🐉☯107☯🐉

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Sie Kensou es el tipo de amigo al que irías a ver.

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-¡Estoy muerto! -se dejo caer sin cuidado en el piso de su habitación, demasiado cansado cómo para llegar a su usual lugar de descanso.

Era por este tipo de cosas que no le gustaba entrenar en lo más mínimo.

Ni hambre tenía... bueno, quizás solo un poquito.

-Veamos, una vez más -estirando el brazo dio ligeros toques sobre lo que consideraba su escritorio, buscando con el tacto su teléfono- no puede ser, ¿es que acaso no sabe lo mucho que puede preocuparse uno?

Aun cuando sólo quería dormir en el piso, tuvo que hacer acopio de sus pocas fuerzas para levantarse y dirigirse a su futon para salvar algunas horas de sueño.

-Buenas noches... -dijo a la nada.

-Buenas noches -no esperaba una respuesta, menos de la voz que acababa de escuchar.

-¡¿(...)?! ¡¿Qué?! -tuvo que llevarse una mano al pecho por el susto no sólo de su repentina aparición, también por verla casi atravesar la pared de entre una mancha oscura- ¡¿Qué es eso?!

-Es una larga historia -antes de recibir más preguntas se puso encima de él y lo abrazó con fuerza- te estuve extrañando mucho, Sie.

A pesar de tener muchas preguntas en su cabeza, algunas más raras que otras, se conformó bastante con solo rodear su cuerpo con sus brazos.

-¿Qué? Puedo rodearte con mis brazos totalmente -se levantó, exaltado por su descubrimiento- ¿Estas comiendo bien?

--su expresión decía otra cosa, como si no quisiera recordar que comió Ñu hace unas horas.

-Pero, ¿Qué es eso? -miró al raro vórtice siniestro del que había salido (...), algo aterrado de casi escuchar los susurros de la muerte que provenía de él.

-Tengo poderes, Sie -la sola mención de la palabra le dio escalofríos.

No se la imaginaba invocando al diablo o cosas así.

-Pero... todo poder conlleva muchas responsabilidades, ten eso siempre en mente, (...) -por un segundo, ella juró verlo con un halo de sabiduría eterna.

-Alguien me esta enseñando a controlar ese poder... -desvío su mirada al piso, tratando de no sentirse culpable.

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Mientras tanto en la república del Congo...

-¡Es increíble! -caminaba de un lado al otro, siendo observado por muchos animales que lo escuchaban tirar pestes al cielo- ¡un minuto! ¡un mísero minuto y ella se desaparece a ver al corte de hongo ese! -lanzó una piedra al aire, viéndola caer en el suelo- ¡Es por cosas como estas que la gente muere!¡maldigo tener hígado y estómago de nuevo!

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-Entonces tu entrenamiento con los Ikari Warrios esta muy bien, es bueno oír eso -casi pareciera que le encendió el foco ante la realización de algo que se había olvidado, algo igual de una cosa extraña- ¿sucede algo malo?

No sabía qué le preocupaba más, el hecho de no haber ido antes a avisar a los Ikari Warrios de que se encontraba bien o que no hubiesen dado aviso a sus amigos de que ella estaba desaparecida.

Pero, conociendo los métodos que ellos tenían, no se le hacía raro del todo.

-¿Está todo bien? -el suave y caliente tacto sobre su hombro la trajo de nuevo a la realidad, mirando la mano y luego al dueño cuyos ojos expresaban cierta preocupación.

Sie era exagerado muchas veces, al punto de preocuparse demasiado por pequeñeces.

De cierta forma, agradecía a Leona no haber dicho nada, de otra manera no se podría imaginar el estado en el que se encontraría Sie si hubiera sabido que fue raptada, casi mutilada y secuestrada por un ser que, aparentemente, salió de ella y que era parte del Orochi.

Ah, lo más seguro es que ya hubiese colapsado con espuma en la boca.

-Sí, todo esta bien -Kensou tenía poderes psíquicos, así que trató de pensar en otra cosa con rapidez por el miedo sin fundamento de que viera dentro de su mente las mentiras que había soltado.

Mentiras que hizo para no preocuparlo pero que empezaban a pesar en su interior.

-Pero, ¡no te he visto en tanto tiempo! -la llevó a lo que era una pequeña sala, indicando que se siente al señalar a su lado- venga, venga, cuéntame todo lo haz estado haciendo sin omitir detalles.

Su tono alegre y su intento de parecer tierno repitiendo sus palabras funcionaron.

Ella sonrió verdaderamente en frente de él, por primera vez.

-Muy bien, pero voy a saltarme algunos detalles -retuvo el impulso de lanzarse a su lado, sentándose cuidadosamente.

Tu cuerpo es especial.

Esas palabras se repiten en su cabeza constantemente.

Ser una batería con piernas la hizo ser más cuidadosa.

-¡¿Qué?! ¡cuéntame todos! -quería escuchar lo que había hecho, aunque le diera un susto tremendo el solo imaginarla en cualquier situación peligrosa.

(...), de nueva cuenta, sonrió, sintiendo, extrañamente, un sentimiento de calma que nunca antes había sentido.

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Así que esto era de lo que se estaba perdiendo...

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