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Jhun Hoon es el tipo de padre que se preocupa por su familia.

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-¿Cómo puedes estar tranquila? -preguntó mientras seguía bebiendo té para calmar sus nervios.

-Deja a (...)-ssi -a diferencia de su esposo, la mujer estaba muy tranquila- cada vez que sale, al regresar, siempre tiene una muy linda sonrisa.

Aunque claro, eso lo hacía sentir bien, su hija sonreía, estaba feliz; pero, aunque no quería sonar como Kim, le preocupaba no saber en qué andaba metida.

¿Sería que estaba metida en cosas malas? ¿Peleas callejeras? poseía su técnica y la de Kim, de seguro ganaba y por eso su buen humor.

-Es decir, disfruto mucho el verla tan feliz, queda tan poco para que reciba su espíritu y... -Hubiese seguido hablando, de no ser que se dio cuenta de que su esposo ya no estaba- así que de ahí heredó esos pies de gato, uh.

Encontrar a su hija no fue difícil, era fácil reconocerla con ese cabello enmarañado, el traje de Tae Kwon Do azul y blanco (era idéntico al de Kim, lo cual no le gustaba demasiado), y su infaltable mochila con la imagen de un grupo de Kaiju.

Ah, todavía recuerda cuando se lo regaló, su niña estaba tan feliz.

-¿El aeropuerto? -estaba realmente confundido de verla ahí, ya se ocultaba el sol y ella se movía con destreza por el lugar de abordaje- ¡Eso es-! -eso era ilegal, demasiado, se subió a la llanta del avión, casi le dio algo al ver que se encogió al mismo tiempo que el avión empezaba a tomar velocidad para el vuelo- ¡(...)-ah!

Y la vio partir, claro, se tuvo que regresar a su casa a pesar de estar profundamente preocupado.

Casi a la madrugada, ya siendo la mañana del día siguiente, la adolescente regresó a su hogar, dejando silenciosamente sus zapatos en el pequeño armario junto a la puerta y sin poder evitarlo casi se cae del sueño.

Los horarios de Japón y Corea no eran muy diferentes, pero el jet lag la agotaba.

Sin mencionar el extraño episodio que había vivido hace unas horas atrás, tuvo que pasar ambas manos por su rostro, reteniendo el miedo y las ganas de llorar.

-¿Podrías explicarme a donde te fuiste? -escuchó desde la sala, volteó casi saltando al mismo tiempo que Jhun, con su usual movimiento de cabeza, dejaba sus lentes de lectura a un lado y cerraba el libro que tenía en su regazo- no sabría decir si es muy tarde para que llegas a casa o demasiado temprano -dejó el libro sobre la mesita ratona a su lado- en todo caso estas castigada hasta nuevo aviso.

No estaban con ganas para pelear, ninguno de los dos, uno estaba demasiado cansado por esperar a su prole y la otra estaba demasiado preocupada por otros asuntos.

Asuntos personales que no pensaba hablar con su padre, que en estos momentos tenía cara de muerto en vida.

-Ugh... -tan molesta como podría estar cualquier adolescente de su edad, dando ligeros pisotones por donde caminaba.

-¡Señorita, da la vuelta ahora mismo! -se levantó, furioso, preocupado, se veía realmente molesta, afectada de una manera que no comprendía del todo- ¡tienes que dar la cara para enfrentar tus errores como todo buen contrincante! -nada, solo seguía su camino- Jeon (...) Il, da la cara ahora mismo.

Al decir su nombre completo provocó que se detuviese de inmediato, pudo jurar que la vio temblando y hasta escuchó el murmurar de una voz diferente a su hija, pero aun así continuó.

-(...), deja de ser tan imprudente y empieza a tomar la responsabilidad de tus acciones antes de-

Tuvo que tomar posición de defensa justo a tiempo que su hija usó el ataque de energía junto a algunas de sus patadas.

Fueron débiles, pero ahí estaban aquellas señales de su poder heredado.

-No soy imprudente -bajó su pierna izquierda, dejando de lado la posición de batalla- no estoy evitando mis responsabilidades ni nada de lo que has dicho -bajó la mirada, evitando con todas sus fuerzas el verse débil- sólo estoy preocupada por personas que conozco y realmente quiero, no quiero que nada les pase, y estoy tratando de hacer lo mejor, estoy tratando de evitar que aquel susurro de la muerte no se haga realidad -empezó a respirar de manera entrecortada entre cada hipo por el llanto contenido- yo no quiero perderlos.

Después de eso solo se encerró en su cuarto, dejándolo con más palabras en la boca de las que podría procesar o expresar.

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¿En qué momento su niña había crecido tanto?

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No quiero sonar a mala persona, pero se nos viene el desastre.

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