferentes ciudades y países, sus estilos de vida a veces los forzaba a disminuir las visitas y encuentros incluso entre familiares. Supo todo eso, después de sus experiencias de vida perdiendo a las personas que fueron cercanas a él, Kim siempre valoró esas posibilidades.

De alguna manera, con Hoseok fue diferente porque se acostumbró a su presencia, eran una única persona, su persona. Relaciones amorosas o encuentros sexuales podían ir y venir, podía tener mucho dinero o no tener nada, en cualquiera de los casos, la única persona que siempre estuvo incondicionalmente a su lado fue Jung Hoseok.

Dio por sentada su compañía, pero ahora, viéndolo compartir su tiempo con Jaehyun, sabiendo lo mucho que detestaba a ese sujeto, observándolo tan cerca de Jungkook mientras ellos llevaban tanto tiempo sin hablar, se sentía traicionado. La actitud de quien él consideraba su mejor amigo le parecía infame. Curioso que pensase así, si mirando a su alrededor, viendo su situación actual, no tenía mucho para señalar.

Parado en el medio del salón, Taehyung le dio una última mirada a Jungkook y fue extraño lo mucho que su garganta se apretó, como sus ojos ardieron al verlo ignorando su presencia. Justo ahí, en frente de aquel hombre con el que casi se casa, al que de alguna manera amó o quiso. Sus ojos continuaron vagando hasta encontrarse con los del pelinegro de cuello tatuado, no había reproche, reto o dolor como siempre que lo veía.

Todo se sentía como si él estuviese desvaneciéndose frente a ellos sin ser notado, alguien que no influía ni importaba en sus vidas. Por primera vez, sentía que no causaba nada y no sabía cómo lidiar con eso porque aunque fuese rabia, siempre despertaba algo en las personas, se daba a notar, terminaba recibiendo una atención que en algún punto de su vida le faltó. Positivo o negativo, mientras causara algo, diera de que hablar y las personas pensaran en él, sería sinónimo de estar viviendo, de ser visto y reconocido.

Velozmente, cuando se percató de que el ardor de sus ojos significaba que estaba a punto de llorar, Taehyung se dio la vuelta para encaminarse a la salida del apartamento de Jungkook. Cuando divisó al pelirrojo que continuaba parado en la puerta, sintió una mezcla de frustración y alivio porque pudo notar algo, para Hoseok, su presencia no era un cero a la izquierda. Había nostalgia, preocupación y sorpresa en su mirada, eso evidenciaba que, al menos para él, seguía estando presente. El velo de la invisibilidad no había logrado hacerlo desaparecer completamente, no frente a Hoseok.

En la mente de Taehyung, el cuestionamiento sobre la unión de esos tres no desaparecía. Si era amistad, una casualidad, trabajo o una intimidad que rozaba el lado sexual, no lo sabía. Después de todo lo que le dijo, su supuesto amor y deseos de estar juntos, ¿Jungkook estaba regresando con su expareja? ¿Hoseok también estaría con ellos? ¿Tendrían una relación poliamorosa o simplemente tendrían sexo casual?

Bueno, no le interesaba.

Eso no tenía un porqué importarle porque era inevitable que la vida siguiera su curso y cada persona viviera su vida, abandonando a otros en el camino. Eso únicamente le daba la razón para no permitir que nadie fuese permanente. Dongun decía amarlo con la vida, pero le dio la espalda y lo abandonó inmediatamente, Jungkook, Hoseok, todos lo habían hecho.

Colocándose frente al pelirrojo, Taehyung se recompuso, pidiéndole tácitamente que le permitiera pasar. Sin necesidad de palabra alguna, tras cortos segundos de duda, Hoseok se movió para permitirle el paso. Abandonó aquel lugar sintiendo que el poco aire restante en su pecho, luego de lo sucedido con Dongun, se terminaba de escapar. No podía respirar y odiaba ese sentimiento de desolación que se estaba instalando en su pecho.

