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Benimaru Nikaido es el tipo de novio al cual no le gusta entrenar, porque no le ve sentido.

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-No entiendo por qué quieres que entrene más -tiene un puchero de lo más infantil, siendo arrastrado hacia el patio gigante del departamento- es una pérdida de tiempo porque yo soy el mejor.

Paso una de sus manos por su largo cabello, esta algo nervioso, su novia jamás, jamás, le había mirado de esa manera.

Esa mirada que le recuerda a la de una madre cuando esta decepcionada de su hijo.

Y eso le incómoda, ya que ellos no tienen esa relación.

-Quiero verte entrenar, al menos una hora diaria -el grito indignado de su pareja solo hizo le hizo fruncir más el ceño.

-¡¿Una hora aquí afuera?! -parecía un niño al que le quitan lo que quieren- ¡¿Acaso quieres que me vean los periodistas?!

-Me van y me vienen los periodistas -Oh, esta enojada.

Benimaru se muerde el labio inferior, completamente indignado y molesto, no le gustaba nada que su novia lo hiciera entrenar cuando no lo necesitaba para nada, pero que le quedaba, él era el mejor novio, el mejor hombre para su chica, y en el paquete completo venía el que haga realidad sus sueños.

Aunque su deseo se le haga de lo más cansado y tedioso.

Suspira completamente frustrado a la par que pasa las manos por su cabello, siente las manos de su novia y ya presiente su intento de querer amarrarle el cabello.

-¡No! ¡No le hagas eso a mi cabello! -se alejó corriendo de ella, por más que la amara, que la adore, por más que la tenga en un pedestal, el mensaje fue claro:

Saca.Las.Manos.De.Mi.Cabello.

Eso era lo que decía su posición de gato asustado.

-Esta bien -lanza la liga de color negro con estampado de corazones amarillos- te dejo entrenando.

-Sí, sí -paso las manos por su cabello, de nuevo, haciendo que esta vez se levantase por la electricidad.

Apenas la vio desaparecer su cabello volvió a caer por la fuerza de gravedad.

Se quedó ahí, simplemente de pie y completamente aburrido por tener que estar afuera cuando su novia estaba adentro, puede que echada y durmiendo mientras el aire acondicionado le cae encima, ella siempre tan relajada de la vida cuando a él lo manda a "entrenar" bajo un ardiente sol.

-Me voy a quemar -se vuelve a quejar, y ya no le importa, se dirige hacia la puerta de entrada y escucha a su novia.

La escucha casi llorando.

-Lo sé, señora Nikaido, yo también estuve muy preocupada -¿su madre le había hecho llorar? ¿en serio? ¿Cuándo fue que paso?- Sí, está bien, justo ahora le obligue a entrenar, no quiero que pase por lo mismo, ya salio alguien herido, si hubiera sido él... -Y otro sollozo hace que una flecha imaginaria, pero con dolor real, le atravesará el corazón.

(...) estaba preocupada por él, todavía recuerda cuando ella lo abrazó en cuanto le vio, asustada de que algo le hubiese pasado.

Se sintió como un K.O.

-Sí, cuídese usted también, iré a verlo, adiós -(...) suspiro, a la vez que se limpiaba las lágrimas del rostro, se dirige a la cocina y prepara algo de limonada, suspira de nuevo, dirigiéndose al baño para lavarse el rostro y quitarse los rastros del llanto, volvió a suspirar, tenía que estar calmada porque de otra manera Benimaru sabría que estuvo llorando y eso solo provocaría que invetigue quién fue el responsable para consiguientemente poder romperle la cara.

Pero no sabía que podría llegar a hacer si se enteraba que lloraba porque estaba preocupada por él.

En el camino a su pareja fingió bostezar, tratando de darle una explicación a sus ojos levemente rojos.

Se sorprendió un poco al verlo colgando de cabeza, con sus piernas haciendo soporte a su cuerpo porque estaban alrededor de una de las ramas de un árbol del lugar, haciendo abdominales.

-¿Estas entrenando? ¿de verdad? -su rostro de sorpresa no era fingido, estaba totalmente impresionada.

-Bueno, entrenar de vez en cuando no está mal, Honey -bajo de manera hábil, sin siquiera esforzarse en ello, su cabello seguía cayendo como una cascada, las hormonas de (...) se sentían en plena revolución por el poder- no te preocupes, tienes al hombre más fuerte y hermoso como novio.

El rubio tomó con una sonrisa el vaso con limonada que le tendía su novia, haciéndose el desinteresado, aunque estaba satisfecho al ver su rostro calmo.

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Si para mantenerla tranquila debía pasar al menos una hora en la intemperie... que así sea.

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