V Desaparecidos

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Era de noche en las afueras de la ciudad selvática de Paititi, la humana, no la ciudad-estado subterránea. En un campamento juvenil, mientras varios jóvenes cantaban alrededor de una fogata bajo la melodía de guitarra del cuidador, otros contaban historias de terror en otra fogata, y algunos simplemente ya se habían ido a dormir en las chozas residenciales del establecimiento, dos jóvenes de grupos diferentes, aprovechando que los dirigentes de sus respectivos grupos estaban distraídos entre ellos, se habían escabullido entre la frondosa selva alejada un poco del campamento, llegando cerca al río donde soltaron toda su pasión oculta, no faltando los besos y caricias de más, observándolo todo desde arriba de los árboles una figura, atenta a los movimientos que hacían.

-Al fin solos después de soportar tantas tonterías-Dijo el joven, besando apasionadamente el cuello de su también joven amante, bajando sus manos hacia abajo.

-Ahora si dámelo todo-Dijo ella, apretando su muslo contra su entrepierna.

El ambiente acalorado continúo unos segundos, empezando a desvestirse lentamente ambos con ayuda del otro, habiendo terminado de no ser por una voz conocida para el chico que sonó de repente.

-¿¡Qué demonios haces maldito mocoso!?-Dijo la voz conocida.

Tales palabras detuvieron el acto no iniciado de la joven pareja, principalmente por ser la presencia de una persona que realmente no esperaban ver en tal lugar.

-¿¡Mama, pero como estás aquí!?-Dijo el joven, vistiéndose apresuradamente ante su cara molesta.

-¡Ya sospechaba que para esto querías irte solo a la selva pervertido de porquería!-Grito la mujer en cólera.

-Señora, por favor cálmese, podemos explicarlo...-Dijo la joven también vistiéndose.

-¡Cállate mocosa de mierda!-Dijo la mujer levantando una de sus manos amenazando con golpearla.

-Aun no entiendo como de Ayacucho estás tan rápido aquí-Dijo el joven sin comprender como su madre había recorrido tantos kilómetros para estar en ese lugar.

-¡Cállate mocoso calentón!-Dijo la mujer jalándolo de la oreja llevándoselo como un niño hacia otra dirección, siguiéndolos la joven intentando aclarar todo, haciendo idos sordos la mujer, solo respondiéndole gritándole que la esperaría en el campamento para hablar muy seriamente con las autoridades que dirigían el lugar.

Caminando por la oscura selva, el joven trataba de disculparse, no prestándole atención su progenitora.

-Mama, perdóname por favor, déjame explicarte.

-Mejor no me digas nada mocoso. Cuando lleguemos a casa hay hablaremos junto a tu padre.

-Aun no entiendo como llegaste tan rápido-Dijo el joven aún con esa duda en su mente.

-¡Yo hago aquí las preguntas muchachito!-Dijo su madre sosteniéndolo violentamente de su camiseta para sorpresa de su "hijo".

Siguiendo la caminata, el muchacho empezó a asustarse un poco.

-Mama, el camino al campamento está al otro lado-Dijo el joven al saber el camino de donde había venido.

-¡Tu camina y deja de molestar si no quieres que te pegue! Encima te metes con una india-Dijo la mujer caminando.

Continuando la caminata nocturna, el joven poco a poco noto que en realidad no estaban dirigiéndose a ninguna parte.

-¡No estamos hiendo a ninguna parte, no te das cuenta mama!-Impeto el joven ahora asustado.

Su madre esta vez no le dio ninguna respuesta, siguiendo el camino como si no lo hubiera escuchado, enfocando toda su atención en el camino.

-¡Mama, contéstame por favor, a donde vamos!-Exclamo el joven asustado.

Sin seguir escuchando a su hijo, la mujer volteo a mirarlo con una mirada estática, no expresando ni la más mínima emoción a la vista, asustándolo mucho por ser la primera vez que veía a su progenitora de esa manera.

-Mama, por favor...me estas asustando-Dijo el joven, suplicando por saber qué era lo que pasaba.

Retrocediendo asustado ante el inquietante avance de su madre, el joven no pudo evitar tropezarse con una rama detrás, cayendo al suelo.

-¡Por favor, mama, ya no volveré a hacer eso!-Suplico el joven asustado.

-No soy tu madre estúpido...-Respondió la "mujer" con un tono de voz ronco.

La mujer empezó a cambiar grotescamente de forma, soltando un gran grito el joven que impregno la Amazonia ante el horror que presenciaban sus ojos.

Paralelamente, lejos de allí, en una nueva patrulla, Jaguaret y Pauline no habían encontrado ni una sola pista que los llevara al creador u origen de las criaturas tras revisar un montón de construcciones coloniales para su frustración y temor a su reaparición.

-Una noche más sin pistas-Expreso Jaguaret moviéndose por la ciudad.

-Es como si la tierra se los hubiera tragado realmente-Respondió Pauline haciendo lo mismo.

Movilizándose por los edificios, apoyándose sobre uno, encontraron forzando la entrada trasera de una tienda a, para su desgracia, dos viejos conocidos del jaguar.

-Otra vez ese dúo de idiotas.

-¿Los conoces?

-Por desgracia sí. Son Mariano y Joaquín, dos ladrones que recurrentemente eh encontrado.

-Están a punto de robar. Hay que detenerlos igual.

-Al fin algo de acción de tanto aburrimiento.

Estando a punto de entrar por la puerta trasera de tal tienda usando una palanca de autos, Mariano y Joaquín no esperaban que el ser que había detenido sus planes ahora acompañado apareciera arriba suyo para su temor tras que zarpara la pared debajo para llamar su atención.

-¡Otra vez tú! Sí que eres irritante ¿Porque no mejor me ayudas a robar en base a tu color de pelaje? Aunque admito que me gusta tu traje, a excepción de tu cara que es fea a mi gusto-Dijo Mariano, soltando seguidamente una enorme risotada que no causo gracia en el duo.

-Estoy harto de tus tonterías Mariano-Dijo Jaguaret.

-Te dije que era mala idea intentar robar esta tienda-Dijo Joaquín

-¡Cierra la boca y ayúdame con esto!-Ímpeto Mariano.

Saltando rápidamente detrás de ambos, se colocó en posición defensiva. Sin embargo, fue la fémina lo que llamó la atención de Mariano.

-Guau. Que mujer-Dijo Mariano mirándola arriba abajo con una enorme sonrisa y rostro de lujuria.

-Los delincuentes no son mi tipo-Respondió Pauline de brazos cruzados y cara de pocos amigos.

-Quizá te haga cambiar de opinión guapa-Dijo Mariano tocándose su entrepierna para desagrado de ambos-Quien diría que eras un casanova hombre jaguar. Debe apestar muy bien sus...

-Deja de mirarla así, de hablar estupideces y suelta esa palanca-Dijo Jaguaret.

-¿Esta? Muy bien-Dijo Mariano, arrojándola en dirección suya, deteniéndola Pauline con una mano-Sí que es de armas tomar, como me gustan-Expreso sonriendo lujuriosamente.

Exponiendo sus garras, justo a tiempo cuando Joaquín sacó un arma de fuego de su chaqueta, Pauline se la arrebato rápidamente, rompiéndola delante para temor del hombre, tumbándolo con facilidad en el suelo. Por su lado, el jaguar fue atacado por Mariano que usaba cuchillos dobles junto a una pistola. Aunque era veloz, haciendo frente hábilmente a ambos, esquivando inclusive muchos de sus ataques, poco pudo hacer para su mayor velocidad, cayendo al suelo como si nada tras un fuerte golpe, colocando su pie encima de su pecho.

-¿Alguna otra tontería que decir?-Pregunto Jaguaret

-¿Me puedo follar a tu amiga?-Respondió Mariano con una gran sonrisa de lujuria.

Tras dejar a disposición de la ley a ambos en una comisaria cercana, aunque sin saberlo la policía, regresaron a Paititi sin ninguna noticia, pista o señal de las criaturas. Más tarde el mismo día, en vez de entrenarlo, por orden de Makonde, acompañados de Olusegun y Alisha, tuvieron que limpiar como retirar con palas las heces de las granjas de llamas, las cuales eran el doble de tamaño que las normales, contando con palas, máscaras protectoras y guantes de látex para la actividad. Pese al asco inicial, no tuvieron de otra que hacer la actividad, hablando al respecto de las criaturas.

-¿Por qué hacemos esto?-Pregunto Jaguaret asqueado con todo el trabajo que estaban realizando, aguantando a su vez las ganas de vomitar.

-A mí tampoco me gusta hacerlo, pero Makonde dice que esto ayuda a generar más humildad-Dijo Pauline paleando el excremento.

-Otra noche sin respuestas para ambos-Dijo Olusegun haciendo lo mismo.

-Tienen que ocultarse en alguna parte. No pueden desaparecer así de la nada-Dijo Alisha también paleando.

-El colmo es que, como si la tierra las hubiera tragado, ni una sola de esas cosas ha vuelto a aparecer. A propósito, me parece raro que Makonde esta vez no me entrene-Dijo Jaguaret.

-Lo más probable es que este muy ocupado con sus concejales. Esas reuniones suelen demorar días enteros. Pero, no creas que por eso te libraste de una pequeña prueba-Dijo Pauline.

-¿Cuál?

-Bajo orden suya, y viendo que esas cosas no se han vuelto a presentar, saldremos esta noche al bosque para hacer una pequeña carrera para ver quién es más rápido. Así compruebo si realmente has aumentado tu velocidad-Dijo Pauline.

Ante la respuesta, Jaguaret guardo silencio unos segundos-No lo sé. No quiero imaginar que dirán si estamos solos en la selva-Dijo Jaguaret.

-Solo será un ejercicio de entrenamiento. Nadie tiene por qué saberlo. Además, soy la alumna estrella del líder, por tanto, puedo hacer ciertas cosas extras-Dijo Pauline quitándose la mascarilla, sonriéndole y guiñándole un ojo coquetamente.

Pareciéndole curiosa esa sonrisa, Jaguaret solo se limitó a decir-Si tú lo dices. Lo que sea con tal de salir de este establo.

-Pero será después que acabemos esto-Dijo Olusegun, asentando Alisha y Pauline con la cabeza para resignación del runapuma que creyó que saldría inmediatamente de ahí.

En el bosque de madrugada, se alistaron para la carrera en la oscura como inquietante selva amazónica.

-La selva es la parte que más me gusta de nuestro país-Dijo Pauline.

-Ya eh estado aquí antes. Aquí aprendí por mí mismo como moverme y cazar-Dijo Jaguaret.

-Y aprendiste muy bien sin perder tu raciocinio ¿Listo?-Dijo Pauline lista en posición para correr.

-Cuando quieras-Respondió Jaguaret también preparado para correr.

-Cuidado que te coma una Sachamama-Dijo Pauline un poco en burla-O un hombre caimán. Los ríos son donde los hombres caimán se aventuran.

Sin saberlo, eran observados desde un árbol por alguna cosa que se movilizaba por los árboles silenciosamente sin quitarles los ojos de encima.

Empezando la carrera, Pauline inicio con gran ventaja inicial, pisándole los talones Jaguaret muy atrás. Moviéndose rápidamente por el suelo, árboles y plantas altas, atravesando acantilados, ríos y pequeñas lagunas, sin querer asustando a uno que otro animal silvestre, como a una familia de osos bípedos parecidos al Oso pardo, pero más pequeños y de pelaje marrón claro, y al parecer algo civilizados, que degustaban mermelada de naranja, junto a una rata blanca y diversos criptidos salvajes, pasando por encima del caparazón de un Minhocao, una gran criatura similar a su extinto antepasado, el Gliptodonte, pero de caparazón flexible como su primo más pequeño, el armadillo. Atravesando la mayor parte de la amazonia en su carrera, el runapuma en parte igualo la velocidad de la pishtaco para su alegría.

En medio de la carrera, avisado de sus sentidos, el runapuma no pudo evitar detenerse al observar a un hombre anciano de rasgos selváticos similares a la etnia asháninca que lucía desesperado como harapiento, deteniéndose también ella al casi chocar contra él.

-¿¡Quienes son ustedes!?-Dijo el anciano impresionado por la realmente inesperada aparición de ambos para él.

-Descuide. No le haremos daño-Dijo Jaguaret tratando de calmar al hombre.

-¿Pueden ayudarme por favor? Mi hijo desapareció hace dos días en esta zona-Arrodillado suplicándole, que solo se hallaba sorprendido junto a su compañera.

-¿Dio aviso a las autoridades?-Dijo Jaguaret dándole una señal para que se levante.

-No quisieron ayudarme. Me tomaron por loco cuando les dije que una criatura se lo llevo.

-¿Qué criatura?-Pregunto Jaguaret curioso.

-El...Chullachaqui...-Respondió el anciano con temor.

-¿El Chullachaqui?-Volvió a preguntar Jaguaret por ese extraño nombre que escuchaba por primera vez.

-Es una criatura mitológica amazónica. Dicen que cambia de forma a un ser querido de su víctima para engañarlo y llevárselo al bosque para perderse-Respondió Pauline.

-Siempre escuche un poco de él en Cusco por medio de ciertas historias que a veces escuchaba de los transeúntes-Dijo Jaguaret.

-¡No es ningún mito, es real yo vi cómo me quitaba a mi retoño de mi brazos!-Expreso el anciano aterrado.

-Cálmese por favor señor, lo ayudaremos a encontrar a su hijo-Dijo Pauline.

-¡Muchas gracias de verdad, se los agradezco mucho!-Abrazando fuertemente a ambos para su sorpresa, sobre todo por el hecho que un humano normal habría salido aterrado de su presencia, por más que hubieran intentado ayudarlo.

De esa manera, sabiendo que recuperar al joven era ahora lo más importante, el anciano los guio por las locaciones en donde estuvo con su hijo antes de su desaparición, suponiendo Jaguaret que quizá el joven pudo haberse extraviado para que la criatura lo captara, cosa que el anciano desmintió al decir que siempre había estado con él. Pauline pregunto cuando fue que vieron a la criatura, no recordándolo el hombre, solo diciendo que cuando despertó su hijo ya había desaparecido.

Siguiendo el rastro, Jaguaret pensó que no tenía mucho sentido lo que el hombre decía sobre que aviso a las autoridades, tomando en cuenta la enorme distancia que había hasta la ciudad más cercana de la selva. Pauline, por su lado, también pensaba en las inexactitudes de la historia del hombre, aunque no conociera a la criatura descrita, por solo recordar su descripción hecha por su compañero, principalmente en que tomaba la forma de alguien conocido de la víctima, no siendo el caso del anciano que ni recordaba cómo había sucedido todo.

Deteniéndose brevemente cerca de un río, ambos vieron un poco horrorizados como el hombre cogía una simple rata que pasaba rápidamente para alguien de su edad, devorándola viva en frente suyo como un salvaje desenfrenado, aumentando las sospechas de ambos que algo no cuadraba con lo que sucedía, ya que el hombre no llevaba ni una semana en el lugar para tal comportamiento. También notaron que el anciano parecía tener una especie de aversión al agua, sobre todo la de los ríos cercanos.

Habiendo estado caminando sin rumbo fijo casi una hora, ambos empezaron a dudar de lo que sucedía.

-Oiga, hemos estado caminando en círculos-Dijo Jaguaret.

El anciano no respondió, continuando caminando sin prestarle atención.

-¿Qué es lo que pretende anciano?-Pregunto Jaguaret.

No hubo ninguna respuesta, siguiendo caminando como si no tuviera acompañantes.

-¡Responda! ¿A dónde diablos nos está llevando?-Dijo Pauline exigiendo una respuesta.

Entrando por una cueva, oscureciéndose el ambiente, todo empezó a temblar de repente de manera muy fuerte. Los enormes desprendimientos caían sobre el lugar, y aunque tanto Jaguaret como Pauline pudieron esquivarlas abriéndose camino por la cueva, no pudieron evitar que más rocas cayeran encima, sepultándose el lugar, notando como el anciano misteriosamente ya no estaba en el lugar desde que empezó el temblor.

Despertando aturdido, Jaguaret noto que había sido separado de Pauline al no verla a su lado.

-¿Pauline? ¿¡Pauline!? ¿¡Estás ahí!?-Pregunto Jaguaret preocupado por su compañera.

Preocupado, se movilizo con un poco de dificultad por las grandes rocas en el suelo, teniendo que usar sus puños para romper algunas. A lo lejos, vio lo que parecía ser ella, no teniendo ningún daño visible.

-¿Pauline? ¿Estás bien?-Pregunto Jaguaret preocupado por ella.

-¡Desde cuando te interesa si estoy bien!-Respondió "Pauline" molesta.

No termino de cuadrarle esa actitud reciente de su compañera al no recordarla desde que la conoció.

-¿Disculpa?-Pregunto Jaguaret extrañado por esa agresividad de la pishtaco.

-Bueno, al menos llegaste temprano. Ya vámonos, no quiero estar más en esta pocilga por ti, aunque Paititi tampoco es la gran cosa-Dijo "Pauline", retirándose de su vista.

-Pero si fue tu idea venir hasta aquí-Dijo Jaguaret.

-¿¡Ahora es mi culpa!? No me espero de lo arrogantes que son ustedes los runapuma. Y ya vámonos, ya tengo suficiente con tu sola presencia-Dijo Pauline de lejos.

Movilizándose, aun no terminaba de comprender el cambio radical de actitud de Pauline, diciéndole pedantemente que se alejara un poco guardando su distancia de ella.

En otro lado de la cueva, la verdadera Pauline estaba buscando rastros de su compañero tras la gran conmoción.

-¡Jaguaret! ¡Jaguaret! ¿¡Dónde estás!?-Pregunto Pauline preocupada por su compañero.

No respondiéndole nadie, continúo buscando, no esperando que este apareciera detrás, dándole un pequeño susto.

-¿Qué pasa hermosa, te asuste?-Dijo Jaguaret sonriéndole enormemente.

-Estaba preocupada por...espera ¿Me dijiste hermosa?-Dijo Pauline, extrañándole esa rara actitud romántica del runapuma.

-Si ¿Nunca te lo habían dicho cariño?-Dijo "Jaguaret":

Esa actitud tomada la desconcertó, nunca habiéndole hablado antes así, ni siquiera cuando se conocieron.

-Bueno linda, no nos quedemos aquí, puede perjudicar tu cutis-Dijo "Jaguaret".

Empezando a caminar, Pauline quito el brazo de Jaguaret al intentar pasarlo a su hombro izquierdo.

-Oye ¿¡Qué rayos te sucede!?-Pregunto Pauline.

-¿Sucede de qué?-Dijo "Jaguaret".

-Te estas comportando demasiado encimoso-Dijo Pauline.

-Bueno, quizá es hora de romper el hielo no crees-Dijo Jaguaret.

-Solo-Dijo Pauline marcando distancia con sus manos-Mantente lejos ok.

Sumamente confundida, camino junto al cambiado Jaguaret, que aun trataba de acercarse a ella violando su espacio privado.

Fuera de la cueva ambos, Jaguaret sobre una pequeña colina y Pauline debajo, no dejaron de notar los extraños comportamientos del otro. Pauline se comportaba demasiado diva, quejándose del ambiente como del lugar y por casi cualquier cosa que viera, mientras Jaguaret no dejaba de estar coqueto con Pauline, incomodándola mucho al estar demasiado cerca de ella. No fue hasta que ambos notaron por la luz de la luna que el otro tenía patas de cabra, no dudando Jaguaret en lanzarse al ataque.

-¿¡Qué diablos te pasa!? ¡A mí me respetas idiota!-Exclamo molesta "Pauline."

-Ya intuía que algo raro pasaba. Tú no eres Pauline-Dijo Jaguaret confirmando sus sospechas.

-¿Que? ¡Claro que soy Pauline idiota!-Dijo siendo grosera nuevamente.

-¿Ah sí? Dime entonces tu apellido-Pregunto Jaguaret.

-Ehm....¿Brandeburgo?-Dijo ella con cierta confusión en sus palabras.

Tras esa respuesta, con sus garras al aire se abalanzo sobre la impostora, a duras penas esquivando sus ataques.

-Se quién eres, Chullachaqui-Dijo Jaguaret ya sabiendo de quien se trataba en realidad su acompañante.

Sin más opción, la Pauline falsa se desvaneció, retrayendo su piel dentro de su propio cuerpo, apareciendo en su lugar un ser monstruoso de color gris oscuro, tamaño medio, patas de cabra, ojos negros, orejas puntiagudas y dientes en forma de colmillo sobresaliendo de su boca.

-Ok. Me descubriste—Dijo la criatura con una voz un poco chistosa, aunque el jaguar y la pishtaco no estaban de humor para reírse de ella, y menos era el momento para reir.

Por su lado, sabiendo que el verdadero Jaguaret no se encontraba con ella, le hizo una pequeña pregunta para terminar de comprobarlo.

-Oye, ¿recuerdas cómo nos conocimos?-Dijo Pauline, queriendo sacarse la duda de encima respecto al comportamiento de Jaguaret.

-Si. Estabas solita en el bar y yo te saque a bailar-Dijo "Jaguaret".

Solo con esa respuesta, ataco al falso Jaguaret, esquivándolo por poco de acabar estampado contra la pared.

-¿Dije algo malo hermosa?-Dijo "Jaguaret".

-Tú no eres Jaguaret, y creo sospechar tu identidad real-Dijo Pauline.

Como paso con el verdadero Jaguaret, el falso Jaguaret cambio su apariencia a la del Chullachaqui.

-De acuerdo, ambos me descubrieron-Dijo el Chullachaqui.

-¿Ambos?-Preguntaron Jaguaret y Pauline a la vez, pese a no saberlo por las rocas que los separaban.

-Tu amigo/amiga está conmigo en otro lugar-Dijo el Chullachaqui.

-Con que también te divides a ti mismo además de cambiar de forma-Dijo Jaguaret.

-Correcto-Dijo el Chullachaqui.

-Pero ¿Por qué?-Pregunto Pauline en su lado.

-Disfrute personal. Adoro ver a la gente suplicar por volver a casa. Me hace feliz ver las expresiones de llanto, desesperación y soledad en sus rostros.

-Estas sumamente enfermo...-Dijo Pauline.

-¿Por qué rayos adoptaste la forma de un anciano?-Pregunto Jaguaret.

-Al no ser humanos, no conocía ningún familiar cercano para engañarlos, por eso tome esa forma para atraerlos hasta a mí.

-Y luego nos separaste por el temblor y adoptaste la forma del otro para continuar engañándonos. Buen plan, aunque fallaste en la personalidad-Dijo Jaguaret.

-Es de las pocas veces que cambio de forma a un ser sobrenatural después de mucho tiempo. No me critiquen. Son los que más se defienden. Esta vez hice una excepción como condición de alguien tras salir de mi encierro.

-¿Alguien? ¿Cuál alguien?-Preguntaron Jaguaret y Pauline paralelamente.

Lanzándose al ataque la criatura tras gruñir, se transformó en un pequeño y veloz ratón con el que lo evadió. Intentando detectar su olor para localizarlo sin resultado, Jaguaret fue golpeado sorpresivamente por el ente que había tomado la forma de un mono ardilla sudamericano, escapando rápidamente de su alcance por la selva. Molesto, se lanzó a perseguir al ente, que ahora había tomado la forma de un Gallito de las rocas, siendo difícil alcanzarlo no solo por su gran velocidad en ese estado, sino por cambiar constantemente de forma a varios animales como un armadillo, golpeándole su cara con su caparazón, un gallito de las rocas con el que lo evadió volando rápidamente, un cuy con el que logro abrirle la boca tras meterse en su ropa, jugando con su mandíbula como si de un cirquero con su cabeza dentro de un gran felino se tratara, de una zarigüeya, dándole pequeños latigazos en su rostro con su cola, etc., complicándole mucho la tarea en agarrarlo o golpearlo directamente.

Pauline tampoco había tenido mucha suerte. La astucia del Chullachaqui en cambiar a diversas formas animalescas complicaba demasiado sus ataques, cosa que el Chullachaqui aprovechaba para asestarle diversos golpes o hacerla confundir con sus constantes cambios de forma.

No fue hasta que accidentalmente, en su emoción, ambos Chullachaqui cayeron a pequeños charcos de agua, viendo como dicho ser se retorcía de dolor al estar en contacto con tal elemento natural. Ahora conociendo lo que le afectaba, se las ingeniaron para mojarlos todo lo que podían, usando otros charcos cercanos al patearlos directo a ellos, aunque aun siendo un poco complicado por la velocidad variable del ente.

Desesperado, el Chullachaqui tomo la forma de sus contrincantes. En principio este supo igualar como hacerles frente, pero con el transcurrir de la batalla, la balanza se tornó en favor de Jaguaret y Pauline por solo mimetizar sus cuerpos, pero no sus habilidades o experiencia. En medio de la batalla, descuidando su espalda, Jaguaret cayó cuesta abajo por la colina junto a su par falso, desapareciendo al caer encima suyo, siguiendo su pelea Pauline con su contraparte falsa hasta llegar justamente en la misma posición en la que yacía.

Levantándose, se confundió por las dos Pauline que veía forcejear intensamente. Jaguaret no sabía a quién atacar con exactitud al ser verdaderamente idénticas, temiendo dañar a la correcta.

-¡Atácala Jaguaret!-Expreso una.

-¡Atácala a ella, es la impostora!-Expresa la otra.

-¡Miente, quiere engañarte, atácala!-Expreso la primera.

-¡Ella es la mentirosa!-Expreso la otra nuevamente.

No sabiendo a quien creerle, ni siquiera pudiendo avisarle sus sentidos, una Pauline hizo el gesto de silencio con un dedo en la boca, mientras la otra coquetamente le guiño el ojo. Sabiendo ya quien era la verdadera, baño en agua a la impostora para luego zarparla en el rostro, rebelándose como un herido Chullachaqui.

Aprovechando su estado, sometieron a golpes al engendro, que poco podría hacer para defenderse al continuar absorbiendo su cuerpo el agua. Lastimado, acorralado como vencido, sin más opción, el Chullachaqui salió corriendo hacia la selva emitiendo un chillido de dolor similar a un murciélago lastimado, no persiguiéndolo el dúo.

-¿Estás bien Pauline?-Dijo Jaguaret, notando ella como dijo eso en un tono preocupado, siendo la primera vez que lo hacía de esa manera.

-Sí, gracias ¿Tu?-Pregunto Pauline devolviéndole el favor y en cortesía.

-Bien. El Chullachaqui no fue mucho problema como creía-Dijo Jaguaret.

-¡Ayuda por favor!-Dijo una voz en alguna parte.

-¡Sáquennos!-Complemento otra.

Escuchando dichos gritos, detectando que venían de una cueva oculta tras una gran roca que la tapaba, Jaguaret la movió de una sola patada, mostrándose a todos los chicos en estado sucio y descuidado que el Chullachaqui había capturado, estando estos un poco asustados por lo sucedido.

-Tranquilos muchachos. Venimos a sacarnos-Dijo Jaguaret.

-No tengan miedo. Entendemos su estado-Dijo Pauline ofreciéndoles la mano, negándose muchos de ellos por temor, aunque otros la aceptaron aún con dudas.

Minutos luego, tras alertar a la policía gracias al celular de Pauline con señal plena a casi donde fuera, los jóvenes finalmente fueron puestos a resguardo. Aunque la ley no creyó en su testimonio de haber sido raptados por una figura sobrenatural, creyendo que todo era alucinación de los pobres jóvenes por haber estado encerrados tanto tiempo, como que los responsables en realidad habían sido secuestradores o subversivos. Encima de una colina, Jaguaret y Pauline caminaban de regreso.

-Esa cosa supo jugar muy bien con nuestra mente-Dijo Pauline,

-Y anular mis sentidos que alertan el peligro. Pero, aun así, si no hubiéramos venido, no hubiésemos sabido de lo que hacía en estos lares-Dijo Jaguaret.

-Es cierto. Al menos ya aprendió a no meterse con nosotros-Dijo Pauline-Aunque leí por ahí que el Chullachaqui es terco. Quizá lo volvamos a ver dentro de poco-Complemento Pauline.

Inesperadamente, la pishtaco se echó a reír fuertemente, llevándose las manos al estómago, para sorpresa de Jaguaret-¿De qué te ríes?-Pregunto.

—De su voz tan chistosa—Dijo para continuar riendo.

Sin más que hacer, Jaguaret también se rio de recordarla, aunque más moderadamente—Admito que realmente hablaba chistoso.

—Parecía que tenía un pájaro atorado en la garganta—Dijo Pauline entre risas.

Su caminata, calmándose Pauline en su risa en el pequeño camino, termino al llegar a un risco, viendo ambos el hermoso ocaso que cubría la gran selva amazónica al frente de sus ojos.

-Por cierto, aún no has medido mi velocidad-Dijo Jaguaret.

-Será luego. Estoy un poco agotada por todo lo sucedido-Dijo Pauline.

-Honestamente, creo que Makonde no dijo nada sobre esto-Dijo Jaguaret.

-De acuerdo. Lo invente yo por mi curiosidad en ver cómo te había formado hasta ahora ¿Contento?-Dijo Pauline.

Jaguaret no dijo nada unos segundos, creyendo Pauline que había cedido a su petición. No espero que corriera primero para su sorpresa.

-¡Oye!-Reclamo ella.

-¡Tu dijiste que un verdadero guerrero no huye de una pelea!-Sonriéndole-Dijo Jaguaret a lo lejos.

Dando una sonrisa, le siguió por el camino a casa por la selva al retomar su velocidad. Lejos de allí, desde una montaña, ambos habían estado siendo observados por una criatura fundida entre las sombras, asechándolos silenciosamente como un depredador a su presa, dando la apariencia de una especie de lobo gigante con aspecto humano.

En el cementerio de Paititi, inusualmente, Makonde con sus propias manos estaba escarbando una tumba sin nombre, buscando algo al parecer de suma importancia. Tras una larga jornada, el líder de la ciudad pareció encontrar lo que buscaba.

-Debiste guardarlo mejor-Abriendo la colorida caja funeraria al clavar sus garras en la madera, estando vacía, encontró lo que buscaba.

Se llevó consigo unaespecie de libro, volviendo a colocar la puerta del ataúd, colocando con unasola pierna toda la tierra en su lugar antes de retirarse entre la oscuridad dela noche.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro