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Alba Meira es el tipo de amigo que se pregunta el origen de tus poderes.

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Desde niños que le llamaba la atención, no sabría decir si fue por simple curiosidad infantil o por sentirse celoso de verla entrenar con un poder innato.

Primero Fate la ayudo a controlar el fuego, el agua, la tierra y, finalmente, el aire; era un poder demasiado fuerte, ella no necesito de ningún entrenamiento, no sudó al momento de obtener su poder, ella solo debió saber controlar los elementos, cómo combinarlos, no le duró más de un mes.

El, por otra parte, tuvo que aprender de cero, no tenía poderes, ni él ni su hermano, en esos tiempos se le hizo injusto, el mundo era injusto con ellos, pero otro tenía la vida "fácil".

Por supuesto, dejó de pensar lo mismo cuando (...), en una conversación a corazón abierto muy extraña en ella, le contó lo que pasó y los hechos que llevaron a que la encontrase en la calle.

Todos sufren, no importa cómo, así es la vida.

Pero ellos eran supervivientes, quienes habían sobrepasado los obstáculos que la vida les puso en frente hasta ahora, no importa los medios que tuvieron que emplear en el camino.

El verla ahí, sentada en el otro extremo del sofá, mirando el pequeño cúmulo de elementos que mueve en su mano, ensimismada en ello, como si estuviera hechizada con su propia esencia, cuando era tan natural como la presencia de ambos en el departamento de (...).

-¿En qué piensas? -le pregunta a la par que deja su rostro sobre su puño, consigue su atención inmediatamente, los elementos desaparecen y la mirada que le da no es para nada parecida a la usual, en vez de ser esa mirada ligeramente altanera y recelosa ahora podía ver una mirada melancólica y distante.

Sin palabras, solo acciones, (...) se acercó donde él y se sentó en su regazo, buscando refugio de lo desconocido.

No se hizo de rogar y la acomodó para que ambos estuvieran a gusto, el agarre en su chaqueta lo hace dejarse llevar y envuelve su cintura con un brazo, ella escondiendo el rostro en su cuello; el silencio no es algo de todos los días, por lo general ella se la pasa gritando, pero ahora está callada, tranquila, dejando que la toque y buscando un ancla que pudiese ayudarla.

Sube sus piernas al sofá, haciéndose bolita en su regazo.

-No lo sé -su mano vuelve a estar tendida, dejando ver al fuego danzar, el agua se le unió, así como el aire y la tierra, una explosión de vida y cataclismo continuo que los fascinan a ambos- cuando hago esto, siento que es algo más esta pasando.

No comprende sus palabras, no entiende esa mirada, ¿sería que esta pensando en las personas que la abandonaron? Si era así estaría gastando su tiempo, hace mucho que no sabían de ellos y preferiría que se quedase así.

Después de todo, ellos le hicieron un daño irreparable en ella.

Ellos y otras personas le destrozaron el corazón en más de una ocasión, pero Alba se encargó de repararlo cada vez que pasaba.

-Cuando haces esto -tomó su mano a la vez que la piel de (...) sentía la superficie de su guante, le hubiese gustado tener contacto piel con piel- te estás viendo a ti misma, ves de lo que eres capaz.

-Cuando hago esto... siento que soy un demonio -sus palabras son sinceras, como si de verdad fuese así- como un monstruo -va cerrando su mano, ese pequeño punto de vida se va perdiendo- un monstruo que no pertenece a ningún lugar.

-Entonces esta bien -sin mucho esfuerzo hace que vuelva a abrir su palma, los elementos se han ido, pero el polvo de la tierra sigue ahí- no importa lo que seas, recuerda, somos demonios, pero así esta bien.

Ve la sangre bajando por la nariz de (...), pasa su guante por el líquido y quita su rastro.

-Tienes razón -sonríe, ha recuperado su usual sonrisa macabra, parece que su actitud también ha vuelto, se pasa una mano por la nariz de manera brusca- ah, que molesto, iré por el algodón.

Alba se le queda mirando, sin entenderla del todo, siempre tan cambiante, siempre tan volátil.

Tan (...).

Mira su guante, la sangre sigue ahí, aun se pregunta el por qué de esto, en más de una ocasión la llevaron al médico pero este no encontró nada fuera de lo normal.

Solía pasar cuando sus poderes se manifestaban, así que la solución era simple.

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Saber de donde venían y erradicarlos.

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