No podía correr a su esposo y perderse en sus cuidados o mimos, contar con esa presencia calma que lo ayudaba a relajarse. Sumergirse en risas, abrazos, besos, esa complicidad compartida con Jungkook que a veces era bulliciosa y otras silenciosa. El calor de su cuerpo, su mirada, su sonrisa, su persona... Tampoco tenía eso. Ni siquiera podía correr hacia el apartamento de Hoseok para quejarse por ello. No tendría sus consejos, tampoco esos oídos que siempre estaban dispuestos a escucharlo.

— Mierda, mierda, ¡mil veces mierda! — Exclamó dentro del elevador, recostándose a la pared mientras cerraba sus ojos húmedos y secaba sus mejillas. — ¿Qué es esta jodida sensación en mi pecho? ¿Por qué demonios me siento así?

Como si de una emergencia se tratara, sus dedos marcaron el teléfono de Jimin, descendiendo en su piso para poder verlo. Sin embargo, no obtuvo respuesta, Jimin parecía no estar en su apartamento y tampoco respondía el teléfono. Eso lo dejó con su última opción positiva, Park Seojoon. Para su desgracia, este no estaba disponible, le dijo que tenía compromisos que no podía cancelar y que esa misma noche se iría a Busan con su padre.

Justo así, su última opción se desvaneció y Taehyung comenzó a desmoronarse en su lugar. Parecía que todo el universo estaba conspirando en su contra, porque todas las personas que tenía en su vida parecían estar evaporándose a la misma vez. Estaba preparado para eso, sabía que terminaría solo, por eso no comprendía lo que estaba sintiendo en ese momento.

Salió casi corriendo del piso de Jimin, necesitaba salir de ese lugar que lo estaba consumiendo. Por eso apretaba los botones del elevador compulsivamente, por eso cuando las puertas se abrieron trastabilló con sus propios pies corriendo hacia el auto que todavía no le había entregado a su esposo. No obstante, tuvo que recomponerse a gran velocidad cuando, frente a su vehículo, encontró al pelirrojo que tuvo por mejor amigo.

Hoseok se había dicho a sí mismo que no se entrometería más en la vida de Taehyung, el peligris era un hombre adulto que debería saber qué hacer. Sin embargo, cuando lo vio en el penthouse de Jungkook, notó que algo no estaba bien con él. Sabía que Dongun ya se había enterado de todo, Jungkook le había contado también algunas cosas sin dar demasiados detalles, pero lo que sabía le bastaba. No esperó ver ese reaccionar en el menor, cuando vio su desencajada mirada, la forma en que su brillo y esa coqueta altanería que siempre lo respaldaba se disipaba, supo que no estaba bien.

Esperaba que estuviese con Seojoon o con cualquier otra persona, Taehyung siempre sabía cómo sobrevivir a las catástrofes. Era como un gato que siempre caía de pies. Así que no tenía que preocuparse, no cuando el menor le dejó tan claro el papel que ocupaba en su vida, pero ahí estaba, preocupado por el estado del peligris.

— T-Taehyung. — Habló en cuanto lo divisó, lo observó acercarse al vehículo, pero sin intenciones de devolverle la mirada. — No luces bien.

— Eso no tendría que importarte, Hoseok. Lo que ocurra conmigo no es asunto tuyo, así que mejor regresa a lo que estabas, no vaya a ser que ellos comiencen la fiesta sin ti. Podrías quedarte afuera y quedar una vez más como el personaje extra en una historia. — Al decir esto, se mordió fuertemente su labio inferior, queriendo retractarse cuando notó la reacción de un Hoseok que se dio la vuelta para alejarse. — H-Hoseok.

— Estás bien, ya pude verlo, así que no importa. Ten un bonito día, Taehyung.

No, no estaba bien y quería gritárselo, pero no lo hizo. En cambio, se subió al automóvil sin decirle palabra. Se sentó y lo observó alejarse, solo cuando su imagen se perdió detrás de las puertas del elevador, el peligrís golpeó su volante y se dejó perder en el falso confort del asiento.

Encender el motor y echar a andar su auto fue un leve consuelo. Entre el casi imperceptible sonido del motor y los gritos de sus pensamientos, condujo sin un rumbo fijo. Era gracioso ver como en su mente, los recuerdos más agradables y felices ahora se tornaban los más dolorosos, convirtiéndose en sus peores enemigos. Sentía profundamente la ausencia de su esposo, joder, lo extrañaba enormemente, pero lo que lo estaba desestabilizando era esa colección de momentos vividos con Jungkook.

