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Shen Woo es el tipo de conocido que te haría la vida cuadritos al conocer tu pequeño secreto.

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Suspiraba con molestia, escuchando los pasos de ese oxigenado detrás de ella.

Se tenía que aguantar si es que no quería romperle la cara.

Y, la verdad era que ya no le quedaban fuerzas para contener su puño que solo buscaba justicia.

Pero su cerebro le recordaba que eso no sería justicia constantemente, es más, ahora podría decir que hasta le debía la vida.

Si tan solo hubiese salido más temprano del trabajo nada de esto estaría pasando.

-Entonces los hice morder el polvo de un solo golpe -narraba el rubio con lo que ella esperaba era una sonrisa llena de autosuficiencia.

-¡Wow! ¡increíble! -Claro, esas eran de las pocas palabras que sabía pronunciar.

-¿No tienes que ir a otra parte? ¿A pelear quizás? -finalmente voltea, viendo a su hijo colgado del brazo de Shen, si bien al inicio Yu era tímido con él ahora parecía que lo conocía desde que nació; Shen también cambio su trato para con el pequeño al cual no soportaba tener cerca ni dos minutos.

Ah, pero cuando empezó a decirle que era asombroso le dejaba pegarse a él de a pocos.

-¡¿Irás a pelear ahora?! -Yu se acerca de nuevo a su madre, casi saltando- ¿Puedo ir con él? ¿puedo, puedo, puedo? -ante la obvia cara de disgusto de su madre solo le quedo el arma secreta- por favor, mami.

Ella hubiera dicho que sí solo por esa carita, pero al escuchar la posible ristra del tercero presente, que fue bloqueada por su mano, se le fue la ternura del cuerpo.

Su hermoso hijo no estaría cerca de ese hombre, era mala influencia... por todos los cielos, sonó como su madre.

- quieres venir solo ven, mocoso.

-¡Sí! -su criatura ya iba a con el rubio.

Eso sí que no.

-Mao Yu -el pequeño se detuvo a medio camino, Shen no entendió por qué si antes estaba tan emocionado de ir con él- da media vuelta en este mismo instante, tienes que cenar.

-Sí, mamá -el pequeño va donde su madre, quien le da las llaves de la casa para que entre primero y la deje enfrentar al hombre.

-Oye, no le ates una soga en el cuello al niño -Quiere sentirse despreocupado, pero le inquieta tremendamente el que ella le mire así,  como si en cualquier momento le reviente la cabeza contra una pared de ladrillo y concreto.

-Sólo quiero saber algo, Shen -se acercó hasta estar frente a frente, la sonrisa confiada de siempre en el rostro del rubio fue reemplazada por una expresión interrogante- ¿Por qué te ves tan atento con mi hijo?

Oh, era eso, y eso que pensaba que era peor, como si (...) hubiese pensado que raptaría a su hijo y lo vendería al mercado negro.

Pensaba que decir la verdad en este caso sería bueno, es decir, es cierto que ayudó a un niño al que querían robar, es cierto que lo llevo al restaurante al que estaba acostumbrado ir para dejarlo con el viejo que es dueño del lugar.

Debía admitir que casi se fue de espaldas cuando el pequeño corrió a la camarera a la que molestaba siempre, gritando "mami" entre lágrimas.

Así que sí, debía decir la verdad.

-Me divierte -dijo.

-¡¿A qué te refieres con eso?!

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Ahora tenía más maneras de molestarla.

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