XIII Experimento monstruoso

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Moviéndose hacia la casa de su amauta, tras ignorar a los guardias que no querían que estuvieran allí, rebuscaron entre las ruinas, no encontrando ningún indicio de sus habitantes. Bajo palabras de Pauline, fueron al sótano del palacio, encontrando a sus compañeros allí refugiados, abrazándose al verse.

-¿Qué ocurrió exactamente?-Interrogo Jaguaret.

-Vinieron sus criaturas. De algún modo, se enteró de la localización de Paititi.

-¿El orbe?-Pregunto Pauline.

-Hicimos todo lo que pudimos, pero...-Respondió Olusegun.

-Fueron demasiados...-Complemento Alisha.

-Tranquilos, hicieron lo mejor posible-Dijo Jaguaret tratando de confortarlos. Sin embargo, los concejales no estaban para nada felices, dirigiendo sus miradas de disgusto y odio hacia el más joven de todos.

-¿¡Hicieron lo que pudieron!?-Respondió uno de sus miembros.

-¡Es por tu culpa maldito extranjero!-Complemento otro apuntándole con el dedo acusándolo.

-¿Su culpa? ¡No lo metan en esto!-Dijo Pauline.

-¡También es tu culpa, tú lo trajiste aquí!-Dijo otro miembro.

-¡Además nos ocultaron que tenían en su poder esa cosa!-Expreso otro más.

-¡Dejen de echarle la culpa a otros! ¡También es nuestra por no hacer algo inicialmente! Además, era cuestión de tiempo que esas cosas vinieran aquí por haber atacado nuestras ciudades satélite antes-Dijo Pauline como respuesta.

-Claramente Transmaster fue más astuto que nosotros. Nos engañó con el truco más viejo-Dijo Olusegun en ayuda como defensa de su amiga.

-¡Igualmente, tienen responsabilidad en todo esto!-Respondió otro miembro más.

-Claro, porque ustedes hicieron bastante en ayudar desde siempre-Dijo Jaguaret en claro sarcasmo que los enfado.

-¡Arréstenlos!-Pronuncio un miembro, acercándose los guardias refugiados para proceder con la acción, alistándose ambos para pelear si era necesario.

-¡Quedas expulsada del consejo Schwarz!-Complemento otro.

-Favor que me hacen-Respondió ella sin importarle mucho.

La orden de arresto dada por los concejales se hubiera realizado de no ser por la aparición del chamán líder de la ciudad en ese mismo momento para poner orden ante la situación desesperada.

-¡Nadie expulsará o arrestara a nadie mientras yo esté al mando. Tenemos cosas más importantes que solucionar que estar discutiendo y peleando entre nosotros, entendido!-Respondió Makonde, cerrando la boca todos los concejales, sin dejar de mirar mal al jaguar y su compañera.

Regresando a buscar pistas entre las ruinas, ayudando Olusegun y Alisha más recuperados a continuar buscando todo lo que pudieran encontrar relacionado. No podían creer que el alquimista al fin tenía todos los orbes, debiendo apurarse en descubrir donde se ocultaba antes que desatará su plan final.

No muy lejos de allí, viendo como los concejales daban un discurso a la gente para tratar de calmarla por ciertas protestas, se dieron con la sorpresa por parte de Alisha que Makonde había salido hace poco. Pareciéndoles bastante raro que el líder de la ciudad no estuviera en un momento tan crítico y delicado, decidieron darle rastro, sobre todo al oír hablar a un miembro hablando con los otros que Makonde ya había tenido esa actitud desde mucho antes.

Caminando el amauta rumbo a la biblioteca, no sabiendo que sus alumnos estaban detrás suyo, ocultándose como podían, pese a que no mostraba signos de interesarle que alguien lo estuviera siguiendo en esta ocasión, lo vieron entrar en el lugar.

Dentro, lo vieron entrar en el cuarto de limpieza, preguntándose que estaría haciendo en un lugar así. Entrando silenciosamente, no encontraron nada fuera de lo normal.

-¿Se mete a este lugar? No tiene sentido-Dijo Jaguaret.

-¿Pero dónde está? No pudo desaparecer así de la nada-Tras pensarlo un poco, a Pauline se le ocurrió algo-Espera, creo que ya sé a dónde va todo esto.

Tocando ella la pared en diversos movimientos, su compañero no comprendía que estaba haciendo exactamente.

-¿Pero qué estás haciendo?

-Quizá se trate de una puerta oculta camuflada. Lo eh visto antes.

-Espero sepas lo que haces.

Tras dos intentos fallidos, al tercero, puramente al azar, logro abrir la puerta oculta. Deslumbrando delante suyo el laboratorio oculto, ya en funcionamiento total, muy similar a lo que habían visto en las alcantarillas, encontraron a Makonde leyendo el libro que había rescatado previamente, dándose cuenta pronto de su presencia al levantar la mirada, sorprendiéndose al instante de verlos ahí.

-¿Pero... que hacen aquí?

-Desgraciado. Sabía que ocultabas algo-Expreso el jaguar gruñendo.

-Nunca lo pensé de usted...-Dijo Pauline sin poder creer lo que veía.

-¿Jaguaret? ¿Pauline? ¡Esto no es lo que parece!

-Es más de lo que parece, amauta... ¡Tú eres Transmaster!-Expreso Jaguaret señalándolo acusatoriamente con el dedo.

-Todo tiene sentido ahora-Complemento Pauline con los brazos cruzados y cara nada amistosa hacia su amauta.

-¿Que? ¡No digan estupideces! ¡Todo esto tiene una explicación!

-Querías que viniera a Paititi para conocerme de cerca y saber cómo atacarme exactamente-Dijo Jaguaret acercándose a él intimidantemente, solo retrocediendo el runapuma mayor.

-Además, el alquimista conoce cada uno de nuestros movimientos y habilidades especiales...-Dijo Pauline haciendo lo mismo que su compañero.

-Querías entrenarme para hacerme fuerte y luego matarme como engordar un cerdo para el matadero ¿¡Verdad!?-Dijo Jaguaret.

-¡Pueden dejar de hablar tonterías y dejar que les explique!-Pronuncio Makonde intentando que crean en su inocencia, justo en el momento en que estaba acorralado contra la pared.

-¡Qué demonios nos vas a explicar! ¡Que estabas haciendo otro de sus locos experimentos en nuestras narices todo este tiempo sin que lo supiéramos!-Reclamo Jaguaret-Ahora entiendo por qué replegaste a tus criaturas en el momento adecuado.

-Arriba las manos Makonde. Por más que hayas sido nuestro amauta, ahora te pondremos bajo arresto como parte de nuestro deber y en base a todo lo que has causado-Dijo Pauline apuntándole con sus pistolas.

-Háganlo entonces. Ni sabrán donde y como derrotar a Transmaster.

-¡Ya deja el cinismo!-Dijo Jaguaret.

-Empieza a caminar por tu bien-Dijo Pauline.

-Sé que toda esta maquinaria e información, y más que este ahora en mi poder es una locura, pero les juro, que no es realmente lo que parece. Este laboratorio era de Transmaster.

-No te creemos-Dijo Jaguaret.

-Es la verdad. Quiero detenerlo tanto como ustedes-Dijo Makonde.

-¿Qué tanto lo conoce?-Pregunto Jaguaret.

-¿Quién es en realidad Transmaster?-También pregunto Pauline.

Para que le creyeran, o al menos intentarlo, tras un pesado suspiro, Makonde empezó a narrar la historia de Transmaster, o, mejor dicho, cuando, sorpresivamente y sin habérseles ocurrido a ninguno, cuando aún, hace mucho tiempo, incluso antes de que nacieran, fue un ser humano.