Como si fuera el final, volvía a pensar en el comienzo. ¿Qué habría sido de él si sus caminos nunca se hubiesen cruzado esa noche en el club?

Esos deseos que lo hacían palpitar, los pensamientos que estos despertaban cada vez que a su mente venía Jungkook y esos momentos que tanto le encantaron, las memorias a las cuales quería aferrarse y encerrar en una hermosa urna de cristal que pudiese sostener a la luz de una ventana para contemplarlos siempre que quisiera desde todos los ángulos posibles, parecían estarse desintegrando lentamente. Más que el cristal que permitía ver a través, era preferible guardar todos esos recuerdos en una caja negra y encerrarlos en una bóveda que nunca recibiera los rayos del sol. Debería tirar la llave, olvidarse de los códigos que le permitiesen el acceso y alejarse sin mirar atrás.

Al parecer, eso sería imposible y lo estaba confirmando ahora que veía el sitio en el cual se había detenido. Estaba frente a la entrada de aquella casa que Jungkook compró para sus encuentros. Antes de percatarse, estaba descendiendo del vehículo e introduciendo la contraseña con el oxígeno que respiraba estancado en su garganta.

Cuando el sonido le indicó que era el correcto, que Jungkook todavía no lo había cambiado, dejó escapar todo el aire como si del humo de un cigarro se tratase. Sin soltar la cerradura, rio, pero esa risa pronto le dio paso a un sollozo inesperado junto al temblor de sus labios.

Esa vivienda se sentía como un museo que guardaba reliquias pasadas, desde los objetos hasta lo invisible a los ojos. Todo lo zarandeaba de un lado a otro, impidiéndole avanzar correctamente. Sus pies se movían débilmente hacia las escaleras, cada escalón se sintió como una montaña que conquistaba. Llegar a la recámara y ver la cama, la sensación de hogar lo comenzó a embargar, por eso se acercó a ella y se sentó. Eso le hizo darse cuenta de que, ese hogar, sin Jungkook, se sentía extremadamente vacío.

Se puso de pie y caminó por la habitación pasando la puerta que daba a la terraza para detenerse en frente de la pared que contenía aquel gigantesco espejo. Lentamente, comenzó a despojarse de su ropa hasta quedar completamente desnudo, esperando que otra figura se reflejara detrás de él, que una sonrisa lo saludara y que una mano tatuada abrazara su cintura.

Quería ver al hombre que tan fácilmente podía decirle te amo aferrando su cuerpo al suyo. Deseaba poder decirle esas palabras sin duda y sintiéndolas, pero no comprendía cómo era eso siquiera posible. Para Taehyung, eran solo eso, palabras.

A veces, quiso decirle...

"Te amo, pero..."

Ese pero hacía que todo lo que viniese después sonara a excusa, eliminaba el te amo.

Pero... Si... Tal vez...

Todas esas palabras tarde o temprano desaparecía, para Taehyung, era mejor entregarle su cuerpo, su compañía y estar siempre que quisiera a su disposición. De ese modo, justo ahí, en ese lugar, sin un tiempo que los limitara y se convirtiera en un para siempre inesperado.

Sin un principio, sin un final.

Un te amo físico que le permitiese palpar su cuerpo y le confirmase que estaba ahí presente. No quería estúpidas palabras románticas que lo dejaran como un astronauta perdido en el espacial. Que cuando estuviesen juntos, no hubiese nadie más en sus mentes y su vida. Eso era lo que Taehyung consideraba real. Un estado sin condiciones, que no influenciara el corazón y que no lo dejase roto.

No sabía cuál era el sentimiento que lo embargaba cuando estaban juntos e incluso sin estarlo también, porque la mera presencia de Jungkook lo mantenía vivo. No era un sentimiento que iba y venía al capricho de las emociones diarias, del sexo, del placer. En esos momentos, seguía rebelde, permaneciendo ahí, en su pecho, en una parte de ese órgano latente que no quería molestar.

