Athena Asamiya es el tipo de chica que trata de ser tu amiga.

.

.

.

.

.

-¿Qué tal tu día (...)-chan? -pregunto mientras veía a la chica que venia con bastante pintura encima- ¡¿Pero qué pasó contigo (...)-chan?!

-Estoy bien -esto la estaba preocupando, si bien la amiga de Kensou era bastante... seria, esto ya iba a otro extremo.

Porque era como si para ella eso fuera poco comparado con algo que vivió antes.

La llevo al baño de su casa a toda prisa, preocupada de que la pintura se seque y sea más difícil de sacar luego.

-Deja que te traiga unas toallas y ropa limpia.

No sabía si debía llamar a Kensou, tenia la confianza de que podría ayudarla, pero no era lo mismo de la confianza que le tenía (...) a ella, estaba de más decir que (...) confiaba mucho más en Kensou.

Pero aun así, quería profundizar su relación.

- (...)-chan, aquí dejare la ropa para que te cambies.

Silencio.

Sentía como un aura de tristeza y soledad provenía del otro lado de la puerta.

(...) debía de estarlo pasando fatal.

Pero estaba segura de que podría ayudarla.

.

.

.

.

.

-¡¿Dónde esta?! -Kensou entro corriendo como si no hubiera un mañana- ¡(...)! ¡¿Dónde estás?!

-Ella esta arriba -ambos suben y Kensou es el primero en verla, esta sentada, no entendiendo que pasa con esos dos.

Kensou prácticamente la aplasta entre sus brazos, mucho más rápido de lo que (...) tuviese previsto, los colores se le suben a la cara.

Y Sie estuvo preocupado por ella, es algo que siempre pasa pero no sabe porque ahora tiene una mayor efervescencia.

Más tarde ese día Sie lleva a (...) a su casa para una pijamada.

-Ella es-esta bien Athena, no debes preocuparte -los nervios le fallan al hablar pero trata de controlarse- ahora esta muy tranquila, le he puesto su película favorita -volteo a ver a su amiga, la cual esta cubierta, o más bien refugiada, por su manta azul, un chocolate en la boca y viendo "El exorcista".

La escena era cómica hasta cierto punto ya que parecía un gato adorable debajo de una manta, pero luego venía un grito de la película y sus ojos brillaban.

Tan (...).

-Eso es bueno, espero que tengan una linda noche -suspira en cuanto la llamada se corta, preocupada a más no poder por esa extraña y terrorífica aura que se desprendió de (...) durante apenas unos segundos.

(...) estaba tranquila, recién bañada y cambiada, con una mirada relajada.

Su aura era otra cosa.

Trato de no verla, de no sentirla.

Pero era tan perturbadora, tan iracunda, tan dolida, asustada y mortífera que Athena casi entra en pánico.

-Debo mantener la calma ante la situación si quiero ayudar, eso es lo que he aprendido hoy.

.

.

.

.

.

No sé rendirá hasta que (...) la considere su amiga y le cuente aquello que la atormenta para así ayudarla.

.

.

.

.

.

.

.