VII Condena eterna

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En la profundidad de las montañas de los Andes, algo se movilizaba por un oscuro sistema de cuevas que parecían no tener fin. Observaba atenta como plácidamente lo que parecían ser diversas almas de ojos blancos y cuerpo grisáceo en estado de tortura eterna, soltando llantos como alaridos de terror que llenaban el lugar. Suplicándole muchas al ente jaloneando su ropa, respondió únicamente alejándolos al impactarlos con energía salida de su boca.

Caminando por un sendero oscuro, pisoteando violentamente a otras almas y esqueletos vivientes que se pusieron como alfombra, la criatura tomo asiento en un gran trono de huesos, encontrándose detrás suyo una gran calavera que no parecía falsa. Era un ser de piel roja carbón de cinco metros de altura, de rostro colorido felino de grandes orejas, sobresaliendo sus grandes colmillos de su boca de dientes puntiagudos en forma de gran sonrisa maligna, poseyendo penetrantes ojos negros vidriosos. Su cabeza era adornada de cuatro largos cuernos coloridos en cada lado, junto a cuatro más pequeños en su centro. Sus grandes piernas terminaban en garras de águila, poseyendo el mismo tipo en las manos. La armadura, al parecer de hierro o algún material similar, que lo vestía era de un rojo mucho más oscuro que cualquier tipo de rojo que se conociera.

El ente soltó un aterrador y gran rugido al abrir su gran boca, llenando de terror todo el lugar, inclusive aterrando a aldeanos cercanos en la superficie que salieron corriendo de solo oírlo.

-Otro día aburrido aquí. Extraño los tiempos donde causaba caos seguido en el Kay Pacha-Se quejó-Ahora solo arreo almas patéticas de mortales, y en mis tiempos libres solo paseo por este sistema de cuevas sin verdadero fin para intentar no aburrirme-Expreso la criatura que, pese a su fastidio, hablo de una manera tan calmada y serena que solo la muerte misma podría igualarle el tono de voz.

Pensando que ese día seria como cualquier otro, para su inesperada sorpresa, algo comenzó a vibrar en el suelo, llamando pronto su atención por ser algo que ya había visto antes.

-¿Sera posible...?-Hizo una pregunta al demoniaco aire del lugar.

De repente, el suelo se desquebrajo en forma de portal. Abriendo de por si sus ya grandes ojos, aún no podía creer lo que estaba aconteciendo.

-Aún existe gente que me recuerda...Me pregunto qué querrá a cambio...No importa ¡Al fin volveré a salir!

No pudiendo dejar ir esa oportunidad de siglos, la entidad hizo un anuncio importante tras pegar otro espantoso rugido, pronto reuniéndose todas las almas del lugar para escucharlo, tanto por el rugido como por saber que les iría bastante mal si no acudían al llamado del dueño del lugar.

-Queridas almas. Como saben, eh sido muy generoso con ustedes en permitir que ocupen mi hogar. Sin embargo, tras analizar la situación, como en la dislumbración del portal que están observando, y ver que se ah sobrepoblado por su presencia, eh tomado una importante decisión, que estoy seguro de que les gustara.

Tras esas palabras, todas las almas en pena se pusieron impacientes por saber que diría su señor.

-Por eso mismo, le otorgare la paz eterna a las almas que más sustos provoquen en el Kay Pacha.

Las almas no evitaron tener una enorme expresión de alegría conjunta tras escuchar esas palabras que nunca creyeron que oirian en su eterna estadía.

-Pero si fracasan, como vuestro señor, ni se molesten en regresar. Si se atreven a hacerlo, los exterminare para siempre-Esto último lo dijo causando un gran estruendo al golpear uno de sus pies en el suelo que aterro a los presentes.

Pese al susto inicial, las celebraciones siguieron por el anuncio, teniendo la entidad que poner orden lanzando ataques de energía despegados de sus manos. Pasado eso, permitió que varias almas atravesaran el portal. Muchas salieron rápida como apresuradamente, llegando incluso a atropellarse unas a otras. Viendo su obra realizada, el ser maligno solo rio un poco.

-Es hora de continuar mi legado, principalmente para completarme a mí mismo-Pronuncio con una sonrisa maligna entre las sombras, acercándose al portal para salir, muy emocionado en ver cómo había cambiado su mundo desde la última vez que tuvo la oportunidad de pisarlo.

En Paititi, bajo orden de Makonde, el jaguar junto a sus compañeros se encontraba resolviendo un problema en campo abierto; el robo de ganado de llama del que Paititi había estado sufriendo desde hace un tiempo por parte de unos seres similares a un centauro, pero cabeza, brazos y torso cobrizo, como de cuerpo y patas de llama, gritando que esos animales por derecho propio eran suyos. Armados con arcos y flechas de fuego, además de sus poderosas patas, su ventaja consistía en la gran superioridad en número que tenían frente a los cuatro compañeros, que se defendían con sus habilidades ante la gran horda, además de una gran velocidad que tenían en movimiento. El que parecía ser el líder, que poseía una gran barba espesa blanca que llegaba a su pecho, dirigía a los demás con alaridos que parecían ser de su propio idioma.

-¿Pero qué rayos son estas cosas?-Pregunto Jaguaret peleando en movimiento contra las inusuales criaturas.

-Los conocemos como Qayayqari-Respondió Pauline también luchando contra esas criaturas.

-Pensé que habían sido expulsados hace años-Dijo Alisha luchando contra las horribles criaturas.

-Realmente son odiosos cuando ponen su atención en algo-Dijo Olusegun haciendo lo mismo que su compañera.

-Están aprovechando que mayoría de los mejores guerreros ya no están-Dijo Pauline.

Pese a su gran número, la intervención de los cuatro compañeros supo hacerlos retroceder poco a poco. Sorprendidos, pero no desmoralizados, los qayayqari continuaron lanzando flechas continuamente, trayendo catapultas del bosque para contraatacar al prenderle fuego a las cargas. Una de ellas casi le cayó encima a Pauline, esquivándola por poco. Ver a su compañera en verdadero peligro, hizo que pasara lo impensable en Jaguaret al recordar su vida anterior en Cusco; el despliegue de electricidad pura de sus manos con el que hizo huir aterrados como apresuradamente a los qayayqari al electrocutar a muchos de ellos, llegando a chocarse y atropellarse uno al otro para escapar adentrándose en el bosque, como destruyendo mayoría de sus máquinas. Aunque habían ganado por el momento, el jaguar se hallaba aterrado como impresionado por esa habilidad que ni sabía que poseía, mirándose las manos tratando de entender que había sucedido para ello, junto a sus compañeros que no pudieron evitar mirarse como mirarlos sorprendidos como asustados a su vez.

Minutos después en los jardines del palacio, aún sin comprender lo que había pasado, Makonde ordeno a Jaguaret que se encontrarán allí, tras haber sido informado de la inusual habilidad que había presentado por parte de la líder de los pishtacos. Pensando caminando en círculos sin mirarlo, trataba de encontrar una respuesta a esa inusual habilidad manifestada.

-Realmente no entiendo que me sucedió-Dijo Jaguaret mirando sus manos pensando en lo acontecido.

-Te comprendo. Ni siquiera yo sé o eh deducido como lograste hacer eso. En la biblioteca no hay nada parecido en un runapuma a lo que tu hiciste-Dijo Makonde.

-Lo único bueno que sacó es que asusto lo suficiente a los qayayqari-Dijo Jaguaret sonriendo al recordar sus caras asustadas.

-Jajaja ¿Te había sucedido antes?-Pregunto Makonde mirándolo al fin.

-No. Es realmente la primera vez en donde electricidad sale de mi cuerpo-Dijo Jaguaret.

Sin responder nada, Makonde siguió pensando caminando en círculos.

-Si usted está confundido, yo peor-Dijo Jaguaret.

-Tu habilidad especial es interesante la verdad. Pese a que aún no sé cómo se manifiesta, puedo ayudarte a que la manifiestes. Te será muy útil en batalla como lo que paso allá.

-Hablando de todo esto ¿No me entrenara en una de sus salas?

-Esta vez no.

-¿Por qué? ¿Se debe a lo que hice?

-Si. Por lo mismo que no conozco lo que hiciste, como para evitar posibles peligros y envidias por parte de los demás, eh decidido entrenarte en privado para desarrollarlas, como ayudarte a comprenderlas.

-Espero realmente sepa lo que hace.

-Inténtalo ahora.

-¿Qué? ¿Ahora?

-Si.

-Ya dije que no sé cómo sale o funciona exactamente. Solo se manifiesto y ya.

-Inténtalo-Repitió Makonde firmemente golpeando su vara contra el suelo.

-No estoy seguro si aparezca.

-Sigue intentándolo-Dijo nuevamente golpeando su vara.

Obedeciendo, extendió ambas manos, cerrando sus ojos para tratar de desplegar nuevamente electricidad de su cuerpo. Pese a eso, no consiguió brotar ni una sola chispa de su cuerpo. No era porque hubiera distracciones alrededor o fuera, simplemente Jaguaret no lograba que esa energía fluyera por su ser para ser disparada nuevamente.

-Le dije que no era tan...-Sin aviso alguno, Makonde se lanzó al ataque, esquivándolo el joven con más destreza, claridad y rapidez todos sus movimientos desde la última vez, antes de posicionarse para pelear.

-Tampoco lo manifiestas en peligro por lo visto-Dijo Makonde.

-¿Cuántas veces quiere que le diga que ni se cómo paso?-Dijo Jaguaret.

-No importa. Igual debes aprender a controlarlo a voluntad. Te será muy útil si lo sabes usar-Dijo Makonde.

-¿Pero, cómo podría hacer eso?-Pregunto Jaguaret al realmente no saber cómo volver a activar su inusual poder descubierto.

-Eso depende de ti por lo que eh visto. Uno debe siempre aprender a controlar sus habilidades, sobre todo las que salen de lo común. Si lo consigues, serás un rival increíble. Una última cosa. No la rebeles a nadie más de mí y los testigos-Dijo Makonde.

Pensando en esas palabras, siguió intentando concentrarse, queriendo realmente controlar su habilidad fuera de lo común para un runapuma para fines benéficos, pese a lo dificultoso que era, no brotando ni una chispa eléctrica de ninguna de las palmas de sus manos.

Cortando árboles para procesarlos como parte de su rutina de trabajo, leñadores tranquilamente laboraban en la selva amazónica. Lo que no sabían, es que algunos de los espíritus del Uku Pacha ya los estaban acechando. Lo paranormal empezó cuando sus hachas, motosierras y otros instrumentos que usaban empezaron a levantarse solos para su horror, persiguiéndolos por el lugar con toda intención de dañarlos, aunque solo consiguieran impactar en arboles marcados para cortarse posteriormente. Los trabajadores no pudieron evitar salir corriendo gritando del lugar para alegría de los espíritus que no podían ver, como para la criatura que observaba todo por un portal sentado desde su trono, sintiéndose satisfecho con lo que veía.