No quería, pero nunca tuvo control cuando se trató de Jungkook. Podía obrar para que le diera lo que deseaba, pero sobre sí mismo, sobre sus emociones y sentimientos, nunca tuvo verdadera potestad. Porque ese jodido pelinegro a cada minuto que pasaba desde que se conocieron, fue injertándose en cada miembro y célula de su cuerpo. Había cambiado sin proponérselo, cambió su cerebro, su forma de moverse, de actuar y pensar. Era peligroso y por eso se alejaba de Jungkook, porque sentía perderse cada vez que se entregaba.

Le costó demasiados años poder tener control sobre su persona, amarse, respetarse, ponerse como prioridad absoluta, pero cuando estaba junto a su hijastro olvidaba sus propios deseos. Cómo no hacerlo si amaba tanto verlo disfrutar, saber que él era la causa de su euforia, de sus reacciones, que él lo mantenía vivo.

Con la vida que Taehyung había escogido vivir, no creía poder honrar lo que todos querían forzar como significado del amor. Ese maldito espíritu viviente que una vez que aparecía, podía marcharse sin decir adiós o permanecer hasta el día de su muerte. Sabía que, si se entregaba ciegamente a ese sentimiento, esperaría de Jungkook cosas que posiblemente no llegarían, no en la misma magnitud que deseaba. Porque sí, seguía manteniendo la idea de que el amor también era un interés y no quería estar interesado en tenerlo.

Por eso, decirle a Jungkook "te amo, pero... No sé si pueda amarte como esperas o mereces, no sé si puedas amarme del modo que quiero. Te amo, pero no podemos condicionar nuestros sentimientos. Te amo, pero tengo miedo de abandonar a tu padre y todo lo que me ofrece, no solo lo financiero o material. Te amo, pero si me llego a entregar a ti y me abandonas podría terminar haciendo lo que no logré cuando mi madre murió, quitarme mi desgraciada vida. Te amo, pero he aprendido a amarme a mi manera y no permitiré echar por la borda todo por en simple hecho de que seas parte de mis días. Te amo, pero no sé vivir a medias, lo tengo todo o no tengo nada."

Decirle "te quiero, pero..." era decirle que no lo quería en lo absoluto.

Abrazando sus piernas mientras se miraba al espejo, Taehyung dejó sus lágrimas caer. Esta vez, no había cámaras o personas que lo pudiesen ver, él no tenía la fuerza para controlarse más, así que se dejó ir. Lloró, mientras contemplaba su deplorable aspecto, gritó mientras creaba un túnel en su pecho que le permitiese el paso al dolor que buscaba una salida. Taehyung lloró hasta que su saliva y mocos se encontraron en su rostro, hasta que su cabeza dolió y toda la fuerza de su cuerpo lo abandonó, quedándose dormido en el suelo de una casa que estaba supuesta a ser testigo únicamente de momentos alegres y eróticos.

+++

Dos semanas, catorce días habían transcurrido sin que nadie viese a Seokjin. Yoongi fue el único que pudo contactarse con él a través de una llamada, pero todo lo que continuaba recibiendo eran escuetos emojis cada noche y mañana. Sabía que esto era una declaración de vida por parte del mayor, haciendo saber que no había tomado alguna decisión fatídica o que le hubiese ocurrido alguna tragedia externa a la que ya vivía.

— Debe haber algún sitio en el que pueda estar. — Musitaba Dongun preocupado, mirando a Yoongi y Chungha sin poder creer que ellos no supieran dónde se encontraba Jin.

En un principio, tenía deseos de buscarlo y golpearlo hasta que entrase en razón. ¿Cómo podía haber estado enamorado de su propio hermano y hecho semejantes prácticas con Yoongi mientras pensaba en Jungkook? Quiso exigirle una explicación como padre de ambos, pero esa molestia, la repulsión sentida, rápidamente, le dio paso al entendimiento. Ahora comprendía qué era eso que su hijo con tanto ímpetu escondía, aquello que lo llevó a atentar contra su vida tantas veces.

Su corazón y su mente se encontraban en un conflicto contante, la falta del hombre con quien decidió casarse, ese que amaba, le hacía soltar las lágrimas que rara vez se permitía liberar. Luego pensaba en sus hijos y el dolor en su pecho únicamente se incrementaba. Estuvieron pasando por tantas cosas que él ignoraba inocentemente. Se sentía culpable pro haberles destrozado su vida, se echaba la culpa de no haber sido capaz de darles una familia normal.

Ahora las palabras de su progenitor, el hombre que no le hablaba, le hacían sentido. ¿Cómo era eso algo correcto para sus hijos o familia? Sus gustos y depravaciones los llevaron a ese punto, su homosexualidad, sus deseos de vivir una vida libre auspiciado por su pacto con Kookjin. En verdad creyó que podría encontrar el amor con un hombre mientras cumplía con la sociedad y ganaba la libertad.

¿Qué podría salir mal?

En realidad, todo. La mujer escogida para hacer negocios y tener una familia, rompió el acuerdo al enamorarse y esperar algo que desde un comienzo quedó claro que no obtendría. Llegó a quererla, un cariño sincero y bonito como la madre de sus hijos, la compañera con quien los criaría, pero jamás pudo amarlo como ella esperaba y quizás necesitaba. Esto los llevó a varias desgracias que impactaron directamente la vida de sus hijos, de manera tal que, en la actualidad, seguía influyendo. No supo ser un buen esposo o padre, ¿qué podía esperar para sus hijos?

Lo único que deseaba ahora era buscar la forma de enmendar algunos errores y que pudiesen vivir aquello a lo que él ya se había resignado. Si ambos llegaban a ser felices, él estaría bien. Aunque eso significara que la felicidad de Jungkook fuese Taehyung y que, por esto, no pudiese verlos nunca más. No creía poder vivir cerca de ellos dos sabiendo todo lo ocurrido, viendo a su hijo con quien una vez fue su esposo. En el pasado o quizás con otras personas, su reacción hubiese sido diferente, encargándose de hacerles la vida imposible. Pero dañar a Taehyung sería hacerle daño a su propio hijo. Castigarlo a él sería casi injusto después de todo lo que había vivido por su culpa. Divorciarse de Taehyung y alejarse de ellos era, quizás, lo máximo que podía hacer por Jungkook. Esa talvez sería su felicidad.

En cuanto a Seokjin, realmente no sabía cómo resolver ese problema, qué podría hacer para ayudarlo. No había violencia o acción real que pudiese tomar que al menos mejorase un poco esa situación. No tenía idea de cómo ayudaría a su hijo mayor a alcanzar la felicidad.

— En verdad no sé dónde pueda estar, pero físicamente, creo que está bien. — Mencionó Yoongi no muy seguro de sus palabras. Quería manifestarlas y creer en ellas. — Si tengo mayores noticias, le haré saber.

Dongun se limitó a asentir. Se acercó a Chungha para besar a su nieta y, tras una corta despedida, abandonó la vivienda. Al sentarse en la parte trasera de su coche, le dio la orden a su chofer para que lo llevase a la oficina, el trabajo liberaría su mente y esto le ayudaría a pensar. Sin embargo, una llamada cambió el rumbo de sus planes y también el que le había ordenado a su chofer.

Fueron varias las horas que pasaron en la carretera hasta llegar a un lugar que Dongun no había pensado en pisar durante mucho tiempo. Esa fue la casa que mandó a construir para su familia, pero principalmente para su esposo. La última vez que estuvo ahí fue en una escapada con el peligris, ahora, la situación era muy diferente. Saludando a la persona que se encargaba de revisar la casa cada cierto tiempo, quien lo había llamado, se abrió paso al interior de la residencia. Caminó hasta llegar a la terraza y divisar al mayor de sus hijos en una faceta completamente desconocida para él.

Ese Seokjin compuesto e impoluto había desaparecido. Lucía como un total desastre, un vago que se había colado y suplantado su identidad. Sus pies descalzos sobre el césped, un desajustado pijama, un cabello que parecía un nido de pájaros mientras sostenía una botella de whiskey en la mano. Esa bebida era la preferida de Yoongi, no de su hijo, pero se aferraba a esa botella como si le fuese a dar una estabilidad que el alcohol le quitaba.