Transmaster era la identidad de Álvaro Alonso Barba, el famoso eclesiástico y metalúrgico de alta nobleza y muy influyente dentro del imperio español, como creador del método de los cazos para la explotación de la plata en la Argentina. Su descubrimiento en el llamado Nuevo Mundo, además de su gran pasión por los minerales, lo llevo a convertirse en un alquimista muy reconocido en su especialidad.

Su sed infinita de conocimiento y poder lo llevo a hacer diversos experimentos, todos basados en el sufrimiento humano, algo que aprendió desde su trabajo en minas, y cimento con el paso del tiempo. La alquimia también le dio el don de la inmortalidad, haciéndose pasar por diversas caras conocidas en la historia peruana; Túpac Amaru II, José de San Martín, Ramón Castilla, Julián Manuel del Portillo, José Abelardo Quiñones, o Juan Velasco Alvarado, para ocultar su identidad e intenciones mientras seguía con sus bizarras investigaciones.

En medio de una de sus exploraciones en lo profundo del país en la década de 1980, bajo la identidad del líder terrorista Abimael Guzmán, logro descubrir Paititi. Haciéndose pasar por un curandero cualquiera, pese a la hostilidad inicial, gracias a sus conocimientos en la alquimia, congenio fácilmente con estos, enseñándoles algunos de sus trucos en su área de especialización. Gracias a la confianza generada, no tuvo ningún reparo en manipularlos, haciéndolos construir una especie de portal que traería una dimensión que descubrió en el siglo XIX antes de encontrarse con la mítica ciudad, no habiéndolo realizado antes por la falta de tecnología necesaria. Los paititianos liderados por Makonde pronto descubrieron su artimaña, destruyendo su portal y aparentemente dándole fin tras una pelea. Aunque, con eso detuvieron su plan de fusionar ambas dimensiones, solo fue momentáneamente.

Con la historia concluida, no sabían en que creer. Ni siquiera si realmente les estaba diciendo la verdad, o si les mentía en su cara abiertamente al estarse inventando una historia para confundirlos. Un shock mental se apodero de su habla, no sabiendo que responder ante la historia relatada.

-¿Cómo sabemos si creerte?-Cuestiono Jaguaret aún con dudas en su cabeza.

Pauline ni sabía que decir, y menos que creer de la persona que había sido como su padre tantos años.

-Por favor, confíen en mí-Expreso Makonde con sus manos juntas suplicándoles.

Continuando el silencio, se miraron de reojo, pensando en tomar una decisión, sabiendo que cual tomaran definiría el destino de la ciudad como de la región y el país.

Enseñándoles el lugar, Makonde rebelo que lo que ojeaba era el diario que dejo su antiguo colega antes de abandonar su lugar de trabajo, conteniendo información muy importante respecto a las criaturas creadas, principalmente en cómo se ensamblaban y vivían.

-¿Cómo descubriste este lugar?

-Él me lo enseño propiamente. Teníamos gran confianza para contarnos todo. Pensé inicialmente que lo había destruido, hasta que, producto de los ataques, fui a investigar al cementerio.

-¿Por qué fuiste ahí?

-Me menciono que, en caso de emergencias, una copia de su diario estaría guardada en una de las tumbas.

-¿Por qué no nos contaste?

-Necesitaba tiempo. Creí que rápidamente encontraría la forma en derrotarlo, pero los conocimientos de Transmaster resultaron ser más complicados de lo que pensaba. Pensaba en avisarles posteriormente.

-Los concejales no pueden enterarse de esto-Dijo Jaguaret observando las diversas máquinas inusuales.

-Si. Arriesgamos mucho más con esto. Si de por sí ya nos echan la culpa de lo sucedido, no quiero imaginar que nos harían si descubren esto-Dijo Pauline.

Tomando en cuenta lo último dicho, a Jaguaret se le ocurrió una idea-Pauline una pregunta ¿Cómo hiciste para que no detectara tu olor al espiarme? No me digas que fue por cenizas como el loco de Matadero.

-Claro que no. Fue con una crema especial. Los runapuma la usan para enseñarles a los más jóvenes a encontrar objetos sin olerlos, principalmente porque hay muchos que no emiten olor.

-Aun si la usáramos, nos seguirán a donde vallamos-Dijo Makonde.

-No a un sitio que conozco-Respondió Jaguaret.

-¿Cuál?-Pregunto Makonde.

-Les mostraré. Cojamos lo que podamos y reunamos a Olusegun y Alisha.

-No sé lo que pretendes, pero confió en ti. Es nuestra oportunidad de salir-Dijo Pauline dándole su claro apoyo, respondiéndole Jaguaret con la cabeza afirmativamente.

Caída la noche, tras frotarse cada uno la crema en todo el cuerpo, Jaguaret los llevo a un lugar inusual lleno de grafitis y deteriorado ubicado en el este del Cusco, en un barrio de mal vivir para ser exacto.

-¿Ahí?-Pronuncio Olusegun.

-Es un cine abandonado-Complementó Alisha.

-Es mi guarida personal. Lo llamó El Sitio. Lo usaba cuando no tenía lugar donde quedarme. Lo encontré a los 15 años tras expulsar a la pandilla que lo habitaba originalmente.

-Guau. Espiándote tiempo atrás y recién me entero de su existencia.

-Tengo mis cosas escondidas también.

-Servirá bien como cuartel provisional-Dijo Makonde.

Acercándose sus acompañantes a la cerrada puerta principal, su dueño los detuvo-Permítanme guiarlos a la verdadera puerta.

Entrando por detrás al revelar una estrecha abertura oculta en el piso hecha por el mismo, por la cual pasaron sin problemas, principalmente los runapumas y la pishtaco por sus cuerpos flexibles, acciono un interruptor con el que prendió la luz del lugar. Como era de suponer, el interior era viejo como demacrado, sin embargo, estaba en buena forma. Había sido el sótano del antiguo cine. En el interior había una cama, algunos sofás y estantes, como un escritorio. A la derecha, cerca de la entrada, había un casillero y un televisor. Aunque todo era reusado, estaba en buen estado reparado.

-Nada mal-Comento Pauline.

-Es mi segundo hogar.

-¿Cómo haces para mantener a los curiosos alejados?-Pregunto Olusegun con curiosidad.

-Tranquilos. Casi nadie viene o vive en este barrio.

-¿Por qué?-Dijo Alisha.

-Muchas leyendas urbanas de muertos y apariciones. Perfectos para mantener alejados a los intrusos.

-Ok jaguar, empecemos a planear nuestro ataque a Transmaster en tu Fortaleza de la Soledad-Pronuncio Pauline.

Colocando todo lo que pudieron llevar en una mesa vieja sostenida por grandes ladrillos, Makonde comenzó a explicar lo que teorizaba acerca del alquimista, ayudándose del diario plagado de ilustraciones y planos que fascinaron como aterraron a sus lectores.

-Por lo que pude investigar, no solo creo esas bestias, sino también tecnología que va más allá de nuestra comprensión.

-¿Qué tipo de tecnología?-Pregunto Jaguaret.

-Al parecer, tecnología capaz para alterar la materia viva o inerte.

-Eso explica por qué es tan difícil de pelear con él-Dijo Pauline.

-¿Alguna idea de donde podría ocultarse?

-Revisando el diario, el creo también bocetos de lo que parece ser una especie de laberinto bajo tierra. Es lo más seguro que este ocultándose en él-Dijo mostrando los bocetos de dos páginas, pareciendo que estaba hecha de materia viviente.

-Ahora ¿Cómo podemos localizarlo?

-Aparte de las vistas, creo criaturas capaces de proyectar imágenes-Mostro la página del diario que mostraba una criatura similar a un ave combinada con un lagarto, junto a su capacidad de mostrar imágenes por sus ojos por medio de lo que observaba mientras estuviera en movimiento.

-Claro. Quizá así sabía todo acerca de nosotros.

-Entonces, si encontramos esas cosas, daremos con él-Dijo Alisha.

-Busquémoslas entonces-Dijo Jaguaret.

-¡No lo hagan! Yo lo haré. Es muy peligroso ir hasta allá. Pese a esta información, Transmaster era impredecible a la hora de planear algo. No sabemos que más cosas habrá hecho donde este. Además, todo esto es mi culpa técnicamente. Por eso mismo, yo lo terminare.

-Si hemos llegado hasta aquí, hay que terminarlo-Respondió Jaguaret.

-Además, ni de chiste lo dejaríamos ir allá solo-Dijo Pauline.

-Si, si fue difícil para usted en grupo pelear con sus bestias en Paititi-Dijo Olusegun.

-No quiero imaginar cómo sería solo-Dijo Alisha.

Pese a saber que era peligroso, ver la determinación de sus alumnos, especialmente la de su más reciente adición, le hizo ver que los hechos siempre habían sido un problema de todos y no solo el suyo.

-Pero aún hay otra cosa ¿Cómo se hará frente a Transmaster?-Dijo Pauline.

En su mente, Jaguaret pensaba en su última batalla con el alquimista, pensando que ya tenía la respuesta a cómo hacerle frente.

-Creo tener una idea-Respondió Jaguaret.

Aunque fue difícil buscar a las criaturas señaladas, buscando en todos los rincones posibles de la ciudad, finalmente lograron encontrar una escondida en un espacio pequeño de la catedral de la Plaza de Armas de la ciudad, atrapándola justo a tiempo que escape a gran velocidad gracias a la magia del adze vudú y la raksasi que lo amarraron y encerraron en una jaula mágica de energía. Sosteniéndolo Makonde, pese al asco que le daba junto a los demás de solo observar un ser como ese, logro extraerle el chip que tenía tras abrirle la cabeza, ingresándolo al celular de Alisha, logrando decodificarlo, dándole la ubicación exacta de los demás.

Transmaster no fue ajeno al suceso. De solo observar que una de sus pantallas estaba con estática, supo lo que iba a pasar a la larga.

-Sabía que este día llegaría. ¡Hijos míos, protejan nuestro hogar con su vida de ser necesario! ¡Pronto llegará lo que por tanto tiempo hemos estado esperando!-Respondiendo rugiendo, las abominaciones se movilizaron para hacer frente a los futuros intrusos, continuando el alquimista supervisando su diabólica máquina.

Con todas las pequeñas criaturas seguidas, capturadas y posteriormente destruidas, el grupo finalmente había localizado donde se había refugiado todo este tiempo su mayor enemigo tras una larga ruta, uno de los lugares más conocidos del país.

-¿El lago Titicaca?-Dijo Makonde.

-No tiene sentido. No existe tierra en este lugar, salvo la de la superficie-Pronuncio Olusegun observando el lago.

Pensándolo un poco, Jaguaret intuyo donde realmente se localizaba el laberinto-El diario decía bajo tierra, pero nunca dijo que en la superficie.

Tras entender el punto, seguidamente se sumergieron en busca de la fortaleza, no siendo la primera vez que el jaguar se daba un chapuzón. Sin siquiera haber estado un largo rato bajo el agua, fueron atacados inmediatamente por las bestias. Abriéndose paso entre las hordas monstruosas al nadar al fondo del lago, viendo en su asombro como parecía músculos expuestos de carne repartido en la profundidad del lago. Al terminar con el último grupo de defensa, arribaron dentro del lugar al meterse por uno de los conductos, similar a un intestino grueso, pero de gran tamaño, que expulsaba a los guardianes del sitio, al no ver otra manera de meterse, destruyendo seguidamente la máquina que los daba a nacer.

En caída libre, siendo el interior también de músculos expuestos, alivianando la caída al sujetarse de organismos similares a arterias que entrecruzaban el sitio, atravesando por poco una reja de energía que corto parte del cabello de Alisha, cayeron dentro del laberinto, siendo su suelo también de músculos de carne.

-Debemos admitir que si trabajo duro para construir todo esto-Dijo Jaguaret.

-¿Cómo puede dormir tranquilo en las noches con toda esta asquerosidad a su alrededor?-Dijo Olusegun.

-Claramente está demasiado acostumbrado-Respondió Alisha.

-¿Hacia dónde Makonde?-Pregunto Pauline.

Por allá-Indico hacia un camino situado en la derecha-Tengamos cuidado. Fuera de que esos láseres cortan todo, no sabemos que más habrá adelante.

Recorrieron la ruta, esquivando varios láseres que salían como sangre de las inusuales paredes. Con el piso destruyéndose a su andar, observando cuchillas similares a huesos, enfrentaron a más de las criaturas, ahora portando armadura exterior, similar a un exoesqueleto. Pese a la dificultad, las criaturas fueron destruidas, algunas empaladas al ser arrojada a las trampas nombradas.

Moviéndose por las paredes, prosiguieron atravesando una habitación de vacío totalmente oscuro, atacándolos tentáculos salidos del pozo, haciendo uno casi perder el equilibrio a Pauline, salvándola Jaguaret. Del otro lado, continuaron atravesando láser y tentáculos salidos por varias partes, llegaron a otra habitación donde el suelo se quemaba por voluntad propia de vez en vez, quemándoles los pies, además de luchar nuevamente con las abominaciones.

Continuando el largo trayecto, continuando Makonde dándoles indicaciones, perdió el diario ante un nuevo vacío al ser golpeado por un tentáculo surgido. Siguiendo ahora sin su guía, guiándose únicamente por su memoria, se desplazaron por un gran organismo similar a una arteria venosa en caída hacia abajo, superando más tentáculos y laser, siendo rápidos a la hora de cambiar a otra arteria al ser muchas de ellas cortas. Llegando a una nueva habitación, pronto dándose cuenta de que estaba minada por células gigantes al explotarle una a Olusegun, protegiéndose por un campo de energía mágica, más bestias, ahora fusionadas, llegaron a atacar, aprovechando el inestable lugar para destruirlos.

Terminándose de destruir el lugar minado, moviéndose atravesaron otro vacío, atravesándose más tentáculos, ahora de piel expuesta, siendo este de carne expuesta con pequeños tentáculos en su superficie que duplicaban su tamaño de solo sentir su presencia para intentar atraparlos, enfrentando al otro lado a más criaturas fusionadas y duplicadas de tamaño. Confundiéndose la memoria de Makonde porque ruta o camino seguir, impacientando un poco a sus alumnos, atravesaron un nuevo pasadizo de láseres y tentáculos expuestos, llegaron a una habitación que contenía una máquina muy similar a la que el runapuma y la pishtaco destruyeron inicialmente, solo que del doble de su tamaño y expuesta en órganos como el resto del sitio, protegiéndola un campo protector, tentáculos y láser al dar a nacer el doble de criaturas.

-¿Este lugar no puede ser más asqueroso?-Pregunto retóricamente Jaguaret.

-Realmente empieza a disgustarme...-Dijo Pauline asqueada por lo que observaba constantemente. Detrás suyo, Olusegun trataba de aguantar sus ganas de vomitar, ayudándolo su pareja a no hacerlo pese a sentir el mismo asco.

La gran máquina, parecida literalmente salida del infierno, muy pronto empezó a defenderse al desplegar sus defensas contra sus atacantes. Notando que esta no tenía tuberías o cables que la conectaran, la mejor opción por ahora era escapar al no tener el tiempo para descifrar su funcionamiento para destruirla. Encontrando Alisha un curioso botón en un mostrador, pareciendo un glóbulo blanco que no evito darle asco, bajaron por un ascensor, justo antes que las bestias y máquina los acorralaran. Descendiendo a lo profundo, destruyeron a más de esas cosas.

Intuyendo Makonde que estaban cerca de la ubicación del alquimista, fueron encerrados en el pasillo por rejas de energía, desplegándose tentáculos expuestos por el lugar moviéndose hacia su posición. Moviéndose por el lugar, esquivando todo tipo de obstáculos como ruinas, vacíos oscuros, pisos que se quemaban o emitían electricidad, y como no, más de las bestias, tras deslizarse por arterias gigantes, finalmente llegaron a lo profundo del lugar como recordaba el amauta; el exterior del lugar de trabajo de Transmaster.

-Estamos cerca. Transmaster debe estar en...-Dijo Makonde sin terminar su oración por la interrupción de una cara conocida.

Sin imaginarlo, De Mon, o, mejor dicho, Mantícora, hizo su acto de presencia al atacarlos violentamente sin casi poder reaccionar, dejándoles ciertas heridas.

-¿Qué rayos haces aquí De Mon?-Pregunto Pauline.

-Lárgate Mantícora. Esto no te incumbe-Dijo Jaguaret.

-Me incumbe mucho en realidad. No saben cuánto eh deseado este momento-Desenvaino sus garras de manos y pies, como abriendo sus alas para la batalla, gruñendo mostrando sus grandes dientes.

-Dudo que Transmaster te pague-Dijo Jaguaret.

-Esto lo hago gratis gracias a su oportunidad-Respondió Mantícora-No crean que no aprendí más de mis habilidades desde la última vez.

Alistándose para luchar, sus compañeros se pusieron delante suyo.

-Sigue tú. Está es nuestra-Dijo Pauline.

-Nos encargamos de ella-Agrego Olusegun.

-Tengan cuidado. Es bastante peligrosa.

-Siempre quise pelear contra esta tipa-Dijo Makonde.

-Lo tendremos en cuenta ¡Ve!-Dijo Alisha.

-Confío en ustedes-Dijo Jaguaret para ir rumbo a donde estaba Transmaster, dejando solos a la caza recompensas con sus amigos.

-Ni crean que les temo por superarme en número. De todas formas, iré tras el jaguar tras acabar con ustedes, especialmente tu chupa grasa.

-A ver si lo consigues bruja-Dijo Pauline en posición de pelea junto a sus amigos.

Continuando el recorrido, Jaguaret llego a lo que sería la habitación principal del laberinto. Tras quitar la gran puerta de hierro de una sola patada, exploro el inquietante lugar repleto de varias puertas también de hierro que parecían infinitas, repartidas por todo el lugar. Sabiendo que tenía que ser bastante cuidadoso a la hora de elegir una, al no saber qué cosas podrían estar del otro lado, muy lentamente abrió una por una. Lo que encontró en cada una realmente fue, ni siquiera la palabra bizarro cabía como definición. Muchas de las, cosas si fuera posible decirles así, intentaron atacarlo, otras lo ignoraron, o quizá eran pacíficas. Jaguaret se preguntó por qué el alquimista tendría puertas así. Quizá sería una especie de zoológico interdimensional bizarro o algo parecido. Tras abrir diez de ellas, recordando el líquido verde que dejo como rastro, encontró una puerta con el mismo material en el suelo. Finalmente el jaguar había llegado al cuarto principal del grotesco laberinto.

Entrando tranquila pero atentamente a cualquier movimiento inesperado, observo las pantallas donde lo vigilaba, ahora con estática, no evitando sentir ciertos escalofríos. Manteniéndose firme, rebusco en la mesa-estante donde quizá ensamblaba a sus bestias, la literatura que leía o había leído alguna vez en su extensa vida; El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Frankenstein, el Libro de Picatrix, las obras de Cornelius Agripa, San Alberto Magno, Arnau de Vilanova, Basilius Valentinus, Nicolás Flamel, Roger Bacon y Tomás de Aquino, estás últimas en su idioma original, el latín. Ojeando algunas, fue apresado de pies y brazos por tentáculos salidos del techo.

-¿Te gusta lo que leo?-Pronuncio el alquimista cayendo del techo como gotas de agua para armarse en su figura una vez en el suelo-Ah diferencia de ellos, yo si logre crear vida, lo que tanto querían lograr en toda su carrera. Sin duda estarían orgullosos de mí.

-Eres un gran lector, muy apasionado sin duda. Qué lástima que estés del lado equivocado, y que además no tengas a El Alquimista entre tus obras-Comento siendo claramente sarcástico, finalmente liberándose de sus agarres al emitir bioelectricidad, seguidamente cortándolos.

-¿Te gusta mi laberinto?-Pregunto Transmaster.

-Se nota que tienes un estómago fuerte para haber diseñado todo esto-Dijo Jaguaret dándole una última mirada al asqueroso lugar.

-Me sorprende que hayas venido hasta aquí para detenerme-Dijo Transmaster.

Sin expresar palabra, Jaguaret camino rumbo al alquimista, quedando cara a cara. Mirándose fijamente, la tensión se sentía con mucha facilidad en el aire.

-De todos modos, suponía que encontrarías mi base, sobre todo por el diario que deje allá. Personalmente, me hubiera gustado dejar esta pelea al último, pero ya no importa.

-No creas que no eh mejorado para luchar contigo nuevamente. Y mucho menos que me manipularas como hiciste con Makonde.

-Lo veo a simple vista. Makonde realmente hizo un buen trabajo contigo, aunque no creas que será suficiente para vencerme.

Colocándose el jaguar en posición de batalla, Transmaster lo llamó a luchar con un dedo-Probémoslo-Dijo él.

A toda velocidad, el runapuma se lanzó al ataque, bloqueando los ataques del otro, viendo el alquimista la nueva gran velocidad de Jaguaret, tanto así para desaparecer de su vista e intentar atacarlo por arriba. La batalla continuo bloqueando y esquivando más ataques ambos sin hacerse daño, por el momento, hasta que el jaguar planto un rodillazo en su rostro, haciendo lo propio su enemigo en su rostro, no funcionando su habilidad de transformar su cuerpo a un material duro. Tomando distancia el jaguar, Transmaster se sorprendió al ver cómo había sido dañado por algo tan simple.

Volviendo al ataque rápidamente, nuevamente esquivando y bloqueando sus ataques respectivos, Transmaster planto un golpe en el estómago de Jaguaret, que, aunque lo hizo retroceder, no pudo dejarlo fuera de combate, respondiéndole con lo mismo, nuevamente no funcionando su alquimia sin comprender el por qué, retrocediendo hasta el fondo del lugar, asestándole una patada en el rostro, mandándolo a volar a una máquina que se destruyó con el choque. Pese a eso, el alquimista salió ileso, tomando el jaguar otra vez distancia.

-Imagino que pensaste que ganarías-Dijo Transmaster.

-No. Falta más que eso para vencerte. Se ve que no eres el tipo de persona que se rendiría con ataques básicos-Respondió Jaguaret.

El alquimista se acercó levitando-Que bueno que lo notaste, porque ahora no seré nada piadoso.

-Adelante-Dijo él, llamando a Jaguaret con un dedo.

-Veo que disfrutas mucho pelear-Dijo Jaguaret.

-Por la manera en que lo dices se ve que no has olvidado quién eres-Dijo Transmaster.

Atacando nuevamente, moviéndose por todo el laboratorio, demostraron su gran habilidad en batalla, siguiendo sin comprender Transmaster porque ahora su barrera de energía no funcionaba. Pese a eso, no le fue impedimento para sobrellevar la pelea con Jaguaret. Comprendiendo poco a poco los movimientos de su enemigo, el jaguar empezó a estamparse con el alquimista, dándose golpes seguidos, lanzando un gran ataque bioeléctrico que el segundo desvío, viendo muy tarde la distracción en la que había caído al golpearlo Jaguaret por detrás, mandándolo directo al suelo, no sin antes responderle con la energía de sus ojos, cayendo el jaguar en cuatro patas.

-¿Pero, como es posible que ahora puedas dañarme?-Pregunto Transmaster sin poder creer lo que sucedía en ese instante.

-Fácil. Mis amigos y yo supusimos que, si la alquimia te daba tus poderes, la misma podría quitártelos. Unte mi cuerpo en una materia liquida derivada-Dijo Jaguaret.

-¡Vaya sacrilegio!-Dijo indignado Transmaster-Aunque-Cambiando el tono de voz-Reconozco que realmente eres muy astuto, además de estar acostumbrado a combatir como todo runapuma, pese a no haber nacido en Paititi-Dijo Transmaster.

-Tu igual-En su mente, Jaguaret pensaba-Realmente aún es fuerte sin sus habilidades extra. Si me distraigo, aunque sea por un momento, podría vencerme. No es alguien con el que se deba bromear.

Sin aviso alguno, Jaguaret zarandeo a Transmaster como si fuera un trapo, mandándolo a volar, deteniéndose antes de chocar con otra máquina.

-Muy bien Jaguaret. Esperaba que me atacarás.

-Espero que dejes de jugar y empieces a pelear en serio.

Como momentos antes, Transmaster lo lleno de golpes, ahora costándole trabajo mantener el ritmo, principalmente por su tele transportación. Sin embargo, no fue ningún impedimento para que el jaguar siguiera asestándole golpes al creador de las criaturas, quedando nuevamente lejos tras grandes movimientos continuos. Desesperado, tentáculos surgieron del suelo para intentar apresarlo, esquivándolos, aunque llegando a cortarlo uno que otro, a la vez continuando la batalla.

Donde habían quedado, los compañeros del jaguar se batían a duelo con Mantícora. Pese al uso de magia por parte del adze y la raksasi al intentar encerrar en una dimensión de bolsillo conjunta, junto a la gran velocidad de combate de Makonde, la caza recompensas realmente era muy veloz como hábil a la hora de bloquear sus ataques al moverse a modo de torbellino con sus grandes alas, lanzando además plumas cuchillo, como en esquivarlos con su gran velocidad, además de su nueva capacidad de sacar cuchillas del suelo por medio de su veneno desprendido.

-Realmente entreno-Expreso Pauline.

-No pensé que realmente lograra combatirme-Dijo Makonde.

Colgada del tejado, Mantícora vomito su veneno por el lugar, librándose Pauline de ser infectada gracias a las habilidades de proyectar escudos de energía de sus compañeros. De nuevo en el suelo, al impactar con toda su fuerza causo un gran estruendo que, aunque los hizo caer, se pusieron de pie rápidamente para llenarla de golpes al aprovechar su mareado estado. Los cuatro compartieron nuevos golpes tras reponerse la caza recompensas, sabiendo esquivar sus movimientos, pese a que uno que otro consiguió impactarlos. Lo que no supieron hasta ese momento fue su otra nueva capacidad de regenerase muy rápidamente del daño, por más grave que fuera.

-Necesitarán más que golpes y ataques para derrotarme-Dijo desplegando su veneno como cuchillas, ahora acompañándolo de su rugido, compartiendo y bloqueando cada uno los ataques del otro a gran velocidad por el lugar. Habiendo notado que ahora Mantícora era, o al menos parecía ser incansable, notando también las grandes tripas que recorrían el lugar, Pauline observo que, pese a su espantosa apariencia, transportaban también electricidad. Con la idea en la mente, se la comunicó al trio en medio de la batalla en un momento donde De Mon estaba lejos, producto de un fuerte golpe de Olusegun en el rostro.

Manos a la obra, se puso en marcha el plan. Siguieron luchando mano a mano, llevando la lucha hacia el techo, cortando varios de los intestinos en el proceso, tanto por ataques suyos como de la quimera bípeda. Afectándola la electricidad desprendida, no freno su factor curativo, agarrando fuertemente a Alisha y Olusegun con sus manos, como a Pauline y Makonde con su cola, apoyándose en una columna de carne.

-¿En serio fue lo mejor que se les ocurrió? ¿Qué la electricidad común me dañaría? Sí que dan pena.

-No, pero si te dejaría inerte-Dijo Olusegun, pateándola conjuntamente en el rostro aprovechando su guardia baja, cayendo hacia el suelo lleno de electricidad que la hizo gritar de dolor del solo sentir la energía moviéndose por todo su cuerpo, cayendo abruptamente al suelo.

Mantícora yacía inconsciente en el suelo. Pese a la victoria, la pareja indo-africana había quedado bastante herida, acercándose Pauline para tratarlos con sus hierbas sacadas de su bolsillo trasero.

-Ayúdalo tú. Te alcanzaremos luego-Pronuncio Makonde sosteniendo a Olusegun y Alisha, a pesar de su también estado herido.

Sabiendo que estarían bien, la pishtaco se movilizo rumbo hacia la batalla de Jaguaret y Transmaster, sintiéndose los retumbidos fuera de la zona donde luchaban.

Llegando para ayudar en el combate, tras haber compartido los contrincantes nuevos golpes, el alquimista empezó a reír como un loco para su total desconcierto.

-¿Que es tan chistoso?-Dijo Pauline seriamente al no causarle gracia la risa del alquimista.

-¿En serio creyeron que quería atraer fuerzas oscuras de una dimensión desconocida? Yo siempre fui la fuerza oscura en su mundo, solo faltaba, completarme...

Sin entender a qué se refería exactamente, inmediatamente, surgiendo una máquina del suelo, los orbes colocados con anterioridad empezaron a absorber la energía del alquimista. Pese a que Jaguaret y Pauline intentaron detener el proceso, un escudo protector se los impidió, mandándolos hacia atrás.

Los horrores del cosmos son eternos-Dijo Transmaster-Esparciéndose denso humo negro, ante sus ojos, observaron con mucho terror como el alquimista no era más el mismo, sino la vieja leyenda que tanto había aterrado a Paititi, que ahora había regresado a la vida; el Runapuma oscuro.

-No es posible...-Dijo Jaguaret sorprendido por lo que observaba sin poder entenderlo del todo.

-Es él...-Dijo Pauline atónita, tampoco sin poder creerlo.

-¿Runapuma oscuro? Bravo genios. Al fin lo descubrieron-Dijo el ahora Runapuma oscuro con la misma voz de Transmaster pero más agria, como si hubiera esperado mucho tiempo para volver a hablar. Soltando una rápida ráfaga de energía oscura que los mando a volar lejos, estrellándose contra una pared, Pauline quedo inconsciente, tratando de reanimarla Jaguaret-Toda mi vida la eh dedicado a descubrir cómo se logra esta transformación, incluso si por eso tuve que fingir algo que no era-Dijo acercándose a la posición del jaguar.

-Transmaster....era tu falsa identidad...-Dijo Jaguaret levantándose adolorido, siendo el golpe más fuerte que le habían dado hasta ahora, habiéndose dado cuenta de todo, reclamándose en parte también lo tonto que fue por no verlo antes.

-Millones de experimentos por siglos. Millones de fracasos por décadas. Varios años transcurridos sin nada descubierto. Cosas que tuve que ceder de una manera u otra. Y al fin tengo lo que siempre eh querido-Del cuerpo del alquimista broto humo negro que se trasladó por sus tuberías hasta llegar a Paititi, ingresando por la boca tanto de sus creaciones como de los habitantes, transformándose en seres muy similares a él, pronto causando caos en la ciudad-Hay algo que Makonde y los paititianos nunca se enteraron al respecto de la criatura que tanto temían. El runapuma oscuro no es una transformación como tal, mejor dicho, es una energía oscura que se obtiene de otro mundo. Eso lo hizo el primer runapuma y por eso obtuvo ese poder. Y lo mejor de todo, y que nunca adivinaron, es que no es necesario ser de su especie para tenerlo. Ahora lárguense. Ya no tengo por qué contarles mis cosas-Dijo desplegando un rugido colosal que destruyo el lugar e hizo temblar la base hasta sus cimientos, sintiéndolo Makonde y sus alumnos. Pese a que Jaguaret trato de hacerle frente con su rugido, salió volando junto a su compañera como simple papel en el viento hacia arriba, aterrizando de espaldas contra la superficie, protegiéndola de la gran caída con su cuerpo, lastimándolo como dañando su traje.

Llegando a Paititi transformado en humo, el siniestro ser guio a sus lacayos que se transportaron de la misma manera para someter a los habitantes que no hubieran exhalado el humo, dejándolos impactados con su sola presencia al ver hecho realidad el ser que creían un simple mito de muchos dispersos-¡Habitantes de Paititi. Una nueva era llego. Una donde el Runapuma oscuro gobierne en base a la oscuridad y el caos!-Dijo dirigiendo sus monstruos, desatando el terror en la ciudad.

Los concejales junto a los pocos guerreros que quedaban eran los únicos que podían hacerles frente, dando lo mejor de sí, aunque sin superar a la cantidad, no mostrando temor ante la muerte. Las fuerzas de defensa de la ciudad rápidamente se desplegaron al salir de sus cuarteles en tanques de fabricación propia junto a enormes mamuts de cuatro colmillos, como de enormes sauropodos que lo único que los diferenciaba de sus primos extintos era su larga nariz similar a un tapir, que montaban, además de seres voladores similares a pterodáctilos de dos cabezas que conducían, para hacer frente a la amenaza, pero ni con todo el valor del mundo lograron igualarlas o hacerlas retroceder.

Levantándose adolorido de la caída, cojeando un poco, Jaguaret reviso a su compañera. Trato de despertarla moviéndola despacio, siendo inútil al estar completamente inconsciente. Asegurándose que sus signos vitales estuvieran bien al sentir su pulso al colocar sus dedos en su garganta, se puso de pie seriamente, decidido a terminar lo que el alquimista estaba desatando pese a su estado herido. Al darse la vuelta, observo a su amauta que también la reviso, terminando de asegurar que aún tuviera signos vitales.

-Está estable pese al gran daño que recibió. Dejémosla descansar-Dijo Makonde recostando a su alumna en el suelo.

-¿Olusegun y Alisha?-Pregunto Jaguaret preocupado.

-Están reposando más atrás. Están bien-Dijo Makonde.

-Ahora ¿Cómo lo detenemos? Realmente es demasiado poderoso-Pregunto Jaguaret sin idea de cómo hacerle frente al dios literal surgido de otro mundo.

-Espera, recuerdo algo del diario-Dijo Makonde recordando un pequeño detalle del extinto documento.

-¿Qué cosa?-Pregunto Jaguaret.

-Los orbes pueden dar energía, pero, también pueden quitarla-Dijo Makonde.

-¿Qué significa eso?-Pregunto Jaguaret.

-Que, si los volvemos a activar, podrían chuparle la energía del Runapuma oscuro y volver a Transmaster a la normalidad, o al menos lo que él considera la normalidad. Bueno, solo es una teoría-Dijo Makonde.

Sabiendo lo arriesgado que era, como habiendo presenciado ese poder tan destructivo, sin ningún temor, solo teniendo en mente su plan sin nada más, Jaguaret dijo-De acuerdo. Lo distraeré. Usted encárguese de activarlos y llevarlos.

-Prometo que lo haré. Ten cuidado. Ahora que es el Runapuma oscuro, su poder es demasiado para ti.

-Eh aguantado cosas peores-Dijo Jaguaret-Si nos volvemos a ver, le daré mi respuesta al respecto de hacerme parte de su consejo. Adiós Amauta-Dijo haciendo una reverencia en respeto hacia el que había sido su maestro, no pudiendo sentirse él más honrado.

Quedándose Makonde en ese lugar para reactivar los orbes, Jaguaret partió rumbo de vuelta a Paititi, decidido a poner fin al terror de Transmaster como al Runapuma oscuro.

En Paititi, levitando en el aire, el alquimista veía complacido y gustoso como delante de sus ojos se cumplía al pie de la letra todo lo que había planeado varios años, no importándole los gritos desesperados ni pedidos de auxilio a quien sea de los inocentes.

-¡Esto sin duda es un nuevo comienzo!-Dijo Transmaster abriendo los brazos, como si estuviera tomando el papel de un nuevo dios que regiría el destino del lugar de ahora en adelante, de no ser porque su obra contemplada fue interrumpida a lo lejos por cierta persona de la que pensó ya se había desecho.

-¡Deja a esta ciudad en paz! ¡Esto es entre tú y yo!-Grito Jaguaret a lo lejos. Escuchándolo el Runapuma oscuro, gracias a su visión, pronto descubrió donde se encontraba; El exterior del destruido palacio principal.

Acercándose sus abominaciones para atacar, Transmaster las aparto con una sola indicación de mano al llegar-Déjennos solos-Sentencio. Sus criaturas obedecieron la orden, dispersándose para continuar aterrorizando al resto de habitantes.

-Pese a que lo considero estúpido, realmente me impresiona mucho tu valor frente a la obvia diferencia de poder. Supongo que deseas morir junto a todos los idiotas de esta ciudad y país.

-¿Qué esperas para dejar de hablar y empezar luchar?-Respondió Jaguaret sin sentirse intimidado del gran poder que emanaba el alquimista.

-No sé por qué lo dices. Igual tu esfuerzo será inútil-Dijo Transmaster montando vuelo, estando Jaguaret más que listo para volver a luchar a pesar de la gran diferencia de poder. Compartiendo serias miradas, finalmente se lanzaron al ataque a gran velocidad. De solo golpearlo, Jaguaret fue destruido en varios pedazos, dándose cuenta rápidamente el runapuma oscuro de lo que había sucedido.

-Ingenioso, pero tonto-Dijo Transmaster al haberse dado cuenta de la copia del jaguar.

Cerca, oculto entre escombros, Jaguaret pensó-(Debo distraerlo lo que pueda para que Makonde re active los orbes. ¡Esto es por Pauline, Alisha y Olusegun, como de todos los habitantes de la ciudad y sus víctimas! ¡Todo esto terminara aquí!)-Muy pronto, Transmaster se dio cuenta de su presencia, atacándolo con su energía oscura, esquivándolo a duras penas, sin dejar que lo intimidara.

En lo que quedaba de lo que había sido la guarida de Transmaster, Makonde trataba de encender la máquina que había usado para revertir el efecto de los orbes, yaciendo dispersos por el suelo de nuevo como rocas. No dando ningún resultado las palancas y diversos enchufes sueltos, tuvo que improvisar al ocurrírsele que de alguna manera podía activarlos manualmente sin necesidad de esa cosa infernal. El problema radicaba en que, por más que fuera el líder y principal maestro de su ciudad, no sabía exactamente como activarlos. Lo peor era que Transmaster no había anotado nada al respecto. No siendo impedimento, y sin perder la esperanza, Makonde cogió uno entre sus manos, tratando de encontrar una manera de canalizar la energía del orbe. Por más que intentaba concentrarse, el pensar como estaría Paititi, y el que ahora era como un hijo para él, le impedían alcanzar una canalización suficiente.

-Esto es inútil. Es imposible que sepa cómo hacerlos funcionar a tiempo-Dijo Makonde cabizbajo de rodillas en el suelo sin saber que hacer exactamente.

No sabiendo que hacer, siendo algo que realmente salía de sus manos, llego la ayuda.

-Maestro...nosotros lo ayudaremos...-Dijo Olusegun sostenido por Alisha.

-Tenemos una idea, o mejor dicho, una teoría, de cómo podría reactivarse esa cosa-Dijo Alisha.

De vuelta con la pelea desatada moviéndose por toda la ciudad, y que definiría el destino de la región, sabiendo desde el principio que el runapuma oscuro lo aplastaría fácilmente si pelearan de frente, en estilo de guerrilla, Jaguaret lo atacaba a la distancia con su rugido al máximo y bioelectricidad de sus manos y dedos, cuidando su energía para que no sucediera lo mismo que con De Mon, refugiándose entre los grandes escombros para evitar sus contraataques, a pesar de que realmente no le afectaba al alquimista. Pasado el tiempo, a Jaguaret ya empezaba a costarle mucho mantenerse en pie al tratar de igualarse frente a las increíbles habilidades de su enemigo, no dejando de moverse para continuar dándole cara pese a su magullado estado.

-Oye Transmaster, si realmente eres tan listo ¿Por cuánto tiempo más voy a seguir ocultándome de ti?-Dijo Jaguaret burlándose escondido entre los escombros, a la vez esquivando como podía los ataques.

-No creas que simples escombros te salvarán-Dijo Transmaster buscándolo entre las ruinas moviéndolas con solo sus manos, moviéndose Jaguaret entre ellas para evitar ser encontrado, pese a la gravedad de sus heridas. El gran poder del runapuma oscuro hizo que pasar desapercibido fuera casi imposible. Sin importarle eso, como a duras penas en pie, el jaguar continuo luchando. Tras una nueva persecución por casi toda la ciudad con muchas explosiones de energía oscura, teniendo la esperanza que hubiera perdido de vista a su enemigo, Jaguaret cometió el error de asomarse por unos escombros, finalmente siendo cogido del cuello por el alquimista, levantándolo en pleno aire.

-Pedazo de idiota ¿En serio pensaste en que no aseguraría lo que mantiene mi transformación en este mundo? Makonde siempre fue inteligente, pero ni en broma comprendería lo complicado que es manejar un orbe-Dijo Transmaster con gran grandilocuencia.

Soltando una risilla débil, Jaguaret dijo-Subestimas mucho a las personas...ya veremos quién tiene la razón-Dijo Jaguaret desafiante pese a su estado grave.

Dispuesto a darle el golpe final, de repente, y sin poder explicárselo así mismo, Transmaster se sintió raro. No podía explicarlos con palabras. Mucho menos con gestos. Solo sentía que su energía vital era drenada por algo más, incluso habiéndole impedido reaccionar de solo estar cerca de él, tirándolo al suelo como soltando a Jaguaret. Verificando que su apretado cuello estuviera bien de tan fuerte agarre sufrido, vio cómo, para su verdadera buena suerte, Makonde, Alisha y Olusegun habían llegado. Gracias a los orbes re activados, estaban debilitando al Runapuma oscuro. Una vez cumplida su función, se hicieron polvo en las manos de sus ocupantes.

-Makonde...-Pronuncio Transmaster levantando la mirada, volviendo a ver al amauta después de tantos años transcurridos.

-Transmaster....-Respondió Makonde.

-Realmente quería que se diera en algún punto este reencuentro-Dijo Transmaster.

-Lamento decepcionarte en no pensar de la misma manera-Dijo Makonde.

-¿Cómo demonios es posible que lograran reactivarlos?-Pregunto Transmaster realmente sorprendido de haber visto los orbes nuevamente activos.

-Muy fácil y sencillo. De hecho, indirectamente, tú nos diste la respuesta-Dijo Olusegun.

Sin comprender, algo raro para alguien como él, al menos según su manera de pensar, Transmaster pregunto-¿Qué quieren decir?

-¿Dices ser tan listo de una manera u otra y no puedes deducirlo? Igual te lo diremos. Simplemente, cuando estudiamos el orbe que te arrebatamos, descubrimos como invertir la polaridad con la que los activaste-Dijo Alisha.

-Algo que la verdad no es tan difícil de hacer-Complemento Olusegun.

-¿Invertir? ¡Y continúan con sus sacrilegios!-Dijo Transmaster expresando su molestia por esas palabras.

-Te guste o no, eso es lo que será tu ruina-Dijo Alisha.

Surgiendo un silencio incomodo, el Runapuma oscuro solo se puso de pie, riendo un poco antes de retomar la palabra-¿Y en serio así creen que me vencerán? ¡Soy un dios entre mortales!-Dijo soltando todo su poder, derrumbando estructuras cercanas, casi atrapando a los presentes entre los escombros de no ser porque se movilizaron justo a tiempo. Aun así, el caos reinante les había impedido activar el último orbe.

-¡Jaguaret!-Expreso Alisha a la lejanía. Escuchándola, se movió a su dirección, viendo que tenía en sus manos el último orbe. Queriendo lanzárselo, la dificultad para ella radicaba en ser perseguida por las abominaciones. El propio Jaguaret no la tuvo fácil tampoco por lo mismo, además de ser bombardeado por la energía oscura que desprendía el Runapuma oscuro en su camino hacia ella. Cruzándose en un tramo encima de dos edificios, a punto de darle el orbe, el alquimista provoco con su energía una explosión tan fuerte que exploto el sitio.

Disipándose el polvo y humo, viendo a lo lejos que el jaguar aún seguía en pie, desplegando energía oscura hacia su dirección para dañarlo, Transmaster la devolvió a su cuerpo al observar que Jaguaret acompañado de una sonrisa cínica estaba mostrándole el último orbe en una de sus manos.

-Solo tú decides Transmaster. Te rindes pacíficamente, o peleas-Expreso seriamente Jaguaret mostrándole uno de los orbes en su mano, amenazándolo con activarlo si no decidía lo mejor para todos.

-Vaya, resultaste ser más astuto y valiente de lo que pensaba inicialmente-Expreso acercándose a su posición, no mostrándole temor su contrincante.

-¿Qué decides?-Agrego el runapuma con mucha seriedad en su rostro, esperando la mejor respuesta por el bien de todos.

-Pese a haber usado a tus amigos y Makonde para debilitarme, realmente has demostrado ser un digno rival. Lástima que igual tendré que acabar contigo.

-Sigo esperando tu respuesta-Dijo Jaguaret con la misma seriedad de antes.

-Luche por esto toda mi vida, Jaguaret, no dejare que nadie me lo quite-Dijo quitándole el orbe para destruirlo con una de sus manos. Gruñendo, Jaguaret se lanzó al ataque abalanzándose sobre él, respondiendo rápidamente Transmaster.

-¡No dejare que ganes Transmaster!-Expreso forcejeando en el suelo con él.

-¡No me quitarás mi destino!-Respondió él también forcejeando.

Separándolo el alquimista de un golpe, más igualados, y aunque Transmaster aún tenía mayor ventaja, dirigiéndose en cuatro patas el uno hacia el otro, se batieron nuevamente a un duelo más equilibrado y justo en base de zarpazos y mordidas, como si de dos verdaderos jaguares salvajes en plena selva lucharan por un territorio o una presa. Las mordidas y los zarpazos fueron muy continuos, llenando casi todo su cuerpo de la furia del otro. No había vuelta atrás para ninguno de los dos. Ambos sabían que todo terminaría ahí mismo.

Tras cinco minutos de dura y continua lucha, completamente débil como herido de zarpazos y mordidas en todo su cuerpo, además de su ropa rasgada por todo el daño sufrido, dejándose ver su castigado rostro, en un último golpe, la mano derecha de Jaguaret fue hecha huesos producto del rasguño dado por el alquimista, cayéndosele los dedos, aunque para ello gasto parte de su energía. Sometido por el cuello por él, pese a lo que pasaba, junto al dolor de la pérdida de una de sus manos, Jaguaret se mantuvo sereno sin importar lo que pasara luego.

-Pobre iluso ¿De verdad creíste que con el poder de la amistad y el amor como del valor sacado de tu interior pese a tu débil y limitado estado solo porque lastime a los que te importan me harías frente? ¿Además de tu patético intento de distracción y valor al creer que me darías pelea por no tener tanto poder como antes? ¡Hasta ahora no has visto todo lo que puedo hacer! ¡Soy literalmente un Dios entre mortales Daniel, no como tú y los demás que siempre estarán lejos de ello!

-Jajaja-Río débilmente-No...solo te distraía...Y por cierto...mi nombre...es Jaguaret-Respondió a duras penas, respondiendo con lo último de sus fuerzas para clavarle directo al pecho el hueso desnudo de su mano, soltando el Runapuma oscuro un gran grito de dolor, tan fuerte que se sintió hasta la superficie por todo el continente sudamericano, haciendo temblar hasta los mismos huesos a una que otra persona que lo hubiera escuchado, seguidamente impactándole una fuerte patada en el rostro que lo libero de su agarre.

A pesar de ello, pensando que finalmente había ganado, fue muy tarde cuando el Runapuma oscuro se dio cuenta que su enemigo portaba en uno de los bolsillos de su chaqueta el verdadero último orbe, activándolo para terminar de absorberle lo último de energía que le quedaba.

Pegando un grito doloroso, como si le estuvieran extrayendo sádicamente los huesos junto a los órganos y la piel estando vivo, el Runapuma oscuro, junto a Transmaster, dejo de existir al ser cubierto en una espesa niebla grisácea junto a sus criaturas, que fallecieron al instante al desplomarse en el suelo o cayendo de gran altura. El orbe se volvió polvo una vez que chupo la última gota de energía.

¿Cómo era eso posible? ¿Realmente el gran Transmaster había subestimado de manera tan estúpida como irónica a sus enemigos? ¡Para nada! ¡No por nada tanto se había formado en la alquimia día y noche! Quizá fue lo último que pensó el alquimista en medio de su inminente destrucción, que el mismo se causó de una u otra manera cabe recalcar. Por su gran orgullo, lo más probable es que jamás admitiera, ni siquiera en un momento muy grave como ese, siendo el último de su larga vida, el gran como muy grave error que había cometido.

-Sabía que...seria...buena idea...hacer un orbe falso...en la guarida-Dijo, soltando a continuación un fuerte rugido de victoria que se escuchó por toda la ciudad. Al terminar, por sus graves heridas, no reacciono a donde se encontraba, cayendo a gran altura del lugar. Justo a tiempo, Olusegun y Alisha supieron cogerlo en el aire para aterrizar en la calle sin mayores problemas.

Disipándose la espesa niebla, lo único que había quedado a verse del llamado Transmaster, el alquimista que causo tantos problemas por sus ambiciones de conocimiento y poder, habiendo traído a la vida la leyenda que más aterraba a Paititi para su placer personal, y que de una manera u otra había usado a todos en su tablero de ajedrez para cumplir sus objetivos, fue únicamente un esqueleto humano completamente blanco suspendido en el aire. Inmediatamente, se desplomo directo al suelo, desarmándose del fuerte impacto, quebrándose algunos de sus huesos, esparcidos por una calle. Ese fue el final del legendario como casi mítico Transmaster, el auto nombrado "El mejor alquimista del mundo".

Concluido al fin el gran problema, transcurridos unos minutos, ya en mejor estado gracias a sus compañeros, como su mano perdida regenerada, recorriendo las calles de la destrozada ciudad, ayudando a los que necesitarán una que otra ayuda, principalmente los atrapados entre los escombros, el jaguar llego a una conclusión—(Al fin se terminó. No tengo nada que realmente perder en el Cusco)—Continuando su camino tras ayudar a los afectados, Jaguaret tuvo un último pensamiento al respecto de lo acontecido—(Adiós Transmaster. Voy a verte Pauline).

Caminando un poco más, finalmente encontró a Pauline delante suyo, acabando de ayudar antes a unas personas.

Observándose unos segundos, corrieron hacia su dirección para abrazarse fuertemente.

-¿Estás bien?-Pregunto Pauline preocupada, pasando a revisarlo para asegurarse de su bienestar.

-Un poco adolorido, pero me recuperare, nena-Dijo Jaguaret expresándole una sonrisa.

Correspondiendo el gesto, mirándose atentamente a los ojos, sin esperar más, sellaron un beso en sus labios, enrollando sus brazos él en su cintura, como ella en su cuello. La falta de oxígeno fue lo único que hizo que se separaran.

-Entonces ¿Es todo? ¿Te marcharás?-Pregunto Pauline por lo que iba a decidir su, ahora algo más que compañero.

-No. Me necesitan aquí. Un verdadero hombre protege lo que le importa, y ustedes también me importan-Respondió Jaguaret.

Mirándose a los ojos atentamente sonriendo, acariciaron sus rostros. Sin esperar más, plantaron un nuevo beso apasionado en sus labios, interrumpiéndolo ella para aclararle algo a su nueva pareja-Muéstrame inmadurez de tu edad y solo tendremos una relación laboral, entendiste-Expreso Pauline amenazándolo con un dedo, acompañada de una muy seria mirada.

-Jajaja. Descuida nena. Ni en broma pienso quedarme de mantenido-Dijo Jaguaret-Por cierto, gracias.

Abrazándose, interrumpiendo el momento, Makonde llego acompañado de Olusegun y Alisha como de sus concejales-Creo que puedo dar por finalizado tu entrenamiento tras lo sucedido con mi antiguo socio. Ya que veo que te quedarás ¿Qué piensas de la propuesta que te hice?

-No me uniré-Dijo Jaguaret.

-¿Perdón?-Dijo sorprendido uno de los concejales.

-Como escucharon. Contaran conmigo para lo que necesiten, pero será a mi modo, no al suyo-Dijo Jaguaret expresando la condición para permanecer en la ciudad.

Guardando silencio, algunos miembros se molestaron, manteniendo la calma su líder al ya haber supuesto la decisión de su alumno-Me parece bien. Estoy muy orgulloso de ti-Sonriéndole apoyando sus manos en sus hombros, correspondiendo él la sonrisa-Gracias Amauta, y a ustedes también chicos-Dijo Jaguaret haciendo una nueva reverencia para él, a continuación, abrazándose con sus amigos, sonriendo ellos al gesto.

Retirándose, dando Makonde una pequeña reverencia en forma de respeto junto a sus concejales, respondiendo el jaguar de la misma manera, no evitando darle malas miradas algunos de sus consejeros, el grupo camino juntos por la destruida calle, agarrados de la mano el runapuma y la pishtaco como nueva pareja.

-Bueno, se acabó-Dijo Alisha.

-¿Y qué hacemos ahora?-Pregunto Olusegun.

-Ayudar en lo que necesiten aquí-Dijo Jaguaret.

-Me apunto con mucho gusto-Respondió Pauline.

-También nosotros-Dijo Olusegun.

-¿No creerán que dejaremos sufrir a esta gente antes de que nos vayamos?-Dijo Alisha.

-Por cierto, tú y yo necesitamos otra cita-Dijo Pauline a Jaguaret.

-Por supuesto. Después que acabemos de ayudar a los que falta-Respondió Jaguaret.

-Qué bueno que les enseñamos a invertir la alquimia–Dijo Olusegun.

Dicho y hecho, dándose un corto beso en los labios, continuaron ayudando a todos los paititianos que lo necesitarán, uniéndose pronto las fuerzas de defensa que quedaban.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro