Kim Kaphwan es el tipo de amigo que fue tu primer y único amigo durante mucho tiempo.

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-¡Más alto!

-¡Yo puedo llegar más alto, Kim-ssi!

¿Qué era lo que ocurría? Simple (...) y Kim se encontraban entrenando.

Ahora, ¿Por qué le decía Kim y ya no Kaphwan? Bueno, la chica, a pesar de ya estar dos años en Corea, aún se le hacía difícil el coreano, además de que su pronunciación no era buena, en vez de decir Kaphwan decía cualquier otra cosa.

-¡Eso es! -gritó Kim al verla estirar sus piernas completamente, muy emocionado por ver que su amiga, después de mucho entrenamiento a su lado casi como su primera discípula, lograr hacer lo que tanto trabajo le costó- ¡Así se hace, (...)-ssi! ¡sabía que-!

-¡Calambre! -fue lo que gritó la chica a la par que caía de lado, sin poder mover bien sus piernas- ¡Me desgarro!

-¡Resiste!

Por supuesto, algo así siempre pasaba.

-Mi madre estará furiosa, he quedado deshonrada -dijo mientras dejaba que su amigo le diese un masaje en las piernas.

-¡No hables de eso en voz alta! -refutó de vuelta, escandalizado de que ella hable de eso en plena calle, aunque en realidad estaban en el patio de la casa del muchacho- además, dudo que eso te pase solo por... por... por haber estirado mal.

-Kim-ssi no sabe nada de chicas.

-¡¿Por qué debería?! Además, deja de pronunciar mi nombre así.

-¿Por qué?

-Porque parece que dices Kimchi -dijo el hermano de su amigo que pasaba por ahí- sin olvidar que -tuvo que detener sus palabras al ver que su hermano se llevó a la niña rápidamente a otro lugar- cómo un ratón, uh.

En cuanto se encontraron en el pasillo del segundo piso, (...) volvió a entrar al ordenado cuarto de su amigo, aunque después de unos segundos salió.

La voz en su cabeza le decía que era mejor dejar a Kim en su espacio personal, ya que le veía su rostro rojo por haber entrado en su espacio personal dedicado al Tae Kwon Do.

Adorable, fue lo que pensó al ver tremendo monumento en honor al deporte que le gustaba.

-Sí te burlas, te saco -no había que saber demasiado para darse cuenta de lo ligeramente avergonzado que estaba.

-Estaba por decir que es un gran amor por el sano y justo deporte.

Ya llevaba un tiempo conociéndolo, sabía que le gustaba y que no.

Estaba de más decir que ya sabía que siempre estaba con ella por el hecho de considerar el que la aislaran como una injusticia.

-Mira, (...) -llamó su atención, notando que le mostraba un VHS con la imagen de un luchador- tienes que aprender de lo que hace este señor, de su técnica.

Sonrió sin mostrar los dientes de nuevo, sintiendo el ardor de sus músculos, el cansancio y la fatiga provocada, ¡y sin mencionar el dolor de su entrepierna por la mala maniobra de hace un rato! ¡ardía terriblemente!

Pero ahí estaba su amigo, entusiasmado de poder enseñarle más.

-Esta bien.

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Ser amigos significa someterse bajo el régimen autolesionable del otro o casi perder la virginidad, ¡Eso es verdadera amistad!

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