🀄🌋109🌋🀄

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Kim Kaphwan sería el tipo de maestro que te conoce mejor de lo que crees.

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En plena calle de Corea, el grito de la adolescente se escuchó por lo alto, seguido del sonido de la madera al romperse.

Choi y Chang veían a la joven, quien en ese día no tenía su usual risa tonta y parecía estar en la peor rabieta de su vida.

-Sólo haz como si no la hubieras visto... -dijo el más bajo, tratando de retirarse en silencio mientras la muchacha usaba poderes de energía.

O al menos lo trataba, desde que atacó a su padre con una de esas cosas no pudo hacerlo de nuevo.

Lo correcto seria decir que sí lo hacía, pero no de la forma que quería.

-¡Solo ve al frente! ¡línea recta, maldición! -ambos hombres tuvieron que lanzarse al piso antes de ser alcanzados por aquella curva de 90°.

Ambos miraban a la chica como si estuviera loca.

Y es que, para ellos, estaba loca, tan loca como su violento y extraño padre.

-S-si pudieras calmarte un poc-¡!

Fue una mala elección de palabras, uno nunca debía decirle a una mujer que se calme, mucho menos si es una adolescente en mitad de su revolución de identidad.

-¡Silencio!

Ni se atrevían a acercarse.

Kim, quien se encontraba haciendo su ronda habitual junto a sus hijos en el Dojo fue testigo de lo que estaba pasando.

Le sorprendió ver a (...) usando el ataque de energía de Jhun, solo un poco en realidad ya que se lo esperaba.

Pero nunca pensó que fuese...

-¡Maldita sea!

Tan destructivo y desordenado.

Aunque, si era sincero, tenía el temperamento de su madre.

-¡(...)! -llamó con rudeza, la adolescente dio un pequeño respingo del susto.

Si bien solía ser de la mentalidad de su libre albedrío, Kim era aterrador cuando se ponía así.

Ni que decir de la ocasión en que, de broma, se puso un tatuaje temporal.

El tiempo que demoró en borrarse aquellas alas de su espalda sufrió un auténtico martirio por parte de Kim en su intento desesperado de que ella no se convirtiera en delincuente.

Si supiera de sus escapadas a Japón seria capaz de meterla en un convento.

Dio una mirada a todo su desastre, llevó su mano a su entrecejo, bastante molesto ante la poca paciencia o habilidad de la muchacha.

-Lo siento, ¿bien? -prefería mostrar la bandera blanca antes de recibir cualquier sermón que pudiera durar al menos 3 horas.

Suficiente tenía con su padre viéndola como un cristal frágil en los últimos días, gracias.

-¿Por qué te estás disculpando? -volvió a tensarse, si no le decía de una vez y veía que solo se disculpaba por hacerlo iba a obligarla a hacer un split por al menos una hora.

Kim la estudiaba con su mirada, los hombros caídos y tensos, la mirada que iba a todas partes en busca de alguna vana excusa, el movimiento casi imperceptible de sus dedos.

Estaba preocupada por algo, eso era seguro.

-No puedo decir que sepa mucho de ese rubro -vio como regresaba su atención a él, con esa mirada de quien no entiende la cosa- yo no cuento con poderes y no pienso tenerlos, pero tu naciste con ellos, tu padre no tendrá el tiempo para enseñarte cómo usarlos, pero como tu maestro, prometo dar mi mejor esfuerzo para que tu puedas lograrlo.

-... -No sabía si decir que sus recientes poderes descubiertos no eran el problema y romperle su hermoso discurso o solo decir que estaba teniendo un ataque de ira porque su padre ahora era más exagerado que antes.

Si hacía lo primero, se iba a enojar mucho, puedo que solo se fuera en silencio o le empezará con el usual tema de entender sus palabras y tomarlas en su corazon; si hacía lo segundo puede que se quedase entrenando hasta las tantas de la noche y terminase todo lo que restaba de semana con los músculos llorando de tanta actividad física.

Al menos mañana era sábado.

Con su mejor actuación tomó la mano de su maestro con fuerza, mirándolo directamente a los ojos con una confianza y seguridad tremendamente actuadas.

-Siempre y cuando usted esté ahí para guiarme, yo pondré todo de mi para aprender y no decepcionarlo -tomó aire y luego con una sonrisa apretó el agarre- por favor, enséñame y sea el farol que me guíe entre las penumbras de esta corrupta sociedad para ejercer mis poderes a favor de la justicia, ¡maestro!

Hubo un poco de silencio, (...) escuchó cómo claramente el hombre adulto en frente de ella se tragaba los mocos para no dejar de dar la imagen de fuerte en frente de todos los presentes, se dio la vuelta, con la espalda recta y mirando al frente.

-Ven mañana, a la hora de siempre, tienes que perfeccionar tus patadas.

Fue todo lo que le dijo, para (...) era más que obvio que se le había conmovido hasta la médula.

-¡¿Cómo fue que hiciste eso?! -Choi y Chang casi la sacuden en busca de respuestas, pero ella solo se hizo a un lado.

-Sólo diré que para algunas cosas es bueno ser hija de mi padre.

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Kim la sabía mucho de ella, pero la verdad es que no le conocía todos esos trucos que escondía en esas raras dotes de actriz.

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