IV Noche de grasa

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En la madrugada, en un viejo cementerio procedente de la era colonial, un grupo de tres jóvenes, dos chicos y una chica, se encontraba en el lugar tras haberse infiltrado por la parte trasera aprovechando que el guardia estaba tomando una siesta. Dicha acción fue posible gracias a la intromisión de Mariano que había pactado con los chicos un día antes, aunque a cambio de concesiones algo sucias.

-Bueno chicos. Aquí están. El viejo cementerio colonial del Cusco como les prometí. Conozco este lugar al derecho y al revés. Siempre lo visito cuando puedo, sobre todo cuando quiero o deseo divertirme.

-¡Perfecto! Al fin grabaremos un verdadero hecho paranormal para nuestro canal en YouTube-Dijo uno de los jóvenes.

-Escuche que todo lo que grabaron hasta ahora era falso o fraudes jajaja-Dijo Mariano burlándose, hablando un español normal.

-Pero eso acabó ahora. Con esto obtendremos un montón de visita-Pronunció el otro joven que sostenía y grababa con la cámara.

-No lo sé. Algo me da mala espina-Respondió la única joven un poco asustada.

-Vamos chica, no seas cobarde. No creo que ningún zombie se los coma-Respondió con una sonrisa perturbadora que incomodo a todos.

-Ya señor Mariano, por favor, no la asuste.

-Dejemos de hablar y empecemos a grabar.

Empezando a grabar, el cuarteto recorrió el lugar en busca de algo fuera de lo normal. Sin embargo, tras recorrer el amplio lugar unas tres horas, y fuera de sustos comunes por arañas, insectos variados y uno que otro búho y el propio Mariano, como por ciertos ruidos de la nada, no hubo nada realmente fuera de lo normal que captara su cámara, para desesperación como decepción de los jóvenes.

-Parece que algunos no tienen suerte, jajaja.

-Es un maldito cementerio, tiene que a ver aunque sea algo paranormal por más pequeño que sea, sino que tipo de cementerio seria.

-Vámonos ya por favor. Pronto será la 1 de la mañana.

-Regresa tú si quieres. Nosotros nos quedaremos aquí.

-No sé por qué trajimos a esta cobarde con nosotros. Siempre se queja a donde vamos.

-Más les vale que encuentren algo, les recuerdo que prometieron darme una parte de lo que ganarían en sus ingresos-Tomando Mariano una actitud más amenazante.

En medio de la discusión, la joven se apoyó en la puerta de lo que parecía ser un pequeño mausoleo que no decía quién o que estaba enterrado allí, abriéndola accidentalmente cayendo dentro, hiendo sus compañeros a revisar, salvo Mariano que estaba observando las demás tumbas.

Socorriéndola, el trio se dio cuenta que el aparente pequeño mausoleo, en realidad escondía una serie de gradas hacia abajo. Nuevamente animados al encontrar una especie de pasadizo que nadie conocía en la ciudad, los jóvenes volvieron a tomar la cámara, bajando poco a poco bajo tierra entre la oscuridad, ayudándose de la luz linterna de la cámara. No sabiendo que tan profundo era a donde iban, se llevaron un pequeño susto cuando algo toco el hombro de uno de los jóvenes.

-Uy ¿Qué paso? Los asuste. Hubieran visto sus caras.

-No fue gracioso señor Mariano.

-Oigan. Vean esto-No esperándolo, el cuarteto vio un gran ataúd colonial sellado, acompañado de velas en sus paredes, sin ninguna cruz o inscripción sobre quien era.

-Guau. Esto ni yo lo esperaba jajaja.

-Chicos, no grabamos algo sobrenatural, pero encontramos algo mejor. ¡Una tumba que nadie conoce!

-Ay que abrirla-Dijo Mariano.

-¿Qué, están locos? No participare en profanar una tumba.

-Quien dijo profanar. Solo queremos ver cómo está el cadáver dentro.

-En ese caso me apunto muchachos.

Con suma dificultad, los tres varones trataron de abrir la tapa del ataúd, con la joven solo observando un poco asustada lo que ocurría. Pese a la complicación, el esfuerzo dio frutos, viéndose finalmente el cadáver que había dentro; un hombre alto anciano vestido elegantemente con ropa española del siglo XVI.

-Guau. Nunca pensé ver un cuerpo en pleno cementerio.

-Es un bonito cadáver conservado sin duda-Dijo Mariano para sorpresa e incomodidad de los demás.

Tratando de ver si había algo más dentro del ataúd, el líder del grupo se quemó parte de la palma de la mano con la vela con la que pretendía quemar un poco el cadáver a ver si sucedía algo. Auxiliado por sus compañeros, salvo Mariano que solo rio por el incidente, un pequeño pedazo de grasa quemada cayó sobre el cuerpo, recorriendo su deteriorado pecho hasta llegar a su seco corazón, regenerándose volviendo a latir sin que nadie lo notara, pasando luego con las vacías cuencas de sus ojos que se rellenaron, abriéndolos lentamente.

-Sabía que esto sería una pérdida de tiempo. En fin. Me retiro.

-Oye ¿No vas a dejarnos aquí?

-No me dieron mi parte así que no es mi problema. Quizá ni nos veamos.

Retirándose subiendo las gradas, el trio planteo igualmente irse, sobre todo por la herida de su compañero, sintiendo una presencia detrás suyo, viendo que era el cadáver visto en pie con grandes colmillos y garras en las manos, rompiendo unas cadenas en sus muñecas que lo mantenían unido al ataúd, paralizando de miedo a los jóvenes, lanzándose rápidamente mostrando sus colmillos en medio de sus gritos de desesperación.

Habiéndose alimentado de la grasa de los tres jóvenes, yaciendo sus secos cadáveres en el suelo, la figura se encontraba reposando encima de su ataúd.

-Después de tanto tiempo, eh despertado al fin...Es hora de reconstruir mi clan...Que empiece la noche de grasa...-Dijo la criatura movilizándose hacia la superficie, posando su mirada en la ciudad.

Al día siguiente en Paititi, habiendo superado el camino de vidrios, Jaguaret se encontraba en una nueva sala; la Sala de la velocidad, llena de diversos obstáculos variados. Bajo orden de Makonde, estaba atravesando toda esa sala ya seis veces, observando atentamente su progreso el amauta mientras tomaba chicha de jora en un vaso tradicional inca, deteniéndose al terminar su sexta vuelta.

-Nada mal. Tienes muy buena velocidad y resistencia de desplazamiento-Expreso lanzándole una toalla a su alumno, secándose el poco sudor de su rostro-Sin embargo, me preocupa tu velocidad en combate.

-Soy bastante rápido en eso la verdad-Dijo Jaguaret.

-Con humanos sí, pero con tus pares u otras criaturas tengo dudas-Dijo Makonde tomando asiento en una silla replegable, cogiendo en una de sus manos una cajetilla de cigarrillos.

-No me diga que tiene ese mal hábito-Dijo Jaguaret.

-Claro que no. No fumo. Es para ti-Dijo Makonde.

-¿¡Qué!?-Dijo Jaguaret.

-Deberás quitármelo de la mano. Algo muy sencillo que hasta un cachorro como tú haría seguramente-Dijo Makonde.

-Pero esto no es pelear-Dijo Jaguaret.

-¿Prefieres esto o que te de otra paliza como tu iniciación?-Dijo Makonde.

Guardo silencio al recordar eso. Dispuesto a mostrarle su velocidad en combate, Jaguaret intento arrebatarle la cajetilla, fallando en el primer intento al moverse el chamán hacia la otra parte del lugar. Lanzándola Makonde arriba, Jaguaret volvió a fallar en quitársela. El tercer intento al dejarlo caer en el suelo también fue en vano.

-Ves que no es lo mismo enfrentarte a humanos que a criaturas sobrenaturales en cuanto a velocidad-Dijo Makonde.

Le lanzo la cajetilla, pateándola Jaguaret con suma facilidad en pleno aire, cayendo destrozada al suelo.

-Qué bueno que siempre traiga repuestos en esta parte-Dijo Makonde rebelando que en sus bolsillos tenía más cajetillas. Le lanzo varias a su alumno movilizándose por el lugar, partiéndolas en dos con sus garras o destrozándolas al patearlas. El ritmo cambio cuando en pleno movimiento Makonde le lanzó la poca chicha de su vaso, cayendo el líquido encima, aunque sin mojar su traje a prueba, solo su descubierto rostro.

-Nada mal ¿Pero realmente esquivaste la chicha o creíste haberlo hecho?-Dijo Makonde-

-Podría haberme puesto a ver Ip Man 3 simplemente-Dijo Jaguaret un poco molesto. Sin embargo, pensando en esas palabras, sabía perfectamente que debía mejorar su velocidad en combate. A punto de decir algo, vio como el chamán ya estaba en la puerta, sin permitirle siquiera decir una palabra.

-Realmente no fui honesto contigo en parte en la prueba. No use mi verdadera velocidad contigo. Si lo hubiera hecho, no estarías aquí-Dijo Makonde-Jaguaret solo acento con la cabeza-Es todo por ahora. Recoge las cajetillas y cigarro rotos y limpia el piso con este trapo antes de retirarte. Esfuérzate el doble y veremos si ha aumentado tu velocidad en combate-Dijo Makonde, sonriendo confiado su alumno en que haría eso, pasando a recoger la basura esparcida y limpiar la chicha derramada con el trapo dado.

Caída la noche, informados sobre la desaparición de los tres muchachos en el cementerio por las noticias que circularon tanto en la ciudad y Paititi, junto al avistamiento de una extraña criatura cerca por parte de algunos testigos, Jaguaret y Pauline fueron mandados al lugar para empezar a investigar lo que había sucedido exactamente.

-Tres desaparecidos sin dejar rastro-Dijo Jaguaret.

-¿Crees que tenga algo que ver con las criaturas?-Dijo Pauline.

-No. Las criaturas atacaban solo criminales. Por más que se hubieran metido a un cementerio, esos chicos no lo hicieron con intenciones malas-Dijo Jaguaret.

-Pobres muchachos-Dijo Pauline.

Explorando el cementerio, no encontraron muchas pistas al respecto, solo un montón de tumbas y mausoleos repartidos.

-Será difícil buscar los probables cuerpos aquí-Dijo Jaguaret.

-Si. Quizá ya ni siquiera estén aquí-Dijo Pauline.

Inesperadamente, Jaguaret empezó a movilizarse rápidamente hacia una dirección tras detectar un olor, siguiéndole Pauline algo extrañada. Llegando a la cabina del vigilante del lugar junto a la cerrada entrada, sintieron un muy mal olor, teniendo que taparse la nariz por lo insoportable que era, especialmente el jaguar por su sensible olfato.

-¡Agh! Huele demasiado mal-Se quejó Pauline ante el realmente mal olor que emitía la cabina.

Usando una de sus garras para abrir la puerta de la cabina, se dieron con la horrible sorpresa al ver el seco cuerpo del vigilante caer de su silla, junto a dos grandes huecos en el cuello, acompañándolo una rata blanca que ojeaba el cadáver antes de huir espantada.

-¡Ahí Dios!-Dijo Pauline.

-¿Vampiros?-Pregunto Jaguaret

-No. Esos orificios hechos son más grandes que los de un vampiro, incluso de un vampiro común-Respondió Pauline.

-¿Entonces, que cosa le chupo la grasa además de un vampiro?-Jaguaret volvió a preguntar.

-Solo se me viene a la mente una sola raza como potenciales sospechosos-Dijo Pauline.

-¿Quienes?

-Mi especie-Dijo Pauline.

-¿Los pishtaco? ¿Pero tú me dijiste que no chupaban grasa?-Pregunto Jaguaret un poco confundido.

-En mi caso y los de Paititi solamente. Pero los de fuera, nunca se sabe.

-Eso explica algunas cosas...-Dijo Jaguaret.

-¿Qué dijiste?-Dijo Pauline.

-Nada. Averigüemos quien es nuestro nuevo amigo-Dijo Jaguaret ignorando su pregunta.

En el centro de la Ciudad del Cusco, un guapo hombre alto de tez blanca, ojos verdes, de cabello, bigote y barba rubios bien arreglados, vestido elegantemente con un terno marrón claro, corbata marrón oscuro y camisa blanca, salía de una tienda ajustándose la corbata, observando como el Cusco había cambiado mucho desde la última vez que piso la ciudad.

-El Virreinato del Perú sí que ha cambiado por lo que veo, pero eso no me detendrá para reconstruir mi clan, como para hacer que el apellido Unzu vuelva a ser relevante y respetado-Expreso de manera calmada, retirándose caminando elegantemente por la calle como lo hubiera hecho un noble español del siglo XVI. En el interior de la tienda, yacía el cadáver seco del dueño con la misma marca de colmillos.

Revisando en la biblioteca, descubrieron que en el cementerio colonial había estado enterrado, hasta ese entonces supuesto, nada más y nada menos que el Conde Sebastián Unzu, importante aristócrata español del siglo XVI y dueño de una mantequera que se había mudado al Cusco de su natal Pamplona por las oportunidades que ofrecía el entonces virreinato. Sin embargo, muchos creían que en realidad había sido por diversas desapariciones en la ciudad española, que involucro cadáveres secos como el visto. Del mismo modo, el conde fue asesinado tras una violenta revuelta de los ciudadanos bajo acusaciones de extraerle la grasa a la gente para su negocio, aunque nunca se pudieron encontrar verdaderas pruebas para tal hecho, echando su cuerpo a un mausoleo sin nombre.

-Entonces su cuerpo estaba allí-Dijo Jaguaret.

-Quizá los jóvenes desaparecidos en su curiosidad fueron los que encontraron su tumba, y lo despertaron sin saber con qué trataban-Dijo Pauline.

-Tengo entendido de que fueron las primeras criaturas colonizadoras europeas en Sudamérica-Dijo Jaguaret.

-Sí, formarnos las primeras élites burguesas en el continente. Pero, si resucito de algún modo ¿A dónde iría en el mundo moderno?-Dijo Pauline.

-Era de la alta sociedad ¿No? Creo que ya se a quienes buscaría...-Dijo Jaguaret con sus dedos colocados en su barbilla de modo intelectual.

Colándose el conde en una fiesta de la clase alta cusqueña, todos se impresionaron al ver al nuevo invitado no invitado. Varias mujeres intentaron coquetear con él por lo guapo que físicamente era, ignorándolas al no verse interesado en ellas, de momento. Eso mismo desato los celos de varios caballeros. Tras ignorar a muchos de que mostrara su invitación, llamando a seguridad para que saquen al no invitado, sin decir ninguna palabra, clavo rápidamente sus dientes en uno de los invitados, pasando a hacer lo mismo con todos los presentes del lugar sin que pudieran escapar o hacer algo para evitarlo, menos habiendo alguien que los ayudara. Con todos transformados en pishtacos, su planeado ejército empezó a tomar forma. A su vez, por primera vez, gracias a un periódico que estaba leyendo una de sus víctimas, escucho el nombre de Jaguaret, intrigándolo de inmediato, sobre todo al deducir que por el nombre seria de una especie enemiga para él.

Encontrándose en un lugar cercano a los hechos recientes para investigar, Jaguaret no espero que encima de un edificio cercano se encontraría por primera vez con el buscado pishtaco, el cual yacía detrás suyo sin que sus sentidos le hubieran avisado, no mostrándose Jaguaret intimidado por su presencia.

-Así que la leyenda era cierta. Hay un asqueroso runapuma en pleno Cusco-Dijo Unzu.

-El Conde Unzu supongo-Dijo Jaguaret.

-Parece que ya estás familiarizado conmigo.

-Hace poco me entere de tu existencia de hecho.

-En cierto modo, y pese a los problemas pasados entre nuestras especies, más que nada por meterse en nuestros asuntos, nos asemejamos en ciertas cosas-Dijo acercándosele lentamente tratando de intimidarlo.

-Yo solo lastimo criminales-Respondió Jaguaret firmemente sin sentirse intimidado al tenerlo en frente.

-No tienes ni idea de lo que puedo hacer o se siente ser pishtaco. La grasa no sirve únicamente para sobrevivir, sino para crear vida nueva.

-Esclavitud post vida, mejor dicho.

-Ser pishtaco es toda una filosofía desarrollada y estudiada en realidad, dudo mucho que lo comprenderías.

-Una filosofía de locos sin duda.

Apretando sus puños el conde, el jaguar gruño fuertemente, lanzándose al ataque. Con rápidos zarpazos tratando de dañarlo, el conde lo esquivo sin siquiera moverse de su lugar, intentándolo luego con sus colmillos, teniendo el mismo resultado.

-¿En serio es todo lo que tienes?-Pregunto Unzu un poco decepcionado.

Plantándole un golpe al pecho que lo mando hacia una pared de atrás, Jaguaret se levantó adolorido sorprendido de la enorme fuerza del conde, mayor que la de Pauline.

-Puedes intentarlo, pero todo será inútil.

-Eso lo veremos, Sangrino.

-¿Lo dices en base a mis actos verdad?-Expresando una gran sonrisa maligna dijo-Me gusta el nombre-Expreso ahora Sangrino.

Gruñendo un poco, desplego sus garras para atacar varias veces al esquivarlo sin moverse si quiera, siempre en un estado de completa calma que daba ciertos escalofríos, posicionándose lejos en otro edificio cercano. Tratando de alcanzarlo, lo persiguió por los tejados de la ciudad, dejándolo atrás sin esfuerzo. El conde se detuvo en el tejado de una fábrica, intentado Jaguaret golpearlo de diversas maneras, no haciendo nada su enemigo para defenderse más que esquivar sus ataques sin siquiera mover un dedo como si ni siquiera le importara o fuera importante lo que pasaba para el conde.

-Qué pena. Creí que los runapumas eran veloces-Dijo para seguidamente coger su cabeza de manera tan rápida que ni Jaguaret pudo ver exactamente el momento exacto en que lo hizo, estrellándola fuertemente contra el suelo-Patético seudo espécimen. Intenta lo que quieras. No podrás vencerme-Dijo Sangrino

De improvisto, Pauline apareció cubriéndolo con su cuerpo, lanzando granadas de humo con el que lo hizo retroceder hasta un edificio de atrás. Su sola presencia le hizo preguntarse varias cosas al conde.

-¿Otra pishtaco?-Pregunto intrigado por ver a Pauline, no habiendo esperado la presencia de otro pishtaco en la ciudad.

-Unzu creo-Dijo Pauline seriamente.

-Por tu gran atractivo, no estaría mal que fueras mi consorte, nena-Dijo Sangrino sonriéndole coquetamente para desagrado de ella.

-Los imbéciles no son mi tipo, y no me llames en ese sentido nena...-Dijo Pauline apretando sus puños en clara molestia.

-Me encantan las rudas desde siempre-Dijo Sangrino sonriendo para molestia de la mujer.

Tras darle una cínica sonrisa, el conde se movilizo pareciendo disponerse a huir. Persiguiéndolo, no esperaron que rápidamente en el aire que los desplomaría directo al suelo, cayendo sobre varios edificios para estrellarse en medio de una pista, sumamente heridos, viendo como el hasta ahora pequeño, pero peligroso, ejercito formado por Sangrino los acechaba en los edificios.

-Es demasiado poderoso con todo ese ejército. Hay que retroceder-Dijo Jaguaret.

-Un pishtaco no retrocede en una lucha, pero esta vez hare una excepción-Respondió Pauline dándole la razón.

Viendo que cayeron encima de una tapa de desagüe, la abrieron para escapar por allí, justo a tiempo cuando apareció una horda, deteniéndolos Sangrino inesperadamente.

-Déjenlos ir, por ahora. No podrán hacer nada ante nosotros al ser patéticos seres inferiores, aunque me interesa conocer mucho más a fondo a los pishtaco modernos, especialmente a los de Paititi.

Ya en Paititi, aun heridos, pero en condición estable tras regenerarse, recordando su gran poder junto a los infectados, a Pauline se le ocurrió una idea.

-Nuestro plan sí que resulto en fracaso para capturarlo-Dijo Jaguaret.

-Me contaron hace tiempo que mis ancestros eran poderosos, pero no imagine que tanto.

-No quiero imaginar que hará si restaura su clan.

-Solo queda una alternativa. Buscar a los dos mejores referentes de magia y hechicería que conozco.

-¿Quiénes son?

-Dos viejos conocidos.

-Mientras nos ayuden ¿Dónde los encontramos?

-En Nigeria e India, respectivamente.

-¿¡Nigeria e India!? Estás loca, están demasiado lejos.

-Usaremos nuestro sistema de tele transportación.

-¿¡Poseen un sistema así!?

-Claro ¿Acaso crees que vamos caminando o a toda velocidad como hacemos hasta ahora? Si quieres luego exploramos otros países.

-Bueno, espero no terminar sin ninguna parte del cuerpo, como que sepas donde están exactamente.

-Confía en mí. Se dónde deben estar. Lo que no sé es si me recibirán bien...

-¿A qué te refieres?

-Prefiero no recordar eso...

Pensando en lo dicho, fueron al edificio donde tenía ese sistema de tele transportación. Además de un lugar grande decorado como el resto de la ciudad, entrando y saliendo los paititianos a diversas partes del mundo, las cápsulas tenían el nombre del país o destino escrito arriba. Entrando a una, Jaguaret estaba un poco nervioso pese a disimularlo por no saber que podría pasar. Sin embargo, para su suerte, el proceso fue bastante rápido y nada doloroso cuando su compañera lo activo al presionar un botón dentro del sistema. Su cuerpo se desintegro rápidamente y apareció rápidamente en su destino.

El dúo primero llego a un callejón de Lagos, movilizándose entre sus grandes edificios para buscar a la primera persona que los ayudaría contra Sangrino; el adze vudú Olusegun. Hiendo a buscarlo en su hogar en el centro de dicha ciudad, siendo una tienda de chamanería y otros artilugios raros, lo encontraron acomodando unos al entrar. Olusegun era de gran altura, completamente calvo y de piel oscura, poseyendo ojos marrones con cejas negras. Su rostro estaba pintada de blanco en líneas tradicionales nigerianas. Vestía de camiseta manga corta negra y pantalón de deporte azul oscuro.

-¿¡Pauline!?-Dijo Olusegun en perfecto español, soltando un artilugio al ver sorpresivamente a su antigua compañera.

-Hola Olusegun-Respondió Pauline.

-¿Qué haces aquí? ¿Quién es el?-Pregunto Olusegun.

-Necesitamos tu ayuda, por favor-Complemento Jaguaret.

Tras explicarle la situación, fueron a buscar a su otra compañera; la raksasi Alisha, repitiendo el proceso para encontrarla pescando en el río Yamuna cercano a la ciudad de Nueva Delhi. De apariencia alta, solo un centímetro más baja que el nigeriano, poseía piel morena clara, hermosos ojos verdes, y pelo largo castaño oscuro recogido en una larga coleta, además del punto rojo en su frente característico de su gente. Vestía con camiseta manga corta celeste que dejaba ver su ombligo, como de short naranja corto, poseyendo aretes redondos plateados en sus dos orejas.

La raksasi se sorprendió por la inusual presencia de la pishtaco acompañada del runapuma, pero más que nada por la de su "viejo amigo".

-Que gusto en verte nuevamente Alisha-Pronuncio Olusegun feliz-Igual de hermosa como siempre.

-¿Pauline? ¿Olusegun? ¿Es un sueño verdad?-Pregunto Alisha también en perfecto español, un poco confundida por volver a ver a Pauline y Olusegun después de mucho tiempo.

-No vieja amiga. Por favor, necesitamos que nos acompañes-Dijo Olusegun ofreciéndole la mano de manera muy cariñosa, no pudiendo creer hasta ahora ella que volvía a ver al que fue su "amigo".

-Admito que ambos hablan muy bien español ¿Hablaran quechua fluido también?-Dijo Jaguaret.

De vuelta en Paititi, analizando la situación, y pese a las dudas que Jaguaret noto en los invitados, Olusegun y Alisha llegaron a la conclusión que, en base de magia, se podría curar a los infectados, tomando muestras de sangre para ello.

Sabiendo que no había otra alternativa, Jaguaret se dispuso a luchar nuevamente contra Sangrino al suponer que un nuevo choque en la recolección sería inevitable, pese a considerar Pauline la idea como un suicidio frontal, mientras, junto a compañeros recolectarían las muestras de sangre de los infectados.

Por más que busco por la ciudad, el nuevo cuarteto no pudo localizar al o el movimiento del pishtaco.

-Genial. Ahora ni sabemos dónde está exactamente.

-Podría estar en cualquier parte en realidad.

-Tras una fiesta de millonarios ¿A dónde iría un conde?

-Quizá a alguna vieja casona-Complemento la india.

-¿Por qué lo dices?

-Si es un conde antiguo, lo más normal y probable es que pueda estar en alguna-Respondió el nigeriano.

-Por supuesto, gracias, chicos-Dijo Jaguaret.

-Al fin alguien nos agradece a diferencia de otros-Respondió Olusegun refiriéndose a Pauline.

Esas palabras hicieron que por primera vez el jaguar viera en ella un rostro deprimido, al observar cómo sus excompañeros continuaban tomando distancia suya, no entendiendo el motivo detrás de eso.

En una casona colonial ubicada en el centro, la sede del Paraninfo de la Universidad San Antonio de Abad, en una habitación, Sangrino tomaba tranquilamente una taza de té en una tasa moderna, a la vez que era calentado por leña quemándose en una chimenea, sintiendo pronto cierta presencia.

-Nada mal en rastrearme. Me sorprende como te infiltraste sin que mis acompañantes o yo te detectara en lo que fue mi casona hasta que los jesuitas me la quitaron.

-No me gustan los halagos cuando lo hacen gente mala. Gracias a dos compañeros supe que estarías aquí por la importancia para la ciudad de este lugar-Saliendo de las sombras.

-¿Sabes por qué pude detectarte antes que tú lo hicieras? Gracias a que huelo y siento la grasa de otros recorrer su cuerpo-Señalando sus ojos-Supuse que serías un peligro desde que escuché tu leyenda.

-Iba a preguntar otra cosa, pero está bien.

-¡Ya basta de estupideces!-Expreso mostrando sus colmillos soltando su taza de té que se rompió en el suelo, preparándose Jaguaret enseñando sus dientes para el nuevo combate.

Fuera de la casona, el futuro nuevo clan custodiaba el desértico lugar, siendo golpeados por Pauline acompañada de Olusegun y Alisha, empezando a extraerles sangre por medio de la magia del adze, a la vez defendiéndose con más magia junto a Alisha, distrayéndolos la primera para tal fin.

Dentro de la casona, Jaguaret esquivaba los ataques de Sangrino, destruyendo parte del inmobiliario en el proceso. Aunque le fue más fácil esta vez contrarrestar los diversos ataques del Conde, como darle unos cuantos golpes para su sorpresa, aunque sin mucho daño por su aún mayor rapidez, estando más concentrado en distraerlo para darle tiempo a sus compañeros de actuar que en vencerlo mano a mano directamente.

Fuera del lugar, tras una complicada batalla y recolección por la gran horda, Olusegun finalmente había terminado de recolectar las muestras suficientes que necesitaba, escapando de la gran horda acechando por los edificios del lugar, avisándole por mensaje de texto a Jaguaret que la tarea estaba cumplida, retirándose no sin antes que el Conde tratara de retenerle, zafándose tras zarparle el rostro causándole gran dolor acompañado de un grito, viendo Sangrino que Jaguaret ya no estaba tras recuperarse con la regeneración de su rostro.

Molesto, pero no sobresaltado, salió al patio de la casona para dar un anuncio a lo que suponía seria su nueva familia o clan.

-No importa lo sucedido. Además, tenemos algo más importante que celebrar-Dijo retirándose sonriendo a sus aposentos, acompañándolo algunos de sus esbirros.

El antídoto, ayudando Pauline en lo que podía en su elaboración para sorpresa de ambos, tras que Jaguaret hiciera tiempo entrenando recordando las habilidades de Sangrino, finalmente estuvo listo tras darle los últimos toques al polvo el adze y la raksasi al agregar las muestras de sangre obtenidas como elemento final.

-Aún tenemos que descubrir donde se oculta.

-¿Alguna idea?

-¿Y si rastreamos los cadáveres de los jóvenes desaparecidos? No se han puesto a pensar que quizá Sangrino despertó por ellos.

-Buena idea. No sé cómo no se me ocurrió antes.

Sin embargo, algo parecía aun rondar la mente de ambos, notándolo Jaguaret.

-¿Sucede algo chicos?

-Solo aceptamos venir con ustedes por la seguridad de la gente, no por Pauline.

-¿Cómo no sabemos que no nos traicionará nuevamente?

-¿Qué? ¿De qué están hablando?-Pregunto el jaguar intrigado.

-Nos conocimos en la adolescencia como parte de un programa de intercambio entre nuestras sociedades.

-Le dimos nuestra confianza como compañeros de entrenamiento, y a la primera nos apuñalo por la espalda al dejarnos moribundos sin más en nuestra primera misión afuera.

-¿¡De verdad hiciste eso!?-Dijo Jaguaret sorprendido por lo que ambos decían sobre su compañera.

-Si. No lo voy a negar. Entiendo chicos que duden de mis intenciones. Pero deben entender que fue en ese entonces por mi orgullo y soberbia que tenía en ese entonces. Se que no es excusa, y que ni de chiste justifica lo que hice. Cuando me enteré de que estaban vivos, no tuve cara de ir a disculparme por la propia vergüenza que sentía y siento hasta hoy. Si no las aceptan, está bien, no merezco su perdón, pero por favor, no dejen que todo el Cusco se llene de ellos por eso.

Viendo la situación, Jaguaret decidió interceder a favor de ella-Chicos, sé que no nos conocemos mucho, pero también eh cometido errores en el pasado de los que no estoy para nada orgulloso, pero eh aprendido a superarlos para seguir adelante pese a que los errores siempre estarán allí. Mi último error fue ser demasiado terco y orgulloso, y ella, pese a lo molesta que pueda ser a veces, me lo hizo ver. Por favor, chicos, así no la perdonen, no permitan que todos sufran.

-No era necesario lo de molestosa.

Las palabras de Jaguaret los hicieron pensar, preguntándose si debían hacer simplemente lo correcto o ignorar la situación solo por su problema con ella. Hablando en privado, pronto dieron su respuesta.

En su tumba, Sangrino proclamaba la reconstrucción de su clan, como que seguía la toma del Cusco como capital de su imperio. Un chillido ensordecedor hizo gritar a sus allegados, viendo a lo lejos que era Jaguaret al haber zarpado una pared de roca cercana. Arriba de la tumba, Pauline junto a Olusegun y Alisha estaban listas para lanzar el polvo antídoto a las grandes hordas.

-¡No te enseñaron a entrar por la puerta!

-No hay puerta aquí.

-Realmente admiro tu insistencia para ser alguien de tu especie. No había visto una así desde ese conde de Transilvania. Aunque no creas que me intimidas por tu terquedad.

-Es terquedad en realidad.

-Igual eso no te salvara esta vez ¡Encárguense de los otros! El runapuma es mío...-Retirándose sus sirvientes del lugar, el Conde enseño sus colmillos, respondiendo el runapuma con lo mismo, abalanzándose sobre él, que, aunque lo esquivo, rápidamente lo cogió del cuello apretándolo con gran fuerza, zafándose cortándole dicha mano, regenerándose al instante.

-¡Acabaré contigo por el bien de esta ciudad!

El conde dio un nuevo golpe que impacto en un pilar detrás suyo al esquivarlo, atacando rápidamente a Jaguaret, contrarrestando más sus ataques desde la última pelea, lanzándolo cogido de la cabeza hacia una pared tras moverse como si fuera un animal salvaje, tratando de golpearlo en vano siendo rematado de golpes. Aunque Sangrino ataco velozmente, Jaguaret fue más rápido en esquivarlo y golpearlo con una roca, dejándolo confuso, aprovechando para darle más golpes en el rostro y cuerpo, ocultándose en un rincón luego.

-¡No necesito verte Jaguaret, puedo oler tu grasa, y créeme que la disfrutare cuando la tenga en mi boca!

En el cementerio, Pauline junto a Olusegun y Alisha curaban a los infectados esparciendo el polvo. Aunque eran varios y atacaban a montones, la astucia y rapidez del trío femenino supo curar a varios, empezando a preguntarse Pauline como les estaba hiendo a Jaguaret con Sangrino allá abajo.

En su tumba, Jaguaret había llegado a la conclusión que no podría, al menos por el momento, vencer al Conde. Pese a eso, una idea paso por su cabeza al respecto de esquivar o atacar la chicha.

-Claro. Hay cosas que tenemos que esquivar y no podemos combatir. Eso me da una idea.

Sangrino finalmente encontró a Jaguaret, cortando la columna de arriba, moviéndose trepando por los pilares naturales, siendo sorprendido por el Conde, casi cayendo a unas púas naturales debajo de no ser por equilibrar su cuerpo para evitarlo. Gruñendo el Conde en colera, Jaguaret ahora sabía lo que tenía que hacer para salir de esa situación; entretenerlo para darle tiempo a sus compañeros de acabar con su ejército. Por ello, continuo movilizándose por el lugar con Sangrino a sus espaldas.

De vuelta en el cementerio, las chicos terminaban de curar a toda la horda, pese a que algunos intentaron desarmarlos al haber notado que el polvo los volvía a la normalidad, notando un curioso efecto que el nigeriano e india pusieron al hacer el antídoto al no recordar el por qué o el que hacían en tal lugar una vez volvieron a ser humanos.

En las catacumbas, Jaguaret continuaba huyendo de Sangrino entre las grandes rocas, impacientándolo un poco.

-Deja de huir como un cobarde runapuma.

-Lo dice el que acabo con la vida de inocentes.

Detrás suyo, el Conde salió de una pared rocosa. A pesar de que Sangrino era rápido, había prestado más atención a sus movimientos, logrando darle más golpes y zarpazos variados junto a esconderse entre las rocas, logrando confundirlo un poco.

Aún habilitado para luchar, aunque lastimado no de gravedad, Sangrino intento llamar a los suyos, solo para darse cuenta de que ya no poseía sus tropas.

-¡Ríndete! Ya no tienes ejército.

-Un noble no se rinde nunca-Sonando su voz como un eco por todo el lugar.

Inesperadamente salió de la tierra, cogiendo el cuello de Jaguaret estando a punto de morderlo, de no ser por la llegada de sus compañeros que le lanzaron al rostro el polvo antídoto.

-¡Prueba un nuevo tipo de grasa conde!-Dijo Jaguaret zafándose de su agarre al patearlo en el pecho.

Retorciéndose de dolor, el jaguar tuvo al fin un pequeño tiempo para respirar tranquilamente, siendo atendido por sus compañeros, pareciendo que el propio Conde se volvería humano, de no ser por soltar una malvada risa de burla ante sus caras sorprendidas.

-Tus compañeros habrán curado a mis sirvientes humanos de su transformación. Pero ninguna magia o medicina puede curar un ser nacido sobrenatural-Quitándose con sus manos todo el polvo de su rostro.

Sabiendo que su plan había sido arruinado, como viendo que estaba también herido, solo tuvo que retirarse molesto.

-Habrán destruido mi intento de reconstruir mi clan, pero no crean que eso me detendrá. La próxima vez no parare hasta alimentarme de su patética grasa que arrancare de sus miserables cuerpos-Expreso desapareciendo lentamente entre las sombras.

-Déjenlo ir. No molestara una temporada por su débil estado-Dijo Pauline.

-Hay que estar más preparados para la próxima-Dijo Alisha.

-La próxima si lo venceré-Dijo Jaguaret apretando el puño.

No habiendo tenido nuevas noticias sobre Sangrino las horas siguientes, el grupo regreso tranquilamente a Paititi, mientras los millonarios no pudieron explicar que hacían en ese cementerio al no recordar nada, concluyendo la policía que todo se trató de cosas de entre millonarios. Los cadáveres de los chicos, como del vigilante, fueron rápidamente encontrados al dar Pauline una llamada anónima a la policía sobre la ubicación de los cuerpos, aunque estos no pudieron determinar la causa exacta de muerte por el estado de los cadáveres, aterrándolos a la vista.

Reencontrándose con Makonde, recibiéndolos amablemente, Olusegun y Alisha anunciaron que se quedarían para ayudar en el rastro de las criaturas. Tras terminar de ponerse al día respecto a la situación, el líder de la ciudad les ofreció una habitación conjunta en su hogar, justo al lado de la de Jaguaret, donde se pusieron al día en privado.

-Estoy tan feliz de volverte a ver.

-Lo mismo digo yo. No ha habido ni un día donde no piense en ti.

-Se ve que Pauline ha cambiado realmente.

-Aun así, la vigilaré por si quiere pasarse de lista.

-Jajaja, no creo que falté. Hay que ayudarlos a solucionar todo ese caso.

-Concuerdo, es realmente raro la aparición de esas cosas, sobre todo por su descripción.

Sonriéndose, abrazados, tomaron asiento en la cama.

-Tengo que ponerme al día en tantas cosas contigo mi bella raksasi.

-Yo también mi adze, incluyendo otras cosas.

Sonriéndose, se dieron un apasionado beso, empezando a ponerse al día en todo sentido.

Por su parte, observando a Jaguaret entrenar solo en los grandes patios del palacio, sabiendo que debía aumentar aún más su velocidad como algo esencial e importante, Pauline apareció delante suyo ofreciéndose como compañera con su sola presencia.

-Gracias por hacer que me reconciliara con Olusegun y Alisha.

-No es nada ¿Cómo cambiaste?

-La conciencia no dejaba de molestarme. No te hubiera gustado conocerme antes.

-Es bueno saber eso.

-Necesitas una compañera de entrenamiento.

-Ya te ofreciste a la vacante.

Sin decirse más, entrenaron juntos en el patio. Pronto Makonde llego, sonriendo al ver como habían incrementado su lazo sus alumnos.

-Dale una oportunidad a este sitio y te gustara-Dijo Pauline.

Pensando profundamente en esas palabras, solo se limitó a decir-Lo pensaré-Dijo Jaguaret.

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