— Jin. — Llamó sorprendiendo al nombrado que se giró para verlo estupefacto.

— P-Papá. — Tartamudeó sin poder creer que estuviese ahí.

— Hijo... — Esa palabra fue un catalizador para Seokjin. Sus hombros trémulos evidenciaron la llegada de un llanto que el mayor no se esperaba. No recordaba cuándo fue la última vez que había presenciado el llanto de su hijo mayor. — Ven aquí. — Jin no se movió, pero toda su persona parecía esperar un abrazo que llegó justo a tiempo, porque cuando fue abrazado, cayó al suelo junto con su padre.

Estaba llorando como un niño, lloraba como aquella vez que su madre apretó su rostro con fuerza y le secó las lágrimas. Porque siendo el mayor y el ejemplo para Jungkook, no tenía permitido llorar, tenía que ser fuerte para él, para convertirse en el orgullo de la familia, para salvar a su madre. Sin embargo, esta vez no hubo palabras de consuelo o que le impidieran liberarse, no hubo miradas o recriminaciones. Todo lo que tuvo fue un abrazo firme y consolador por parte de su padre junto a un beso en su cabeza.

Dongun le ofreció su pecho para llorar, lo contuvo con sus brazos y le traspasó todo el afecto que por años ellos no se permitieron compartir. Volvían a ser un niño y un adulto, padre e hijo.

Quiso preguntarle qué le pasaba, pero aun en silencio, obtuvo su respuesta, sabía lo que ocurría. Así que por el momento, lo único que podía ser, era ser un padre de para él.

+++

Jung Hoseok no podía sacarse a Taehyung de la mente desde que lo vio horas atrás. Comprobó que Jungkook estuviese bien, le entregó todo el trabajo que había organizado y se retiró sin poder concentrarse en nada más. Además, sabía que ni Jungkook ni Jaehyun estarían en condiciones para analizar detenidamente las nuevas coreografías. Salió de ahí y se refugió por horas en la empresa, bailando hasta que su cuerpo se rebeló y le hizo caer al suelo sin fuerza. Solo entonces se fue a su casa para tomar un baño, comer y descansar.

Estuvo a punto de dirigirse a su cuarto para dormir cuando escuchó el sonido de la cerradura de su puerta, seguido por el acceso garantizado. Frente a él, vio a un Taehyung que sollozaba mientras lo observaba. No le preguntó qué hacía ahí, tampoco qué era lo que le ocurría, le dio la espalda para ir a la cocina para hacer un poco de té. Cuando estuvo listo, regresó a la sala, encontrándose con el peligris en la misma posición.

— Te hice un poco del té que te gusta, ven y siéntate. — Taehyung no se movió, simplemente suspiró y dejó escapar las lágrimas de alivio que sintió al ver que el pelirrojo lo recibía.

— Te necesito.

— Aquí estoy para ti, Taehyung. Aquí estoy, así que acércate y hablemos.

El menor le hizo caso, se acercó lo suficiente, pero antes de sentarse en el sofá, volvió a detenerse para enfrentar a Hoseok.

— ¿Por qué estás con Jungkook? De todos los hombres, de todas las personas que existen, ¿por qué estás con Jungkook y Jaehyun? Has tenido cero consideración hacia mí, ¿sabes cómo me sentí cuando te vi en su casa hoy? ¿Por qué demonios me cambiaste por ellos?

— Puedo imaginármelo. — Contestó el mayor calmado, comprobando que su té estuviese listo para beber. — Estoy cansado de esto, que te creas con el derecho de reclamarme y acusarme de cambiarte por alguien cuando fuiste tú quien me alejó. ¿En serio quieres que hablemos de malas consideraciones, Tae? ¿Sabes lo que eso siquiera significa o es que aprendiste su significado ahora que te toca a ti ser quien está parado de ese lado de la línea? Porque yo he estado ahí desde que nos conocemos Taehyung, jamás te he sacado lo que he hecho por ti y he sido un incondicional. Sí, te señalaba las cosas que consideraba incorrectas, te regañaba, pero al final del día siempre estuve ahí para ti. Pero te valieron mis sentimientos, el hecho de que tus acciones y palabras me dolían. Pensaste siempre en ti y la única vez que te pedí pensar en mí, me desechaste como si fuera un par de zapatos viejos.

— Estaba molesto.

— También yo, Taehyung, pero no te saqué de mi vida, no te humillé. No pasé por arriba de tus valores y sentimientos porque me dio la gana pensando egoístamente en mi persona, desechando e infravalorando sus dolores, tus preocupaciones y cariño. ¿Sabes cuántos años he soportado que las cosas siempre sean como tú quieres?

Una vez más, las lágrimas de Taehyung se abrieron paso por su rostro, su pecho se sintió incómodo, tanto como se sentía él.

— Lo siento, en verdad lo siento Hobi. Yo no... — Sus palabras se cortaron mientras caía en el sofá. Ahí, durante varios minutos, Taehyung lloró en silencio, sintiéndose a pesar de todo a salvo junto a Hoseok. Como si su presencia fuera todo lo que necesitara para al menos llorar en paz. — Siento haberte alejado, me he sentido tan solo, te extraño, Hobi, todos los días yo...

El aludido lo abrazó con fuerza, lo abrazó y con sonidos sutiles junto a su oído, le hizo saber que estaba ahí. Lo consolaba y calmaba con sus dedos limpiando sus lágrimas, regalándole una tímida sonrisa que no albergaba felicidad o alegría, sino aceptación, una afirmación tácita de su presencia.

— ¿Lo amas?

No hizo falta que Taehyung especificara, el mayor pudo comprender de quién se trataba sin tener la necesidad de mirarlo siquiera. En silencio, permaneció varios segundos contemplándolo antes de finalmente negar con su cabeza. Le gustaba Jungkook, le tenía cariño y le agradecía varias cosas, pero amor, ese era un sentimiento que no había florecido.

— No lo amas, pero están en una relación.

— No. — Los ojos de Taehyung se ensancharon y Hoseok cerró sus ojos esperando que Jungkook no se fuese a molestar con él.

— ¿Qué?

— Jungkook y yo, no estamos en una relación, no de esa manera que te has imaginado.

Acercándose para abrazar a Hoseok, Taehyung dejaba sus lágrimas correr, sintiendo un alivio extraño, porque sabía que aunque ellos no estuviesen, el pelinegro ahora estaba más lejos de lo que alguna estuvo en el pasado. Lo sentía en lo más profundo de sus entrañas.

— Te extrañé. — Repitió Taehyung abrazando al pelirrojo con mayor fuerza.

— Yo también te he extrañado, Taehyung. — Esa corta plática no era suficiente, Hoseok sabía que tendrían que hablar correctamente, pero esa noche no era el momento para ello.

— ¿Puedo quedarme a dormir aquí contigo?

— Sí, puedes, pero no ronques.

Con una amplia sonrisa, Taehyung volvió a abrazarlo. Se preparó para la cama usando varias de sus pertenencias, mientras lo hacía, sintió una nostalgia sin precedentes. Al igual que Jungkook, Hoseok, no había cambiado la clave de la casa, habían dejado sus pertenencias en esos lugares en donde compartieron juntos.

— Lo sabía. — Musitó ya acostado en la cama, abrazando a Hoseok por la espalda. — De alguna manera, ya sabía que tú y Jungkook no estaban en esa clase de relación.

Hoseok se volteó para verlo y responderle, pero todo lo que se encontró fue un Taehyung que se había perdido en un profundo sueño. A pesar de estar cerrados, sus ojos hinchados evidenciaban lo mucho que había llorado ese día. No estaba seguro de cómo o cuándo llegaría ese día, pero el pelirrojo supo que era inevitable que, en algún momento, Taehyung chocase contra la pared que su comportamiento construyó. Solamente esperaba que esta fuera una oportunidad para salir del pozo en donde había caído y que su dolor no lo hiciera hundirse más.

Lo prometido es deuda. Aquí les comparto un nuevo capítulo que espero haya sido de su agrado. Cada vez nos acercamos más al final de esta historia. Gracias a todos los que hasta aquí me han venido acompañando. Nos leemos pronto...

LORED

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro