IX Cosecha de vísceras

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Una noche oscura, además de lluviosa, nuevamente había azotado la región, para mala suerte de una joven herida que se encontraba corriendo a duras penas en los bosques cercanos, volteando de vez en vez para asegurarse que algo o alguien la estuviera siguiendo.

Herida gravemente en la pierna, la joven se detuvo sollozando apoyándose en un árbol, arrancando parte de su polo para hacerse un torniquete en la pierna, dando un gran grito por el dolor causado que inundo rápidamente el ambiente. Empapada, asustada, hambrienta y con el único deseo de escapar del horrible lugar en el que se había tornado el bosque, la joven se puso en pie dificultosamente para continuar andando.

Lo que no sabía es que su depredador ya se encontraba detrás, dándole un enorme susto al cogerla fuertemente con sus manos por detrás del árbol, arrastrándola consigo con sus desesperados gritos llenando nuevamente el ambiente, alejándola para tirarla al suelo como una gran bolsa de papas, aterrándola al instante con su enorme y macabra sonrisa.

-¿Te ibas tan rápido?

-¡Déjame ir maldito loco!-Expreso desesperada la pobre mujer.

-No puedo hacer eso.

-¡Me dijiste que me llevarías a casa!-Expreso nuevamente en shock ella.

-Nunca mencione viva.

-¡Déjame en paz, que diablos te hice!-Dijo ella completamente desesperada.

-Nada, solo es divertido sentir la adrenalina.

La mujer continuaba sollozante suplicando por su vida, no sabiendo que haría su perseguidor con el cuchillo que portaba en la mano derecha, acercándose amenazantemente, y aunque esta con una rama trato de atacarlo y/o apartarlo, el esfuerzo resulto inútil al coger el instrumento con la otra mano para romperlo con mucha facilidad.

-Qué suerte tienes que no mato a las guapas.

Mariano bajo lentamente el cuchillo, pareciendo que dejaría ir a la asustada mujer, de no ser porque rápidamente saco otro de un bolsillo, lanzándoselo directo a la frente, muriendo la fémina en el acto, cayendo violentamente su cadáver al suelo.

-Pero si mato a las feas como tú-Como si se hubiera tratado de un simple juego, guardo ambos cuchillos manchados de sangre en sus bolsillos, a la vez que contemplaba el cadáver de la mujer, más que nada, fijándose en sus senos y parte intima.

-¿¡Pero qué diablos hiciste Mariano!? Me dijiste que solo la perseguiríamos y la dejaríamos ir a propósito-Expreso Joaquín llegando un poco agotado a la horrorosa escena.

-Nada mal para mi primer asesinato ¿Verdad?

-Esto ya es enfermo y sádico.

-Que mal que no lo disfrutaste como yo.

Su compañero no dijo nada. De solo observar el cadáver de la mujer, Joaquín solo tembló por el remordimiento, observando como Mariano sonreía plácidamente, como si hubiera hecho una especie de obra de arte de mano propia, arrastrándola consigo a dirección desconocida en el oscuro bosque.

-Oye, ayúdame y no te quedes parado como imbécil. Para ser mujer pesa más de lo que creí.

Sin más opción, Joaquín cogió las piernas del cadáver, aguatándose las ganas de vomitar, como temblando en exceso sus piernas.

-¿Será la primera y última vez que lo haces verdad?

-Por supuesto amigo mío. Soy hombre de palabra-Pronuncio dando una gran sonrisa que aterro un poco a su amigo.

Haber asesinado a sangre fría a esa mujer, aparte de hacerlo sentir como si se hubiera quitado un gran peso de encima, hizo que Mariano finalmente se diera cuenta de su verdadera profesión mientras contemplaba sonriendo el cadáver de su primera víctima que ahora era arrastrada por su amigo.

Los días siguientes en Paititi fueron bastante tranquilos a pesar del tema principal de las criaturas. Además de visitar a un psicólogo acompañado de Pauline, las siguientes salas que Jaguaret atravesó se enfocaron en medir su resistencia, fuerza y agilidad. Para ello, el joven runapuma tuvo que soportar varios tipos de pruebas, como hacer abdominales de barra mientras Makonde le golpeaba el pecho con una gran llanta, cosa que lo hizo vomitar algunas veces, pelear contra runapumas mayores más experimentados, muchas veces muy cerca de ellos por orden del amauta, y correr tanto a cuatro como dos patas grandes distancias sobre las afueras montañosas de la ciudad decoradas con múltiples estatuas de piedra, pareciendo cada una contar una historia diferente, siguiéndole Makonde el paso para verificar la velocidad a la que iba por su cronometro personal. Aunque mostro cansancio en muchas de las cosas realizadas, Jaguaret dio todo de sí para superar cada una.

Un día, observando a su alumno entrenar movimientos de batalla en los jardines del palacio, Makonde se le acercó para hablarle de algo muy importante que desde el principio había querido decirle, sabiendo que ya era la oportunidad de contárselo.

-Muy bien alumno mío. Sabía que lo lograrías.

-Gracias amauta-Dijo deteniendo su entrenamiento personal-Realmente me eh estado acostumbrando a sus entrenamientos bastante duros, y sí que los resultados han valido la pena.

-Me recuerdas mucho a tus padres. Tu padre Pumaro tenía el esfuerzo constante y tu madre Zagari la objetividad.

Escuchar esas palabras hicieron que enfocara su atención en el líder de la ciudad-¿¡Conoció a mi padres!?-Expreso Jaguaret realmente asombrado por esas palabras.

-Más de lo que pensarías en realidad.