-Delicioso. Realmente delicioso. Hace tiempo que no probaba ese sabor-Expreso el Supay saboreando el temor lamiéndose los labios muy plácidamente, por no decir de otro tipo.

Horas después, en la tarde, Jaguaret se encontraba con Olusegun y Alisha en una playa artificial de Paititi, la cual usaba agua subterránea para aparentar apariencia de una playa común de la superficie, encontrándose también más de sus habitantes jugando con pelotas de playa fuera o dentro del agua, enterrándose o haciendo castillos de arena, recorriendo el lugar solos o en pareja, como recostados a manera de estar tomando el sol. Olusegun estaba con un short naranja y Alisha con un bikini azul oscuro, mientras Jaguaret vestía con un short negro.

Cargando unos loncheras, el trio tomo asiento cerca al agua. Sacando un bronceador de una de las loncheras, Olusegun empezó a untar su crema en el cuerpo recostado de Alisha.

-No sé si esto ayude chicos. Se los agradezco, pero realmente siento que es importante que aprenda a como dominar mi habilidad que ni yo mismo se cómo hacerla.

-De nada-Dijo Olusegun.

-Relajarse también es importante. No todo puedes verlo entrenar o luchar-Dijo Alisha.

-Se divertirme-Dijo Jaguaret.

-¿Cómo?-Pregunto Olusegun.

-Me gusta hacer ejercicios matemáticos y resolverlos yo mismo, por ejemplo-Dijo Jaguaret.

-Eso es divertido también, pero nos referíamos en realidad a cosas más sociales. Tranquilo. Eso pasa siempre al aprender algo nuevo-Dijo Olusegun.

-Qué bueno que Makonde te presto uno de sus shorts-Dijo Alisha.

-Y que le quepan jajaja-Dijo Olusegun, siguiéndole Alisha la risa.

-No pensé que me quedaría tanto tiempo. Hasta a mí me sorprende-Dijo Jaguaret.

-Es normal lo que sientes. Nos pasó lo mismo cuando también aprendimos magia-Dijo Alisha.

-¿Y cómo lograron dominarla?-Pregunto Jaguaret.

-Cada uno lo hace de una manera diferente-Dijo Olusegun.

-En nuestro caso, no solo fue por entrenamiento continuo, también fue por pensar en cosas felices en mi caso-Dijo Alisha.

-En el mío fue recordar las cosas importantes por las que peleo-Dijo Olusegun.

-No lo sé. Eso que paso no pareció magia-Dijo Jaguaret-Ni el amauta esta seguro que es.

-Como dije, cada uno lo descubre por su cuenta-Dijo Olusegun.

Observando brevemente la playa, a Jaguaret se le vino a la mente alguien conocido que no estaba con ellos.

-Por cierto ¿Y Pauline?-Pregunto Jaguaret al no haber visto a la pishtaco.

-Fue a cambiarse-Dijo Olusegun.

-Bueno, esperemos que...-Al solo verla salir del agua en ese bikini rosado claro oscuro, todos los presentes no evitaron fijar su atención en ella y su caminar a su ubicación, no pudiendo negar que la ropa de baño le encajaba bastante bien-Siempre le ha gustado mucho el agua-Dijo Alisha sonriendo por verla.

-Hola chicos-Saludo Pauline coquetamente como siempre moviendo una mano, moviendo un poco su mojado cabello.

-Guau...tengo que admitirlo. Te ves muy bien...-Dijo Jaguaret aún observándola de arriba abajo, pasando un poco de saliva.

-Oh gracias. Qué bueno escuchar un alago de tu parte-Respondió Pauline sonriéndole en respuesta a su alago.

-Solo correspondo a lo que veo-Dijo Jaguaret sonriéndole también, esfumándose rápidamente su sonrisa al no poder creer que la hubiera elogiado, sonrojándose un poco por ello.

-Bueno, haremos lo que dijimos ¿O no quieren mojarse?-Pregunto Alisha.

Sin aviso alguno, sonriendo traviesamente, la pishtaco empujo al agua al adze, haciendo lo mismo Jaguaret con Alisha al cargarla tras que lo hiciera con Pauline como venganza por lo acontecido, forcejeando jugando en el agua en una pequeña batalla acuática donde las risas no faltaron.

Mientras se divertían en la playa artificial, en la selva amazónica los runapuma que aun vivían en estado salvaje, usando típicos taparrabos, para nada la estaban pasando bien. No solo por la batalla territorial que estaban teniendo con los Sacharuna, seres humanoides de gran tamaño cubiertos de pelo enmarañado junto a rostro inescrutable, como con los Huañuri, seres similares a un jabalí combinado con humano, antes que los espíritus del Uku Pacha, además de atemorizarlos y hacerlos correr al no poder dañarlos con ninguna de sus habilidades, y más por no tener mucho raciocinio por su propio estado como sus enemigos, terminaban poseyendo a varios miembros para hacerlos lucha contra los propios miembros de su comunidad, tornándose muy tensa la situación.

Estando todo tranquilo en Paititi, continuando Jaguaret intentar dominar su electricidad ahora en su habitación, teniendo al fin un avance para su felicidad al desplegar, aunque sea una pequeña chispa de sus manos. Eso cambio cuando se empezaron a presentar los primeros espíritus asustadores delante de cualquier habitante para su horror. Aunque el caos reino un poco en la ciudad, la intervención de Olusegun y Alisha al hacer un hechizo contra restador de espíritus que los pudo mantener fuera del lugar.

-¿Pero de donde vinieron esos fantasmas?-Pregunto Jaguaret por todo lo sucedido anteriormente.

-Creo que se quién podría estar detrás de esto-Dijo Pauline.

De vuelta en la selva amazónica, Jaguaret y Pauline buscaban pistas que los llevara al Chullachaqui.

-¿De verdad crees que el Chullachaqui estará detrás de todo esto Pauline?

-Es lo más probable. Escuche que también controla espíritus en algunas ocasiones.

-Aunque si fuera así, es raro el por qué no los uso en nuestra contra aquella vez.

-Quizá del susto que le dimos se le olvido, o quizás tengas razón y haya alguien más detrás de esto.

En el Uku Pacha, el Supay los observaba moviéndose en la selva, como un cazador estudiando a sus próximas presas-Vaya vaya, que tenemos aquí. Intrusos que parecen querer averiguar qué sucede ¡Perfecto! Su energía de sustos me será muy útil, sobre todo para hacer pagar a sus razas de malnacidos.

Recorriendo la selva, Jaguaret y Pauline finalmente se encontraron con los runapuma salvajes y sus contrincantes siendo atacados por las almas, contraatacando pese a no dañarlos realmente, aunque si llamando su atención.

-¿Qué rayos son?

-Son una especie de almas en pena.

-Me refería en realidad a los de carne y hueso.

-Runapumas de selva los primeros, sacharunas los segundos y huañuris los terceros.

-¿Runapumas de selva? ¿Sacha y Huañu que?

-Una subespecie. Varias criaturas son milenarias. Sobre los otros te explico luego.

Los espíritus se lanzaron al ataque, asustando a animales pequeños, entre ellos, una rata blanca. Pese a atacarlos, los espectros no sufrían ningún daño a la vista al simplemente ser atravesados, solo difuminándolos brevemente los golpes, como dañándolos únicamente los rugidos del jaguar. Los espíritus lo golpearon salvajemente, teniendo además también que encargarse de los runapumas salvajes junto a los sacharunas y huañuris que igualmente los atacaron al no identificarlos como aliados o amigos, siendo los únicos a los que pudo golpear y de los que pudo defenderse frente a la oleada de espíritus andantes, ayudándolo Pauline con su habilidad de camuflarse con el ambiente, solo superándola la cantidad.

Estando la situación en su contra, pareciendo que los espíritus los tenían realmente acorralados, aunque ambos no mostraran miedo a su presencia, no esperaron que tanto Olusegun como Alisha aparecerían desde los árboles para dañar a los fantasmas con ataques mágicos, huyendo despavoridos los espectros del lugar junto a los runapumas salvajes y demás, dejando de estar poseídos los que lo estaban al abandonar las almas sus cuerpos.

-¿Están bien?-Preguntaron Alisha y Olusegun.

-Si gracias-Dijeron ambos.

-Por poco y creo que no la contaban-Dijo Alisha.

-¿Saben por si acaso qué son esas cosas?-Pregunto Jaguaret.

-Ni idea. Fuera de los espíritus que invocan los vudú, no vi jamás algo similar en Nigeria.

-Yo menos en mi tierra natal, y eso que hay bastantes espectros.

Reunidos con Makonde en su hogar en la Sala de Veredictos, habiéndole contado lo visto, supo inmediatamente por las descripciones que ser estaba involucrado en los acontecimientos, uno del que creyó que no escucharía su nombre en un largo tiempo.

-Tal y como sospeche. Después de tantos siglos, el Supay ha vuelto a hacer de las suyas.

-¿¡El Supay!?-Dijo Pauline-¿El dios inca de la muerte?

-Ese mismo-Respondió Makonde

-¿Ah vuelto a hacer de las suyas?-Dijo Jaguaret.

-¿Esto ya paso?-Preguntó Olusegun.

-Siglos antes que naciéramos de hecho-Respondió Makonde.

-¿Y...que busca exactamente?-Preguntó Jaguaret con curiosidad.

Makonde narro su historia. Tiempo atrás el mundo era gobernado por el Supay, un espíritu del caos y oscuridad, hasta que el dios primordial Viracocha desde el mundo celestial, el Hanan Pacha, trajo la luz al arrojar una cuerda hacía una estrella y trayéndola. Esta misma estrella era el sol, quien posteriormente seria llamado el Inti, quién derrotó a Supay y lo encarceló debajo de la tierra, el Uku Pacha. Conmovido por el hermoso planeta donde estaba, el dios sol derramó una lágrima de felicidad que dio origen al territorio que sería conocido como el Perú y el Cusco, junto a sus muy conocidos gobernantes, los incas, que construyeron su imperio a su nombre y formaron su civilización. Sin embargo, pese a lo que la criatura representaba, los primeros pobladores continuaron temiéndole y adorándolo por igual, realizando rituales con sacrificios y ofrendas de todo tipo, siendo su única vía de escape al mundo de los vivos, el Kay Pacha. A cambio, siempre les concedía lo que le pedían, a costa de sus almas.

-Usted siempre me había contado esa historia cuando era niña maestro, pero nunca pensé que podríamos combatirlo en alguna ocasión-Dijo Pauline.

-¡Así que las deidades incas son reales!-Expreso Jaguaret asombrado.

-Y eso que no has visto a los de nuestras patrias-Dijo Olusegun, colaborando Alisha moviendo la cabeza afirmativamente.

-El problema es que a veces escapa del inframundo tras ser invocado o manda a sus esbirros para que atormente a los vivos por diversión o para alimentarse-Dijo Makonde.

-¿No podemos llamar a las deidades para que lo regresen?-Pregunto Alisha.

-Lamentablemente no. Mientras sea adorado, es un dios como tal para ellos-Respondió Makonde.

-Eso lo complica todo. Y realmente no puedo creer que haya gente loca que lo adore-Dijo Jaguaret.

-Antes eran mucho más. Sin embargo, la gente se comenzó a cansar de que lo invocaran y por eso empezaron a perseguir y eliminar a sus adoradores-Expreso Makonde.

-¿Quién estaría tan loco para invocarlo en un caso hipotético?-Dijo Pauline.

-Ese es el problema. Podría ser cualquiera en la vasta región-Respondió Makonde.

-¿Existe alguna manera de detenerlo?-Pregunto Jaguaret.

-Si. Alguien debe retarlo a un duelo en un cerro. Pero el problema es que muy pocos han podido hacerle frente.

-Yo lo retare-Dijo en un tono bastante decidido que alarmo a su compañera y amauta.

-¿¡Qué!? ¡Estás loco!-Dijo Pauline alarmada.

-Entiendo tus intenciones Jaguaret, pero es una pésima idea-Dijo Makonde.

-Alguien debe detener su reinado de terror.

-¡No es un chiste! ¡Qué parte no comprendes que es un dios!-Replico Pauline.

-Dios o no, no tiene derecho de hacer esto solo porque locos lo adoren-Respondió Jaguaret.

-Podemos ir con él. Tengo experiencia con seres de ese tipo-Dijo Alisha.

-Yo ya eh visto y combatido varios demonios antes-Complemento Olusegun.

-No pueden-Dijo Makonde.

-¿Qué? ¿Por qué no?-Dijo Olusegun.

-Solo una persona puede desafiarlo. Esa es la norma con la que se rige él-Respondió Makonde-La única excepción es si lo encuentran.

-En ese caso encontrémoslo-Dijo Alisha.

-Es imposible. Es muy astuto y bastante escurridizo. Rara vez, por no decir nunca, se deja ver en público-Dijo Makonde.

-Lo peor de todo esto es que no podemos seleccionar a ninguno de los mejores guerreros por los pocos que hay ahora-Dijo Pauline.

-Entonces yo me ofrezco como candidato-Dijo Jaguaret.

Sabiendo que no tenían más opciones para ayudar a su compañero, Pauline le hizo una pregunta-¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

-Si no hay otra manera de detenerlo, tengo que intentarlo.

-Dejémoslo entonces-Dijo Makonde para sorpresa de Pauline y los demás-Su valor es una gran fortaleza frente al Supay.

¿Tiene que ser en un monte específico o en cualquiera de elección?-Pregunto Jaguaret.

Sabiendo su terquedad, pero también su valor ya no con impulsividad, lo llevaron a la Sala de Bendiciones, adornada al fondo con una gran cruz cristiana colorida, donde los sacerdotes le hicieron un ritual donde lo llenaron de flores de diversos colores, principalmente amarillas y serpentinas, acompañándolos canticos variados en quechua y aimara, en un intento de llamar protección para él en la peligrosa tarea que haría a futuro.

Concluido el ritual, Makonde junto a sus compañeros lo acompañaron a un monte cercano. Aunque no lo admitiera, Jaguaret se encontraba nervioso como asustado de lo que iba a suceder, pero también emocionado de combatir a una deidad inca.

-¿Estás bien?-Pregunto Pauline.

-Si-Respondió Jaguaret secamente.

-No sientas vergüenza en sentir miedo. Es normal ante lo desconocido. Lo importante es dominarlo-Dijo Makonde.

-No tengo miedo-Mintió. Si lo tenía. Aún era en parte orgulloso para admitirlo.

Ya debajo de las faldas del monte, uno de tamaño medio, antes de subir, Makonde le dio una última bendición a su alumno; una combinación de bendición tradicional cristiana y bendición inca. Pese a no entender mucho, agradeció el gesto. Seguidamente, Pauline lo abrazo por detrás. Su abrazo fue con bastante fuerza, como si temiera no volverlo a ver, sorprendiéndolo por esto mismo. Lo único que podían hacer sus compañeros y amauta era esperar lo mejor abajo. Privadamente, Pauline rezaba por su bienestar, pidiéndole tanto al Dios cristiano como a las deidades incas que Jaguaret saliera vivo de esa situación, haciendo Makonde lo propio. Pese a no creer en ello, Olusegun y Alisha guardaron silencio en respeto.

-Recuerda esto, así tengas miedo, no lo muestres con él. Eso junto a tu valor te dará cierta ventaja-Pronuncio Makonde.

Tras esas palabras, dio inicio a su tarea auto asignada, dejando atrás a sus compañeros y amauta aún preocupados por lo que podría pasar. Escalando el monte, tratando de imaginar lo que encontraría una vez que estuviera en la cima, aunque el camino era dificultoso por las rocas, no lo detuvo a la hora de escalarlo. En el camino casi cayó tres veces al vacío por pisar o agarrar mal rocas para agarrarse o sostenerse. Por eso mismo, lo hizo lentamente al darse cuenta que moviéndose como lo hacía comúnmente en campo abierto, la selva, la ciudad u otros montes que había escalado antes no serviría en esa ocasión.

Una vez en la cima del cerro, por medio de un gran grito exigiendo su presencia, Jaguaret desafío oficialmente al Supay, acompañado de un rugido que se escuchó en los lares cercanos, asustando a unos pastores y su rebaño que salieron corriendo del lugar.

La respuesta del ente no se hizo esperar. Rápidamente apareció delante suyo. A pesar de que se sintió asustado por su gran altura y presencia, se mantuvo sereno y no como cualquiera seguramente se hubiera echado a correr de ver una criatura como esa. Finalmente estaban cara a cara, dando una gran sonrisa el Dios al verlo.

-Al fin, es Jaguaret, el runapuma que ha dado mucho que hablar últimamente-Dijo el Supay en su calma bastante tétrica, logrando helarle la sangre al jaguar su inmensa tranquilidad, aunque no lo demostró al recordar las palabras de Makonde.

-¿¡Cómo has oído de mí!?

-Al ser un Dios tengo la habilidad de saber varias cosas. Y porque el Chullachaqui me ha contado mucho sobre ti en realidad.

-Así que tú lo liberaste... ¡Deja a los habitantes de esta región en paz! ¿¡Que rayos es lo que quieres!?

-Alimentarme de sus patéticos temores más que nada, además de divertirme un rato.

-Como dijo Makonde.

-Conozco mucho más de tu raza de lo que crees joven runapuma.

-Deja de hablar estupideces-Respondió Jaguaret.

Sin más, el jaguar se lanzó al ataque, golpeando al alto ente en el rostro, que poco hizo por defenderse, sorprendiéndolo por darles más sin que reaccionara.

-(Que extraño. No se defiende. ¿Le habré hecho más daño del que creo?)-Pensó para si mismo intrigado por lo que sucedía.

Continuando golpeándolo, siguiendo sin defenderse en lo más mínimo, tiro al gran ente como si fuera una bolsa de papas directo al suelo.

-¡Basta de tonterías!-Dijo el Supay levantándose sin ningún daño a la vista-¿En serio crees que puedes hacerme frente solo con simples bendiciones y oraciones?

-Por tu poca defensa, creo que sí-Respondió Jaguaret.

-Bien. No me dejas de otra-Sin esperarlo, impacto un rápido y fuerte golpe en su rostro, dándose cuenta muy tarde que, en realidad, lo había estado midiendo sin saberlo. Ahora lo zarandeaba y golpeaba sin parar sin que pudiera defenderse.

-¿Qué pasa, es miedo lo que siento? Pensaba que me darías más batalla. Hace siglos no lucho con nadie-Cogiéndolo del cuello, empezó a estrangularlo-Sé a qué le temes runapuma...-Pronuncio acercando su horrible rostro al suyo-Y con gusto haré tu temor real cuando le ponga las manos encima a tus compañeros, especialmente a esa pishtaco...

Viendo como esa cosa se alimentaba del miedo que salía de él, de solo pensar que iba a hacerles a sus compañeros y demás personas, Jaguaret no pudo evitar sentir una nueva sensación en su interior que no sabía cómo explicar, pero sabía claramente que era algo más que valor dado en una situación como esa. Imaginarlos en estado de desesperación mientras les chupaban la vida por medio del miedo, como estando sin poder hacer nada, sintió, extrañamente, una concentración interior con el peligro que lo hizo soltar finalmente electricidad de una de las palmas de sus manos con la que sacudió el lugar arriba abajo, mandando a volar al demonio para su sorpresa, liberándolo a su vez del fuerte agarre.

Levantándose, el ente solo sonrió-Jajaja. Veo que con eso pudiste hacerme daño. Pero no creas que eso te salvara la vida.

-¡No causarás más miedo a nadie más, acabare contigo en este mismo instante!-Grito Jaguaret.

-Muéstrame entonces lo que tienes jaguar.

-¡Pelea Supay!

Todo se puso oscuro. Pese a su visión nocturna, no pudo localizarlo. No fue hasta que lo ataco con cadenas por detrás, intentando extraerle algún rastro de miedo que tuviera al jalar su piel, expresando que un amigo de otro plano le enseño esa habilidad, que el jaguar pudo estar frente a frente con él, liberándose al desplegar su energía eléctrica.

-El sabor de tu miedo será exquisito.

Empezaron a pelear mano a mano. Pese a su gran tamaño, realmente el Supay era veloz y ágil a la hora de esquivar y dar ataques. Aun así, gracias a la electricidad en sus puños, Jaguaret pudo tanto protegerse de sus ataques como hacerle daño. El Supay utilizaba cadenas para golpear, zarandear e intentar atraparlo que, aunque muchas de estas lograron dañarlo como jalar su piel causándole un gran dolor, supo liberarse al desprender electricidad para continuar la lucha para sorpresa del gran ente.

-¡Estás en mi poder Jaguaret, no saldrás con vida!

Guiándose de sus garras y colmillos, Jaguaret lo zarandeo a golpes, zarpazos y mordidas que lo dañaron severamente antes que finalmente consiguiera alejarlo.

Viendo que el jaguar sería más difícil de derrotar de lo que esperaba, genero más de sus esbirros para hacer frente. Aunque eran varios, su nueva habilidad le permitió destrozarlos sin ningún problema, continuando la batalla con más golpes y zarpazos por el lugar.

-¡Me temerás así tenga que matarte!

Notando que el suelo empezaba a arder, Jaguaret se puso a salvo justo a tiempo al saltar, llenándose de cadenas todo el sitio, cortándolas todas justo cuando el piso volvió a la normalidad. El combate cuerpo a cuerpo se dio nuevamente, esta vez saltando el ser por el lugar, agarrándose del tejado para intentar aplastarlo, causando a su vez olas de energía, siendo en vano al esquivar y bloquear todos los ataques. En uno de los cruces cuerpo a cuerpo, el runapuma logro cogerlo del suelo para estamparlo brutalmente contra varias paredes antes de zafarse.

-¡Te maldigo jaguar!

En una distracción del jaguar, el Supay logro atraparlo con sus cadenas. Aunque trato de liberarse con su nueva habilidad, para su sorpresa no se manifestó como esperaba.

-¡No puede ser, ahora no!-Dijo Jaguaret desesperado por no poder liberarse de las cadenas, tirándolo fuertemente al piso el Supay tras un jalón.

Viendo que se aproximaban ataques de energía del ente, justo a tiempo supo liberarse al concentrar su fuerza en sus brazos, esquivándola justo a tiempo. Se movió por encima de las cadenas hasta llegar a él, rematándolo nuevamente a golpes. Con dificultad por las grandes manos del Supay, logro subirse a su cabeza para arrancarle sus cuernos, soltando un enorme grito de dolor que cubrió el lugar y se sintió por todo el país, aumentando tras que los clavara en su pecho.

-¡Eso ni me duele mortal!

-Por tus expresiones se ve lo contrario.

El Supay nuevamente saco sus cadenas junto al fuego ardiente, atrapándolo por poco, nuevamente cortándolas. Emitiendo un rugido de colera, el ente saco sus cadenas del suelo a gran velocidad, esquivándolas igualmente sin ningún problema para atacar a la distancia con su rugido que dejo atontado al ente, dándole nuevos golpes seguidos al rostro.

-¡Imposible, solo eres un estúpido runapuma!

-Corrección. Soy el estúpido runapuma-Dijo Jaguaret dándole golpes seguidos.

Furioso, lo persiguió con dos cadenas abriendo el suelo, chocando con sus garras.

-A ver si puedes igualar mi fuerza-Dijo el Supay.

Esquivando los ataques de la otra cadena, Jaguaret forcejeaba con el Supay, y aunque casi cayo al gran agujero hecho que deslumbraba agua subterránea supo volver arriba para continuar su ataque, recibiendo uno que otro.

-¡Ríndete ya Jaguaret!

-Nunca.

Quedando lo suficientemente aturdido, Jaguaret dio un gran salto directo a su rostro, cegando sus ojos para su dolor. Usando sus propias cadenas para amarrar su cuello, estrellándolo duramente contra el suelo, para seguidamente dar varias vueltas antes de soltarlo directo al suelo, creando un gran cráter del impacto, soltando un agonizante grito que lleno el ambiente.

Pensando que no se levantaría, se dispuso a irse. Sin esperárselo, el Supay resurgió del cráter con un gran rugido.

-¿¡Creíste que esto había acabado!? ¡Esto acaba cuando yo lo diga!

Atacando furioso con sus grandes puños, Jaguaret continuo usando su bioelectricidad para esquivarlas y seguir atacando por adelante y por atrás.

Aunque trataba de seguir el ritmo, era obvio que estaba ya demasiado herido para continuar, insistiendo con los mismos ataques, solo agregando energía salida de su boca que tampoco sirvió de mucho.

Observando su débil estado, corrió por su espalda, cogiendo su gran cabeza para estrellarla varias veces contra el suelo. Pese al gran daño, la oscura deidad no parecía experimentar ninguna pizca de miedo en su ser. Al contrario, parecía gustoso disfrutando del combate.

-No experimentas el sentimiento por el que tanto te alimentas al parecer-Dijo Jaguaret.

-No tengo la capacidad de poseer miedo-Respondió el.

El gran entre finalmente quedó quieto tras el último golpe contra el suelo, como si estuviera muerto. Para asegurarse que no lo volviera a atacar como hace poco, lo saco del agujero arrastrándolo, poniéndolo de rodillas forzadamente para interrogarlo.

-¡Ahora demonio inmundo! ¿Quién fue el loco que te invoco?

-No debo rebelarlo.

-¡Habla de una vez!

-Como ustedes los mortales dicen, eso es confidencial.

-Quizá más golpes te harán hablar-Dijo Jaguaret apretando sus puños uno en el otro para tratar de intimidarlo.

-Así quisiera no podría decirlo. Es parte de mi deber como señor del Uku Pacha.

Tras esas palabras, se desvaneció en una cortina de humo denso. Alerta a cualquier movimiento, solo escucho su voz hablar desde todas partes.

-Es la desventaja de que me invoquen. Si paso mucho tiempo fuera de mi mundo, me debilito considerablemente.

-Con mucha razón ahora entiendo por qué pude lastimarte.

-Tienes mucha suerte de no haberme enfrentado en mi reino. De allí no saldrías, y ni siquiera quedarías tirado en el suelo. Admito que estoy impresionado que hayas podido darme batalla. Muy pocos en el pasado lo hicieron antes de mi límite en este mundo. Solo quizá, guardes algo más, sobre todo por tu curiosa habilidad inusual, además de tu pertenencia a los runapuma, pero aún no lo sé. Adiós por ahora Jaguaret. Esto apenas comienza...

Volviendo a la normalidad el ambiente, regresando todas las almas de vuelta al Uku Pacha, muchas en contra de su voluntad, intentando permanecer sujetándose de lo que sea, en silencio incomodo, pensó un poco en esas palabras antes de sacar una conclusión personal-No parece una amenaza inmediata. Por ahora, se puede cerrar este incidente.

Preocupados por el bienestar de su amigo, se alegraron al verlo bajar fácilmente de la montaña como si estuviera surfeando. Corriendo a abrazarlo, Pauline se adelantó con uno muy fuerte, en señal de temer que no lo volvería a ver.

-¡Me alegra tanto que estés bien!-Dijo Pauline, expresando Jaguaret una sonrisa al exponer su rostro-Gracias por el gesto-Pronuncio un poco avergonzado-Esto será algo para contar sin duda-Pronuncio-Sin querer, y en el momento menos esperado, electrocuto a su compañera para sorpresa suya y de los otros, alejándose por eso mismo de ella-¡Perdón! Aún debo aprender a controlar esto-Dijo en referencia a su habilidad.

-¿Qué paso con él Supay?-Pregunto Alisha.

-Regreso al Uku Pacha al debilitarse. No quiso decirme quién o qué lo invoco.

-Qué mal. Hubiera sido útil para detener sus andadas futuras-Dijo Olusegun.

-Bueno. Makonde dijo que tras invocarlo debe pasar cierto tiempo. Tomando en cuenta que casi nadie sabe cómo traerlo, es probable que no lo veamos en un largo tiempo.

-Desearía que fuera para siempre-Dijo Alisha.

Presenciando brevemente la hermosa vista de la montaña, Pauline pronunció unas palabras-Regresemos a Paititi. Ya tuvimos suficiente esta noche.

-Concuerdo-Dijo Jaguaret.

-No imagine que los demonios incas fueran tan terribles-Dijo Olusegun.

-Y yo que pensaba que solo los demonios de la India eran malos-Dijo Alisha.

Sin más que hacer allí, pasaron a retirarse, soplando el frío viento en el vacío lugar. De solo pisar Paititi, Makonde le dio la bienvenida también con un gran abrazo.

-¡Qué bueno que regresaste muchacho. Fuiste muy valiente al enfrentarlo!-Sin más que decir por la gran muestra de afecto, Jaguaret correspondió el abrazo. Makonde también abrazo con afecto a sus demás alumnos. Recordando lo que el Supay dijo al respecto de debilitarse, sonriendo, Jaguaret le hizo al líder la siguiente pregunta-¿Sabía que se debilitaría verdad?

-En efecto. Aun así, es bastante peligroso ¿Realmente creíste que iba a dejar que enfrentaras a una deidad como si nada?

-Imagino que los otros consiguieron sobrevivir a él del mismo modo.

-Correcto. Aunque, algunos si eran deidades-Expreso Makonde retirándose hacia su palacio.

Entrenando Jaguaret con Pauline en los jardines horas más tarde, el runapuma se encontraba más animado y feliz al saber cómo podía dominar su inusual poder. La pishtaco lo ayudaba en haberle puesto varios blancos para que con su electricidad los derribara. Aunque la cargaba para disparar demoraba un poco, la potencia con la que salía hacía que valiera la pena la espera.

-Oye ¿A que más le temes en el mundo?-Pregunto Pauline tras que Jaguaret derribara un blanco con su habilidad.

-¿Esa pregunta viene por lo sucedido verdad?-Dijo Jaguaret continuando haciendo lo mismo.

-Si, pero si te incomoda no respondas-Dijo Pauline.

-Mi mayor temor es fallarle a las personas que me importan ¿A ti?-Dijo Jaguaret.

-Lo mismo que tú en realidad-Respondió Pauline.

-Tenemos eso en común, además de preocuparnos por la región por lo que eh visto hasta ahora-Dijo Jaguaret.

-Qué bueno que ya estás comprendiendo mejor tu electricidad. Makonde sin duda está orgulloso de ti-Dijo Pauline.

-Finalmente descubrí que se despega al imaginar que dañan a los que me importan. Pero aun debo aprender a manejarla-Dijo Jaguaret.

Dándole una sonrisa que correspondió, se dispuso a hacer una pregunta que había querido hacerle desde hace tiempo, no sabiendo como su compañero reaccionaria.

-Te puedo hacer otra pregunta-Dijo Pauline.

-Adelante-Dijo Jaguaret.

-¿Tienes familia Jaguaret?-Pregunto Jaguaret.

Además de descuadrarlo esa pregunta, Jaguaret solo se limitó a retirarse en silencio hacia su habitación, dejándola pensativa sobre si había hecho una mala pregunta, tomando asiento en su cama tras dar un suspiro agitado.

-Aún no se si decirle sobre eso-Dijo Jaguaret desplomándose sentando sobre detrás de la puerta.

En los jardines, Pauline se encontraba sentada en el suelo pensando en todo lo sucedido ese día, preguntándose en que quizá había hecho una pregunta incorrecta de hacerse.

-Creo que no debí preguntar eso...

En su habitación, Jaguaret aún se debatía si abrirse o no con ella. Sin embargo, aún pensaba en otra cosa respecto al hecho reciente.

-¿Qué habrá pedido a cambio el que invoco al Supay?-Se preguntó Jaguaret retóricamente sin una respuesta a la vista.

Trabajando en su guarida,el creador de las abominaciones revisaba su más reciente adquisición tras habercontactado al Supay; una piedra luminosa de color rojo.

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