-¿Qué relación tenía con ellos?

-Fueron de mis mejores alumnos. Siempre sobresalían en todo lo que se les cruzara en frente. De hecho, así fue como se conocieron.

-No tenía idea que los conocía.

-Tus padres y yo fuimos grandes compañeros en varios momentos, principalmente en batalla. Se suponía que pronto te conocería cuando eras un cachorro, pero...

-Paso eso ¿Verdad?

-Si. Intente buscarte, pero no tenía ninguna información de donde podrías estar. Tampoco pude detectar tu olor al no conocerte, además de la gran población que reside en Cusco. Llegué a pensar que...también te habían asesinado...-Dijo Makonde recordando cómo años atrás busco al joven Jaguaret por la ciudad imperial, sin ninguna respuesta a la vista por más que hubiera buscado hasta en el rincón más recóndito de la ciudad.

-Lo entiendo ¿Cómo se enteró de mi existencia?

-Cuando escuche rumores de un jaguar gigante en Cusco hace un año, tuve esperanza inmediata que se tratara de ti. Fue cuando mande a Pauline a investigar para estar seguro.

Procesando toda la nueva información que la que ahora sabía, Jaguaret solo guardo silencio.

-Lamento no habértelo dicho antes. Quería que estuvieras listo para ello.

-No se preocupe. Es bueno saber algo más de ellos al fin, pero ¿Por qué se fueron de Paititi?

-Tu padre dijo que quería una vida más normal, alejado de todo lo sobrenatural, por tu madre y por ti principalmente.

-Gracias, amauta-Dijo haciéndole una reverencia en respeto, respondiendo él con lo mismo.

Surgiendo un pequeño silencio, Makonde nuevamente tomo la palabra-También, quería hacerte una pregunta.

-Claro. Dígame de que se trata.

-¿Cuando te unirás a mis concejales?

-¿Unirme a los concejales?-Expreso Jaguaret realmente con los ojos abiertos por esa pregunta que nunca espero que le hiciera.

-Se ha visto gran habilidad y poder en ti por todo lo ocurrido hasta ahora, a pesar de que no naciste aquí, y de algún y uno que otro problema que hayas causado con anterioridad. Por eso me pidieron que te lo diga.

-Tal idea nunca se me paso por la cabeza.

-Debes pensarlo. Todo habitante que muestre gran habilidad de pelea debe pertenecer a mis concejales. Es una ley de la ciudad.

-Honestamente no sé si deba.

-Aún tienes una semana para pensarlo. Realmente te pido que lo pienses bien, por favor. Sé que no quieres hacerlo por el deber que sientes como protector de Cusco. Realmente lo admiro, un verdadero hombre protege lo que le importa, y sus habitantes te importan.

-Bueno ¿Qué parte del entrenamiento sigue? ¿Acaso atravesare paredes o me haré de fuego o agua?-Dijo Jaguaret en forma de burla que hizo un poco de gracia a Makonde.

-Jajaja. No. Solo quería hablar eso contigo y ver cómo has avanzado. Puedes tomarte el resto del día libre.

Retirándose, pensó en lo dicho por su amauta, pareciéndole bastante extraña, como un poco sospechosa, esa nueva actitud suya. Pese a lo estricto que podía ser en los entrenamientos, Makonde también tenía sentido del humor como había notado hasta el momento, pero nunca, según incluso palabras de Pauline, dejaba un solo día sin realizar entrenamiento, a menos que una situación bastante grave como continua se presentase.

Más tarde paseando por Paititi, Jaguaret noto como la gente, pese a lo que estaba pasando, tenía una vibra bastante alegre. El sonido pegajoso de la música, proveniente de quenas, sampompas y tambores, como del baile representado por el huayno no pudo evitarlo hacerlo unirse, acompañando en su baile a una pequeña niña de su raza, animándolo los demás a bailar, antes de continuar caminando por las coloridas calles, ofreciéndole un comerciante amablemente una muestra gratis de comida; un gran pescado frito que engullo fácilmente. Observo como en una mesa Makonde jugaba algo parecido a ajedrez, pero con piezas de figuras extrañas en una mesa junto a tres de sus concejales en equipos de dos, mientras los demás comían o hacían diversas actividades variadas. Pasando por sus piernas en círculos unos niños portando cuetes, Jaguaret no pude evitar unirse a su diversión brevemente con una risa sincera. Pasando por otra calle, tres hermosas runapumas femeninas lo saludaron coquetamente, no sabiendo que responderles al estar un poco sonrojado por esa actitud suya, limitándose únicamente a saludarlas con una sonrisa nerviosa, para a continuación seguir caminando. Viendo más detenidamente la ciudad, ya no podía negar que le gustara, considerando ahora seriamente quedarse una vez terminara todo.

Uniéndose Pauline a su andar tras saludarse de beso, Jaguaret no pudo evitar comentarle una pequeña observación que había hecho, un pequeño detalle que antes no había notado al no haber salido mucho.

-Eh notado que no tienen autos ni vehículos de transporte ligero ni pesado.

-Muy grandes para estas calles, además, quien los necesitaría con las habilidades que poseemos. Solo los usamos para servicios como el limpiar basura. Cambiando de tema, necesito tu ayuda-Dijo Pauline.

-¿Qué pasa? ¿Sucedió algo? ¿Es respecto a esas cosas?-Pregunto Jaguaret alarmado por lo dicho por ella.

-Jajaja. Tranquilo manchas. No es nada grave-Dijo Pauline calmándolo, no pudiendo evitar darle un poco de gracia su actitud alarmista justificada-Dentro de dos días es el cumpleaños de Olusegun, y quisiera que me ayudaras con la fiesta sorpresa junto a Alisha. Quizá no es tu fuerte, pero quisiera que...

-Con gusto te ayudare, y más si se trata sobre algo de ambos. No creas que por mi carácter serio mayoría del tiempo soy aburrido.

-Lo sé. No sabía cómo reaccionarías la verdad.

-Oye ¿Y si Olusegun nos descubre?

-Espero que no. Alisha me dijo que lo distraería. Hasta el amauta está ayudando, si no, porque crees que no entrenaron ambos hoy.

-(No creo que haya sido por eso solamente)-Pensó Jaguaret antes de responder-Mejor dejemos de hablar y pongámonos manos a la obra.

De ese modo, empezaron a obtener las cosas necesarias para el evento personal, pasando por las tiendas de comida de Paititi.

En una gran hacienda colonial que parecía localizada en las afueras, como si nada hubiera pasado la noche anterior, Mariano tranquila y relajadamente tomaba una ducha, saliendo finalmente tras sacudirse para dejar caer el agua en exceso sobre su cuerpo. Colocándose una toalla alrededor de la cintura, se puso unas sandalias preparadas para la ocasión, encontrándose con su padre que lo esperaba fuera con una cara poco amigable, aunque para el hombre poco importaba al ignorarlo para secarse con otra toalla cercana.

-¿Dónde demonios estabas anoche?

-Ya empezaras con tus interrogatorios. Hubieras sido un buen policía padre.

-Responde y deja de payasear ¿Dónde estabas anoche?

-Solo paseaba un rato ¿Tiene eso algo de malo?

-Tiene 30 años Mariano, yo a tu edad ya trabaja. La hacienda está en quiebra y no te importa ¿¡Cuándo maduraras!?

-Depende a que te refieras con madurar. Quizá sea con tu pasadizo en particular.

Sin darle importancia, Mariano camino hacia afuera, deteniéndolo su padre al sostenerlo fuertemente de una mano.

-¿¡A dónde diablos vas ahora!?

-No te interesa-respondió Mariano zafándose indiferente del agarre para retirarse del cuarto, dejando pensativo a su iracundo padre hacia donde iría su rebelde hijo.

De vuelta en Paititi, Pauline enseñaba a Jaguaret a preparar la masa para hornear el futuro pastel. Tuvieron unos cuantos incidentes al no saber cómo echar la harina sin esparcirla por el ambiente, cubriéndose de harina para risa de la pishtaco y molestia suya, el tampoco saber la cantidad de agua necesaria para alivianar la masa, y menos el saber cómo exactamente mover el cucharon para suavizar la mezcla. Todo el proceso le tomo todo cinco intentos hasta llegar a un resultado satisfactorio según su compañera y/o maestra.

-No esperaba que fuera más difícil de lo que imaginaba.

-Es la falta de costumbre. Pensé que ya sabrías, aunque sea lo básico por vivir tanto tiempo solo.

-Se freír cosas, pero no a hornearlas. Tuve que aprender a hacer mi propio alimento, como en ser autodidacta en cada situación posible.

-Imagino que te habrás quemado con el aceite en tus inicios.

-Jajaja. Que graciosa.

-Estoy segura de que todo saldrá delicioso realmente.

-Más por tu mano que por la mía.

No esperándolo, Alisha entro desesperada al lugar llamándolos, tranquilizándola ambos.

-Tranquila Alisha ¿Qué sucede?

-No me digas que Olusegun se enteró.

-¡No! ¡Esto es realmente grave!

-¿Qué sucede exactamente?

-Van a...tener que verlo ustedes...-Dijo la raksasi con sumo desagrado en su voz, preguntándose el runapuma y la pishtaco que era lo que había visto para dejarla en ese estado.

En el lugar de los hechos, el bosque, el grupo encontró una de las cosas más horrendas que no pensaron ver ese día; el cadáver completamente masacrado y descuartizado de una mujer. El estado del cadáver era tan horrendo y con signos de haberse practicado un montón de cosas con él que no había palabras para describirlo por parte de los testigos.

-¿¡Pero quién demonios hizo esto!?-Pregunto Pauline sumamente asqueada con una mano en la boca, aguantando las ganas de vomitar. El resto estaba igual.

-No sabemos si fue alguna criatura-Dijo Olusegun con Jaguaret acercándose para ver más de cerca el cuerpo, a pesar de las náuseas que sentía como el resto-¿Quién y cómo lo encontraron?-Pregunto Jaguaret.

-Exploradores-recolectores. Creyeron que se trataba de un animal al principio hasta que se acercaron-Dijo Alisha.

-¿Quién rayos pudo hacer esto?-Pregunto Jaguaret.

-Un completo demente a mi parecer-Respondió Pauline.

-¡Esto lo hizo un verdadero monstruo!-Dijo Olusegun.

-Comúnmente los más salvajes se comen hasta los huesos de lo que encuentran, y no dejan los cadáveres tendidos como este, además de no hacerle otras cosas... ¿Alguien más lo ha visto Alisha?-Pregunto Pauline.

-No. Probablemente ni la policía sepa que desapareció.

-Llámenla entonces. No tenemos mucho más que hacer-Dijo Jaguaret.

-En serio pienso que un verdadero monstruo hizo esto-Dijo Olusegun.

Horas después, la prensa cusqueña dio lujo de detalle del siniestro y brutal asesinato descubierto. La policía no hallaba ninguna explicación a quien o que pudo causar atroz suceso. Postularon igualmente varias teorías, siendo la más aceptada que la muerte fue causada por una manada de pumas o jaguares, aunque estos animales jamás cazaran en grupo, tampoco explicando el por qué el cadáver tenía indicios de habérsele practicado otras cosas según la necropsia dada a los medios.

Por su parte, Jaguaret y su equipo tampoco tenían idea quien o que pudo causar semejante suceso. Aunque estaba seguro de que el causante no era un ser sobrenatural o criptido, Pauline discrepaba un poco, sobre todo por el nivel de brutalidad ejercido. Dejando que Alisha siga distrayendo a Olusegun, el dúo salió esa misma noche para buscar algo que los llevara al asesino.

En su hacienda, Mariano se había cambiado elegantemente tras perfumarse y peinarse como si estuviera a punto de ir a una fiesta de alta sociedad, dando una gran sonrisa en su espejo personal.

-Esta es tu noche Mariano-Se dio pulgares arriba, pasando a retirarse de su habitación con alto ánimo, antes susurrando algo-Me comeré a ese jaguar...

En una oscura calle, un joven de tez cobriza jugaba tranquilamente futbol con sus amigos en una cancha para tal deporte. Tras anotar el ultimo gol uno de los equipos, los amigos se despidieron tras ver lo tarde que era, cogiendo sus cosas retirándose seguidamente tras despedirse, sabiendo del peligro que acechaba las calles con el asesinato. Dirigiéndose hacia su hogar, el muchacho no sabía que Mariano desde las sombras ya le había puesto el ojo, siguiéndolo sin que lo notara.

Movilizándose por la ciudad buscando alguna nueva pista que los llevara al asesino, Jaguaret y Pauline discutían al respecto del culpable del reciente homicidio.

-¿Qué clase de ser pudo ser tan cruel para hacer algo como lo que vimos en la mañana?-Pregunto Jaguaret.

-No se me viene nada a la mente honestamente. Y eso que eh visto casos más horribles que ese-Dijo Pauline. Pensándolo bien, se le vino a la mente algo que antes no se le ocurrió-Y si, quizá...¿Lo hizo un humano?

-¿Un humano? No se me vino a la mente antes-Dijo Jaguaret-Eh combatido muchos que hacen cosas malas, pero no ah ese nivel.

-Créeme, los que has combatido son ángeles comparados al que hizo eso. El humano tiene una naturaleza cruel cuando quiere-Dijo Pauline.

-Lo sé, no soy tonto ¿Acaso crees que no se sobre asesinos seriales?

-No insinuó eso, solo que...

Los sentidos de Jaguaret empezaron a sonar al escuchar que alguien estaba pidiendo ayuda por medio de gritos ahogados lejos de allí. Pero lo que llamó más su atención fueron el reconocer las palabras del violentador, gruñendo al saber de quien se trataba.

Casi cerca de su hogar, Mariano finalmente había emboscado al asustado chico, sosteniéndolo fuertemente tapándole la boca con una mano, sosteniendo con la otra un gran cuchillo, presenciando únicamente la escena una rata blanca que pasaba por allí.

-Tranquilo jovencito. Te ofreceré algo mejor que toda la droga del mundo-Frotando el cuchillo en su cara ante su mirada de terror.

-Déjalo ir Mariano-Respondió Jaguaret saliendo de las sombras.

-¿Y qué me pasara si no lo hago? ¡Qué bueno que al fin aprendiste a hablar uno de mis idiomas!-Respondió el homicida sin dejar notar ningún rastro de temor en su rostro, como el que si tenía su intento de víctima.

Dando un gruñido, desenvaino sus garras, cosa que hizo poca gracia al asesino.

-¿Hasta ahora crees que tus garritas o colmillos de monstruo me asustan?-Acercando más su cuchillo al cuello del asustado joven.

Viendo la situación, abrió un poco la boca-Ni se te ocurra. Si te lanzas al ataque, también lastimarás al joven ¿Y no creo que quieras eso verdad?

(-Rayos. Realmente me tiene acorralado sin atacar. Tampoco puedo dividirme y rodearlo y menos cogerlo rápidamente o usar bioelectricidad, si hago eso, su rehén corre peligro de morir).

Cerca, pero a distancia considerable, encima de un tejado, Pauline se preparaba para lanzarle sobre la espalda de Mariano, continuando Jaguaret distrayéndolo.

-Esto solo es entre tú y yo.

-Podemos hacer una fiesta, y que nuestro amigo sea el primer invitado, luego sacarnos fotos para el recuerdo, primero tu y yo, luego tú y el, luego yo con ella sobre su cadáver y así-Frotando el cuchillo en la garganta del sollozante joven.

-¿Qué te parece en la morgue?

-Adoro las morgues. Junto a los trenes en montañas y cementerios antiguos es lo que más me gusta.

Abalanzándose finalmente, esperaba paciente como intranquila que impactara en la espalda del asesino, realmente sorprendiéndose al ver como volteo con suma facilidad como si siempre hubiera sabido que se encontraba allí, chocando con Jaguaret por evitar que cayera en el joven rehén, soltándolo Mariano antes de salir corriendo.

-Muy inteligente, pero predecible. A propósito, llámenme Matadero. Hasta luego...-Pronuncio en algún lado del oscuro lugar, no pudiendo Jaguaret detectar su olor por alguna extraña razón tras quitarse la púa, solo limitándose a consolar al sollozante joven.

Minutos después, alejados de la zona del reciente hecho en un edificio, con el asustado joven finalmente reunido con su madre la cual lo abrazaba fuertemente mientras la policía rastreaba el lugar, ambos dialogaron sobre lo ocurrido.

-Lamento haberte herido.

-No es culpa tuya. Ese asqueroso psicópata es más peligroso de lo que pensábamos.

-Ahora ¿Dónde se podría ocultar ese loco?

-Por alguna razón no pude detectar su olor tras que abandonara el callejón. Pero, aun así, se dónde podemos encontrar fácilmente datos de él, y de cualquier criminal humano en realidad.

En una comisaría, a espaldas de la policía, Jaguaret y Pauline lograron tener en su control la computadora que manejaba el comisario de aquel lugar tras que se pusiera en pie para ir al baño.

-De saber que ese loco iba a ser asesino serial hace tiempo hubiera hecho esto.

-Veamos que nos dice.

Tras buscar al Mariano que buscaban entre tantos con el mismo nombre, finalmente lo encontraron al reconocerlo por su rostro. Llamándose Mariano Gutiérrez, siendo hijo de la acaudalada y prominente familia Gutiérrez, dueña de una hacienda y varias empresas en la ciudad, al encontrar su base de datos, vieron que realmente era todo un caso especial. Desde antecedentes por acoso sexual y robo a acusaciones de pedofilia y zoofilia, incluso poseyendo un título en ingeniería explosiva, eran cosas suaves frente a las cosas turbias que estaba haciendo ahora el nombrado Matadero.

-Ya lo tenemos.

-Debe estar refugiándose en su hacienda.

-Pero ¿Cómo está libre con todos esos antecedentes?

-Típico hijo de papi.

-Vallamos a hacerle una visita.

-Aún no. Sabe que lo estamos buscando, y lo más probable es que no vaya a su hogar, al menos esta noche.

-En ese caso ¿Dónde se ocultaría?

Pensando en donde podría estarse refugiando, Joaquín regresaba tras hacer unas compras. Abriendo la puerta con sus llaves que guardo en uno de sus bolsillos, no espero encontrarse a su viejo amigo sentando en la sala viendo un programa de televisión como si estuviera en su casa.

-¡Al fin llegaste! ¡Te estaba esperando gran amigo!

-¿Mariano, pero que haces aquí?

-Pensé que podrías refugiarme un tiempo.

-Lo siento, pero no tengo tiempo para tus tonterías.

-¿Qué sucede? Esa es no es la actitud de un amigo.

-¡No soy tu amigo, ya soporte tus estupideces mucho tiempo, pero asesinar ya es un tema muy diferente!

-Qué pena, yo creía que lo disfrutabas junto a mí.

-No sé en qué pensaba cuando acepte ser tu amigo, eres una mala influencia, siempre me has obligado a hacer cosas que nunca eh querido hacer como lo de anoche con el cadáver de la chica. No quiero volver a verte y ahora te quiero fuera de mi casa ¡Ahora!-Indicándole la salida con el dedo, cortándoselo rápidamente el asesino para su gran dolor como impresión por el inesperado hecho.

Retorciéndose de dolor como desangrándose en el suelo, Mariano se acercó a el-Que mal que nuestra amistad termine así. Realmente quería cenar contigo esta noche, pero viendo las circunstancias, cenare solo mi banquete-Saco nuevamente su arma para apuñalar repetidas veces a su examigo, pudiendo hacer poco para tratar de escapar o pedir ayuda, especialmente lo segundo al cortar su garganta su ahora examigo.

La mañana siguiente, como si no hubiera pasado nada, Mariano regresaba a su hogar, ignorando a sus padres que se encontraban molestos en la entrada esperando saber dónde había estado y el por qué regresaba recién al día siguiente.

-¿¡Donde demonios estabas!?

-Ya por favor, no lo regañes.

-¡Como diablos quieres que no lo regañe mujer!

-Típico de ustedes. Hacer su teatro por cualquier cosa que suceda.

-¡Cierra la boca y habla donde estuviste!

-Como si yo te interrogara cuando te vas con tus mujerzuelas.

Eufórico, su padre lo cogió de la camisa y lo estrello contra la pared de atrás, tratando su madre de calmar la situación.

-¿O miento padre?

-¡Soy tu padre, yo tengo autoridad sobre todo en este maldito lugar!

-¡Ya basta, no conseguirás nada con esto!-Expreso su madre tratando de tranquilizar la situación.

-¡Tú no te metas!-Respondió empujándola violentamente al suelo.

-Siempre desquitándote con mama cuando algo no sale como quieres.

-¡Aprenderás a respetarme a golpes imbécil, y ni se te ocurra golpearme porque soy tu....!-El hombre no termino su oración al sentir el cuchillo que su propio hijo había clavado en su pecho, soltándolo lentamente por el agonizante dolor que sentía, corriendo su esposa para auxiliarlo pese al anterior maltrato dado, desangrándose en el suelo el hombre sin habla.

-Nunca nombraste apuñalarte.

-¡Mariano, que hiciste!

-Siempre te maltrataba y ahora lo defiendes. Típico de ti. Tienes suerte que seas la única persona de este lugar que aprecie. Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer que lidiar con tu llanto por un idiota como él. Adiós mama, no me esperes despierta-Se retiro sin mirar atrás, tratando la mujer de todo por mantener a su esposo con vida, que continuaba desangrándose sin cesar, no mencionando ni una sola palabra ante su incesante llanto.

Acompañados de Alisha y Olusegun, tras haberles avisado por mensaje de celular, el grupo vio en el hogar de Joaquín que habían llegado demasiado tarde. Sin más, observaron el maltratado, desmembrado y tocado cuerpo del ex y único compañero del que hasta ese entonces había sido un simple criminal como cualquier otro para el jaguar.

-Que enfermizo-Dijo Alisha tapándose la boca para evitar no vomitar del asco que le daba ver esa escena.

-Esto tiene que acabar ya-Dijo Jaguaret chocando un puño con su palma.

-Pobre. Se notaba que era manipulado por ese enfermo-Dijo Pauline con cierta lástima pese a haber sido un criminal.

-Oigan ¿Se enteraron de la última noticia?-Pregunto Olusegun.

-¿Cuál?-Dijeron Jaguaret y Pauline al unísono.

El adze en su celular mostro una noticia sobre el fallecimiento del padre de Mariano a mano suya.

-Dios mío ¿Qué sigue?-Pregunto al aire Jaguaret.

-Es hora de ir a su hacienda. Dudo que este haya, pero obtendremos, aunque sea alguna información. Alisha, Olusegun, regresen a Paititi. Nosotros nos encargamos desde aquí-Dijo Pauline guiñando un ojo a la raksasi, que le siguió la corriente retirando a su compañero del lugar con su magia, no comprendiendo el por qué ambos no querían su presencia, sobre todo por la grave situación.

Ya en la hacienda, notando que estaba un poco vacía para ser una, sobre todo por lo grande que era, el dúo sin ninguna intromisión pudo infiltrarse en el edificio principal del gran lugar. Juntos, examinaron el lugar de arriba abajo, enfocándose más que nada en la habitación de Matadero la cual aún conservaba la camisa manchada de la sangre de su padre encima de su cama.

-Oye, no sé si contarte esto ahora, pero, hable con Makonde respecto a mis padres-Dijo Jaguaret.

-¿Y qué te dijo?-Pregunto Pauline

-Eran amigos. Mi padre y él eran casi hermanos según sus palabras-Dijo Jaguaret.

-Ya entiendo por qué Makonde quería que vinieras-Dijo Pauline.

-Vague por Cusco mucho tiempo sin saber que pude ir a un lugar a cobijarme-Dijo Jaguaret.

-Debió ser difícil para ti enterarte de eso-Dijo Jaguaret.

-Sí, pero, siento que hay algo más-Dijo Pauline.

-Concentrémonos en la búsqueda y después hablamos respecto a eso-Dijo Jaguaret.

-Mejor-Dijo Pauline.

Continuando la búsqueda, no encontraron ni una sola pista que indicara a donde podría haber ido el asesino.

-Este sitio es un literal laberinto. Hemos buscado cada lugar y no encontramos ni una sola pista-Dijo Jaguaret,

-Debe haber algo que dejo. Casi todos los asesinos dejan, aunque sea una mínima pista de lo que hacen o harán-Dijo Pauline.

Apoyándose en una columna de la sala, Pauline sin querer y para la sorpresa de ambos abrió lo que parecían ser gradas que llevaban a un lugar hacia abajo.

-Ok. Esto si es una sorpresa.

Bajando atentamente hacia el oscuro como profundo lugar bajo el edificio, guiándose por su visión nocturna, notaron por la arquitectura como estética que parecía ser una especie de mazmorra de la era colonial.

-¿Pero que hace una mazmorra bajo este lugar?-Pregunto Pauline.

-Creo que ya intuyo a dónde va todo esto...-Dijo Jaguaret.

Continuando caminando sobre el lugar, parecieron pisar algo que con solo el toque de sus pies se quebró como algo frágil.

-Parecen galletas...-Dijo Pauline.

-No creo que sean galletas...-Dijo Jaguaret.

Enfocando su mirada en lo que habían pisado, vieron para su horror que se trataba de nada más y nada menos que de un hueso humano, más que nada, un fémur. Levantando nuevamente la mirada, observaron cómo había un montón de huesos esparcidos hacia adelante, junto a varios cadáveres completos como incompletos, muchos con signos de torturas por sus malformaciones, como aun encerrados en jaulas colgantes, variando su tamaño y fisionomía.

-Dios, esto ya es sádico...-Pauline tenía una mano en la boca, no sabiendo si vomitar o no por lo que presenciaba, que parecía literalmente sacado de una oscura pesadilla.

-Parece que lo de Matadero viene de familia-Pese a no mostrarse como su compañera, a Jaguaret le causaba igual gran repulsión el horrible lugar.

Continuando la exploración, al final del espantoso como amplio lugar, adornándolo un gran altar de lo que parecía ser una criatura o deidad con tentáculos desconocida para ambos, se toparon en el suelo con lo que parecía ser una especie de cuaderno de apuntes viejo y en mal estado.

-¿Un diario?-El runapuma lo recogió para examinarlo junto a su compañera.

Abriéndolo, estando escrito en quechua clásico, desde la primera página se dieron con desagradables sorpresas al ver la verdadera historia de esa susodicha familia.

Descendiendo de los españoles, los Gutiérrez habían llegado al entonces Virreinato del Perú en el siglo XV, tratándose en su momento de una de las familias más poderosas e influyente no solo en la ciudad, sino en todo el entonces virreinato peruano, siendo hasta ese entonces un diario normal y corriente que cualquier persona tendría. Sin embargo, a medida que avanzaban las páginas, el verdadero terror se dio a relucir. Los Gutiérrez poseían una doble vida; una frente a la sociedad de ese entonces donde parecían ser una familia adinerada venida de España como residente de la ciudad junto a cualquier otra, pero la otra, era de verdadero terror.

Los Gutiérrez no solo secuestraban gente al paso, principalmente indígenas, durante las noches en el lugar, sino que las devoraban, muchas veces vivas, además de torturarlas hasta la muerte, narrando el escritor a lujo de detalle cada uno de los asesinatos para horror de la pareja, siendo el calabozo donde estaban el principal lugar de los atroces hechos. Todo ocurrió así por cinco siglos hasta la década de 1970 en el siglo XX. Buscando alejarse de ese horrido pasado, como por temor que descubrieran el secreto familiar tarde o temprano, el padre de Mariano dejó atrás esas bárbaras costumbres.

-No sé si lo que leímos es un diario...o una novela de terror...-Expreso Jaguaret perturbado por todo lo leído.

-Una curiosa...y mórbida combinación de ambas diría...-Respondió Pauline también perturbada.

-¿Terminaron de leer la obra maestra de mi familia?

Sin haberlo detectado, Matadero se encontraba detrás de ellos, posicionándose para atacarlos frente a su sonriente mirada.

-Ríndete y quizá tengamos compasión-Dijo Jaguaret.

-Jajaja. Sí que son graciosos ambos, lástima que tenga que deshacerme de ustedes-Dijo Matadero.

Jaguaret vio algo inusual en el pelo del asesino que antes no había notado. Pensó primero que podría ser caspa, de no ser porque era muy grisácea.

-¿Qué tienes en la cabeza? ¿Son cenizas?-Pregunto Jaguaret, esperando que la respuesta fuera otra.

-¡Bravo, bravo, bravo¡-Dijo Matadero aplaudiendo de manera fuerte, como si hubieran ganado realmente algo-¡Tenemos un ganador! Al fin descubriste como burle tu olfato-Dijo Matadero burlándose de él aplaudiendo airadamente.

-¿Cómo demonios sabes eso?-Pregunto Pauline.

-Por otros libros que tenían mis padres. Realmente poseían muchos conocimientos sobre las criaturas de la región. Algo que sin duda merecía ser recopilado en un Best Seller, de no ser porque los destruí tras leerlos todos. Nunca me ha gustado compartir lo que leo-Dijo Matadero sonriendo.

-Tú y tu familia...sí que fueron...asquerosos...-Dijo Jaguaret, no pudiendo pronunciar otra palabra más fuerte.

-¿Asqueroso? No. Soy un gran visionario. Deseo restaurar el verdadero legado de mi familia que mi padre siempre oculto e intento destruir ¡Eh estado harto de ocultar mi verdadera naturaleza todo este tiempo! ¡Es hora de que salga a la luz como debe ser!-Dijo Matadero.

-Un legado horrible sin duda-Dijo Pauline.

-Y ustedes serán de los primeros con los que lo haré. Bienvenidos a mi "restauración"-Dijo Matadero metiendo una mano en su bolsillo.

-La destrozaremos antes que inicie-Dijo Jaguaret.

A punto de atacarlo, el asesino acciono una especie de control remoto antes de correr, explotando las deterioradas vigas que sostenían el calabozo, sepultándolos a la vez que la hacienda en la superficie también colapso, derribándose como un gran castillo de naipes detrás de Matadero, que tranquilamente se subió a su lujoso coche para partir, tirando por su ventana de piloto su pistola cargada.

Transcurridos unos minutos, en medio de las ruinas de lo que una vez fue la imponente Hacienda Gutiérrez, movilizándose con cierta dificultad por las ruinas, como por ciertas heridas causadas, Jaguaret y Pauline apartaron varios escombros para darse paso a una salida.

-Admito que es inteligente, pero no tanto para creer que esto nos limitaría-Dijo Pauline.

-¿A dónde podría haber ido ahora?-Pregunto al aire Jaguaret.

Recordando sobre los gustos raro del asesino serial en su primer encuentro, a la mente de Jaguaret se le vino una cosa al respecto.

-¡Un tren!

-Claro. Existen varias estaciones de tren en esta ciudad-Tras saber dónde estaría Matadero, se pusieron en camino rápidamente para detener al terrorífico personaje.

En la Estación Poroy, cargando una maleta mediana, Matadero subía al tren junto a otros pasajeros, que no tenían ni la más mínima sospecha que junto a ellos estaba el asesino que había atemorizado como horrorizado al país entero. Aunque tenían una pista sobre donde pudo haber ido Matadero, aún tenían que descubrir en que estación exacta se encontraba antes que fuera tarde y escapara, preguntándoselo encima de un edificio cercano a una estación.

-¿Qué estación exacta podría haber tomado?-Dijo Pauline.

Recordando Jaguaret, a su mente vino el detalle de las montañas expresadas por el asesino-Una cerca de montañas según recuerdo de sus palabras.

-¡Macchu Picchu!-Dijo Pauline.

Mientras, tomando asiento en el vagón de primera clase, el asesino pidió carne bañada en vinagre para cenar y vino para acompañarlo. Empezando a degustar mucho lo servido tras mirarle el trasero a la mesera que lo trajo, sintió un extraño ruido que provenía de su ventana tapada con cortinas blancas. Aunque lo ignoro al principio pensando que solo era su imaginación, el incesante retumbido lo molesto e irrito. Quitando las cortinas, se dio con la sorpresa de Jaguaret boca abajo delante suyo, lanzándole un fuerte puñetazo directo al rostro que lo mando hacia una mesa detrás para susto de los comensales que corrieron fuera del vagón ante el hecho. Con la cara bañada en sangre, levantándose a duras penas, Pauline ingreso a lado de Jaguaret, teniendo así arrinconado al asesino.

Inesperadamente, y sin pensarlo dos veces, Jaguaret se abalanzo sobre él, golpeándolo con casi toda su fuerza ante la mirada atónita de Pauline, que solo forcejeaba para que deje de golpear a Mariano.

-¡Ya basta Jaguaret, ya déjalo!

Viendo que el asesino ya estaba bastante herido como si quiera para defenderse, dejo de golpearlo, dándose cuenta por primera vez que se estaba convirtiendo indirectamente en lo que odiaba. Aun así, eso no le quito el aliento para hablar. Pese a la paliza, el asesino desafiantemente hablo-¡Qué esperas! ¡Mátame! ¡Lo deseas verdad! ¡Sé que lo deseas como el monstruo que eres!

-No lo haré Matadero. Ríndete y solo te encarcelaremos en Paititi. Quizá te alimentemos con carne de perro, mientras vemos cómo te pudres. Matarte solo será premiarte-Expreso Jaguaret firmemente para desconcierto del asesino.

-¿Qué? ¿En serio solo eso dirás? ¡Esperaba que me matarás!-Reclamo incesante como un niño berrinchudo.

-Ríndete. No tienes escapatoria-Complemento Pauline.

Guardando silencio, con el rostro completamente paralizado, Matadero soltó de repente una enorme risotada, para seguidamente decir-Siempre se encuentra una escapatoria-Pese a su estado, se las ingenió para dar un salto al vacío de una ventana abierta, quebrándose su cuerpo en varias partes al estrellarse a toda velocidad contra un camión cisterna en movimiento, asustando al conductor por la sangre esparcida en todo el vidrio, haciendo que se desviara un poco de su ruta antes de detenerse por el impacto. Viendo con asco la escena, pese a intentarlo, el dúo no había podido hacer nada.

-Que horrible-Dijo Jaguaret asqueado por lo que había presenciado, un verdadero espectáculo horrible.

-En parte se lo merecía. Era un monstruo. Aunque, reconozco que es de los pocos humanos que me han dado algo de batalla-Dijo Pauline-Regresemos a casa. No vale la pena seguir hablando de él-Expreso retirándose del lugar, siguiéndola Jaguaret.

Habiendo terminado su deber, el dúo dejo atrás la pesadilla que había sido aniquilada por su propia mano, aunque la gente probablemente nunca supiera que el mismo se dio fin, como a las personas que lo enfrentaron.

Una vez en el palacio, celebraron finalmente la fiesta de cumpleaños de Olusegun junto a Alisha, rebelando el adze que sabía de la sorpresa, pero guardo silencio por que el caso del asesino era más importante. Transcurriendo la pequeña celebración, no presentándose el maestro, Jaguaret empezó a preguntarse si Makonde realmente vendría.

Más tarde, buscando al runapuma, la pishtaco lo observo sentado en el tejado del palacio, observando el horizonte de la ciudad. Sabiendo lo que le ocurría, Pauline fue a hacerle compañía, llevando consigo una rebanada de pastel al no haber consumido ninguna en el pequeño festejo.

-¿Estás bien?-Pregunto preocupada.

Soltando un suspiro pesado, dijo-Perdón por lo visto. Pero se lo merecía.

-Lo sé. Tranquilo. Tu reacción fue bastante natural-Expresa ella sentándose a su lado para hacerle compañía, posicionando su mano derecha en su hombro izquierdo para confortarlo.

-No debí descontrolarme. Pero, no pude soportar todo lo que ese verdadero monstruo hizo y quería hacer.

-Matadero ya no será problema. Aún tenemos algo más importante que resolver.

-Cierto. Gracias por tu apoyo Pauline-La fémina solo sonrió ante esas palabras.

-Bueno. Venia también a traerte pastel-Mostrándole la rebanada corta en un plato con su cuchara respectiva-No comiste en la fiesta.

-Gracias-Dijo él recibiéndolo en sus manos.

Sin más que decir, tomaron asiento para comer juntos sus rebanadas-Guau, realmente quedo bastante bueno-Dijo Jaguaret saboreando el pastel, dándole la razón su compañera moviendo la cabeza afirmativamente mientras degustaba.

En el sitio de su muerte, yaciendo el destrozado cadáver del homicida repartido por el suelo, una sombra se asomó por encima. Lentamente, recogió las partes del cuerpo, desapareciendo con ellas al fundirse con las sombras de la noche al terminar.

Mientras tanto, retirándose de la última reunión de los concejales, primero viendo que no era seguido, Makonde caminaba silenciosamente. Se detuvo en la biblioteca de la ciudad. Sin decir una sola palabra, asegurándose que nadie de los presentes lo viera, el amauta se dirigió al fondo del lugar tras abrir una puerta con la llave hurtada que lo llevo a un cuarto de limpieza, conteniendo los típicos artilugios de aseo.

Tocando la pared en movimientos coordinados, una nueva puerta se abrió, dejándose ver un sitio oscuro únicamente alumbrado por una vela, deslumbrando una especie de laboratorio abandonado como en mal estado por sus diversas maquinas rotas de estilo similar al steam punk, dirigiéndose Makonde a una especie de estante que contenía un único libro viejo como empolvado.

-No creí que esto llegara a pasar.

Cargando el libro, ahora en mejor estado que antes, ojeo sus páginas lentamente, hasta llegar a una que, curiosamente, contenía una representación dibujada muy similar a las criaturas que sus alumnos tanto buscaban.

-Tú me obligaste a hacer esto.

Dejando el libro a un lado de una máquina, Makonde hizo que funcionará nuevamente al conectarle unos cables pese a su dañado estado, dando vueltas rápidas como una especie de licuadora gigante.

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